viernes, 25 de febrero de 2022

¿INTELIGENCIA ARTIFICIAL?

 


LOS LOGARITMOS Y LA LENGUA Y LA CULTURA


Eduardo Davis (Agencia EFE)

El director del Cervantes pide que los algoritmos no empobrezcan las lenguas

El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ha instado al mundo académico y político a estar «vigilante» ante la llamada «inteligencia artificial» y a impedir que los «algoritmos» empobrezcan las lenguas y la cultura.

 

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«Vivimos en un mundo en el que la llamada inteligencia artificial va a indagar en procesos artificiales de traducción», declaró García Montero en una entrevista con EFE en el marco de la segunda edición de la Conferencia Internacional de Lenguas Portuguesas y española (CILPE), que se celebra en Brasilia.


«Da miedo hablar de inteligencia artificial, porque eso no existe», pues «la inteligencia es propia de los seres humanos y son los seres humanos los que programan las máquinas para, a partir de ahí, hacer operaciones», señaló García Montero, poeta y ensayista que está al frente del Instituto Cervantes desde 2018.

 

En ese sentido, expresó su preocupación por el hecho de que «los mecanismos de traducción rápida están avanzando mucho y se van a extender» desde una óptica más comercial que cultural, por lo que pueden derivar en procesos «empobrecedores» de las lenguas.

 

«Se puede crear un limbo lingüístico de entendimiento que pierda muchos matices y muchas riquezas para lenguas que son, no una lengua franca para hacer negocios, sino lenguas de riqueza multicultural», apuntó.

 

En ese mismo sentido, dijo temer que «en las programaciones» se incurra en «procesos de estandarización y sesgos que pueden generar dinámicas machistas o racistas», por lo cual consideró fundamental «potenciar las traducciones literarias».

 

Según García Montero, la traducción de textos debe enfatizar «esa dinámica y hacerlo con alma, no con algoritmos», pues si «se provocan sesgos, la lengua se convierte en un espacio de dominación y empobrecimiento» y de «desprecio a la diversidad».

 

Subrayó que, frente a ese futuro, se debe dar «mucha importancia al trabajo del español y del portugués en las máquinas», a fin de preservar la «riqueza cultural» de esas dos lenguas y defender la «pluriculturalidad» que las caracteriza.

 

En su opinión, no se puede «olvidar la dimensión cultural de los idiomas, la importancia de las lenguas maternas y, a la hora de la traducción, cuidar mucho la traducción literaria, llena de matices literarios, que es simplemente el respeto a las lenguas maternas».

 

Eso significa, según García Montero, comprender y preservar «el matiz del idioma donde cada hablante de la comunidad de nuestros 850 millones (sumados entre español y portugués) aprenden a decir “Madre, tengo frío” o “Te quiero”».

 

Destacó que hay «muchos matices a la hora de hablar español en México, en Argentina, en España entre Andalucía y Salamanca» o en el portugués hablado en Brasil y en Portugal. «Defendamos esos matices porque es la manera de defender nuestra diversidad», sentenció.

 

Una pluralidad que, en el caso del español y el portugués, pasa también por las lenguas indígenas de América Latina.

 

«La cultura tradicional de nuestras lenguas llegó a generar una convivencia con las lenguas indígenas» que es «fundamental también» para la compresión de la «cultura panhispánica», indicó.

 

Según García Montero, «se trata de reivindicar la posibilidad de internacionalizar como lenguas mayoritarias la presencia del español y el portugués, pero sin olvidar que existen lenguas no hegemónicas que deben convivir con las grandes lenguas».

 

También para garantizar que «si puede haber una comunicación franca, que eso también sirva para asegurar, democráticamente, la conservación de las lenguas no hegemónicas».

 

Como complemento de ese esfuerzo que se hace desde los ámbitos académicos, García Montero también subrayó el papel que les cabe a los Gobiernos desde la formulación de las políticas públicas y dijo que un camino podría ser incorporar la enseñanza del español y el portugués en las escuelas de los países iberoamericanos.

lunes, 21 de febrero de 2022

CAMILO JOSÉ CELA, A VEINTE AÑOS DE SU MUERTE

 

A VEINTE AÑOS DE LA MUERTE DEL ESCRITOR ESPAÑOL CAMILO JOSÉ CELA

 

Lucila González de Chaves

“Maestra del Idioma”

lugore55@gmail.com

 

Camilo José Cela Trulock (1916 – 2002) nació en la localidad gallega de Iria-Flavia; de padre español y madre inglesa. En su juventud empezó a prepararse para varias profesiones: medicina, derecho, filosofía y letras, sin completar el estudio de ninguna. Fue funcionario después de la Guerra Civil española, pero su lugar estaba en las letras: primero fue poeta y luego se dedicó a la novela.

