martes, 30 de octubre de 2012



                            CLASES DE DICCIONARIOS


                                            Lucila González de Chaves


Glosario:

Tradicionalmente se define como un repertorio de voces destinado a explicar un texto medieval o clásico, o la obra de un escritor. En su sentido moderno, “glosario” significa lista de términos (monolingüe o bilingüe) que no pretende ser exhaustiva.


Thesaurus:

Obra lexicográfica monumental, con pretensiones de ser exhaustiva. Es el único instrumento lexicográfico que puede darse el lujo de contener un “hapx legomenon”, es decir, una palabra que ha sido documentada una sola vez en un solo autor.


Diccionarios generales:

Pueden ser monolingües o multilingües. Son el tipo del diccionario de la Real Academia Española (RAE).


Diccionario de autoridades:

Es un diccionario normativo que pretende imponer una norma a la comunidad lingüística, invocando a los autores clásicos como autoridad.


Diccionarios de la lengua:

Son aquellos que ofrecen el uso de los términos con todas sus peculiaridades, y dan alguna información sobre la materia.


Diccionarios de materias:

(Diccionarios de cosas). Aquellos en que prevalece la información sobre el mundo extralingüístico.


Diccionarios enciclopédicos:

Los que se proponen cumplir a la vez las funciones de diccionario de la lengua y de materias.


Diccionarios de lenguas técnicas:

Los que contienen la terminología propia de una ciencia (derecho, medicina, política, filosofía), o de una jerga.


Diccionarios etimológicos:

Aquellos que dan la etimología (origen) y la trayectoria de las palabras. Se interfieren desde luego, con los diccionarios históricos.


Diccionario descriptivo:

Aquel que dice lo que es, sin tener en cuenta que sea un barbarismo, un solecismo, etc.


Diccionario de uso:

Selecciona las palabras más corrientes, con todo su aparato lingüístico.


Diccionario ideológico:

Ofrece las palabras agrupadas por materias o campos semánticos.


Diccionario invertido:

Los términos aparecen clasificados por sus terminaciones. Es un tipo de diccionario que aún no se ha hecho para el idioma español.


Diccionario de modismos o frases hechas:


Diccionario de refranes:


Diccionario ortográfico:


Diccionario de frecuencia de palabras:

Aquel que consigna, por ejemplo, las dos mil palabras más frecuentes de una determinada lengua.

Diccionario de dudas:


Diccionario electrónico:



domingo, 21 de octubre de 2012



PRESENCIA FEMENINA EN EL QUIJOTE

Lucila González de Chaves
                                                                          
Cuando se recuerda grata y reverencialmente  al hidalgo de las letras españolas: Miguel de Cervantes Saavedra, autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, es conveniente repasar los personajes femeninos que encuadran muchas de las escenas quijotescas, para gloria de Cervantes y para penas y alegrías de don Quijote y Sancho.
Así como la mente del ingenioso hidalgo, al leer los libros de caballerías, se fue llenando de encantamientos, pendencias, batallas, desafíos, heridas, tormentas y disparates imposibles, así también se le fue despertando el amor apasionado pero casto, porque caballero andante sin amores es “árbol sin frutos y cuerpo sin alma.”
Algunas de las mujeres que aparecen en la obra inmortal, ya citada, son:


DULCINEA DEL TOBOSO:

Según nuestro caballero andante, “no hay en el mundo todo, doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin  par Dulcinea del Toboso”.
Don Quijote se queda en Sierra Morena haciendo penitencia y oración, como los caballeros, y desde allí envía con Sancho la siguiente carta a Dulcinea. Está catalogada como la más bella carta de amor de la literatura española:
“Soberana y alta señora: El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, magüer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si  no, has lo que te viniere en gusto; que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte. El Caballero de la Triste Figura.”
Dice el crítico Martín de Riquer que cuando don Quijote envía a Sancho desde la sierra Morena con la carta para Dulcinea en El Toboso, lo orienta diciéndole que ella es hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales. Pero, cuando don Quijote la consagró como “Su Dama”, ella pasó a ser el arquetipo de la belleza femenina; la mujer ideal. Quizás por eso, ella, Dulcinea como tal, no aparezca personalmente en la obra.
Dulcinea es el símbolo literario de la mujer ideal tal como el poeta o el enamorado la configura en sus sueños. Por tal razón, don Quijote dice a Sancho: “[...] la pinté en mi imaginación como la deseo, lo mismo por su belleza que por su principalidad.”  Se la imagina ensartando perlas o bordando en oro.
Don Miguel de Unamuno afirmó que todo el heroísmo de don Quijote nace de ese amor tan profundo a una mujer: “se lanzó al mundo a la conquista de glorias y lauros para ir después a depositarlos  a los pies de su amada.”
En la obra, después de una disputa con Sancho, don Quijote declara: “Ella  (Dulcinea) pelea en mí, y vence en mí, y yo vivo y respiro en ella, y tengo vida y ser.”Cuando Sancho le dice que ella es una labradora que huele mal, don Quijote se enfurece y contesta: “[...] yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído. Te oliste a ti mismo.”


