lunes, 29 de abril de 2019

BELLEZA Y DIDÁCTICA EN LA OBRA LITERARIA DE HERNANDO GARCÍA MEJÍA




Belleza, ternura y didáctica, la obra literaria de Hernando García M.



28 abril de 2019 - 09:03 PM

La maestra Lucila González de Chaves presenta con generosidad y conocimiento al virtuoso escritor Hernando García Mejía.



Al finalizar el mes de abril, en el cual hemos recordado la imperiosa necesidad de las palabras, y rendido culto a los brillantes representantes de las letras, traigo ahora a uno de los escritores colombianos, aún vivo, que ha dado lustre al idioma.
Hernando García Mejía
Nacido en el departamento de Caldas en 1941, y premiado innumerables veces en concursos de poesía, novela y cuento. En sus producciones, en prosa o en verso, están presentes la finura, el agudo sentido de la estética, el ensueño, la sutileza, la espina del dolor, la soledad del llanto, propios de quien lleva la poesía cosida a su alma.

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Asombro de niño y madurez de adulto, en perfecto equilibrio, dan a sus narraciones limpieza de contenido y carácter definido en sus personajes. No trata psicologías complejas ni casos patológicos. Todo en sus obras es constancia, solidaridad, desinterés, lucha contra la maldad, sin ambigüedades ni falsas posturas virtuosas.Además de un valioso trasfondo didáctico que circula por sus obras, en un caudal de ternura y belleza.
Su producción cuentística
En Ojitos borradores, están la soberbia y al engreimiento personificados en Felipón; la humildad y el compromiso en el inolvidable maestro Heraclio; Camila, la niña rica y avara, es un personaje incómodo que causa un áspero sentimiento de impotencia y repugnancia. El castigo les llega en el poder misterioso de Elenita, la dueña de los ojitos borradores.
Cuento de Navidad: es un cuento-protesta contra los juguetes bélicos que los niños piden en Navidad, y son atendidos por los Reyes Magos y el Papá Noel… Un día, cuando el mundo arde en llamaradas de odio y en crueles competencias por poseer las más sofisticadas armas, se dan cuenta de que son el resultado de un largo proceso de adiestramiento desde la infancia; entonces, los Reyes Magos y Papá Noel, deciden no regalar más ese tipo de juguetes…. ¡Ya es tarde!… Los niños no quieren palomas de paz, ni flores de hermosos colores, ni maravillosos amaneceres, ni amor, ni sosiego, como regalos.
La Fábula del chacal soñador, es un llamado a tomar conciencia de que todos estamos comprometidos con la paz en una lucha constante contra la violencia; dice el soñador: “Soy un chacal como ustedes…. Pero, detesto la violencia, me horroriza la sangre, abomino los hábitos de crueldad que han sido por siglos la norma determinante de nuestra conducta. Amo la paz, y si tengo que morir por ella lo haré gustosamente”.
El autor reflexiona: “Todas las cosas bellas hay que ganarlas con sangre y sufrimiento. La espina de la rosa que nos punza no hace menos bello su milagro de aroma y poesía, ni menos excitante el deseo de cogerla y disfrutarla…”
En su narración La huelga de los animales se aprenden la cortesía y la generosidad, bases de las relaciones humanas. El granjero, personaje central, cosechó lo que sembró: odio, agresividad, desprecio, malos tratos. Solo, cuando los animales – a causa del grosero comportamiento de su amo - acordaron no servirle más y ser hostiles, el granjero, viéndose muy perjudicado, solo por interés, no por compasión, cambia de comportamiento.
Hay un velado reproche a los seres humanos incapaces de percibir la belleza que nos rodea: ríos que fluyen mansamente, árboles protectores, flores que embellecen y perfuman, el viento y su canto, el sol y su calor, el velo de la lluvia al caer….; vapuleamos altivamente a quienes la viven, a los alelados y contemplativos, como ocurre en su maravilloso cuento El alazán y el filósofo: Este tuvo que recurrir – a falta de seres humanos sensibles -, al caballo enamorado de un girasol, para sentirse acompañado en la contemplación de la naturaleza.
Cuando despierta el corazón Edilux
Cuando despierta el corazón hace parte de la literatura infantil y juvenil de García Mejía.
El milagro del canario es un cuento-poema. Un rosal, un canario, una niña. La imbricación de sus vidas crea la mutua felicidad, el permanente florecer, producto del amor incondicional.
Presencia de la rosa
Hay una constante en muchos de los relatos y poemas de García Mejía: la rosa. Aparece, o como personaje, o como aroma o espina, o como espectadora de historias bellas o tristes, o como compañera silenciosa en momentos decisivos.
Así es en Historias de una tarde de lluvia: al final de todo lo ocurrido, la rosa permanece fresca y perfumada, como testimonio externo de un único momento de felicidad en una noche de tristezas y nostalgias.