Para conmemorar el centenario de su nacimiento, la Real Academia Española publicó una edición conmemorativa de la novela La Colmena y se inauguró en la Biblioteca Nacional de España, la exposición “El Centenario de un Nobel: Un libro y toda la soledad”; en la que se mostraron los perfiles del escritor Camilo José Cela: novelista, narrador, articulista, memorialista, dramaturgo, lexicógrafo, poeta.

Tras la muerte del gobernante Francisco Franco y el restablecimiento de la monarquía, el prestigio de Cela como escritor, le valió el nombramiento honorífico de “senador real”.

En 1941 realizó su primera experiencia novelística: trabajando en una oficina sindical y “para combatir el aburrimiento”, empieza a redactar la que sería, según muchos críticos, su mejor obra, y que lo acredita como excelente prosista: La familia de Pascual Duarte.

En 1957 fue nombrado miembro de la Real Academia Española.

En 1983, alcanzó el Premio Nacional de Literatura, por su novela Mazurca para dos muertos.

En 1987, fue galardonado con el “Premio Príncipe de Asturias de las Letras”.

En 1989, la Academia Sueca le concedió el “Premio Nobel de Literatura” como reconocimiento a toda su producción literaria.

 En opinión de la Academia: “ por su rica e intensa prosa que, con una pasión controlada, muestra una visión provocadora de la realidad humana”.

En 1994 se le otorgó el “Premio Planeta de Novela” por la obra La Cruz de San Andrés.

 La familia de Pascual Duarte, novela publicada en 1942, constituyó el primer acontecimiento de la posguerra española. Con esta novela, Camilo José Cela pone nuevamente de moda en la literatura, el gusto por los aspectos crueles y morbosos de la vida.

El personaje, Pascual Duarte cuenta, en primera persona, la historia de su vida, que es la de cualquier hombre del campo, pobre e ignorante y, además, condenado a muerte por asesinato:

El primer año de la Guerra Civil española fue de espera para Pascual Duarte, y mientras espera su ejecución por haber asesinado al terrateniente González Rivas, escribe sus memorias, que van desde la niñez hasta la noche en que mató a su madre.

Esas memorias se perdieron; años después, el transcriptor las encontró en una farmacia y las publicó, tras corregir y censurar algunas partes y añadirles dos cartas de testigos de la ejecución de Pascual Duarte: el capellán y el cabo comandante de la Guardia Civil.

 Es pues, la de Pascual, una vida misérrima: hijo de un matrimonio deshecho por la ignorancia y el alcohol; una hermana, Rosario, que vive para todo, y para nada bueno; su primera esposa, Lola, que se niega a darle más hijos; su hermano menor, Mario, un pobre idiota que vivió muy pocos años y cuya muerte lamentaron sus dos hermanos, pero no la madre. Según Pascual, desde este día, él empezó a sentir odio por su madre. Estos conflictos familiares dan origen a los demás problemas que presenta la novela.

Así, no es extraño que Pascual, violento, rencoroso y déspota se vuelva un criminal. Asombra su sed de sangre que lo impulsa a matar una perrita; después, una yegua y, por último, a su misma madre. Pascual Duarte posee inestabilidad emocional; no sabe cómo guiar sus comportamientos y no diferencia entre el rencor y el perdón, entre el bien y el mal. Un estudio psicológico dice que Pascual es un caso clínico de frustración.

La carencia de amor en su hogar hace que Rosario, la hermana de Pascual, al crecer, se mantenga en una búsqueda de afecto, cualquier clase de afecto; abandona su hogar para mantener a un holgazán; ahí empieza la pérdida de su estabilidad moral.

La madre de Pascual, es conflictiva; nunca tuvo clara su función de madre y no le brindó amor jamás. En la noche de la pelea con su hijo Pascual, ella lo muerde arrancándole un pedazo de su carne y él, enfurecido, la mata.

En Lola, la esposa de Pascual, la frustración por la pérdida de sus hijos la hizo una mujer amargada y solitaria.

El padre de Pascual es de una rudeza mental terrible, vivida inconscientemente y desatada en represiones contra su familia.

“Esta novela es una obra enjuta, dramática, breve; posee una indudable fuerza narrativa, un singular poderío expresivo. La historia está cuajada de truculencias, quizás, de ahí su eficacia. El inteligente empleo del humor, el verismo de las imágenes son motivos suficientes para considerar esta novela como la más atrayente de las producidas en España durante los años cuarenta”. (Historia de España)

En la edición de esta novela que está en mi biblioteca, en la página de la dedicatoria, dice con cinismo: “a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera”.  

