martes, 8 de septiembre de 2020

PARTICULARMENTE, UN USO Y UN IDIOMA

 

 

UNA MIRADA AL IDIOMA

 Lucila González de Chaves                      

Lugore55@gmail.com

 

                                                                     

PARTICULARMENTE, UN USO Y UN IDIOMA

 1.Escenario

 La palabra escenario significa: ‘posibilidades o perspectivas de un hecho o de una situación’, por lo que podría llegar a ser un término del que se abuse en aquellas informaciones que tratan de abordar las múltiples situaciones posibles o probables en el desarrollo de algún acontecimiento.

En algunos casos es posible suprimir el término escenario sin que la oración cambie de sentido. En este ejemplo: «Londres se prepara para un escenario de colapso sanitario», se puede optar por: «Londres se prepara para el colapso sanitario».

En otras oraciones pueden usarse voces de significado similar como posibilidad, hipótesis, supuesto, caso, etc. Así, en: «Educación trabaja en el escenario de no volver a clase», debe decirse «Educación trabaja con la posibilidad de no volver a clase». También es posible emplear otros sustantivos que pueden ser hasta más precisos en algunos casos, como en: «El escenario será peor, con más enfermos cada día»; «El Congreso, ante un escenario histórico»; dos frases en las que pudo haberse hecho el cambio por: situación y momento, respectivamente.

 2. Siempre con tilde

 El sustantivo cumplemés, con tilde en la última E, es el correcto para referirse al día en que se cumple un mes de cualquier hecho.

Uso adecuado:

Ellos celebran el primer cumplemés de su hijo, en casa de abuelos.

Su cuarto cumplemés lo han querido celebrar en familia.

El Diccionario académico define esta voz como ‘día en que se cumple un mes de algún hecho, especialmente del nacimiento de un niño’. Aunque la Academia no recoge “cumplemeses”, también se considera válida, ya que lo habitual es que, en los compuestos formados por un verbo en tercera persona y un sustantivo, puede haber plural, como ocurre en cumpleaños.

 

 3. El chabacano, un idioma español roto

 Considerado durante siglos un idioma vulgar, un español roto y mal hablado en el sur de Filipinas, el chabacano aspira a refinarse, con normas de escritura definidas, para convertirse en una lengua noble que resista la creciente influencia del tagalo y el inglés.

Se ha hablado en diferentes partes de Filipinas, el lugar donde arraigó y donde todavía goza de vitalidad es Zamboanga, una ciudad en la isla sureña de Mindanao fundada por los españoles en 1635, cuando levantaron el Fuerte del Pilar, una atalaya militar para protegerse de las tribus, principalmente musulmanas, asentadas en la zona.

«Los nativos necesitaban entender a los capataces españoles y comenzaron a repetir como loros las palabras españolas imitando su forma de hablar», explica Bert Torres, profesor de la Universidad de Mindanao Occidental.

Ese lenguaje, que crearon «parloteando», se convirtió en su forma de comunicación que les permitió entenderse con los españoles y entre ellos mismos; pretende preservar y dignificar el chabacano, una de las lenguas criollas más antiguas con casi cuatro siglos de vida.

«La comunicación oficial escrita es todavía en inglés y casi toda la educación, pero en la comunicación social, en el mercado, la iglesia y la calle, aún prevalece el chabacano». Alrededor de un 80 % del casi millón de habitantes de Zamboanga habla chabacano,-que tomó del español el 85 % de su vocabulario- aunque ha perdido pureza y hoy  está mezclado con tagalo, inglés, bisaya, ilongo o dialectos de las tribus musulmanas; de tal manera que, ahora, el 60 % de su léxico deriva del español.

Televisiones y radios locales emiten programas en chabacano y desde 2016 se aprenden las reglas del idioma en los niveles básicos de la enseñanza, para que las nuevas generaciones no pierdan esa lengua, casi en desuso entre los nacidos después de los años 80.

A diferencia de otras lenguas minoritarias filipinas, el chabacano cuenta hoy con el apoyo de un nutrido grupo de académicos empeñados en dignificarlo, como el maestro Torres, quien elaboró el primer alfabeto del idioma -que incluye la Ñ, como el español- y publicó su primer diccionario hace un lustro.

El uso extendido del inglés y el tagalo está menoscabando el uso de las más de 170 lenguas minoritarias del país, pero eso distingue en la actualidad al chabacano, que, aunque pierda hablantes, sí goza de cierto estatus social. Ya no es vista como una lengua vulgar porque es criolla española, heredada de la elite cultural clásica.