El volumen Cuentos del amanecer reúne diez relatos llenos de poesía, ternura, calor humano y, desde luego, dolor y nostalgia. De estos, el cuento: La vara de Bochica presenta dos odios encontrados: los blancos contra los indios. Los blancos, personificados en la opulenta y cruel María del Pardo; los indios, en el joven Yolí. María del Pardo odia porque es esa su natural condición: un corazón estéril y una mente perversa que han esclavizado a los indígenas. Yolí odia porque ama la libertad y le duele ver a los de su raza humillados y abúlicos por el temor a los castigos de la patrona.
Pedro Rotos es el cuento de mayor densidad y contenido humanos. No se sabe dónde hay más belleza, si en la alegría contagiosa del diligente muchachito andrajoso, o en su sincera amistad con el escritor-personaje, o en el amor con que atiende a su pobre familia y a los que lo ocupan en diferentes oficios, o en la dedicación con que cuida al escritor en su penosa enfermedad.
Hay un poco de identidad con el autor: García Mejía también, de niño, batalló fuertemente por ser alguien. Y hay, asimismo, discreta belleza en el dolor de ver morir a un hombre solo, que vivió para contar historias, entre ellas – y la más impresionante - la de “Pedro Rotos”.
En El país de la infancia feliz, el hombre solitario es aquí, un jubilado que de repente pierde el rumbo de la vida, porque se le acaba su razón de vivir: el empleo. Pero, aparece el milagro de la amistad, encarnado en un niño extraño. ¿De dónde vino? ¿Cómo se llama, en realidad? ¿Cuál es su espacio, su tiempo, su historia? Nadie lo sabe, pero los dos son felices; el jubilado, en compañía del niño, rescata su infancia y empieza a vivir lo que nunca tuvo: el asombro, la alegría de las pequeñas cosas, el alelamiento que da la capacidad de captar lo sutil; y como la amistad y la alegría son fuerzas aglutinantes, van llegando más y más amigos, y la casona solitaria y fría se puebla de risas, canciones, gorjeos, parloteos, porque mucha parte de esos amigos son los animales.
Un día, esa filosofía de la vida, esa actitud de servir y acompañar a los tristes y solitarios que representa el niño extraño…. ¡desaparece! Se ha ido en busca de un niño llamado “Tristeza”; pero, deja al anciano en compañía de amigos sinceros y en el disfrute de la alegría y de la paz.
Y, el cuento con tema de actualidad: El duende del computador, candente: un duende supersabio y supersónico aparece de repente en el computador de un escritor, solo para burlarse de sus escritos y ridiculizarlo.
Su producción novelística
El amor y el heroísmo son el hilo conductor de la novela Cuando despierta el corazónTodas las acciones apuntan a las emociones del primer amor y al anhelo de dar la vida por el ser amado. Solo que Joselín, el protagonista, no lo sueña; lo vive realmente: en una cueva en donde tienen secuestrada a Clarita, su amada, él pone a prueba su heroísmo al cubrir con su débil cuerpo el de la niña, en el momento del abaleo.
Interior de Ojitos borrados de Hernando García Mejía
Los libros del escritor García Mejía tienen gracia en su escritura y en ilustraciones de los editores, como esta de Ojitos soñadores.
Cortesía
Es posible pensar que el hecho concreto de dos corpulentos bandidos, desarmados por Joselín y Maco, armados solo con caucheras, es más simbólico que real, es más una metáfora que aparece en la novela por dos razones: una, para mostrar cómo el amor, el idealismo y la bondad llevan al heroísmo. Otra, cómo la grandeza de alma de Joselín habitada en un cuerpo inarmónico, valida con el heroísmo y la entrega, ese anhelo de ser amado por ella.
Guardianes de la selva, de la cual dicen sus editores que es novela ambientada en la Amazonia y entroncada con lo mítico universal. Es la novela-fábula de un mundo que agoniza.
El diablo que ríe, historia del pequeño diablo de Riosucio, desterrado del infierno por insoportable. Una novela lúdica, llena de ironía, sátira y humor.
Entre las bombas y asesinatos en la época más cruenta de Colombia, aparece un extraño matón, tan soñador y romántico, que lee al poeta Pablo Neruda, regala rosas rojas…. Este romántico y descontextualizado personaje lo conocemos en la novela corta: La comida del tigre.
Otras facetas
García Mejía no descuida hacernos conocer su infancia y juventud en su libro Salvado por los cuentos; tampoco pasa de largo por lo que hoy, en lugar de ser deporte, es religión; sus reflexiones y conocimientos, los consigna en: Todo por el fútbol.
Los campesinos e indígenas colombianos tienen magníficos relatos que los escritores reelaboran y mantienen presentes en la literatura. Nuestro escritor antioqueño ha hecho bien el oficio en su texto: Leyendas y mitos colombianos.

