lunes, 27 de junio de 2022

LEER PARA CONOCERNOS

 

LEER PARA CONOCERNOS Y EDUCARNOS

 

Lucila González de Chaves

lugore55@gmail.com

 

Indudablemente, la lectura es el mayor bien del hombre, y encausarla, reflexionarla y asimilarla es una imponderable manera de educarnos y conocernos. Expongo la importancia de dos valiosos libros:

 

Las crisis de la edad adulta (Gail Sheehy)

 

La sugestiva recomendación que encontramos al abrir el libro es: “Si usted cree que la adolescencia fue la última crisis de su vida, no está preparado para lo que le espera”.

La autora estudia en detalle las crisis posteriores a la adolescencia, y empieza su análisis a partir de los veinte años, cuando todos empezamos a “arrancar raíces”; son los penosos veinte años del despegue en la vida, de la identidad personal.

Luego viene “el paso a los treinta” en el que se hacen nuevas e importantes elecciones y se alteran o profundizan los compromisos. Esta década implica grandes cambios, confusiones y, por tanto, profundas crisis.

Tenemos después lo que la autora llama “La década tope”. Se inicia el camino en el paso de la mitad de la vida. Llegan los cruciales cuarenta y los cuestionamientos acerca del tiempo y del no tiempo, de la actividad y el estancamiento, del yo y los otros, de la existencia, de “un cuesta abajo” de la vida, y se sufre una plena crisis de autenticidad.

Veamos lo que la autora opina al respecto:

“La afirmación que hayas -o no-  conseguido a los cuarenta, te dirá qué puedes esperar para el resto de tu vida…

“Es hora de dejar de creer que todas las bellezas de la vida las obtendrás gracias a haber alcanzado las metas de tu yo idealizado. Sí, evidentemente tu yo ideal no ha de ser alcanzable, y si te niegas a adaptarte a esta idea avanzarás por el camino de la depresión crónica.

Si tu yo ideal ha sido alcanzado, ¿qué ocurre cuando ya el sueño ha llegado a ser realidad?  Si no lo reemplazas por uno nuevo, es posible que no llegue a haber más entusiasmo en el futuro, y sí, en cambio, mucho temor”.

“La pérdida de la juventud, la disminución de las capacidades físicas que siempre hemos tomado como dadas, el desvanecido propósito de roles estereotipados, mediante los cuales hasta ahora nos hemos identificado, el dilema espiritual de no tener respuestas absolutas… cualquiera de estos elementos, o todos ellos, pueden lanzarnos a una crisis. Profundos cambios y una cierta modificación de la personalidad son, probablemente, inevitables”.

“Estos cambios pueden permitirle a una mujer afirmarse a sí misma, a un hombre dar rienda suelta a sus emociones, y a cualquiera modificar sus estrechas definiciones profesionales y económicas. Cuando eso ocurre, estamos preparados para encontrar un sentido de objetivos, auténticamente propio. El acto mismo de asomarse a esa senda puede allanar el camino hacia una nueva y libre intimidad entre nosotros y aquellos a quienes amamos”.

“Impedir los importantes cambios interiores exige pasar rozando todas las experiencias. El precio último es la superficialidad.

La única vía para alejar el temor del “cuesta abajo” consiste en abrirle la puerta de entrada… Las palabras más importantes en la mitad de la vida son: DA PASO.

Da paso a que te ocurra. Da paso a que le ocurra a tu compañero o compañera. Da paso a tus sentimientos. Da paso a los cambios”.

 

Tus Zonas erróneas (Wayne W. Dyer)

 

Un libro, como muchos otros, que hay que leer con cuidado y aprovechar lo que nos es benéfico, y dejar un poco de lado –sin desprecio, sin juzgamientos-  lo que no querríamos que entrara en nuestra vida.

Un libro interesado en desterrar del hombre cuanto lo debilite y lo anule, pero al cual le discutimos algunos aspectos porque nos parece un arma de doble filo. Valedera para los pusilánimes y conflictivos; peligrosa arma para los ególatras, sensuales y narcisistas.

De la lectura de grandes maestros en el pensar y en el decir, aprendimos -especialmente de Goethe- que, en la reflexión, en el silencio, en la austeridad se construye un carácter. Darle ilimitado gusto al cuerpo y seguir ciegamente todas las inclinaciones que sentimos, relajan y debilitan la personalidad, nos es imposible llegar a ser grandes triunfadores, y debilitan el carácter.

Los seres humanos de carácter bien templado, maestros de la austeridad y la equidad, del dominio de sí mismos y de la humildad, son arquetipos del éxito, del triunfo, del dominio de las situaciones y de la solución de los problemas.

Pero, desde hace años, el manejo del comportamiento humano ha cambiado, el temple de carácter no entra en la educación del ser humano; la invitación es a no sufrir, a no cohibirse, a no desgastarse en los demás, a no privarse de nada…

Una buena parte del libro Tus zonas erróneas ayuda a esta sensualidad, al narcisismo, a la egolatría.