 4.  Poliomielitis

 

Y no poliomelitis, es el término correcto para referirse a la enfermedad producida por los poliovirus, que provocan una lesión de la médula espinal y deterioro grave y parálisis en algunos músculos.

Uso correcto

La OMS declara erradicada la poliomielitis en África.

Los programas de vacunación contra la poliomielitis cumplen 50 años.

El término poliomielitis proviene del griego πολιός (‘gris’), µυελός (médula) e -itis, por lo que lo apropiado es mantener la i.

 el Diccionario panhispánico de dudas explica que tanto poliomielitis como su acortamiento, polio, son femeninos: la poliomielitis o la polio.

 

5.   Frases invasoras

 

No es que sean necesariamente incorrectas, pero algunas de estas expresiones han acabado convirtiéndose en auténticas muletillas que se repiten una y otra vez y que ya cansan cuando las encontramos agazapadas en los medios de comunicación.

Algunas muestras:

 1.     “Según fuentes bien informadas". 

Se sabe que la obligación de los periodistas es apoyar sus noticias en fuentes fiables y citarlas con tanta precisión como sea posible. A menudo, y para dejar a salvo su anonimato, se mencionan con fórmulas genéricas, como: “fuentes próximas al Gobierno”, “fuentes jurídicas”.

Pero esta expresión: “de fuentes bien informadas”, aunque se ve con frecuencia, es una obviedad porque se supone que, si no lo fuera no las citaría el periodista.

 2.     “Arrancan los torneos deportivos”. 

Hay palabras que son como las especies invasoras: acaban con las demás a su alrededor. Eso sucede con el verbo arrancar: Hoy arrancan las campañas electorales, las competiciones deportivas, el curso escolar, el menú de un cocinero, los torneos de belleza…. Existen verbos como: iniciar, emprender, comenzar, empezar, abrir, que pueden emplearse en lugar del repetido y chocante “arrancar”.

 3.     “La climatología adversa”. 

Parece que climatología adversa es una expresión más elegante que el sencillo “mal tiempo”; pero, es que no significan lo mismo. La climatología no es el tiempo que hace (soleado, lluvioso o ventoso…) sino el ‘estudio del clima’. Así que para referirse al mal tiempo, lo mejor es hablar de… mal tiempo.

4. Hizo arder las redes…

 La falta de respeto, de dignidad y la pobreza del empleo del idioma, más la frecuente inmoderación de la que se hace gala en las redes sociales han llevado a que los comentarios enciendan la polémica o, “hacen arder las redes”. Parece que un simple intercambio de opiniones hay que convertirlo en un incendio.

 5.     “Murió tras una larga y penosa enfermedad”

Aún cuesta trabajo en las noticias, llamar a las enfermedades por su nombre. Seguramente por eso la anterior expresión eufemística es una de las clásicas de las notas necrológicas.

 

6.     El término conspiranoia

 

es adecuado y preciso para referirse a la tendencia a interpretar determinados acontecimientos como fruto de una conspiración.

Esta voz, acuñada en 1989 por el sociólogo Enrique de Vicente a partir de conspiración y paranoia, se empezó a utilizar con sentido humorístico, irónico o despectivo, para referirse a la obsesión por las teorías conspirativas cuando se consideraban sin fundamento, basadas en datos falsos:

«Si la conclusión parece la conspiranoia de un fanático, el libro ofrece pruebas contundentes».

«Esta circunstancia resulta determinante para la conspiranoia según la cual los gatos terrestres no son terrestres, sino espías de otro mundo».

Sin embargo, su uso se ha asentado en los últimos años ya sin ese tono despectivo o humorístico, y así se registra en diversos diccionarios como el General de Vox, que recoge conspiranoia con el significado de ‘convicción obsesiva de que determinados acontecimientos de relevancia histórica y política son o serán el resultado de la conspiración de grupos de poder o de un grupo de personas influyentes’.

Este sustantivo resulta muy útil por su expresividad y por la precisión del sentido, por lo que se ha normalizado en el uso dado su valor claramente descriptivo de este fenómeno: «La edad de oro de la conspiranoia: por qué nos creemos las teorías más disparatadas», «La conspiranoia nos hace pensar que nada sucede al azar, que todo está conectado», «Obsolescencia programada: ¿conspiración o conspiranoia?».

El adjetivo derivado, conspiranoico, también es adecuado y se encuentra definido en el diccionario General de Vox como ‘de la conspiranoia o relacionado con ella’ y ‘[persona] que está convencida de que las conspiranoias son ciertas’.

Puesto que se trata de palabras bien formadas, cuya grafía no resulta extraña al español, no es preciso destacarlas ni con comillas ni con cursiva.

 

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