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Es también, autor de muchas y bellísimas poesías; es tan buen narrador como excelente poeta; conferencista y promotor de lectura; además de comentarista y crítico de las realidades sociales y políticas de nuestro país: columnista por muchos años de destacados periódicos de Colombia.
En los últimos años se ha dedicado a la reflexión, al análisis, y de este estado de vida han nacido varios pequeños compendios de “aforismos para aprender a pensar”:
- “Lo bueno de los enanos es que, pase lo que pase, no pueden mirarnos por encima del hombro”.
- “A la verdad hay que ponerle miel para que no amargue demasiado”.
- “Mientras más valga tu rival más valdrás tú”.

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miércoles, 24 de abril de 2019

LENGUAJE Y POESÍA



Lenguaje y poesía

Autor: Lucila González de Chaves
24 abril de 2019 - 09:07 PM

En el acto de hablar, el llamado saber elocutivo es la competencia lingüística que tengamos: hablar competentemente una lengua determinada.

  1. Planos fundamentales del lenguaje
El lingüista Eugenio Coseriu señala tres planos fundamentales clasificados así:
Designación: hace referencia a objetos no lingüísticos, es decir, a la realidad extralingüística; sean estos objetos, estados de cosas o contenidos mentales.
Significado: corresponde al plano lingüístico de cada uno de los seres humanos. Es el contenido de nuestra lengua particular. Es la parte denotativa de la expresión, donde no cuenta la intencionalidad.
Sentido: es el especial contenido lingüístico que en el discurso propio de cada persona, corresponde a las actitudes, intenciones o suposiciones del hablante; es la parte connotativa o intencional del mensaje.

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Según Coseriu el hablar individual está determinado por cuatro factores:
El hablante: sigue las normas del discurso. En todo cuanto dice se comprueban esas normas.
El oyente: es destinatario del mensaje; según este, las formas de expresarlo varían (niños, profesores, académicos, amigos, etc.).
El objeto: es aquello de que se habla, por ejemplo: la ciencia, la vida, la imaginación, el amor, etc.
La situación: es la circunstancia en que se habla: la relación con el oyente y el objeto, hacen variar la forma, por ejemplo: clase magistral, discurso, diálogo, conversación familiar, expresiones amorosas, etc.
El habla es saber; el saber es competencia; es actividad; es obra; es producto.
En el acto de hablar, el llamado saber elocutivo es la competencia lingüística que tengamos: hablar competentemente una lengua determinada.
El saber idiomático es la competencia lingüística particular, individual; el uso personal del habla.
El saber expresivo es la competencia textual: saber convertir el habla en escritos, poder comprender textos, analizarlos, gustarlos, evaluarlos.
Para reforzar un poco los conceptos anteriores, citamos un aparte de lo que modernamente se llama Semántica de los actos del habla:
El filósofo británico J.L. Austin afirma que cuando una persona dice algo, como enunciar, predecir, avisar, su significado aparece en el acto de hablar, es decir, en su expresión, en su discurso.
El estadounidense John R. Searle se centra en la necesidad de relacionar los signos o expresiones con un contexto social o de otra naturaleza. Afirma que el habla implica al menos tres tipos de actos:
Actos locucionarios, cuando se enuncian cosas que tienen algún sentido o referencia.
Actos ilocucionarios, cuando se ordena algo por medio de viva voz.
Actos perlocucionarios, cuando el hablante hace reaccionar al interlocutor mientras habla, como: enfurecerlo, consolarlo, esperar algo o convencerlo.
Para conseguir la fuerza de las palabras y que ellas atraigan la atención, los signos y los tonos que se empleen, tienen que ser sinceros y adecuados, de acuerdo con el comportamiento y lo que cree el hablante; de esa manera, podrán ser reconocibles por el oyente, tendrán para él significado y encontrará autoridad y seriedad en quien le habla.