Y, el primer párrafo – siempre en la narración es importante y definitorio el primer párrafo -  es este:

“Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y, sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos, como si fuésemos de cera y destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. […]”.

Y, el párrafo final:

“Me abalancé sobre mi madre y la sujeté. Forcejeó […]. Me arañaba, me daba patadas y puñetazos, me mordía. Hubo un momento en que con la boca me arrancó de cuajo un pezón, el izquierdo, […] Fue en el momento mismo en que pude clavarle la hoja en la garganta…La sangre salía como desbocada y me golpeó la cara… Salí huyendo…corrí sin descanso… el campo estaba fresco y una sensación de alivio me recorrió las venas…Podía respirar…”

La novela La colmena, es una obra que describe un conjunto de trescientos personajes con sus figuras vulgares, sus ilusiones, sus fracasos y su insoportable mediocridad.

Mrs. Caldwell habla con su hijo:  

Las páginas de este libro son, simplemente, la conversación que una madre sostiene con su hijo muerto en las aguas del mar Egeo. Son, pues, una evocación. Pero, el estilo y los temas no guardan armonía con la razón de ser del libro.

La evocación es ruda, cruel y hasta erótica; las expresiones tienen una acusada ironía y una manifiesta superficialidad (¿será por el principio de locura de la madre?).

 El estilo del escritor Cela sigue siendo el mismo: duro, fatal, áspero, cruel, desconcertante. El éxito alcanzado por sus novelas, ha suscitado, a la vez, asombro y repulsa.

Mateo Velasco, filósofo y escritor español conceptúa que:

 “Cela procura fotografiar lo falso, lo ridículo y lo anormal que encuentra a su paso […]”.

“Cela se mantuvo desde siempre entre dos corrientes. Por un lado, el realismo y por otro, la ensoñación lírica, irreal, de su mundo céltico. Y, además, su bagaje provocador, irreverente y a menudo escatológico. […]. Cela, heredero del legado valle-inclanesco, (Valle Inclán) baraja sabiamente el subjetivismo con la realidad más desnuda”.

El tremendismo:

Esta expresión empezó a usarse en 1945. En las obras literarias tremendistas, el autor plasma la violencia más vehemente, en el lenguaje más desgarrado, y pone de relieve las pasiones más primarias, incluso, bestiales. El novelista más representativo de esta modalidad literaria es Camilo José Cela. Algunos de los novelistas hispanoamericanos actuales, han practicado este tipo de narraciones, entre ellos, Laura Restrepo, en su extensa novela, Hot sur.

También hay novelistas, cuya característica principal es la truculencia, como algunas obras de Ángela Becerra.

lunes, 14 de febrero de 2022

UN SIGNO DE PUNTUACIÓN TIENE SU PESO EN ORO

 

Carmen Naranjo (Agencia EFE):

 

Puntos y comas, o cómo un signo bien colocado vale su peso en oro

La mala colocación de una simple coma puede ocasionar catástrofes, pero también el punto o los signos de exclamación e interrogación transforman la forma de comunicarnos desde hace 2200 años, explica el académico Bård Borch Michalsen: «Un signo apropiado en el lugar adecuado vale su peso en oro».

El académico noruego se introduce en la historia de los signos de puntuación, nacidos en Alejandría hace dos mil doscientos años, en Píllale el punto a la coma, publicado en español por Espasa, un ensayo que destaca su importancia a la hora de comunicarnos y, en definitiva, su destacado papel en la historia de la humanidad.

De la capacidad de comunicar de los signos de puntuación habla una anécdota que recuerda el autor en el libro.

Cuentan que Víctor Hugo, justo después de publicar Los miserables, envió un telegrama a su editor para saber cómo iban las ventas con un conciso «?». Y que la respuesta fue un breve «!». «Con los signos de puntuación, a veces sobran las palabras», señala Bård Borch Michalsen.

Su origen es lejano y sobre alguno de ellos hay leyendas, pero la historia de los primeros signos de puntuación se remonta a Alejandría, capital cultural de la Antigüedad, aunque fue en la Edad Media cuando se tomó conciencia de que era necesario modernizar las lenguas escritas para que estas alcanzasen todo su potencial, explica el autor.