MARITORNES:

Es la tosca e inculta moza de la venta. Ella pregunta: ¿Qué es un caballero aventurero? Parece que  nunca había oído hablar de los caballeros andantes y de la caballería, profesión que don Quijote quería resucitar. Pero la mozuela agrega que ella sí ha leído esos libros en los que “cuentan que está la otra señora debajo de unos naranjos abrazada con su caballero, y que les está una dueña haciéndoles la guardia, muerta de envidia y con mucho sobresalto.” Pero como en estos tiempos ya no es así, por eso pregunta ¿qué es un caballero aventurero?
Esta criada asturiana es también la que en compañía de la hija del ventero, ata un cordel a la muñeca de don Quijote cuando éste presta guardia nocturna, como buen caballero. Ellas lo dejan colgado de una ventana, situación que lo ridiculiza a los ojos de don Luis, el enamorado de doña Clara, joven comprensiva que lo desata al amanecer.
De Maritornes se dice en la obra que era “ancha de cara, llana de cogote, nariz roma, del un ojo tuerta y del otro no muy sana. Verdad es que la gallardía de cuerpo suplía las demás faltas: no tenía siete palmos de los pies a la cabeza, y las espaldas que algún tanto le cargaban, la hacían mirar al suelo más de lo que ella quisiera.” Esta moza asturiana está en la venta o posada para regocijo de los viajeros.


EL AMA DE LLAVES:

Es una mujer testaruda. Quiere rociar con agua bendita los libros de su señor don Quijote para quitarle a él la hechicería; quema la mayoría de los libros de su patrón en el corral de la casa.
El ama de llaves y la sobrina de él son la familia de don Quijote. Representan el hogar con su cotidianidad y sus diarios problemas y afanes; hogares de aquella época con sus costumbres estrictas y su extrema religiosidad.


LA SOBRINA:

Personaje que aparece siempre en la aldea, al lado del ama de llaves. En su lecho de muerte, don Quijote, al declarar que ya está cuerdo, le dicta al escribano sus últimas disposiciones. Deja su hacienda a su sobrina, con la condición de que si se casa, lo haga con un hombre que ignore qué son los libros de caballerías. Es bueno recordar siquiera una de las reflexiones que don Quijote hace a su sobrina: “[...] dos caminos hay por donde puedan ir los hombres a llegar a ser ricos y honrados: el uno es el de las letras; otro, el de las armas. Yo tengo más armas que letras, y nací, según me inclino a la armas, debajo de la influencia del planeta Marte. [...] Será en balde cansaros en persuadirme a que no quiera yo lo que los cielos quieren, la fortuna ordena y la razón pide, y, sobre todo, mi voluntad desea.”


MARCELA:

Una joven de buena posición y gran belleza; cree conveniente vestirse de pastora y vagar por los montes cercanos a su casa, hasta que llegue el día en que sepa con cuál de sus muchos pretendientes va a casarse. Ella es displicente y desdeñosa, llena de caprichos y amiga de imponer su voluntad. El joven Grisóstomo la ama con  pasión. Dice Cervantes que “su afabilidad (la de Marcela) y hermosura atraen los corazones de los que la tratan y quieren servirla y amarla; pero su desdén y desengaño los conduce a términos de desesperarse, y así no saben qué decirle, sino llamarla a veces cruel y desagradecida.”
En el capítulo XIV de la primera parte de la obra, los razonamientos de Marcela, con sólo catorce años de edad, deben ser leídos detenidamente por la profundidad de su defensa ante las acusaciones de indiferencia y desamor que, según los asistentes al entierro, habían causado la muerte de Grisóstomo.
Una muestra  de dichas reflexiones: “Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de se amado, esté obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien le ama.”


LA VENTERA Y SU HIJA:

Curan las heridas de don Quijote. Dichas heridas se las causaron sus enemigos con unas estacas, pero Sancho, para dejar a salvo la dignidad de su señor, les dice a todos en la venta que se las hizo al caerse desde lo alto de una peña. Ellas creen en las palabras de Sancho y tratan con respeto a don Quijote.