2. La Alianza Comfama-Metro Medellín

Nos convoca ahora a leer, en su exclusiva e invaluable colección Palabras Rodantes al poeta de los versos esotéricos, anímicos, testimoniales, Darío Jaramillo Agudelo. Un excelente prólogo escrito por el doctor Juan Luis Mejía Arango, para presentarnos el libro: Primero está la soledad, da cuenta de la valiosa vida y producción del escritor escogido para el libro número cien de dicha Colección:
 Darío Jaramillo se atrevió a nombrar la nostalgia, ese sentimiento que parecía erradicado del lenguaje de la modernidad por retrógrado e inútil. Pero recuperar aquello que se evaporó en el tiempo [] sigue siendo materia poética universal []”.
Cerrar el prólogo de manera tan especial, me parece, que nace de un carácter y un espíritu poéticos, porque dice el doctor Mejía:
 Si algún joven sentado en el vagón del metro lee algunos de los poemas de esta antología y se estremece; si una joven que espera en la estación halla en alguno de estos versos las esquivas palabras que no encuentra en lo profundo de su alma enamorada, entonces comprendemos que la poesía tiene sentido [].

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Acaba de pasar el 23 de abril, Día del Idioma, en que rendimos culto a la palabra, y leyendo esta Antología, que manos amigas me han hecho llegar, encuentro en la página 25 un curioso poema en el cual el autor declara la inutilidad de las palabras frente a la enigmática existencia de los gatos. Dice:
Palabras para hablar de los gatos: / no hay palabras para hablar de los gatos. / Las palabras no abarcan a los gatos. /Los gatos son indiferentes / con los seres que hablan. / Un ladrido puede molestarlos / y un estruendo asusta a los gatos. / Pero los gatos no oyen las palabras / no les interesa nada que pueda decirse con palabras. / ¿Para qué las palabras si hay olfato, / para qué las palabras / si es posible el silencio?.
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domingo, 21 de abril de 2019

LA PALABRA, PRODUCTO DE NUESTRA RIQUEZA INTERIOR



 La palabra, producto de nuestra riqueza interior  

Autor: Lucila González de Chaves
21 abril de 2019 - 08:05 PM

¿Hemos pensado seriamente en las secuelas positivas o dañinas que nuestra palabra pueda dejar en el que escucha?

A mayor almacenamiento, mayor necesidad de la palabra y, por consiguiente, mayor responsabilidad en el empleo de ella. A mayor almacenamiento interior, corresponden más amabilidad en las palabras, mayor equilibrio en el tono con que se pronuncian, mayor facilidad en el acercamiento a los demás, cualesquiera ellos sean. A menor almacenamiento, mayor rudeza y altanería en la palabra, más egolatría, menos comunicación amable y bondadosa.
Es bueno preguntarnos cuánto respeto tenemos por la palabra hablada y escrita. Cuánto hemos estudiado su funcionalidad y manejo en relación con nuestro ámbito familiar, afectivo, laboral, cultural.
 ¿Hemos pensado seriamente en las secuelas positivas o dañinas que nuestra palabra pueda dejar en el que escucha?

