jueves, 7 de diciembre de 2023

DOLOR Y SOLEDAD

 

EL DOLOR Y LA SOLEDAD EN LAS OBRAS DEL ESCRITOR

 

FRANCÉS FRANCOIS MAURIAC

 

 

 

Lucila González de Chaves

“Maestra del idioma”

Lugore55@gmail.com


 

 

Lo mismo que en otros autores de novelas psicológicas, pudiéramos señalar en Mauriac, algunas características definidas: la novela como búsqueda, la historia de una vocación literaria, cuyo resultado son sus inquietantes obras; la importancia del dolor y la soledad en su mundo novelesco. Sus novelas son tanto más valiosas cuanto más profusamente ha penetrado el sufrimiento en el corazón. En ellas todo es análisis extraordinariamente inteligente, revisión de los personajes, de sus pensamientos y, sobre todo, de los motivos que los impulsan a obrar. Mediante este análisis podemos comprender mejor el comportamiento de sus criaturas, podemos desenvolvernos con soltura en la visión minuciosa y compleja de un mundo interior divisible y quebradizo.

 

Dice uno de sus críticos que los personajes de Mauriac tienen algo del corazón herido de su autor. En efecto, su infancia fue triste e ensimismada; era un niño triste que se sentía herido por todo. Amaba con predilección la música, la liturgia y las ceremonias religiosas. Un pequeño burgués encerrado en sí mismo, educado en ambiente severo.

 

Claramente lo vemos retratado en el adolescente Fabien de su obra “El Mal”, en la que este muchacho, producto de un ambiente exclusivista, vive lleno de angustiadas inquietudes, de una sensibilidad exasperada y vibrando siempre por todo; un alma cristiana perseguida por la carne.

 

Y, cumpliendo siempre la consigna de que un buen novelista debe tener conciencia de los conflictos de sus personajes y oponerlos unos a otros, Mauriac crea a Fanny, la mujer madura y recia que arrastra tras sus pasiones a Fabien, a quien hace hombre después de un largo período de tentaciones; una mujer fácil, cargada de experiencias, desata en un adolescente toda la pasión contenida por un sentimiento religioso; el personaje sigue siendo un hombre roto, contraído, ansioso, enfebrecido.

 

 “Genitrix”

 

Es una de sus novelas que parece ser una actitud frente a la vida y los sentimientos, realizada desde el punto de vista de los tres más destacados personajes: Fernand, el solterón que realiza un matrimonio tardío (50 años), su madre Felicité y la joven esposa Matilde. La actitud de la madre es absorbente. Sus celos nacidos de la posesión absoluta de su hijo la llevan a descuidar a la joven esposa y a sentir alegría cuando esta muere.

 

La actitud de la esposa es, interiormente, de lucha contra aquella implacable madre de su esposo; pero, exteriormente, parece no haber realizado nada. El interés del autor se centra en demostrar cómo esta joven, después de su muerte, logra vencer a aquella Genitrix. En efecto, el hijo ya no busca a su madre; se encierra en el cuarto de su esposa, y rinde culto a un retrato y a un recuerdo; hace frente a su madre porque parece que su esposa muerta tiene más poder sobre su voluntad que su madre viva.

 

La actitud de él, Fernand, es la de un hombre sin voluntad, tímido, consentido y dominado por su madre, de cuya tutela solo sale brevemente en pos de una mujerzuela. Pero regresa a los brazos de su madre, más debilitado aún. Los contactos con la vida y el amor no han logrado madurarlo, tampoco el matrimonio fue exitoso.

 

Pero, hay en esta novela sentimientos positivos: fidelidad, cariño, sinceridad, entrega y están encarnados en una vieja criada que ha visto pasar dos generaciones de amos. Los personajes tienen todos los elementos constitutivos del ser humano; pero, los negativos están tan agudizados y son tan potentes que ellos – los personajes -  convencen al lector de que son seres enfermizos, morbosos, sin liberación posible.

 

“La Farisea”

 

Es una novela que confirma plenamente lo que de Mauriac dice Joan Roger: “es un autor que se complace en pintar dramas de almas cristianas perseguidas por las pasiones, o de personajes pseudocristianos, respetados y honorables, pero que no son más que “fariseos” en el sentido evangélico de la palabra.

 

En efecto, el personaje central, Luis Pian, narra una historia originada en su infancia y adolescencia: la historia de su madrastra Brigitte Pian. Todos los personajes giran en torno a ella. El ambiente es un mundo sombrío, limitado en el doble aspecto: geográfico y social.

 

Aquella madrastra es una “farisea” segura de sí misma y de su virtud: Los vigila a todos y les traza planes de vida virtuosa. Cree sinceramente que el clérigo Puybaraud está destinado al claustro y se opone a su matrimonio con Octavia;  cuando esta muere, la farisea (señora Pian) ve confirmados sus puntos de vista y juzga que la Providencia está de su parte.

 

Otros muchos seres humanos sufren por su causa, por su exceso de celo y su concepto de la virtud; entre ellos, la joven pareja Michele – su hijastra -  y Jean, ella cree que Jean es el niño “malo” y juzga que debe “trabajar” por esta alma “miserable”.

El esposo de la “farisea” se ha entregado a la bebida por causa de permanentes desajustes; cuando él muere, ella empieza a padecer de escrúpulos y sus noches son las de un ser desesperado. Solo el abate Calou, otra de sus víctimas, logra tranquilizarla.

En el atardecer de su vida, la farisea logra conocer el amor feliz y absoluto con un médico de su misma edad y descubre, entonces, que “no hay que merecer; lo que importa es amar”.

 

“El desierto del amor”

 

La historia se inicia en un momento del presente de un hombre, Reymond, cuando en un café descubre a la mujer que conformó su vida afectiva, desde cuando él solo tenía 18 años. A partir de este presente el autor nos lleva al pasado, y allí se desenvuelve la historia casi hasta el final, en el que pasado y presente vuelven a encontrarse para crear el desenlace.

 

Es la historia de dos hombres: padre e hijo enamorados de la misma mujer, Marie Cross: ninguno de ellos ha logrado hacerla suya; sus reacciones son diferentes; pero, en los dos, la pasión es intensa, obsesiva y para siempre, pues les dura hasta la muerte.

 

A pesar de que la viuda Cross es la inspiradora de tan profundos amores y deseos, no aparece en la obra con características especiales. Es una mujer vulgar, poco refinada, pero inteligente. Se destacan sí, las honduras psicológicas, las situaciones vivenciales de cada uno de los personajes, las profundas grietas espirituales y afectivas entre marido y mujer que marcan el carácter del hijo, Reymond.

Hay que agregar que el comportamiento cínico y donjuanesco del muchacho nace de la ofensiva indiferencia de la señora Cross cuando Reymond quiere demostrarle que es todo un hombre y que la ama con pasión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario