jueves, 28 de noviembre de 2019

APRECIACIONES LINGÜÍSTICAS


Apreciaciones lingüísticas

Autor: Lucila González de Chaves
28 noviembre de 2019 - 12:05 AM

El lenguaje es un instrumento muy potente, y el uso que queramos darle sirve como causa, pero también es síntoma de la sociedad en la que vivimos

Medellín
1. Empobrecimiento del lenguaje político
El politólogo español Pablo Simón alerta del «notable empobrecimiento» del lenguaje político, que ha contribuido a «una simplificación en la forma de expresión, a una dialéctica creciente amigo-enemigo» y a que este lenguaje haya pasado a «sintetizarse en 140 caracteres», en las redes sociales.
Fue su tema de la conferencia El lenguaje en política, dentro del III Congreso Trabalenguas, organizado por la Fundación San Millán de la Cogolla, celebrado en Logroño.
Ha conceptuado:
a) El lenguaje político está muy ligado a los medios de comunicación a través de las redes sociales y ha sufrido «una doble dinámica».
b) Estas realidades, según este profesor y doctor en Ciencia Política, tienen una segunda implicación, creer que ayuda a explicar lo que ocurre en el panorama actual del lenguaje político, que es «la pérdida del matiz (político), lo que facilita unos entornos de creciente polarización».
c) El lenguaje (político) «ha dejado de ser un instrumento que pudiera servir para aproximarse a ideas muy generales, que acercaran a dinámicas de consenso o pacto», y ha pasado a ser un vehículo de confrontación en términos de «dialéctica amigo-enemigo», y «casi, se ha convertido en una herramienta de agresión, más que de comunicación».
d) El lenguaje es un instrumento muy potente, y el uso que queramos darle sirve como causa, pero también es síntoma de la sociedad en la que vivimos.
e) La comunicación se ha vuelto mucho más veloz; además, se ha producido una simplificación del lenguaje, al surgir las nuevas plataformas en internet.
f) «Estamos en unos ciclos en los que lo visual cada vez cobra más importancia frente a la palabra escrita», que «tiene que simplificarse cada vez más para llegar a mayores audiencias».
g) El lenguaje se ha transformado necesariamente ahora, con el surgimiento y “dominio” de las redes sociales.

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2. Un libro didáctico para nuestros tiempos
Por primera vez, en un mismo texto, se recogen la gramática y la ortografía básicas de la lengua española, un texto didáctico y muy útil para la enseñanza.
Publicado por la editorial Espasa y la Real Academia Española (RAE), el libro se ha presentado dentro del XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en Sevilla, y aborda las normas gramaticales y ortográficas del español, simplificadas, resumidas y al alcance de todos.
Para facilitar su consulta, hay apartes sobre el género y el número, sobre las categorías gramaticales del español (sustantivos, adjetivos, verbos, pronombres, nexos), sobre el uso de mayúsculas y signos de puntuación.
El académico español Gutiérrez Ordóñez, dice que en la lengua existen modas y realidades que van cambiando, y ha puesto como ejemplo lo ocurrido en 2005 con el Diccionario panhispánico de dudas, que dedicó gran espacio a la palabra casette, la que ahora ya no se usa.

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3. Cargador; recargador
Son alternativas válidas a los anglicismos: charger, juicer o hunter, con los que se alude a las personas que recargan los patinetes eléctricos de alquiler.
Con la implantación de este nuevo medio de transporte en algunas grandes ciudades, es frecuente leer en los medios frases como: «La empresa permite a los usuarios convertirse en chargers». «Un empleado contó que dudaba de si los ‘juicers’ eran conscientes del riesgo que corrían por llevar sus patines a casa a recargarlos».
«Cualquier persona autónoma puede darse de alta como hunter».
Con independencia de los términos que se escojan para referirse a las personas encargadas de recoger y recargar los patinetes eléctricos en alquiler, resulta mejor optar por los sustantivos españoles: cargador, el término español más extendido en estas noticias, o recargador.
La palabra cargador ya se emplea para referirse al ‘aparato de conexión eléctrica para cargar baterías’ y nada impide ampliar su significado para aludir a la persona que realiza dicha tarea. Una de las acepciones de cargar, además, es ‘suministrar
energía eléctrica a un cuerpo’, por lo que derivar cargador en este contexto resulta preciso.
Respecto a recargador, aunque el Diccionario de la lengua española no incluye este sustantivo, está bien formado a partir de recargar, que significa, como es previsible, ‘volver a cargar’.
Así pues, en los ejemplos iniciales habría sido preferible escribir «La empresa permite a los usuarios convertirse en cargadores», «Un empleado contó que dudaba de si los cargadores eran conscientes del riesgo que corrían por llevar sus patines a casa a recargarlos». «Cualquier persona autónoma puede darse de alta como cargador».
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Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-11-28 10:15:02
Excelente. No sé porqué tenemos la manía de usar palabras y verbos extranjeros, generalmente ingleses, para el uso cotidiano, siendo el español tan rico.