El aparte que lleva por título: El amor al cuerpo, es interesante pero exagerado. Si restringimos un poco la aceptación, sacamos verdaderas enseñanzas; pero en la forma en que está expuesto, se corren riesgos porque algunos conceptos son extremistas.

El autor expone “unos ejercicios fáciles para amarse a sí mismo”, entre los cuales están:

“Abomina y destierra toda conducta abnegada en la que te niegues a ti mismo”.

“Sexualmente, puedes practicar un mayor amor a ti mismo. Puedes contemplarte desnudo frente al espejo y decirte lo atractivo que eres; […]”.

En la lista de preocupaciones que dicho científico aconseja abolir, están estas: “yo me preocupo de mis hijos…de mi salud… la muerte… mi trabajo… la felicidad de mi marido o mujer…la muerte de mis padres… etc. […] son un dividendo estupendo pero malsano y que carece de lógica”.

Más adelante, en Explorando lo desconocido, leemos: “Uno se puede paralizar con la tontería de: ‘hacerlo - lo mejor - posible’… En la gran mayoría de las actividades, tener que hacerlo lo mejor posible, o incluso, tener que hacerlo bien, significa poner un verdadero obstáculo a la posibilidad de hacer”.

Y, en contra de que tomemos modelos para construir nuestra personalidad, para ser mejores, afirma: “Tus héroes son seres humanos. Cada día hacen las mismas cosas que tú […]. Con los demás malgastas tus esfuerzos. Ninguno de los grandes héroes de tu vida te ha enseñado nada. Y no son mejores que tú en nada…”

Hasta aquí las zonas que nos parecen muy grises.

Trae al final capítulos maestros, como: Tú no necesitas la aprobación de los demás. Expone con llaneza: “Hay que deshacerse de la necesidad de aprobación. Hay que erradicarla completamente de tu vida, si quieres lograr tu realización personal… Es imposible vivir en este mundo sin provocar la desaprobación de la gente, a veces en forma grave…”

Capítulos educativos y guiadores en el camino del equilibrio y la serenidad, como: La ruptura con el pasado. - Las emociones inútiles: culpabilidad y preocupación. La culpabilidad es inhibidora del presente porque nos ata al pasado; la preocupación es dañina porque nos hace vivir pensando en el futuro sin darnos cuenta del momento presente y sin disfrutarlo.

Esta obra, como tantas otras, discretamente aceptada y dosificadamente practicada, es un inapreciable manual de vida, un eficiente remedio para nuestras “zonas erróneas”, algunas de ellas, tal vez, necesarias para equilibrar el sentido de la vida.

 

 

sábado, 4 de junio de 2022

LA PERMANENTE URGENCIA DE UNA ESCALA DE VALORES

 