EL PRIMER PUNTO, EN LA PARTE SUPERIOR

El bibliotecario Aristófanes fue el que colocó el primer punto doscientos años antes de Cristo. Lo puso en la parte superior tras concluir un pensamiento completo, introduciendo así el signo más importante, que jamás desapareció. Y fue en el siglo IX cuando el punto se desplazó a la parte inferior, donde se mantiene a día de hoy, señala el noruego.

Aristófanes descubrió el primer sistema de puntuación y, por lo tanto, también la coma, que era una pausa breve, aunque su uso fue confuso durante cientos de años.

Su mala colocación ha provocado historias y leyendas como la de un nacionalista irlandés que fue ahorcado a causa de un desacuerdo sobre la ubicación de una coma, o la de la zarina rusa que salvó la vida de un delincuente cambiando el signo de un telegrama del zar que decía «Indulto imposible, enviar a Siberia» por «Indulto, imposible enviar a Siberia».

Fue el italiano Manuzio, un tipógrafo, humanista, redactor, editor y traductor que, según el autor, representó para la cultura escrita lo que Steve Jobs para el desarrollo de la realidad digital, quien colocó la primera coma moderna y el primer punto y coma.

 Y así, en 1494 determinó cómo debían colocarse la coma y los dos puntos en un texto impreso y, además, elaboró una serie de reglas para la puntuación moderna basadas en la gramática, cuyo propósito era facilitar la lectura y, así, mejorar la comunicación.

EL GATO EGIPCIO Y EL SIGNO DE INTERROGACIÓN

Sobre el origen del signo de interrogación hay varias leyendas. Una de ellas cuenta que fue un egipcio de la antigüedad el que observó que cuando su gato estaba asombrado, como desconcertado, su cola se curvaba de una forma curiosa. La imagen le gustó tanto que la dibujó y comenzó a utilizarla cuando planteaba preguntas por escrito.

El signo de exclamación llegó de la mano del poeta del siglo XV Jacobo Alpoleio. Surgió al observar que a la hora de recitar sus poemas no le bastaba con el punto o con el signo de interrogación. Y colocó una raya ligeramente inclinada, muy parecida a la coma, sobre el punto. Y así fue como este signo empezó a formar parte del lenguaje, destaca el ensayo.

El punto y coma desata pasiones, dice el autor; Milan Kundera hizo despedir a un editor que quiso sustituir sus puntos y comas por comas, pero otros autores como Hemingway se negaban a utilizarlo.

Llegó incluso a provocar un duelo en Francia entre dos profesores de universidad en París en 1837. Uno de ellos deseaba poner un punto y coma en una oración; el otro, dos puntos. Perdió el punto y coma, pues su defensor recibió una puñalada.

¿Y cuál es el futuro de los signos de la puntuación en la era de los emojis? El autor recupera la tesis de la profesora norteamericana Naomi S. Baron, según la cual, si la tendencia se mantiene, es probable que terminemos usando menos.

Mientras tanto, sostiene, debemos aprovechar lo que nos ofrecen: «Las reflexiones que brinda el punto y coma, la nueva y cuidadosa orientación del instante en una coma, el asombro en un signo de interrogación, la expectación en los dos puntos, la emoción del signo de exclamación y el carácter definitivo del punto final»

 

miércoles, 9 de febrero de 2022

FEMINISMO.-QUÉ CONCEPTO LE MERECE ESTE ESTUDIO....

 

¿QUÉ CONCEPTO LE MERECE ESTE ESTUDIO DE FUNDÉU?

 

Presentación del análisis lingüístico de Fundéu y el Instituto de Ingeniería del Conocimiento sobre mensajes en Twitter y sobre el feminismo.

 

1.    Feminismo

 

Más de la mitad de los mensajes de Twitter en los que se emplea la palabra «feminismo» están asociados a sentimientos negativos como la decepción, el lamento, el desprecio o el desinterés, mientras que apenas un 17 por ciento remite a emociones positivas como el deseo, la felicidad o la admiración.

Es la conclusión del estudio sobre lenguaje, feminismo e inclusividad, realizado por la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) y el Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC) en el que se han analizado casi 1 400 000 tuits de todos los países hispanohablantes durante veinte días del pasado mes de febrero.

Lynguo, la herramienta de monitorización y análisis de redes sociales que el Instituto de Ingeniería del Conocimiento ha puesto a disposición de la Fundéu para realizar este estudio, utiliza tecnología de procesamiento del lenguaje natural (PLN) para detectar automáticamente las emociones de los textos.

Para ello, se basa en recursos léxicos que recogen palabras y estructuras del lenguaje común, ya asociadas a opiniones o a emociones concretas, para después detectar si aparecen en los tuits.