TERESA PANZA Y SANCHICA:

Son, respectivamente, la esposa y la hija del escudero de don Quijote, Sancho Panza. Cuando éste está de gobernador de la ínsula Barataria, recibe una carta de Teresa dándole cuenta de todo lo que acontece en la aldea; dicha carta termina con este párrafo: “Espero respuesta désta, y la resolución de mi ida a la Corte; y con esto, Dios te me guarde más años que a mí, o tantos; porque no querría dejarte sin mí en este mundo. Tu mujer, Teresa Panza.”
Teresa Panza (a veces, aparece en la obra con otro nombre) es cándida y ambiciosa a la vez, muy trabajadora y muy práctica.
Sanchica (o Marisancha) la hija, se caracteriza por su simpleza y también por su bondad. Citamos aquí las palabras con las cuales Teresa Panza despide a Sancho, al partir en la tercera salida; y las citamos porque tal vez sean las únicas que en todo el libro nos dan una visión de la familia de Sancho; dice Teresa:
“Vivid vos (marido mío), y llévese el diablo cuantos gobiernos hay en el mundo. Pero mirad, Sancho, si por ventura  os viereis con algún gobierno, no os olvidéis de mí y de vuestros hijos. Advertid que Sanchico tiene ya quince años cabales, y es razón que vaya a la escuela. Mirad también que Marisancha, vuestra hija, no se morirá si la casamos, [...] que desea tanto tener marido, como vos deseáis veros con gobierno.”


DOROTEA:

Don Quijote y Sancho la ven por primera vez en Sierra Morena, disfrazada de joven labrador. El cura, el barbero y Cardenio hablan de aquella hermosura incomparable, y dicen que no es persona humana sino divina. Habla el cura de la aldea: “Señora mía, o señor mío, o lo que vos quisiereis ser [...] contadnos vuestra mala o buena suerte.”
Este hermoso labrador resulta ser Dorotea de humilde linaje; sufre desengaños de amores porque el hombre a quien ama, don Fernando el hijo del duque, se ha ido con Luscinda.
Dorotea es rápida en pensar y brillante en opinar; tiene facilidad de palabra. De ella dice Cervantes: “El oírla es delicia de la mente.”
En la venta, y para seguir el juego de los encantamientos, Dorotea dice ser la princesa Micomicona de Etiopía, víctima del gigante Pandafilando de la Fosca Vista (porque aunque tenía los ojos en su lugar, y derechos, siempre miraba al revés como si fuese bizco). Don Quijote, haciendo honor a su profesión, exclama: “Vamos de aquí en nombre de Dios a favorecer a esta gran señora.”
En la venta, las situaciones amorosas se resuelven satisfactoriamente. Dorotea debe marcharse con don Fernando, arrepentido, quien también ha llegado a esta posada. Y para solucionar el problema construyen una jaula y meten en ella a don Quijote, asegurándole que sólo así la princesa Micomicona recuperará su reino; don Quijote acepta gustoso, ya que se trata de defender a la dama. Fue un pretexto para hacer volver al caballero andante a su aldea.


UNA SIN NOMBRE:

Hay en la grandiosa obra de Cervantes una mujer cuyo nombre no figura, pero en el capítulo cuarenta y cinco de la segunda parte, cuando Sancho está de gobernador de la ínsula Barataria, entra al despacho asida fuertemente a un hombre, y exclama: “¡Justicia, señor gobernador, justicia! [...] este mal hombre me ha cogido en la mitad de ese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera trapo mal lavado. [...] me ha llevado lo que yo tenía guardado más de veintitrés años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y extranjeros [...]:”

Sancho ordena al criador de cerdos que le dé la bolsa del dinero a la mujer, la cual “rogando a Dios por la vida y salud del señor gobernador”, sale muy ufana. Sancho ordena al hombre ir tras ella y arrebatarle la bolsa con el dinero. A poco, entran de nuevo los dos y la mujer clama justicia porque el hombre le quiere arrebatar las monedas de plata. Sancho le dice con gran sabiduría:
“Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa, lo mostrarais para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza [...].”


ALTISIDORA:

Es una joven de catorce años, “de buen natural y claro entendimiento”. Locuaz y casquivana, quiere imponerse siempre en el amor.
Mientras Sancho está de gobernador de la ínsula Barataria, don Quijote permanece en el palacio de los duques y es objeto de burlas. Una de las criadas de la duquesa llamada Altisidora es una joven desenvuelta y decidida, finge enamorarse del caballero andante, quien a pesar de todas las insinuaciones permanece fiel a su bella dama, Dulcinea.
En relación con el enamoramiento de Altisidora, don Quijote exclama: “¡Qué tenga de ser tan desdichado andante, que no ha de haber doncella que me mire que de mí no se enamore! Para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la honesta, la gallarda y la bien nacida. [...] Para ser yo suyo y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza al mundo.”


