lunes, 19 de mayo de 2014

DESACIERTOS PERIODÍSTICOS

Amigos: Ustedes los que leen mi blog, buenas tardes. 
Seguramente, esta mañana se llevaron una sorpresa al leer el periódico y comprobar  la liviandad con  que se dan  las noticias o se informa sobre hechos de cultura, de educación, etc. 
Leyeron esto, ¿verdad?


1. "Hay también nombres que parecen seudónimos, como el del poeta mexicano Amado Nervo, que se llamaba Amado Nervo".


2. "... tal vez (...) fuese un juego de exploración poética, de observar su identidad literaria, pero,sería lo mismo leer a María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga y no a Gabriela Mistral..."


Pues bien, el nombre del gran poeta mexicano (1870 - 1919) era Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz.
Y el de  la poetisa chilena Gabriela Mistral (1889 - 1957) era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga.
No es lo mismo en la historia literaria, y no se asocia  bien, al decir: Gabriela Mistral  = María Godoy Alcayaga, que:
Gabriela Mistral = Lucila Godoy Alcayaga.

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De esta gran maestra y poetisa, leamos:


ORACIÓN DE LA MAESTRA


Gabriela Mistral (chilena, 1889 – 1957)


¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que Tú llevaste por la Tierra.

Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.

Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de los que enseñé.

Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes. Dame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más.

Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por él.

Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre tu corro de niños descalzos.

Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda presión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida.

¡Amigo, acompáñame! ¡Sostenme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado. Cuando mi doctrina sea más casta y más quemante mi verdad, me quedaré sin los mundanos; pero Tú me oprimirás entonces contra tu corazón, el que supo harto de soledad y desamparo. Yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones.

Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana.

Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana a mi escuela. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales, mis mezquinos dolores de cada hora.

Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia. ¡Reprenda con dolor, para saber que he corregido amando!

Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. Le envuelva la llamarada de mi entusiasmo su atrio pobre, su sala desnuda. Mi corazón le sea más columna y mi buena voluntad más horas que las columnas y el oro de las escuelas ricas.

Y, por fin, recuérdame desde la palidez del lienzo de Velázquez, que enseñar y amar intensamente sobre la Tierra es llegar al último día con el lanzazo de Longinos en el costado ardiente de amor.



Y de Amado Nervo, su insuperable poema:




EN PAZ


Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida
ni trabajos injustos ni pena inmerecida;

Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
Cuando planté rosales coseché siempre rosas.

… Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡Mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas,
y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes!  ¡Vida, estamos en paz!