ESCALA DE VALORES QUE PROMOCIONA COLEGIOS; ESCALA DE VALORES QUE DE VERDAD FOMENTAN LOS BUENOS MAESTROS



Lucila González de Chaves
Escritora, maestra y periodista

Visto desde la cima de mis años, creo que lo primero que debiera pensarse, en relación con la educación, es cuál es la escala de valores que en los colegios se enseña y se fomenta, no la que tienen como promoción, sino la que se infunde, porque, a cualquier edad, los niños, los adolescentes y los mayores, deben tener una vida orientada a conocer y a practicar una escala de valores positiva. 
Todos los niños tiene necesidades y todas son específicas: educarlo en el bien hablar, es una necesidad y es específica del buen vivir; educarlo en una creencia, cualquiera que ella sea, también es específico, es urgente y es una necesidad primordial; educarlo en el respeto a los demás, a lo que es el otro, su cuerpo, su alma, sus posesiones, eso es urgente y específico.
Pienso, entonces, que quien se compromete a educar a un niño, no debe clasificar exigencias, sino darles un valor a todas ellas y por igual, porque al niño hay que formarlo de una manera holística; es decir, una manera total, íntegra, no se puede educar por pedacitos; el colegio, sea como sea, esté situado donde sea y valga lo que valga, debe estar en armonía con la familia; no es que la familia se tenga que adaptar al colegio ni el colegio a la familia, sino que deben estar en comunicación, así empiezan a construir la educación del niño para que no lo desorienten, para que él vea que en su colegio hay la misma escala de valores que hay en su familia.
No condeno la actual y urgente necesidad de que los padres de familia trabajen por igual, pero sugiero que estén atentos a las personas en quienes los niños, en el día, ponen su ansiedad, su cariño, sus curiosidades, su carga de emociones.
Cada pareja piensa que su hijo merece lo mejor, que hay que educarlo lo mejor posible,  formarlo para un futuro,. ¿Cómo encontrar  respuesta a estas inquietudes? ¿Quién, cómo y cuáles son los elementos para construir un futuro para un niño que, frente a un televisor o unas redes sociales, por ejemplo, ha asimilado tantos decires y tantos quehaceres incorrectos para su edad?, ¿que ha tenido que ser testigo de muchísimos comportamientos tóxicos, y tantas veces ha sido protagonista indefenso de ellos?
¿Qué hacer para que este niño piense lo mejor, sienta lo mejor, haga lo mejor y empiece a construirse su propio futuro? 
¡Qué reto para los papás, para el colegio, para los amigos, para la sociedad!
Tenemos que enfrentar, hoy más que nunca,  la realidad que es dura, cruel, dolorosa; es indebido enmascarar, disimular, flexibilizar, minimizar hechos y actores; hay que asumir la realidad con valentía, vigor emocional, entereza moral y actuar rápidamente en el campo en que nos toque hacerlo, sin dubitaciones ni miedos; sin atender a compadrazgos oficiales, políticos, sociales, académicos. 
Si  no se parte de la verdad, de la dignidad del ser y de la propia ética, estaremos, entonces, construyendo en la arena, apadrinando conceptos, principios y comportamientos  malignos.
Como formadores de los ciudadanos del futuro, debemos contar con toda la carga sabía, honrada, vigorosa y ejemplar que tiene nuestra herencia; la herencia es respetable, pero es modificable en cada siglo, día, semana, hora, porque tiene que estar de acuerdo con el momento actual. 
No podemos desubicarnos, tenemos que andar con el momento para poder comprobar qué es lo que está pasando y esforzarnos por ser capaces de cambiar el rumbo, el nuestro, el de los compañeros ya intoxicados dejándose presionar por política, por dinero, por sexo, por poder.
Es un compromiso ineludible y sagrado el cuidar de quienes dependen de nosotros, de quienes nos rodean; hemos elegido custodiar el honor, la dignidad, la verdad, el respeto de todos nosotros, juntos, para una eficaz convivencia y una educación que deje huellas de nobleza, hidalguía, compromiso y seguridad.
Por tanto, no podemos engañarnos ni engañar a nadie. La falsedad en palabras y en comportamientos corroe la personalidad y la moral del individuo.

miércoles, 1 de junio de 2022

NOSOTROS, LOS MAESTROS

 

 

REFLEXIONES ACERCA DEL QUEHACER DEL MAESTRO

 

Lucila González de Chaves

Periodista, maestra y escritora

 

Son varios los factores que descentran al maestro de su hacer pedagógico:

 

-       Lo económico

-       Su contexto social

-       Su ambiente familiar

-       Las exigencias de sabiduría (saber antes que ser)

-       El medio cultural

 

Todo esto lo aleja de la ética, de su crecimiento interior, de conocerse y cuidar de sí mismo, y lo llevan a pensar solo en enseñar, evaluar, poner tareas, criticar negativamente y cobrar el salario; inconscientemente se aleja de fomentar una escala de valores y de cuidar el desarrollo moral y psicológico del alumno. Quizás desconoce la importancia de la axiología en el desempeño de la labor educativa.


VALORES:

Maneras de apreciar ciertas cosas importantes en la vida, por parte de los individuos de un determinado grupo social o cultural:

-       La vida

-       La muerte

-       El amor

-       La familia

-       El trabajo

-       El tiempo

-       La relación de un individuo con otro u otros.

 

Conocemos los valores por las prácticas, las tradiciones y los símbolos.

Lo valores son, de algún modo, muy subjetivos: lo que para algunos es muy importante para otros es intrascendente.

Los valores primarios: calmar el hambre, el frío, dormir, la sexualidad, etc., no pueden postergarse.

Todos los valores secundarios: el amor, la amistad, el respeto, el poder, la solidaridad etc., se aprenden y se jerarquizan en el proceso de socialización; los trasmiten los padres, los maestros, las instituciones.

 Los comportamientos se aprenden.

Las clases sociales influyen y transmiten valores diferentes, por ejemplo: manejar carro puede generar dos valores: velocidad en los jóvenes; prudencia en los adultos. La relación sexual (genital) puede generar: placer o aversión, según el comportamiento de la pareja.

Moral:  Son los hechos, costumbres, maneras de ser, carácter, que promueven el mejor-estar del individuo y de su entorno. Lo contrario de un ser moral es el inmoral.

 (amoral: quien carece de moral; inmoral: quien peca contra la moral)

Ética: es la reflexión sobre hechos morales. Jerarquización de ellos.

La ética surge del interés y cuidado de sí mismo; entendido todo como el desarrollo y práctica de lo más positivo que hay dentro de cada uno. Cuidar de sí, atenderse, respetarse, valorarse. Solo así puede cuidar de los otros y respetarlos.

Existen posiciones diferentes: algunos posponen lo suyo, porque juzgan que son primero los demás. Otros atienden lo suyo porque piensan que primero es el yo.

Los griegos y San Agustín hablaron en profundidad del amor propio y del mal amor a sí mismo.

“La moral está en el origen de los hechos.

La reacción frente los hechos está muy cerca de la ética.

Jerarquizar los hechos es encontrar la escala de valores”.