QUITERIA:

Es la hermosa dama del episodio de las “Bodas de Camacho”. Basilio, hombre de escasos recursos económicos está enamorado de Quiteria; pero, Camacho, hombre rico, ha logrado que la dama quiera casarse con él. Gracias a una aparente escena sangrienta, Basilio consigue casarse con su amada Quiteria, quien ha sido apellidada “la hermosa”. Tiene mucha claridad en cuanto a sus sentimientos, pues está segura de su amor por Basilio; sin embargo, cree que le conviene casarse con Camacho.


LA TOLOSA Y LA MOLINERA:

Dos mozas de la más vil condición; estaban en la puerta de la venta o albergue cuando don Quijote, en su primera salida, llegó allí. Él cree que son dos hermosas doncellas o encumbradas damas. Además, cree que el sonido del cuerno de uno que cuida cerdos es el clarín que anuncia su llegada, y que el ventero o propietario de la venta –que don Quijote cree ser un castillo- es quien debe armarlo caballero.
La Tolosa le ciñe la espada y la Molinera le pone las espuelas, igual que como hacían las doncellas en las ceremonias caballerescas. Ellas dos no olvidarán jamás el trato de princesas que el Caballero de la Triste Figura les dio aquella vez; pues en agradecimiento les pide que por su amor, en adelante se llamen Doña Molinera y Doña Tolosa; esta última  despide a don Quijote con estas palabras: “Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides.”


LEONELA:

En la novela El curioso impertinente que lee el cura de la aldea ante todos los presentes en la venta, y mientras don Quijote pelea en su cuarto con los cueros de vino, en dicha novela aparece Leonela como criada  de Camila la esposa de Anselmo. Las dos mujeres se quieren mucho por haberse criado juntas en casa de los padres de Camila; cuando ésta se casa con Anselmo, se trae a Leonela como criada.
Leonela es el único testigo de la flaqueza de su señora cuando el amigo de Anselmo, Lotario, la seduce. Cervantes pone en boca de Leonela estas consideraciones: “El amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda; con éste corre y con aquél va despacio; a unos entibia y a otros abrasa; a unos hiere y a otros mata; en un mismo punto comienza la carrera de sus deseos, y en aquel mismo punto la acaba y concluye [...]. Todo esto sé yo muy bien, más de experiencia que de oídas, y algún día te lo diré, señora, que yo también soy de carne  y de sangre moza.”
Esta deshonesta y atrevida Leonela, cuando ve el proceder de su ama, se siente autorizada para entrar a la casa a sus amantes.


CAMILA:

Algún huésped dejó olvidada en la posada una maleta con libros; entre ellos estaba la historia El curioso impertinente, novela  que el cura de la aldea lee para todos.
En dicha obra, uno de los personajes se enamora perdidamente de una joven hermosa e importante, de la misma región, Toscana (Italia) y la toma por esposa.
Pero tan impertinente marido, quiso poner a prueba las virtudes de su esposa Camila y se ausentó del hogar; intencionalmente pidió al amigo Lotario que la cuidara e intentara seducirla para ver qué tan fiel era. Camila, acosada por Lotario, escribe una carta a su esposo Anselmo en la que le dice:
“Así como suele decirse que parece mal el ejército sin su general, y el castillo sin su castellano, digo yo que parece muy peor la mujer casada y moza sin su marido [...]. Yo me hallo tan mal sin vos, y tan imposibilitada de no poder sufrir esta ausencia, que si presto no venís, me habré de ir a entretener en casa de mis padres [...].” Camila pone de manifiesto su fragilidad, incapaz de resistirse al embrujo de la tentación.


TORRALBA:

De profesión pastora. Es voluble y ensimismada. Cuando habla, entra en contradicciones. Refiriéndose a ella, Cervantes escribió: “Es natural condición de las mujeres desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece.”
De la Torralba está enamorado un caballero de Extremadura llamado Lope Ruiz, quien decide irse con sus cabras a los reinos de Portugal. Torralba lo sigue hasta la orilla del río Guadiana; y ahí se pierde el rastro de ésta, porque Sancho se pone a contarle a don Quijote la historia del pescador que tenía un barco tan pequeño que sólo podía pasar de un lado a otro una cabra cada vez y...eran trescientas cabras. Sancho le pide al caballero andante que las vaya contando, y él le responde: “Haz cuenta que las pasó todas, no andes yendo y viniendo de esa manera, que no acabarás de pasarlas en un año.” En la obra, después de esto sigue la aventura de los batanes.


