INVITACIÓN A LEER - III -
Blog: lucilagonzalezdechaves.blogspot.com
Entonces, es necesario hallar un derivativo espiritual
o cultural a la incertidumbre, a la amargura o a la indignación obsesionantes;
una pausa a los variados motivos de terror; un paliativo para el pesimismo.
En el recuerdo ordenado de mis servicios prestados
en universidades y colegios, en la revisión de mis innumerables fichas de
consulta, lectura y reflexión, de resúmenes y conceptos, están estas obras que
propongo releer:
1. “Doña Bárbara.
Una novela que muestra la vida de la sabana, salvaje y melancólica; el libro de la llanura venezolana; del contraste entre las supersticiones atávicas y la cultura civilizada.
Doña Bárbara es el personaje central de esta
novela, escrita por el venezolano Rómulo
Gallegos (1884 – 1969). Una
mujer que representa un mundo violento, atrasado, lleno de maldad y de
superstición. Frente a ella está el joven Santos Luzardo, encarnación de la
civilización.
El conflicto reside en el contraste entre
estos dos mundos, simbolizados por los dos personajes.
Doña Bárbara, mujer primitiva movida por un solo
deseo: el ansia de dominio de los campos y de las gentes; por eso, los llaneros
la llaman “la devoradora de hombres”. De la mezcla de sangres que lleva en sí
misma nacen sus rasgos personales: violencia, contradicción, fanatismo, comportamiento
instintivo. La mueve el deseo de venganza y el resentimiento contra los
hombres, a causa de la violación sufrida, a sus quince años, en una piragua. A
partir de entonces, solo rencores, abriga en su corazón.
Al aparecer en escena Santos Luzardo, ella revive en su interior la ternura de su primer amor; atropellada por los recuerdos felices y por los momentos decisivos de su vida, resuelve, misteriosamente, desaparecer envuelta en la leyenda, atraída por el río que dice: “Las cosas vuelven al lugar de donde salieron”.
2. Vorágine
Han pasado más de setenta años desde que presenté el trabajo de grado, un texto sobre la novela colombiana Vorágine, y se me entregó un modesto título de: “experta en letras”.
Desde entonces, sigue vivo en mí el
concepto de que esta novela es una alta cumbre de la novelística colombiana.
El pensamiento y la frase iniciales,
la seguridad de tener la verdad y el acierto en las palabras con que comienza
una novela son luz guiadora en la valoración de los textos. Vorágine abre su historia cuando el
protagonista declara contundentemente: “Antes
que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo
ganó la violencia”.
Esto nos alerta sobre las tantas
acciones y emociones que son un empuje – no una invitación – a enfrentarnos con
muchas corrientes tormentosas: el amor apasionado, el grito interior que
convoca a dos enamorados a echar por el camino de la aventura y adentrarse en
una selva que tarde o temprano demostrará su poder sobre sus vidas. Nos alerta
para percibir y sufrir los tormentos de la explotación a los caucheros, la monstruosa
violencia de capataces, el enorme peso de la selva, majestuosa y amenazante.
Además, hay un lenguaje vibrante, naturalista por momentos; realista en muchos
aconteceres, y brillante y poético al enfrentarse con la majestad selvática.
El final es desconcertante y amargo,
dice: “Cinco meses después, el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, recibía un cable que decía:
Arturo Cova y compañeros, hace cinco meses búscalos en vano Clemente Silva. Ni
rastro de ellos. Los devoró la selva”.
No sé si haya muchos autores que
puedan enfrentar la tragedia de la selva y mostrárnosla en cantos líricos e
incomparables imágenes literarias, como el autor de esta novela: José Eustasio Rivera (1888 – 1928),
quien, además de novelista, es un poeta iluminado y sensible:
¿Sobre qué sitio erguirá la luna su apacible faro de plata?
[…].Tú eres la catedral de la pesadumbre, donde dioses desconocidos hablan a media voz, en el idioma de los murmullos, prometiendo longevidad a los árboles imponentes, contemporáneos del paraíso, que ya eran decanos cuando las primeras tribus aparecieron, y esperan impasibles el hundimiento de los siglos venturos. […]
¡Déjame huir, oh, selva, de tus
enfermizas penumbras, formadas con el hálito de los seres que agonizaron en el
abandono de tu majestad! ¡Tú misma pareces un cementerio enorme donde te pudres
y resucitas! ¡Quiero volver a las regiones donde el secreto no aterra a nadie,
donde es imposible la esclavitud, donde la vista no tiene obstáculo y se
encumbra el espíritu en la luz libre! […]
¡Déjame tornar a la tierra de donde
vine, para desandar esa ruta de lágrimas y sangre que recorrí en nefando día,
cuando tras la huella de una mujer me arrastré por montes y desiertos, en busca
de la Venganza, diosa implacable que sólo sonríe sobre las tumbas!”.