jueves, 21 de noviembre de 2019

CORRECTA ESCRITURA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO


La redacción correcta en el ámbito educativo




21 noviembre de 2019 - 12:05 AM

El vocablo bachillerato, en minúscula, alude de un modo genérico, a la enseñanza secundaria; si hay dos ciclos: Enseñanza Básica y Enseñanza Media, estos deben escribirse con mayúsculas, por ser sus nombres oficiales.



  1. 1. Educación Secundaria Obligatoria

Se escriben con minúscula las denominaciones genéricas de etapas y ciclos educativos: educación básica secundaria; educación media; educación superior; pero, con mayúscula si se trata del nombre oficial porque tiene valor de nombre propio: Educación Secundaria Obligatoria. Formación Profesional. En el caso de que coincidan, como ocurre con educación infantil o Educación Infantil, que puede referirse tanto al ciclo educativo como a su denominación oficial, se optará por una u otra, en función de a qué se refiera en cada caso concreto.
Los niveles de los ciclos se escriben con minúsculas y pueden abreviarse con la representación correspondiente del ordinal en arábigos: Ha repetido primero, Está en 2.º de primaria, con punto abreviativo.

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2. Asignaturas y ramas del conocimiento
Los nombres de las disciplinas científicas y de las ramas del conocimiento se escriben con iniciales minúsculas, ejemplo: Ha habido grandes avances en el campo de la ingeniería; pero, con mayúsculas si se trata de la denominación de una asignatura o materia en el entorno académico: este año voy a estudiar Inglés y Matemáticas, aunque ambos nombres coincidan, como por ejemplo, en: «La arquitectura ha avanzado mucho desde que estudié Arquitectura».
3. Nombres de los centros
Los nombres oficiales de los centros educativos se escriben con mayúsculas iniciales y en redonda, esto es, sin comillas ni letra cursiva: El Instituto de Enseñanza Secundaria Isabel II abre sus puertas el 9 de septiembre.
En el caso de que se haga referencia al centro educativo, solo con el sustantivo genérico, este se escribirá con minúscula cuando va precedido de posesivos o demostrativos: este centro formativo es público; la universidad está lejos; pero, se acepta la mayúscula si el nombre va precedido por un artículo determinado, cuando se trata de abreviar el nombre completo: el Instituto; el Colegio.
4. Departamentos y recintos de los centros
Se escriben con mayúsculas iniciales si se trata de departamentos de la institución: Secretaría, Cátedra de Lingüística, Departamento de Idiomas. Se escriben con minúsculas, (respetando las mayúsculas de los nombres propios) las denominaciones de recintos del edificio: sala de profesores, aula de música, salón de actos, aula Porfirio Barba Jacob.
5. Cargos, profesiones y titulaciones
Los nombres de cargos, profesiones o titulaciones se escriben con minúscula inicial: rectormaestro, catedrático, profesor, doctora, doctor, ingeniera agrónoma…
En caso de citar el nombre oficial de la titulación, este se escribe con mayúscula, ejemplos: licenciado en Ciencias de la Información; licenciatura en Ciencias de la Información.
6. ESO; no: E. S. O.
ESO, PDI, TIC son siglas, no abreviaturas, por lo que se escriben con mayúsculas y sin puntos. Asimismo, no es apropiado formar su plural escrito, añadiendo una S minúscula, como en TICs, sino mantenerlas invariables, ejemplo: ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de las TIC?
En cuanto al escribir completo el nombre a que corresponden las siglas, lo apropiado es que se haga en minúsculas si corresponde a un nombre común, como: PDI es pizarra digital interactiva; y en mayúscula, en el caso de que el nombre sea propio: ESO, significa: Enseñanza Secundaria Obligatoria.
7. Acoso escolar
En español se ha extendido el uso de “bullying” para referirse específicamente al acoso que se produce en el ámbito escolarEste anglicismo puede sustituirse por acoso escolar u otras alternativas válidas, como intimidación, matonismo, matoneo o matonaje.
8. Congresos, cursos, jornadas…
Se escriben con mayúsculas iniciales todos los términos significativos de los títulos, tanto de los encuentros de profesionales y especialistas, ejemplos: Jornadas de Redes de Investigación en Innovación Docente, como de los planes, proyectos o programas, como: Programa de Formación Docente.
9. Honoris causa, en minúscula y cursiva
La locución honoris causa se escribe en minúscula y, por ser un latinismo, también en cursiva: Ha sido investido hoy, doctor honoris causa.
10. Estudios entre primaria y universidad
Cuando se trata del nombre genérico de los estudios secundarios (bachillerato), es decir, de los que están entre la primaria y la universidad, se escriben en minúscula.
El vocablo bachillerato, en minúscula, alude de un modo genérico, a la enseñanza secundaria; si hay dos ciclos: Enseñanza Básica y Enseñanza Media, estos deben escribirse con mayúsculas, por ser sus nombres oficiales.