En función de este análisis del sentimiento se etiquetan las diferentes emociones en el texto. Un mismo mensaje puede tener varias etiquetas. Por ejemplo, a un tuit que diga «Eres un genio, qué pena que te vayas», la herramienta le asignará las etiquetas: admiración (eres un genio) y tristeza (qué pena que te vayas).

El español cambia cada día; nacen palabras; algunas adquieren nuevos significados y otras caen en desuso. La lengua de los medios de comunicación, pero también la de las redes sociales, es protagonista, agente permanente, de esos cambios. En la Fundéu nos interesa esa transformación, ver cómo el español evoluciona, pero no queremos hacerlo desde las intuiciones o las creencias personales, queremos hacerlo a través del análisis riguroso de datos reales. Este acercamiento es cada vez más posible gracias a la tecnología y las herramientas que el siglo XXI pone a nuestro alcance. Hoy la minería de datos recaba información sobre nosotros permanentemente, y la lengua es el mero soporte de esos datos. Nosotros creemos que las propias palabras son también datos a los que merece la pena prestar atención. Monitorizar, por ejemplo, el término feminismo, nos deja ver cómo se percibe el feminismo en la sociedad actual. Las palabras siempre nos llevan a la realidad, por tanto, conocer la lengua es conocer la realidad.

 

2.    El uso en Twitter de la palabra feminismo

 

La Fundéu, se interesa por cómo evoluciona el lenguaje, cómo y en qué contextos se emplean las palabras, y trata de analizarlo desde el punto de vista, serio y comprometido, del estudio de datos reales.

En este caso se han analizado las más de 14 000 menciones de feminismo encontradas en el total de los casi 1 400 000 tuits que conforman el corpus de este estudio. Como conclusión, más de la mitad de los tuits en los que se emplea la palabra feminismo son asociados a un sentimiento negativo. En menor escala, los tuits remiten a emociones positivas como el deseo, la admiración y la felicidad.

Hay que precisar que los mensajes etiquetados como negativos pueden reflejar dos direcciones. Según explica una de las académicas, entre los mensajes asociados, por ejemplo, a la decepción hay algunos en los que hay un lamento por un logro feminista que se quiere alcanzar, pero también otros que suponen queja por el feminismo en sí.

 

3.    Por países

 

Los datos por países muestran que el porcentaje mayor está en Paraguay, Argentina, España y México donde se produce notablemente esa asociación con sentimientos negativos.

El porcentaje menor está en Colombia, Chile, EE. UU., Uruguay, Venezuela; en otros muchos países, el porcentaje del uso del vocablo “feminismo” es bajísimo.

 Cuba es el país en el que más tuits contienen la voz feminismo y están marcados con una connotación positiva.

Los datos de este informe proceden de Twitter, red social que ha sido monitorizada con la herramienta Lynguo del Instituto de Ingeniería del Conocimiento durante 20 días de febrero de 2020.

Hay que tener en cuenta que, para mantener el rigor en la investigación, solo se han tomado datos de las cuentas en las que es posible asegurar que el origen es, en efecto, el que se declara.

Resumen del estudio – Lucila González de Chaves

 

 

martes, 1 de febrero de 2022

COLECCIÓN DE MEMORIAS.....

 

COLECCIÓN DE MEMORIAS PARA UNOS TIEMPOS TRISTES

 


Lucila González de Chaves

“Maestra del Idioma”

Lugore55@gmail.com

 

Tercer año de pandemia. Seguimos luchando por dominar el miedo ¿Se va alejando la esperanza?  ¿Y, qué de las vacunas?, ¿Y de las nuevas modalidades orales?

¡El peligro sigue su marcha! Se ha agotado el placer de contemplar las mismas imágenes; se volvieron grises los recuerdos amados; la falta del abrazo, del beso, de la cercanía ha aridecido nuestro mundo emocional. Solo la luz que arde delante de un Cristo de doscientos años – herencia de mi abuela María Alzate Dávila -, invita a mantener la fortaleza.

Miro un montón de papeles escritos en tiempos ya lejanos: presencias, cercanía, valores, enamoramientos…, y quiero entregarlos a quienes, como yo, van amontonando recuerdos:

 

1.Braulio Lorenzo Restrepo R.

 

“No es que hayan muerto, se fueron antes”

No alcanzan a consolarme las palabras del poeta mexicano, Amado Nervo.

“No es que hayan muerto…” ¿No es muerte el irse a la eternidad en busca del Supremo Bien? ¿No es muerte permanecer en el lecho mortuorio, ajeno a las inmensas tristezas de los suyos? ¿No es muerte la ausencia del alma, y lo extraño de aquellos ojos de donde desaparecieron el amor y la ternura?