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Palabra y diccionario
La palabra puede recoger las muchas acepciones que el diccionario le asigne, pero también otras que no le ha dado, pero que nacen de un contexto social, cultural, familiar, afectivo, laboral, y que al generalizarse su uso, van camino del enriquecimiento del idioma.
Ocurre que los significados de las palabras resultan muchas veces impotentes para expresar todos los aspectos del pensamiento, del sentimiento, de la imaginación. Está ya comprobado que nuestro vocabulario nos traiciona muchas veces por defecto o por exceso.
El diccionario, con toda su riqueza de léxico, no es, a fin de cuentas, más que un lugar donde yacen las palabras. Es el ser humano el que las transforma y les da significación y belleza.

Palabra y texto
La belleza y elegancia de un texto escrito no residen en las palabras aisladas, sino en su armónica conexión; esa capacidad de expresión habita en el modo y en la sabiduría al utilizarlas, en su excelente enlace en un trozo literario, y en la riqueza interior de quien habla o escribe.
La profundidad de lo que hablamos y escribimos resulta de lo que -sirviéndonos de las palabras como vehículo - hagamos sentir o pensar a quien lee o escucha. Por eso, un gran estudioso del estilo ha dicho: “Escribir pendiente solo de las palabras ‘bellas’ es caer en el narcisismo literario”.
Y agrega un gran escritor español: “La palabra solo es palabra en el oído del que escucha..., el lenguaje es, ante todo, un hecho acústico”.

Densidad de palabras
Ejercicio de densidad de palabras planteadas por la pastoral jesuita.

Palabras vacías; palabras densas
Es bueno recordar que hay palabras vacías de significación porque convienen a todo y acaban no precisando ninguna idea. Un texto en el que predominan las palabras vacías y las frases caracoleantes, produce una impresión de ordinariez expresiva y de indigencia espiritual e intelectual. Y en lo hablado, ya el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) aprobó el adjetivo “cantinflesco” para referirse a todo lo que hablamos falto de sentido, de mensaje, de coordinación, a semejanza de aquel célebre actor de cine mexicano conocido con el sobrenombre de “Cantinflas”.
Por el contrario, la abundancia de palabras de valor y de contenido presta a la frase una densidad, considerada como elemento del buen estilo. Pero, hay que tener cuidado, porque tal densidad puede ser también fatigosa y difícil de sostener, puesto que exige una permanente tensión espiritual. La excesiva densidad puede resultar indigesta.Encontramos ejemplos de este estilo indigesto, por demasiado cargado de ideas y pensamientos, en algunos filósofos para quienes escribir es ‘apretar’ de tal modo el pensamiento en palabras y frases, que todo se transforma en un “ejercicio análogo al que se realiza para desentrañar el sentido de una fórmula matemática”.
Cuanto más se estudian las sutiles diferencias y matices en el significado de las palabras, más nos convencemos de la responsabilidad al utilizarlas como instrumentos para razonar y para transmitir ideas y, sobre todo, sentimientos.
Una palabra mal colocada estropea, y a veces para siempre, el más bello pensamiento, la más brillante idea y el más dulce de los sentimientos.

Un lenguaje para el siglo XXI
En esta nueva sociedad del siglo XXI, las relaciones de pensamiento y sentimiento son ya muy diferentes. El desenvolvimiento lingüístico va corriendo paralelamente al desarrollo histórico, político, gubernamental, económico, cultural, educativo, social, científico y tecnológico de los tiempos. Es este el más inquietante aspecto que nos mueve a todos a responsabilizarnos con la perdurabilidad de la lengua.
Quienes se están formando para la vida y para la profesión deben tener en cuenta que no solo impresionarán y dejarán huella por su inteligencia, sino también por el acierto y brillantez del idioma en que se hayan expresado. No olvidemos el pensamiento filosófico de que: “Las palabras son la encarnación verbal del poder”.

La palabra, ¿arte o soporte tecnológico?
En la tecnología hay una omnipresencia de un lenguaje más comprimido y simbólico que en años anteriores; pero, también nuestro idioma es un arte colectivo de la expresión, no un soporte del aislamiento en el que la ciencia y la tecnología nos están sumiendo.
El gran triunfo de nuestro idioma residirá en la capacidad que tenga de demostrarles a los sabios y a los tecnólogos, a los experimentadores y creadores de nuevos implementos, hasta qué punto tienen que apoyarse en el arte colectivo de la lengua misma, para alcanzar éxito. Los adelantos científicos y tecnológicos no podrán petrificar las realidades lingüísticas vitales, porque el papel principal del idioma es el de dar testimonio de cada cambio en la historia.