LA DUQUESA:

Don Quijote y Sancho  encuentran a la duquesa cazando en un prado. Es una gallarda señora sentada en un sillón de plata; bizarra y ricamente vestida. Los invita al castillo. Como ya habían leído la primera parte de la obra, el duque y la duquesa conocen las aventuras de los dos y los ponen a vivir los hechos más disparatados y engañosos tales como el suceso del caballo de madera, Clavileño.
Los duques nombran a Sancho gobernador de la ínsula. La duquesa les dice que los poderes infernales están dispuestos a liberar a Dulcinea (historia de la Cueva de Montesinos) de su encantamiento si Sancho se compromete a darse tres mil azotes.

La duquesa pide a don Quijote que le describa la hermosura de Dulcinea, y él, suspirando, dice: “Si yo pudiera sacar mi corazón y ponerlo ante los ojos de vuestra grandeza [...] quitara el trabajo a mi lengua de decir lo que apenas se puede pensar.”


ZORAIDA:

Una hermosa mora que llega a la venta acompañada de un cautivo de Argel a quien han puesto en libertad hace poco tiempo; en la noche de ese día, don Quijote pronuncia ante todos los de la venta su famoso discurso de las armas y las letras.
El cautivo se llama Ruy Pérez de Viedma y ama a la hermosa Zoraida, quien desea ser cristiana. Dice el tratadista Martín de Riquer que la mayoría de los personajes moros que cita Cervantes son reales, como Zoraida, hija del renegado Hajji Murad (Agi Morato), alcalde de Argel; Zoraida se enamora del ya mencionado cautivo español y quiere convertirse al cristianismo, pues por el cautivo ha afrontado el destierro. Su capacidad de amar es enorme, fervorosa y heroica. Zoraida tiene siempre los ojos puestos en su español y de él –dice el autor- “traía colgada el alma.”


LEANDRA:

De regreso a la aldea, después de haber sacado a don Quijote de sus penitencias en Sierra Morena con el invento de la princesa Micomicona (Dorotea), y habiéndolo enjaulado para que ella recobrara el trono, se encuentran al cabrero Eugenio quien cuenta sus amores con Leandra, una joven muy complaciente con el primero que se le acerca; se deja seducir fácilmente por baratijas vistosas; sin embargo, no conoce más mundo que el de su aldea.
Leandra se enamora del oropel de los vistosos trajes del soldado Vicente de la Rosa quien viene de ganar batallas sin cuento, y  es, además, un poco músico: toca guitarra “a lo rasgado”, es poeta y galán. Leandra se va de la aldea con él.
Tal suceso dejó a Anselmo atónito; al padre de ella, triste; a sus parientes, afrentados. Días después la encuentran  abandonada en una cueva en donde, después de robarle las joyas, la deja el músico y poeta.


LUSCINDA:

Es la enamorada de don Fernando. Muy aficionada a leer la obra de caballería Amadís de Gaula. El hombre que la ama, llamado Cardenio, ha enloquecido a causa de los amores de Luscinda con don Fernando.
Es ella una dama noble y rica y, además, hermosa, pues de ella dice Cardenio a don Quijote:
“Para remediar desdichas del cielo poco suelen valer los bienes de fortuna. Vivía en esta misma tierra un cielo, donde puso el amor toda la gloria que yo acertara a desearme: tal es la hermosura de Luscinda.  [...] a esta Luscinda amé, quise y adoré desde mis tiernos y primeros años y ella me quiso a mí con aquella sencillez y buen ánimo que su poca edad permitía.”


CASILDEA DE VANDALIA:

Es la dama por quien delira el Caballero de los Espejos; don Quijote y Sancho lo encuentran recorriendo el bosque y cantándole a su dama un enternecedor soneto. Los caballeros discuten sobre la hermosura de sus respectivas damas, y pelean por ello. Don Quijote vence al Caballero de los Espejos y cuando le quita el yelmo ve que es el bachiller Sansón Carrasco; le impone como penitencia que declare que Dulcinea es más hermosa que todas las damas, y que vaya al Toboso a ponerse a órdenes de ella.
Como caballero vencido, el de los Espejos lo declara; pero, antes había asegurado acerca de su dama: “Llámola (a Casildea) sin par porque no lo tiene, así en la grandeza del cuerpo, como en el extremo del estado y de la hermosura.”
El caballero del Bosque o Caballero de los Espejos explica a don Quijote que “por llamarse (su dama) Casilda y ser de Andalucía, yo la llamo Casildea de Vandalia.”  Imitando el lenguaje de los caballeros enamorados, exclama con voz doliente: “¡Oh la más hermosa y la más ingrata mujer del orbe! ¿Será posible serenísima Casildea de Vandalia, que has de consentir que se consuma y acabe en continuas peregrinaciones, y en ásperos y duros trabajos, éste tu cautivo caballero?”
Don Quijote se enfurece porque cree que dichas palabras son perjudiciales para la belleza de Dulcinea.