Convengamos en que es un canto a la
selva en impecable estilo lírico.
Veamos ahora el manejo del estilo
naturalista del autor y podremos deducir que es un maestro:
[…]Corrimos más pálidos que el cadáver…
llevaban hacia el monte los despojos del victimado en la hamaquilla de un
bayetón sostenido por las cuatro puntas…. El muerto yacía de espaldas… cubierto
con su propia ruana, en espera de la rigidez”.
3. La
historia de San Michele
Una obra que, en los ya lejanos días
de la adolescencia, tanto nos impactó, porque entendimos que ese libro del
médico sueco Axel Munthe (1857
-1949), era una lección de amor a la
humanidad, un evangelio de la bondad. Transcribo
hoy, algunos de los pensamientos que llevan ya tantos años subrayados por una
adolescente, no muy buena estudiante, pero sí muy enamorada de la lectura:
-"El hombre no
podría soportar la vida si supiera la hora de su muerte".
-"Vacías están
tus manos, pero son fuertes; tu cerebro es violento, pero claro, y segura tu
voluntad: triunfarás".
-"Sé que la
vida es hermosa, pero, la convertimos en estúpida farsa, en emocionante
tragedia, o en ambas cosas, y al fin no se sabe si es mejor llorar o reír. Es
más fácil llorar, pero es preferible reír, aunque se ría quedamente".
-"Rara vez hablan de la muerte los viejos. Sus velados ojos parecen no ver más que el pasado y el presente. Poco a poco, mientras la memoria se debilita, el pasado se va haciendo más indistinto y se vive casi por entero en el presente. Los viejos son, por regla general, menos infelices de lo que creen los jóvenes.
4. La segunda oportunidad
La Segunda Guerra Mundial es el
escenario en donde los dos personajes importantes de esta obra, van a mostrar
sus angustias y sobre todo su fortaleza y su grandeza frente a las desgracias;
un libro escrito por el rumano
Constantin Vigil Gheorghiu (1916 – 1992)
Los grandes sucesos políticos,
produjeron conflictos entre comunistas y socialistas; los que terminaron con
las ilusiones, con el futuro de una sociedad entera.
Boris Bodnar, un personaje destacado,
es comunista; es valiente, seguro de sí mismo; un personaje un tanto negativo
por su forma de conducir su vida y sus actos.
Pierre Pillat, socialista. Es
igualmente valiente, comprensivo, equilibrado y sereno. Lucha por sobreponerse
a las dificultades de la vida.
Son varios los conflictos: el político, puesto que la novela presenta dos ideologías en conflicto: comunismo y socialismo. Esto da como resultado otro conflicto, el social: la emigración a causa de las circunstancias alienantes; el psicológico: El sentimiento de culpa que desde niño acompañó a Boris. En su corazón no hay sentimientos de amor, amistad, solidaridad; el racial: La persecución de los judíos y la destrucción de miles de ellos.
5. La hora veinticinco
Su personaje protagonista, Moritz, es el hombre pobre, cristiano, ignorante, lleno de fe y amor hacia
sus semejantes.
Koruga, otro personaje destacado, es
un poeta. Tiene clara conciencia de lo que está sucediendo con el hombre en el
momento actual, y ser testigo de la catástrofe que desata la técnica y la
imposibilidad de vivir como individuo, lo llevan a la muerte.
El conflicto socio-político: Se acaba con los derechos humanos. En
esta sociedad técnica el hombre es una máquina sin valores individuales y sin
sentimientos. Esta sociedad no tiene salvación; es una hora tardía (la hora 25)
en la que ya no se puede recibir ninguna ayuda. En esta nueva sociedad el
hombre integral no existe, se le mira con los ojos de la técnica.
El conflicto psicológico: El hombre indignado no sabe por qué
decidirse, a consecuencia de la sociedad que lo rodea, pierde el interés por la
vida y solo anhela la muerte.