ENTUSIASMO Y GRATITUD PARA RECIBIR, COMO REGALO, EL NUEVO
AÑO 2023
Lucila González de Chaves
“Aprendiz de Brujo”
Blog: lucilagonzalezdechaves.blogspot.com
Hoy, ¡tantos! tienen arrugados el alma y el corazón por los malos recuerdos y por el incumplimiento de verdaderas promesas. También hay una insoportable acritud en muchos comentarios a causa de las penalidades padecidas.
Algunos creen subsanar sus faltantes con paganas celebraciones y borracheras, desencadenantes de nuevas y múltiples depresiones; con ordinarias y altisonantes fiestas acompañadas de descontrolados abrazos y besos, no siempre sinceros; con algarabías inconscientes e irrespetuosas frente a los demás.
¿Cuándo aprenderemos a vivir “ligeros de equipaje”, ajenos al malsano paganismo y a la esclavizante sociedad de consumo?
Pero igualmente hay incontables y placenteros comentarios acerca del año que termina; expresiones alegres, palabras festivas y agradecidas porque el año nos fue pródigo en dones de toda índole, en verdaderas y firmes amistades, en nobles reconocimientos a la labor desempeñada en pro de individuos y de comunidades; fuimos afortunados en disfrutar de la compañía y el afecto de la familia, en tener paz y calma, perdón y comprensión para ir viviendo con plenitud y dignidad el regalo divino de la vida.
¡Señor! Al entregarte el año vivido y el que estamos empezado, Te damos gracias por tu misericordiosa presencia en todos y cado uno de los instantes, unos muy dolorosos por la pérdida de familiares y amigos, otros, en los que nos has llenado de vigor interior y físico, de prudencia y perdón, de vida reflexiva y de sabiduría selectiva para, minuto a minuto, cumplir pacíficamente el incomparable mandamiento de convivir.
Dios Providente:
¡Da luz a nuestra mente para conocer nuestros aciertos y desaciertos; para hacer en tu nombre y por tu amor, ¡la debida selección de nuestros actos y palabras y enderezar nuestro camino hacia Ti!
¡Da fuerza a nuestra voluntad para ser firmes en el servicio y en el amor; y para decidirnos, al fin, ¡a la lucha y conquista de la verdadera Paz y de la convivencia!
¡Da rectitud a nuestra conciencia para que marchemos con responsabilidad hacia un futuro enriquecedor!
¡Da amor a nuestro corazón; purifícalo y ennoblécelo, para poder realizarlo todo, ¡vivirlo todo según tus amorosos designios!
¡Danos fe para fortalecer nuestras metas puestas en Ti, y poder caminar confiadamente por el sendero que nos lleva al bienestar nuestro, el de nuestras familias y el de la Patria!
¡Da honestidad a nuestra capacidad de análisis de nuestra vida para aceptar cuánto nos hemos equivocado en el diario vivir; queremos cambiar nuestro rumbo equivocado; volver a tus brazos por “otro camino” iluminado y abierto, y poder sentirnos con derecho a tener paz, porque mucho esfuerzo hemos hecho para cumplir tu Mandamiento: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”!
“Y amar – dice un místico - es perdonar, aceptar, comprender;
ser solidario, compasivo y bueno con quienes necesitan ayuda física y moral”.
Es cambiar la consciencia de que “atender al enfermo” también equivale a darle compañía, a sentir y entender su soledad y desamparo, su necesidad de diálogo….
¡Da vigor a nuestro cuerpo físico para que pueda ser un sano, eficiente y noble vehículo, a veces probado por todos los dolores, pero siempre fuerte, para conducirnos en esta peregrinación hacia Ti!
Quiero traer a estos apuntes vivenciales el bello decir del poeta y dramaturgo español José María Pemán:
Señor,
Yo sé
que estás conmigo,
Porque todas las cosas se me han vuelto
claridad…
Porque tengo la sed y el agua juntas
En el jardín de mi sereno afán.
Yo sé
que estás conmigo
Porque
he visto en las cosas
Tu
Sombra que es la luz…
Y se me
han aclarado las razones
De las
cosas humildes;
Y el
andar por el camino blanco
Se me
ha hecho un ejercicio de felicidad.
No he
sido arrebatado sobre nubes,
Ni he
escuchado tu voz,
Ni me
he salido del prado verde
Donde
suelo andar…
¡Otra
vez como ayer
Te he
conocido
En la
manera
De
partir el pan.
……
Leamos reflexiva y amorosamente este texto del escritor M. S. Fontaine:
¡Gracias Señor!
Por todo cuanto me diste en el año que termina.
Gracias por los días de sol y los nublados tristes.
Por las tardes tranquilas y las noches oscuras.
Gracias por la salud y por la enfermedad,
por las penas y las alegrías.
Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste.
Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga,
por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce,
por las flores y las estrellas,
por la existencia de los niños y de las almas buenas
Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes,
por las dificultades y las lágrimas.
Por todo lo que me acercó a Ti.
Gracias por haberme conservado la vida,
y por haberme dado techo, abrigo y sustento….
En el año que empieza:
Dame paciencia y humildad,
desprendimiento y generosidad.
Dame, Señor, lo que tú sabes que
me conviene y yo no sé pedir.
Que tenga el corazón alerta, el oído atento,
las manos y la mente activas,
y que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.
Derrama, Señor, tus gracias sobre todos los que amo
y concede tu paz al mundo entero.
(Termino estas reflexiones con el
incomparable poema de Amado Nervo):
EN PAZ
Muy cerca de mi ocaso,
yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste
ni esperanza fallida
ni trabajos injustos ni
pena inmerecida;
Porque veo al final de
mi rudo camino
que yo fui el
arquitecto de mi propio destino;
que, si extraje las
mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas
puse hiel o mieles sabrosas:
Cuando planté rosales coseché siempre rosas.
… Cierto, a mis
lozanías va a seguir el invierno:
¡Mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas
las noches de mis penas;
mas no me prometiste tú
sólo noches buenas,
y en cambio tuve
algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol
acarició mi faz.
¡Vida, nada me
debes! ¡Vida, estamos en paz!
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