DOÑA RODRÍGUEZ DE GRIJALBA:

Es dama de honor de la duquesa; en ella Cervantes ha pintado a la mujer tonta: habla y obra de manera estúpida y lerda. Cree, sin dejar lugar a la duda, que don Quijote sí es un caballero andante, y acude a él para que defienda el honor de su hija, que ha sido burlada por el hijo de un labrador rico. El muchacho se niega a pelear con don Quijote y se da por vencido.
Cuando doña Rodríguez entra al cuarto de don Quijote a pedirle ese favor, éste cree que ella es un fantasma y la conjura; doña Rodríguez le replica: “Señor don Quijote, si es que acaso vuestra merced es don Quijote, yo no soy fantasma, ni visión, ni alma de purgatorio, como vuestra merced debe de haber pensado. Soy dama de honor de mi señora la duquesa, que con una necesidad de aquellas que vuestra merced suele remediar, a vuestra merced vengo.”
En el momento en que está hablando, se le apaga el candil y Doña Rodríguez siente que dos manos la cogen de la garganta y que otra persona la azota. Al continuar la lectura, descubrimos que fueron la duquesa y Altisidora quienes, por celos, la apalearon.

CONDESA TRIFALDI O DUEÑA DOLORIDA:

La Trifaldi se presenta ante don Quijote con un vulgar cortejo de damas para pedirle que vaya a la lejana isla de Candaya a desencantar a la infanta Antonomasia y a don Clavijo, convertidos por el gigante Malambruno en una simia de bronce, ella, y él, en un cocodrilo.
Para ir a dicha isla hay que montarse en un caballo de madera llamado Clavileño, que lo llevará rápidamente por los aires. Viene la burla: los criados de los duques les tapan los ojos a don Quijote y a Sancho, y los montan en el caballo de madera.

No deja el lector de sorprenderse cuando más adelante –después que la Dueña Dolorida hace su petición a don Quijote- lee: “Luego la Dolorida y las demás dueñas alzaron los antifaces y descubrieron los rostros, todos poblados de barbas, cuales rubias, cuales negras, cuales blancas, de cuya vista mostraron quedar atónitos todos los presentes.”  Una burla más al generoso manchego.


DOÑA CLARA:

Hija de un oidor o magistrado; ella y su padre también llegan a la venta (ésta un lugar de paso, un lugar de descanso en el camino); el padre de la joven doña Clara se llama Juan Pérez de Viedma, hermano del cautivo enamorado de Zoraida: en la venta se encuentran los dos hermanos después de tantos años de ausencia.
Al llegar a la venta, encuentran a un joven disfrazado de mozo de mulas que canta romances y canciones de amor; se descubre que es el joven hidalgo don Luis, el enamorado de doña Clara. Todos los líos acaban felizmente  en esta posada.
Doña Clara, de dieciséis años, es hermosa y gallarda; discreta frente a los primeros embrujos del amor; por eso, su enamorado, don Luis, dice que ha hecho de ella la dueña de su voluntad.


ANA FÉLIX:

En Barcelona, don Quijote y Sancho son invitados a conocer una galera, embarcación de vela y remos; se aproxima un navío turco contra el cual arremeten las galeras españolas del puerto. El capitán del bergantín turco es la hermosa morisca Ana Félix que viene huyendo de Argel. El barco turco no se había acercado a Barcelona con intención de guerrear.
Cuando todo se aclara, viene a saberse que es preciso ir a Argel para liberar a un personaje importante. Como la aventura es verdadera, ninguno hace ya caso de don Quijote; sus locuras no divierten.


CLAUDIA JERÓNIMA:

Por caminos de Cataluña, don Quijote y Sancho se encuentran con la cuadrilla de bandoleros, estos sí de verdad, cuyo jefe es Roque Guinart; ante éste llega una joven llamada Claudia Jerónima, quien acaba de herir mortalmente a sus burlador don Vicente Torrellas: al verse acosada por dicho hombre, ella reacciona violentamente. El bandolero lleva a la joven ante su amante herido quien expira en los brazos de ella.

MADÁSIMA:

Es un personaje evocado. Ella es reina y “muy principal señora”. En Sierra Morena, la honra de esta dama es defendida por don Quijote delante de Cardenio, quien mancha la fama de Madásima afirmando que ella se amanceba con el maestro Elisabat.