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11. Para reflexionar….
---“Mantente a flote por todos los medios, pero si te es imposible, ten bastante valor para hundirte sin ruido”.
---“Nuestra incapacidad es un grillete con el que amarramos a los demás a nuestra ausencia de facultades”.
---“La felicidad no está en el logro ni en la grandeza, sino en la verdad”.
 ---“Cuando se intensifica en nosotros la consciencia de nuestra propia personalidad, ejercemos la divina actitud de ignorar la tiranía de los hechos”.
(Tagore)

jueves, 14 de noviembre de 2019

CÓMO SOLUCIONAR DUDAS ESCRITURALES


Cómo solucionar algunas dudas escriturales


Autor: Lucila González de Chaves

14 noviembre de 2019 - 12:05 AM
Medellín
  1. Números ordinales compuestos
Según explica la Ortografía de la lengua española, desde la tercera decena hasta la centena se prefiere escribir los números ordinales en dos palabras, aunque no se consideran incorrectas las grafías en una sola (cuadragésimo quinto, o cuadragesimoquinto).
Cuando se usa la forma en una sola palabra no se acentúa el primero de los elementos, de modo que lo apropiado es: vigesimoprimero, cuadragesimoquinto.

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  1. Concordancia de los números ordinales
Cuando los números ordinales se escriben con más de una palabra, todas ellas deben concordar en género con el sustantivo al que acompañan (vigésima cuarta carrera). Cuando se escriben en una sola palabra, solo el segundo componente concuerda con el sustantivo (vigesimocuarta carrera, vigesimocuarto viaje).
  1. Uso de números fraccionarios y números ordinales
Según consta en la Ortografía de la lengua española, última edición, los números fraccionarios acabados en AVO no equivalen a los números ordinales, se dice y se escribe: decimocuarta columna no catorceava columna; excepto, en el caso de octavo, que sí puede funcionar como ordinal: octavo pedazo de la torta; octavo edificio.
Sin embargo, sí es correcto el uso de la mayoría de los números ordinales como fraccionarios: «Se quedó con la duodécima (o decimosegunda) parte del premio», que equivale a: «Se quedó con la doceava parte del premio».
  1. Números romanos
Se leen indistintamente como ordinales o como cardinales desde el I hasta el X (incluido) cuando hablamos de siglos (siglo III: siglo tercero o siglo tres); sin embargo, cuando se habla de reyes, pontífices o emperadores se leen generalmente como ordinales: Fernando VI (Fernando sexto, no seis). A partir del número X, lo normal es que se lean como cardinales (Juan XXIII: Juan veintitrés), según se indica en la Nueva gramática de la lengua.
  1. Números ordinales y cardinales con nombres de celebraciones
En relación con los nombres de acontecimientos, aniversarios, celebraciones…, y aunque en los números menores de veinte, lo habitual es respetar el ordinal: (3.ª Feria de las Flores) y no: 3 Feria de las Flores), la Nueva gramática de la lengua española señala que se ha integrado la tendencia a usar los cardinales con el valor de los ordinales, que tradicionalmente se escribían con números romanos: El 30 aniversario de la muerte de Albert Camus. El 30. º aniversario de la muerte de Albert Camus. El XXX aniversario de la muerte de Albert Camus.
6. Letra voladita para abreviaturas
Las abreviaturas de los números ordinales se señalan con letras voladitas (‘º’, ‘ª’, ‘er‘, ‘os‘, ‘as‘) colocadas detrás de la cifra: 5. ª jornada; 2. º concurso. . Además, lo adecuado es escribir un punto entre la cifra y la letra voladita.
En español no es adecuado emplear las formas 1ro, 2do, 3ro, 4to…, que son un calco de las usadas en inglés.