“No es que hayan muerto…”. ¿Cómo explicarnos, entonces, su larga ausencia? ¿Cómo entender su indiferencia frente a nuestra inmensa soledad? ¿Cómo, si no han muerto, no regresan a consolarnos, y permanecen silenciosos ante nuestra desconsolada espera?

“… se fueron antes”. Y, para ir a donde ellos van, ¿no es necesario morir?... ¿No es muerte abandonar misteriosamente la vida?

“…se fueron antes”. Al irse nos dejaron tristes; desgarrada el alma; sangrante el corazón.

Tardes llenas de paz; noches claras y tibias, ¡muchas veces habéis visto fugarse el alma de nuestros seres amados! ¡Conocéis bien a “la señora muerte que se va llevando todo lo bueno que en nosotros topa” (De Greiff);  a los seres amados, que con la claridad de su inteligencia y nobleza de sentimientos nos dieron ejemplo de fe, de amor, de dignidad…!

“…se fueron antes”. Los que sufrimos tu ausencia, sabemos que tú, abuelo, viajero misterioso, no regresarás jamás; pero, entendemos bien que un día habremos de seguirte…. ¿Cuándo? Quizás tan pronto, que tú no hayas descansado lo suficiente del viaje. Tal vez tan tarde, que ya el tiempo haya borrado tus huellas…

Un día haremos el mismo recorrido para alcanzar la Patria Celestial, en donde tú, abuelo muy amado, estarás esperándonos para confortarnos del largo peregrinar ¡Adiós, abuelo!

Titiribí, marzo de 1950 - Lucila González Restrepo

 

2.Miguel Ángel Albornoz

 

Esta tarde de marzo, (1980), ha venido a saludarme un escritor. Llegó con un su amigo poeta, de nacionalidad ecuatoriana. Me habló de su trabajo de escritor, de su tierra, de sus ancestros… y, ¡oh sorpresa!, de alguien con quien en mi juventud compartí varias tardes literarias y poéticas: ¡Miguel Ángel Albornoz! Te estoy evocando porque tu pariente Arturo me habló de ti con admiración y nostalgia; hace poco has muerto en Quito; el gobierno te rindió honores porque llegaste a ser un buen profesional y un miembro sobresaliente de la Academia Ecuatoriana de Historia…

Empiezas, Miguel Ángel, con estas noticias, a tener presencia en mi recuerdo, cuando una tarde, en una conferencia, alguien nos presentó, y me dijiste que habías venido desde Quito a hacer tu especialización en historia y política. Me gustó tu hermoso talante físico y tus palabras delatadoras de tu mundo interior. Esa primera conversación fue el comienzo de una bella amistad.

Lo adiviné más tarde…, te habías enamorado de mí, pero jamás encontraste la palabra precisa para decirlo, solo te delataba tu larga y profunda mirada; era el año 1949, tiempos de romance y de guerrillas; ¡era una alegría conversar contigo! Mis 22 años florecían al escuchar tus palabras de poeta.

Una tarde, en el Astor, me regalaste el valioso libro Historia de la literatura ecuatoriana, que aún conservo. Tu prolongado silencio era impactante; tu tristeza, contagiosa. En la servilleta que envolvía mi humeante tasita de café, silenciosamente, te escribí: “tú estás triste, y yo sé por qué…”.

Fue grande tu confusión; preferiste hablarme de un libro que acababas de comprar, y hundiste tus ojos en él. Un momento difícil por lo silencioso y, sin embargo, yo escuchaba el discurso de tu corazón…

Llegó el tiempo en que debías regresar a tu tierra, y desde allá seguías escribiéndome. Nunca olvidaste mi frase de la servilleta…

Fue en diciembre cuando llegó una muy especial carta: hacías el recuento de tus días en Medellín, de nuestras idas a conciertos, a museos, a las librerías… En esa extensa carta expresaste todo cuanto pensabas y sentías, y toda esa declaración terminaba en una proposición de matrimonio.

Me tomó por sorpresa; tuve miedo y desazón; no tenía ni valor ni vocación ni alegría ni madurez para hablar de ese asunto matrimonial. Cobardemente, te escribí diciéndote que me iba para la finca de mis abuelos, muy distante de Medellín, que al regreso te escribiría… Lo que nunca sucedió.

Escribo este texto en memoria de la persona más gentil, inteligente y tímida que he conocido, tú, Miguel Ángel Albornoz, exitoso historiador ecuatoriano.