LAS DONCELLAS ENLUTADAS:

Éstas aparecen en el sueño que don Quijote tuvo dentro de la cueva de Montesinos.
Montesinos era un anciano de largas barbas, amigo de Durandarte, caballero muerto en Roncesvalles
.Estas damas enlutadas son las acompañantes de Belerma la gran señora de Durandarte. Según el relato del sueño, don Quijote dice que en la cueva están también la reina Ginebra y Lanzarote; en el gran palacio  (la cueva) han sido encantados por el mago Merlín y esperan que don Quijote les quite el encantamiento. También, en sueños, aparecen tres labradoras saltando como cabras, resultan ser Dulcinea y dos acompañantes. Encuentra, asimismo, según su relato, a la Dueña Ruidera y a sus siete hijas y dos sobrinas.
La cueva de Montesinos  es “un caballeresco trasmundo de seres encantados”, según el escritor Martín de Riquer.




viernes, 12 de octubre de 2012


TEATRO  INDIO  PRECOLOMBINO

Lucila González de Chaves

El teatro precolombino (antes de la llegada de Cristóbal Colón) es un teatro que “aspira a señalar, a su manera, algunos aspectos de la vida”. Otras veces se vuelve a la naturaleza, o dirige su mirada hacia los dioses.
El desconocimiento del pasado precolombino contribuye a negar la cultura de los indios. Sin embargo, entre todos esos pueblos de América está el Imperio de los Incas, que se plasma gracias al arrojo de sus gobernantes y a la organización que dan a sus guerreros y a su sistema de gobierno. El Inca, jefe civil y militar era, además, la suprema autoridad religiosa de aquella monarquía teocrática.
Su literatura nos lleva a comprender la serie de inquietudes, sentimientos e ideas que animaron a estos pueblos, que se desenvolvieron entre la disciplina, el amor y la ternura. En el teatro indio precolombino, se destaca:

OLLANTAY

Un drama que se ha discutido profusa y apasionadamente en su autenticidad. Ha sido traducido a distintos idiomas: inglés, francés, alemán, italiano.
Ollantay es un guerrero famoso del Antisuyo (territorio del sur), que tiene amores con Estrella de la alegría, hija del emperador Pachacutec; son amores proscritos, porque Ollantay no tiene sangre real. Cuando pide la mano de la princesa, el poderoso Inca le contesta iracundo, recordándole su origen. Molesto y humillado, el guerrero se va a sus posesiones de Ollantaytambo; desde allí dirige las fuerzas y organiza a los guerreros para enfrentarse al Inca. El emperador Ordena a “Ojo de Piedra” que organice una ofensiva contra el rebelde guerrero. Como no puede vencerlo por la fuerza, se ingenia para simular que el Inca lo desprecia. Ollantay, noble y magnánimo, lo recibe; pero, en las fiestas del Sol, “Ojo de Piedra” lo traiciona, lo hace prisionero y lo lleva al Cuzco.
Entre tanto, Estrella, que ha tenido una hija, ha sido encerrada por su  padre en la Casa de las Vírgenes del Sol. La hija, Bella, ignora quién es su madre, pero compadece a Estrella por la forma en que vive. La Madre Roca, la superiora de la Casa de las Vírgenes, quiere que Bella se consagre también como vestal, pero la joven ama la libertad. Todo esto ocurre cuando muere el emperador y le sucede su hijo Tupac-Yupanqui.
Cuando llegan los prisioneros al Cuzco, los recibe el nuevo Inca; éste ignora que su hermana está cautiva desde hace diez años. Tupac-Yupanqui perdona la vida a Ollantay y a Estrella. Se presenta Bella y pide clemencia, van todos y comprueban que la prisionera sí es Estrella. El Inca propicia su unión con Ollantay y  Bella se siente feliz al lado de sus padres.

PERSONAJES DE OLLANTAY

La Madre Roca: superiora de las Vírgenes escogidas; cumple con su ministerio e interviene para que Bella, la hija de Ollantay, forme parte de la comunidad.

Salla: es la compañera de Bella. Siente una gran simpatía por su amiga, la que se trasmuta en compasión. Ella propicia la visita de la joven Bella a donde se encuentra la madre de ésta.

Anahuarqui, la reina esposa de Pachacutec. Aparece en una sola escena, pero es una figura inolvidable. Descubre los amores de su hija con Ollantay, comprende, y se los oculta al Inca. Deja en el lector la sensación de una gran ternura maternal.

El astrólogo, un gran sacerdote. Es el guardián de la tradición, y aconseja a Ollantay que abandone sus prevenciones, ya que pueden causarle serios contratiempos. Actúa como sumo sacerdote de un poder teocrático, cuyo máximo representante es el Inca.