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7. Precisión en el empleo del vocablo “efectivo”
Efectivo, como sustantivo, alude al ‘conjunto de integrantes de una unidad de carácter militar o similar’, aunque se ha extendido su uso correcto para referirse a un número determinado de los integrantes de ese conjunto.
El Diccionario panhispánico de dudas señala que, como sustantivo singular colectivo, efectivo significa ‘número de hombres que tiene una unidad militar’ y añade que «se usa siempre en plural para indicar la ‘totalidad de las fuerzas militares o similares que se hallan bajo un solo mando o reciben una misión conjunta’. Con este nombre pueden designarse tanto hombres como recursos materiales.
El mismo diccionario censura el uso del vocablo efectivo precedido de un numeral, con el significado de: ‘individuo componente de un efectivo’ (incorrecto: «Un oficial y dos efectivos más quedaron heridos») y propone el empleo de sustantivos más concretos, como: policía, agente, soldado, etc.
La dificultad para explicitar en ocasiones esos nombres más concretos, ha extendido ampliamente la utilización de “efectivo” como sustantivo individual para designar a sus integrantes, como se puede comprobar en los corpus académicos.
Este uso, recogido en diccionarios como el del español actual de Seco Andrés y Ramos, no es distinto al que se produce en otros nombres que designan tanto a un colectivo como a sus miembros, ejemplosla defensa o tres defensasel jurado o los jurados
Conclusión de tanto academicismo: el empleo del vocablo: efectivos, en plural precedido de un numeral, no puede considerarse incorrecto.
No se justifica, en cambio, el uso de dicho vocablo en singular para referirse a una sola persona (un efectivo), puesto que se puede identificar la naturaleza concreta del individuo al que se hace referencia: enfermero, médico, soldado, agente, bombero, etc.

martes, 12 de noviembre de 2019

INVITACIÓN A SEGUIR LEYENDO



Invitación a seguir leyendo


Autor: Lucila González de Chaves

11 noviembre de 2019 - 12:08 AM

La novela de la segunda mitad del siglo XX es de crudas realidades sociales, expresadas en un lenguaje recio, testimonial y desgarrador.

La novela de la segunda mitad del siglo XX es de crudas realidades sociales, expresadas en un lenguaje recio, testimonial y desgarrador. Por ello, entre sus materiales están las duras pruebas existenciales, no siempre vencidas, y el documento sociológico; novelas que, según el crítico Andrés Amorós, sostienen un difícil equilibrio entre literatura de creación y documento sociológico:

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  1. Los hijos de Sánchez. Oscar Lewis (1914 – 1970)
Oscar Lewis, profesor norteamericano, expone en su novela-documentoLos Hijos de Sánchezsus investigaciones sobre la vida diaria de los Sánchez, una familia de la clase media pobre, de la capital de México, y afirma en el prólogo que todo el libro es transcripción de cintas magnetofónicas.
Dicha familia está constituida por el padre, Jesús Sánchez, y sus cuatro hijos (huérfanos de madre) Manuel, Roberto, Consuelo y Marta. La obra está dividida en tres partes, además del extenso prólogo que es, en realidad, un ensayo sociológico. Su técnica es la de autobiografía múltiple.
Primera parte:
El padre habla de sus hijos y de su propia vida: trabajo, sexo, poco amor por los hijos, mucha preocupación externa por ellos.
 Luego, los hijos inician su relato, cada uno por separado, mirándose hacia atrás, en su niñez.
Segunda parte:
Se repiten los relatos de cada uno de los hijos respecto a su vida de adolescentes.
Tercera parte:
Hablan de nuevo los hijos, en el mismo orden, convertidos ya en adultos –aún jóvenes- llenos de frustraciones, recargados de experiencias, cansados de todo.
cierra el libro, el relato del padre: siempre, el desapego por sus hijos, las mismas querellas; pero, asido a lo único que para él tiene sentido como jefe de familia: el pan de los hijos, aunque falte paz, amor, comprensión, interacción hogareña.
Hay un doloroso aspecto: la incomunicación entre ellos, ni como hermanos, ni como hijos con su padre; ni, al menos, como seres humanos.
Es notorio cómo la mente de cada uno de los hijos de Jesús Sánchez registra casi en forma mecánica, todo cuanto ha cruzado por su vida.
El mundo interior y el exterior se interfieren, se fusionan y constituyen una vida humana fatigante, compulsiva y llena de vicisitudes. Vidas que desde muy temprano estuvieron marcadas por tres grandes y conflictivas acciones: sentir, sufrir, amar
Los hijos hombres son producto de la calle: esa mezcla inmisericorde de deseos, envidias, desdenes, amor, sexo, odio, injusticias sociales, abandono, todo lo cual constituye un dogal del cual no pueden liberarse.
El padre es a la vez, tierno y viril, pero no hay en él verdadero amor. Un padre que marca desastrosamente a sus hijos con sus expresiones humillantes y, casi siempre, perversas.
La madre surge en el recuerdo de cada hijo, y siempre está caracterizada por una sencillez y ternura elementales.
A partir de la muerte de la madre, cada hijo toma conciencia del sufrimiento, y el padre, sabe de la soledad interior, aunque esté rodeado de mujeres.
Estas historias no son propias de los Sánchez; siguen ocurriendo en cualquier sitio de América o del mundo.
Oscar Lewis
Oscar Lewis avanzó en la crónica etnográfica a partir de sus investigaciones en comunidades populares de México.

  1.  El despertar de los demonios. Víctor Aragón
En 1967, esta novela del payanés Víctor Aragón, fue presentada al concurso por el Premio Literario “ESSO” (premio colombiano que nos hizo conocer una muy buena literatura y que en aquel tiempo premió a valiosos escritores jóvenes).
Víctor Aragón es un escritor como lo pide André Maurois: “El estilo debe transparentar la garra del autor”.
Los impresionantes y profundos pensamientos están expresados con dignidad y vigor de convicción. Obra escrita para todos los que, desprevenidamente penetran en la literaturaEs la producción de un intelectual que piensa que si la novela ha de tener algún porvenir, el autor debe buscar algo en dirección a la inteligencia.
El autor se vale de sus sentimientos y recuerdos y de las realidades vividas; cuando va distribuyendo expresiones y pensamientos entre sus personajes, los va ya modelando. Y el primero de ellos, es “el doctor”: será él quien anude toda la trama de esta novela, y quien asista a todos los acontecimientos.
En un lenguaje rotundo, fustiga sin contemplaciones a las “rancias” sociedades, a la política, a la personal interpretación que de la religión tienen algunos implacables inquisidores, que la convierten en bandera de combate. Las actitudes son el resultado de una serie de falsos cristianismos, que presiden y rigen la vida de una provincia colombiana.
Cristianismos sostenidos por personas que parten de ideas distorsionadas, como son: su propio valer como católicos, el valor del otro según su personal modo de juzgar, el culto a Dios según les convenga, el concepto “acomodado” de: sociedad, amor, sexo, progreso, libertad individual, etc.; conceptos que presionan y falsean el comportamiento de un buen ministro de Cristo, hasta hacerlo idolátrico, porque todos los fanáticos que le rodean, lo llevan más allá del justo límite, y lo consideran como el único; ese sacerdote, que ha perdido el rumbo a causa de la importancia que da a las desmesuradas alabanzas, es el “Padre Policarpo”.
Y él -igual que doña Cecilia y su parentela de chismosas y mojigatas- ha olvidado los misterios y dulzuras de la vida interior. Todos supeditan la religión a la acción casi mecánica de perseguir a los otros.
En cuanto a la política, esta novela nos recuerda que aquella no es un campo del cual haya estado ausente el católico de cada época; un católico que piensa que es líder y está llamado a promover la vida de partidos y agrupaciones políticas, que devastaron hogares y segaron vidas con toda la saña de que fueron capaces. De 1950 a 1960, se vivió en Colombia, una pavorosa época de toxicidad moral, espiritual, religiosa, gubernamental, social…., la que seguiría repitiéndose….
Igual en el mundo universitario. Esta novela atestigua cómo en ese mundo se llegó a la quiebra de las consciencias por la injerencia de luchas banderizas, de estrecheces religiosas, que llevaron brutalmente a los jóvenes a padecer el olvido de sus derechos y obligaciones, y de su tarea de impulsar la dinámica de la sociedad…. historias que se repiten…..
Las experiencias presentadas en esta novela, hacen parte de la doliente historia de los colombianos. Historias de sangre y muerte, violaciones y corrupción que vienen asesinando el optimismo y la esperanza.
Expone, además, el autor, inquietantes ideas sobre el más allá, sobre el destino trágico de algunos personajes como: Susana, Adelaida, Eduardo, Laurita, la amada de Julián….
Cada personaje está creado con vigor y se mueve en la novela con autenticidad y naturalidad; pero, todos, invisiblemente ligados a la mágica figura de  “el doctor”.
Muchas de sus expresiones conceptuales son golpes contundentes contra todo aquello que, para el autor, representa sordidez: mojigaterías, chismes, falta de sentido humano y compasivo, etc. Expone valerosamente todo cuanto un testigo puede decir de la génesis y del desarrollo de los momentos más oscuros y angustiosos de nuestra historia: la violencia.
El autor; Víctor Aragón, al presentar su novela, declara: “La escribí en tres meses, para presentarme al concurso “Esso”. Forma parte de mi propia vida. En ella aparece un Popayán medio real y ficticio, pero que a la vez es aquel Popayán que conocí en mi juventud: una ciudad todavía pequeña, introvertida, en la que trabajaba con ahínco el artesano; alegrada por las graciosas y nunca mediocres “Ñapangas”. Una ciudad en la que todo el mundo estaba enterado de todo, y de la que estaban ausentes esos barrios que crecen y ahora me desconciertan”.