Medellín, abril de 1980

 

3.Carlos Vieco Ortiz

 

No hay que olvidar lo que en la historia de la música colombiana representa el maestro Carlos Vieco Ortiz (1904 – 1979).

Mi generación y las demás que pasaron por el Instituto Central Femenino (CEFA) lo vimos, siempre, con un envidiable vigor espiritual, con igual fidelidad a sus principios éticos y estéticos. Damos testimonio de su amor por la música y de su sapiencia para enseñárnosla.

La síntesis de su vida son sus bellas melodías.

Un pasillo que lleva por título “Echen p’ al morro” fue su primicia ofrecida a un público que lo aplaudió, dado que su autor no tenía aún veinte años. Sus composiciones pasan de tres mil: pasillos, bambucos, valses: Invierno y primavera, Triste y lejano, Hacia el Calvario, Plegaria, Tierra labrantía, Cultivando rosas, etc., todas ellas con letras de grandes poetas como León Zafir, Bernardo Mejía Palacio, e interpretadas por figuras destacadas del canto como Alfonso Ortiz Tirado, Margarita Cueto…

Fue el autor del himno del Instituto Central Femenino (hoy, CEFA) en el año 1946, sobre texto poético del canónigo Bernardo Jaramillo. El himno fue cantado por primera vez, por todas las alumnas del Instituto Central Femenino, con motivo de las célebres “fiestas del Colegio” (septiembre de 1946), y en homenaje a su fundador el joven profesional Joaquín Vallejo Arbeláez. Tuvimos el privilegio, como alumnas, de aprender a cantar el himno bajo la dirección de su compositor.

Carlos Vieco fue condecorado con la Cruz de Boyacá, y la Estrella de Antioquia: dos en plata y una en oro. Recibió la Medalla al Mérito de Colcultura y el Premio “Germán Saldarriaga del Valle”, creado en Antioquia.

En memoria del maestro más sencillo, humilde, comprometido e iluminado que yo haya conocido y cuya muerte nos duele.

Medellín, 1979.

 

 4.José Manuel Vélez Trujillo

 

” Un personaje de leyenda”. Así lo ha llamado el ilustre abogado titiribiseño Rodrigo Flórez Ruiz, y agrega que en el libro Poemas, producción literaria de José Manuel Vélez Trujillo, alias “Puntudo”, encontramos al poeta romántico, al existencialista, al costumbrista.

 Este verso de “Puntudo” nos explica la idiosincrasia de Titiribí:

Mi pueblo vive de anhelos,

De glorias y alegrías,

Músicas y poesías,

Crónicas de torería

Y lances de amor y celos;

……………………

El músico, poeta y cronista Octavio Quintero Villa, uno de los grandes valores de Titiribí, prologó el libro Poemas, y define su mejor soneto, “Como vine me voy”, diciendo que es “un verdadero reflejo de su vida bohemia, resumida en catorce versos llenos de realidad y sentimentalismo”:

 

Como vine me iré, no llevo nada

En mi raída alforja de viajero;

Ni la caricia de un amor sincero,

Ni una ilusión, ni una esperanza, nada.

 

Pero sé que al final de la jornada,

Al terminar el árido sendero,

Hallaré a mi cansancio de viajero,

El reposo apacible de la nada.

 

Como vine me voy; la vida es eso:

Un viaje con pasaje de regreso

Hacia una estación desconocida.

 

Como vine me voy, ensueño loco;

Viví un instante, me amañé muy poco,

No gocé nada y se acabó la vida.

 

Este texto es un admirado recordatorio del poeta caótico, pero hombre sencillo y caballeroso, escrito 1985. 

 

5.Jesús María Velásquez

 

Un personaje típico en Titiribí; lo llamábamos “Champaña”.

La imagen de él se graba en mi recuerdo, entre mis once y trece años de edad: Andaba a zancadas y, a veces, con levedad, metido en su mundo interior; de ahí que diera la impresión de estar lejos de la realidad.

Habitado por la poesía, amaba con ardor la literatura y tenía una pasión: la lectura. Era un gran conversador de memoria prodigiosa. Sin preámbulos, en cualquier lugar y en forma repentina, empezaba a declamar textos de autores: Valencia, Silva, Barba Jacob, Rubén Darío etc., o de oradores, porque amaba la oratoria. Su misma voz y sus ademanes eran de carácter oratorio.

Pasaron los años. Mi vida profesional y de familia fue desarrollándose en Medellín. Por ese motivo, ignoro si su carácter cambió en sus últimos años. En mis visitas a Titiribí, de manera fugaz, pude verlo ya setentón y me pareció que su exclusivo talante seguía siendo igual.