Compromiso de las generaciones jóvenes
 Las nuevas generaciones han de estar vigilantes y comprometidas para que la realidad de nuestro idioma no se altere; para que tenga la expresión ajustada a cada época, el manejo adecuado y necesario en cada campo, y para que su valor innato dentro de la comunicación personalizada se mantenga y se enriquezca. Es esto lo que los educadores de hoy deben mantener vivo, como logro inmodificable en el proceso enseñanza-aprendizaje.
Un pacto social con el idioma comienza cuando el individuo comprende que el lenguaje es la obra más necesaria y monumental que ha llegado a crear el espíritu humano; que el idioma es nada menos que la forma acabada con la cual se expresan todas las experiencias de la comunicación.

Internet y redes sociales
Si el saber, el idioma, las costumbres, la cultura, la economía de cualquier grupo humano pueden entrar ahora a la cadena idiomática y de formación de todos los pueblos, gracias a Internet, es posible que en un futuro no haya barreras entre los idiomas, y quizás, sí normas que sean comunes a varias lenguas.
Pero, al lado de estos posibles aconteceres y a otros procesos de desarrollo, se seguirán sucediendo –creo- fenómenos sociales como el afianzamiento de la nacionalidad, la aparición de nuevas literaturas (excelentes, unas; aceptables, otras, o solo “basura”) que aspiran a traspasar las fronteras. Y en las redes sociales, el típico manejo psicolingüístico y social de las comunidades urbanas y rurales, hechos que el ser humano seguirá considerando como componentes de su idiosincrasia y mantenedores de sus afectos, sus experiencias y sus reflexiones y críticas.
Miguel de Cervantes Saavedra
Este 23 de abril, martes, se conmemora el Día del Idioma, un homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, 

El reto
Es saber si seremos capaces de conservar nuestra identidad idiomática.
Lo que tenemos claro es que el mundo del hombre nuevo se construye sobre modelos tecnológicos y teorías importadas, de ahí el tropel de las lenguas extranjeras, el dominio inatajable de las redes sociales y los “atractivos” inventos personales, que nos apartan de lo correcto del idioma; que nos impiden hablar y escribir con precisión, propiedad y riqueza de léxico; que nos incitan a usar extravagancias, invenciones, melindres, expresiones enrevesadas, chismes, desacatos, burlas y toda suerte de deterioros sociales, emocionales, ideológicos.

Idioma y aprendizaje
El idioma español fluye y se transforma sin cesar: en cada época desarrolla nuevos rasgos, y varía poco a poco mediante el ajuste de normas morfosintácticas y ortográficas, de estilos, de usos, de aplicaciones semántico-comunicativas; a ello se unen la atención o el interés selectivo de cada espíritu y el desarrollo de la inteligencia, porque el pensamiento es el más elevado de los contenidos del habla.

Lo invitamos a leer: De lo que se dijo en el VIII Congreso de la Lengua

Nuestro idioma perdurará en la medida en que se hable y se escriba con corrección, armonía, claridad y elegancia.Fundamentalmente es lo que debe tenerse en cuenta en el aprendizaje. Los maestros debemos ir mucho más allá de las normas ortográficas y morfosintácticas que son las que hacen monótona la enseñanza y empobrecen la expresividad. Hay que enseñar la armonía del lenguaje (saborearlo estilísticamente), su riqueza y amplitud de expresión y, sobre todo, conseguir que cada alumno sienta la necesidad de tener un personal estilo oral-escrito, para que abandone un poco su papel de “recitador de normas y de conjugador de verbos”.

Para reflexionar:
Notas tomadas de mis ya muy viejos libros y mis fichas de consulta:
“Hablar para rectificar, es honradez. Hablar para defender, es compasión. Hablar ante el dolor, es consolar. Hablar para ayudar a otros, es caridad. Hablar con sinceridad, es rectitud. Hablar de sí mismo, es vanidad. Hablar aclarando chismes, es estupidez. Hablar disipando falsedades, es conciencia. Hablar debiendo callar, es necedad. Hablar por hablar, es tontería. Hablar oportunamente, es acierto. Hablar ante una injusticia, es valentía.

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