3. Contra la eternidad. Gonzalo Canal Ramírez (1916 -1994)
Este autor colombiano desarrolla un tema universal: la vocación sacerdotal; pero, una vocación nacida de las opiniones y sentires de los mayores, y sostenida, solo porque el protagonista posee principios morales sólidos y una limpieza de alma muy grande. Gracias a esto, y a la libertad para poder elegir, el hombre-sacerdote se salva.
Este tema ha sido tratado por escritores de la talla de Graham Greene, Morris West y por Elizabeth Ann Cooper en su libro Contra la ley de Dios (Premio de Novela Católica en EE. UU.; 1966). Autores, todos, con profundas inquietudes religiosas que los llevan a plantear problemas espinosos.
En la novela de Canal Ramírez, dicho tema se desenvuelve en ambientes colombianos y europeos, todos maravillosamente bien descriptos.
Con serenidad y honradez, se plantea y se analiza el problema del hombre consagrado a Dios, pero atado a la mujer que lo atrae, que lo ama y lo comprende. Ya su adolescencia había sido difícil porque David, el protagonista, descendiente de una familia pueblerina pero influyente, se había debatido entre el designio de sus padres que lo querían a todo trance sacerdote (tesis atacada por el autor por perjudicial) y la libre escogencia.
Al lado de los aspectos filosófico, dogmático, psicológico, social… está también, el romántico; este se adivina o se advierte en la forma de tratar el paisaje, en el comportamiento de sus personajes frente al futuro, frente al recuerdo de las cosas y los seres idos, frente a los anhelos de eternidad de algunos de ellos.
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 De otro lado, se advierte que el autor celebra el resurgir de la Iglesia, la agilización de su ministerio, la revisión de sus leyes, la comprensión de las almas en sus casos particulares. (Recordemos al venerable papa San Juan XXIII y los años del “Aggiornamento”). En esta novela hay claridad, sobriedad, conocimiento del ser humano y del medio en que se mueve. Los temas están tratados con propiedad y los personajes, muy bien caracterizados. Es un libro humano y que hace reflexionar. David es un valiente triunfador: no deja tambalear su fe y su entrega a Dios, a causa de la aparición en su vida de poderosos atractivos.

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-11-11 10:05:44
Bién interesante, como siempre, el compendio que nos trae Doña Lucila. Gracias!