Tuvo la desbordante manía de ser coleccionista; amaba con pasión su cuartito en el parque municipal, el que había convertido en museo; era un celoso guardián de sus tesoros

En memoria del declamador que escuché en mi primera infancia, escribo este corto texto. - Medellín, abril de 1985.

 

6. A mi maestra fallecida

                                                

¡Cuántas décadas han transcurrido desde que usted, apreciada maestra, me dijo casi como un regaño: “¡Lo que un hombre hizo, otro hombre lo puede hacer”!

Me devuelvo en el tiempo y escucho su voz.

 Desprevenida y pensativa, estoy junto a la campana, en el más largo corredor de mi amado colegio, el Instituto Central Femenino. Es el año 1945 y estoy cursando mi cuarto año (hoy, noveno) de magisterio.

Hace una semana, usted me ha puesto de tarea realizar un cuadro sinóptico sobre todos los Luises que han gobernado a Francia y sobre las guerras. Todo lo que usted nos narró en las clases de la semana, yo debo resumirlo en un cuadro.

 ¡Imposible!

Tengo diecisiete años, con ancestros pueblerinos, sin experiencias de escritora y más aún, sin creatividad para realizar ese trabajo. Cada vez que usted me pregunta por él, yo le respondo con honestidad, sin sentido de derrota, pero sabedora de que no tengo capacidad de síntesis:

¡No sé cómo hacerlo! ¡No lo haré!

Usted me pide un imposible. Un ejercicio superior a mi inteligencia. Empiezo a sentirme derrotada… Me vuelvo díscola… displicente… Crecen mi timidez y mi miedo… Usted me ha dicho que es posible perder la materia….

Yo, criada por unos abuelos y unas tías muy exigentes, - a causa de mi temprana y doble orfandad, - sé que no me van a permitir llevarles malas calificaciones, y menos aún perder la materia…

¿Qué hacer?

 Mi timidez no me deja confiarle a nadie mi miedo y mi impotencia, y estoy segura de que no realizaré el trabajo que usted me ha impuesto, porque me siento insegura, con ideas y conocimientos confusos acerca del tema.

¡Muy complicados la historia, el gobierno y el arte de Francia!

Esta linda mañanita, estoy recostada en la columna que sostiene la campana. Frente a mí, el inmenso patio de recreo, encuadrado por corredores y aulas. Detrás, la oficina de la señora rectora, Rosa Echeverri de Trujillo; estoy sola… me siento sola…

Usted llega, y sin preguntarme por el cuadro sinóptico, me habla con palabras suaves, perdonadoras… Mi alma y mi mente escuchan su frase:

 “Lo que un hombre hizo, otro hombre lo puede hacer”.

 ¡Qué revelación para una mujer casi niña!  ¡Qué desafío! ¡Qué invitación a aceptar el reto!

Al final de la jornada estudiantil, al salir del colegio al atardecer, siento una extraña fortaleza en mi espíritu, una resplandeciente luz en mi mente y una voz interior clara y definida:

 ¡Sí puedo! ¡Haré el cuadro sinóptico! ¡Y completo!

Cuatro horas de esa noche, repasando las notas tomadas en las clases de usted, recordada maestra, y bosquejando el cuadro sinóptico…

¡Al fin, completo! ¡Cinco hojas tamaño carta por ambos lados!

Y usted lo ha recibido con satisfacción, lo veo en sus ojos. Sus palabras son sobrias, pero me compensan el esfuerzo.

A partir de aquella linda mañana en que la escuché a usted, mi maestra, y en la que yo tomé la determinación de cumplir con lo que me pedía, he convertido su frase en bandera de combate en todo cuanto desafío me ha presentado la vida.

Tengo muchísimos años y, aún hoy, ya muy anciana, me repito su frase: ella me da vigor mental y emocional. Por ese momento de su frase, y por otras circunstancias vitales, posteriores a mi vida escolar, y en otros espacios, he podido soportar las angustias, solucionar mis problemas del alma y del cuerpo.

Y con humildad, prepararme intensivamente en el amplio y difícil campo del idioma y de las letras, llevar con éxito hasta el final un buen matrimonio, educar a mis cuatro hijos, amar con ternura a mis ocho nietos y a mis cuatro bisnietos y ser maestra durante cincuenta años. Y aquí sigo todavía, estudiando, leyendo, escribiendo…, sigo siendo fiel al propósito de servir a quienes necesitan una ayudita lingüística o literaria o un aporte existencial.