“Ojo de Piedra” (Ruminahui). Muestra claramente su adhesión al monarca y su valentía. Al rebelarse Ollantay, el Inca le da la misión de ir a combatirlo. En el desfiladero de Ollantaytambo, este personaje aparece maltrecho después de su derrota. Como conoce la valentía y las posibilidades guerreras de Ollantay, ensaya la traición para vencerlo. Es así como Ollantay y sus fieles guerreros caen prisioneros.

Pachacutec. Fue un inca coronado en 1349. Es un rey de gran capacidad intelectual. Se conservan sus máximas y se comentan sus leyes, pero se sabe que su severidad propició crueldades. La primera aparición en el drama, lo muestra tierno con su hija. Al avanzar la obra, se descubre el contraste: fue él quien la sometió a un horrible encierro. En la escena IX se da la noticia de la muerte de este rey Inca.

Tupac-Yupanqui. Aparece en la obra como hijo del gran Pachacutec. A su valentía unía una gran bondad y sentido de la diplomacia. En la décima escena aparece recibiendo los saludos de su proclamación. Perdona a Ollantay, y  lo nombra Gran Jefe, y su representante personal en la región del Antisuyo. Se conmueve, también, ante la suerte de su hermana, y propicia su matrimonio con Ollantay.

Estrella (“Cusi Coyllur”). Hija de Pachacutec y Anahuarqui. Es poca su intervención en la obra, pero es el motivo de todo el drama, a causa de su amor por Ollantay. Es una mujer profundamente enamorada, que lucha contra las imposibilidades del ambiente. Su figura de víctima de las circunstancias, redimida al final, da a la obra un toque de lirismo.

Bella (“Ima Sumac”), es una adolescente inquieta. Ignora su origen y detesta el género de vida a que la han destinado. Le molestan las viejas de rostro severo, y siente miedo. Aparece en la escena VIII, cuando su amiga Salla quiere convencerla de las ventajas de vestir el hábito de las Vírgenes del Sol.

Pie Ligero (Piqui Chaqui), es el personaje gracioso del drama. Hay ambigüedad en su comportamiento porque no se muestra ni como traidor a su amo, ni como el tipo de criado fiel. Es desconfiado y supersticioso, y confidente de las inquietudes amorosas de Ollantay; además, una especie de mensajero.
Ollantay. Está profundamente enamorado, con un amor capaz de saltar por encima de todos los convencionalismos y de todos los obstáculos. Se siente como el guerrero que se ha sacrificado por su patria y tiene derechos adquiridos. En la obra es muy importante el monólogo en que lamenta sus desdichas, después de que Pachacutec le ha negado la mano de su hija Estrella.
Dice: “… ¡Oh Princesa mía! ¡Oh paloma mía! ¡Oh Cuzco, la bella ciudad! Desde hoy seré tu enemigo implacable. Abriré tu seno para arrancarte el corazón y arrojarlo a los buitres. ¡Ya verá tu cruel rey! Reuniré a miles de mis andícolas […]. Cuando el fuego enrojezca el cielo, y tú duermas sobre tu lecho ensangrentado, tu rey perecerá contigo.  […] cuando lo ahogue entre mis brazos, veremos si todavía me dice ´no eres digno de mi hija, no la poseerás nunca!´…”. (p. 239).
Ollantay proclama su amor y prepara su venganza. Pero, cuando el nuevo emperador le perdona la vida, se muestra humilde y agradecido, y al reconocer a Estrella, exclama:
Estrella de mi dicha, ¿cómo he podido perderte tanto tiempo? Mas hoy te encuentro viva para volver a ser mi compañera hasta la muerte. Muramos ambos, si es preciso; no me dejes solo en el mundo, yo no podría vivir sin ti. Mi corazón sucumbiría en la soledad […]”. (p. 280)
Ollantay es fiel y heroico hasta el sacrificio. Es sincero siempre; por eso, su figura se destaca en este drama.
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La obra Ollantay tiene tres YARAVÍES.
(Yaraví es una composición lírica. Pequeño poema consagrado especialmente a los pesares de un amor desgraciado. Poesía que, a pesar de su sencillez, produce una profunda emoción. Es un dulce cantar).
El primer yaraví es la historia de una avecilla que muere picando los granos de maíz.
El segundo yaraví es el de la paloma enamorada, que pierde al compañero.
El tercero es la descripción de una bella mujer que al final queda petrificada.
Los tres cantares subrayan el estado de ánimo de los protagonistas. Dicen los críticos que estos yaravíes “no solamente afirman lo que está pasando en el subconsciente de ambos (Estrella y Ollantay), sino que saturan la obra de una atmósfera de presagios y temores”.


 Referencia bibliográfica:

CID, José y Dolores Marti de Cid.  Teatro de Siempre. España, ed. Aguilar. 1964)