lunes, 11 de julio de 2022

LA DISCIPLINA EN EL LEER. LECTURA CRÍTICA

 

LA DISCIPLINA Y EL PROVECHO DEL ACTO LECTOR. LA LECTURA CRÍTICA

 

Lucila González de Chaves

“Maestra del Idioma”

Lugore55@gmail.com

 

Al leer se debe estar pendiente de las ideas y no de las palabras en sí. - No se puede utilizar la misma técnica lectora ni la misma rapidez en todos los textos.  Es necesario saber a qué género pertenece el texto por leer, las estructuras de dicho género y las formas de pensar del autor; de esta manera se logra una evaluación crítica del texto leído y del autor, sin desfigurarlos con nuestros prejuicios.

La buena lectura nace de los buenos hábitos que tengamos para leer, adquiridos con el tiempo; ellos ayudan a manejar la velocidad y la comprensión, y aumentan la capacidad lectora.

Comprensión lectora es, fundamentalmente, leer pendientes de las ideas que hay detrás de las palabras; reconocer e interpretar el pensamiento que expone el autor; opinar, interrogar, negar, completar, aprobar, etc. como si el autor fuera un interlocutor presente.

Así, fácilmente, se podrá saber el significado del texto en mención, sacar conclusiones y dar opiniones acertadas.

 Esta es la verdadera lectura activa, hoy llamada: lectura crítica.

En esta actitud participativa al leer, podemos preguntarnos: ¿Son lógicos, coherentes, relacionados, imparciales los razonamientos del autor? ¿Utiliza argumentos de autoridad para sugestionar al lector al respecto y para apoyar sus principios? ¿Emplea argumentos que desvían la atención del asunto central? ¿Están completas las ideas y las argumentaciones?

En otro aspecto de la habilidad lectora, hay quienes se devuelven en la lectura; otros se ayudan vocalizando; al estar pendientes de las ideas, al dialogar con el autor, al cuestionarnos frente al texto leído, no habrá manera de fomentar dichos vicios.

Cuando se lee despaciosamente, hay mayor número de fijaciones; es decir, los ojos se detienen un mayor número de veces sobre el texto de la lectura y esta circunstancia reduce, a veces, el campo visual. Tengamos en cuenta que los ojos se detienen para captar las palabras y los signos; el espacio donde se ubican dichos signos y palabras se llama campo visual.

La destreza en la lectura evita que los ojos se detengan ante cada  palabra para percibirla; una detención ocular o fijación cubre un grupo de palabras determinadas por el campo visual de cada persona. Si ese campo es amplio, se leerán muchas palabras en cada fijación y su velocidad será mayor. Un renglón debe tener un máximo de tres fijaciones. Los libros corrientes tienen por lo común diez o doce palabras por líneas.

Hay varias clases de lectura:

FÁCIL, es lectura de artículos, propagandas, revistas, etc.  

Lectura NORMAL, para textos más elaborados: cuentos, novelas, algunos textos relacionados con la profesión.

Lectura ATENTA, en materias poco conocidas: libros de la propia profesión, pero con puntos de vista diferentes.

Lectura LENTA, para recrearnos y disfrutar del lenguaje literario empleado en el texto, tanto en prosa como en verso. Igualmente, se lee lentamente, si estamos investigando y aprendiendo.

Lectura DIFÍCIL, en materias no conocidas: textos técnicos o en otros idiomas.

Lectura DE CONTROL, para comparar puntos de vista sobre un mismo tema, si se lee para investigar.

RELECTURA: se realiza cuando necesitamos encontrar el fondo de un planteamiento, el razonamiento de un autor o si estamos aprendiendo lo que estamos leyendo, si reflexionamos sobre un texto que ha ‘tocado’ nuestro estado de ánimo, nuestra sensibilidad. Igualmente es necesaria le relectura cuando estamos interesados en hacer lectura crítica.

No existe una técnica única para leer. No se leen con el mismo método una novela, una poesía, un libro de matemáticas, un diccionario, una obra científica, un tratado de informática, un libro de arquitectura, etc. A estas características se agrega una muy importante:

¿Cuál es la intención que nos guía al leer un texto?

 

El lector relee por alguna de estas razones:

 

Encuentra palabras desconocidas.

El texto es difícil por su estilo confuso.

Quiere confirmar si leyó bien.

Se “pierde” al leer.

La primera razón indica pobreza de vocabulario. Sin un conocimiento vasto y exacto de las palabras no se puede comprender lo que se lee; es el gran impedimento de la lectura crítica.

En el campo de los significados de cada vocablo, hay que estar atentos al valor que a este se le da en el texto; puede ser significado de base o significado contextual. Tampoco podemos ignorar parámetros tan importantes como la connotación, la monosemia, la polisemia, y la sutileza de los sinónimos.

El texto difícil por su estilo confuso: el devolverse en la lectura se justifica un poco; pero, es bueno aplicar la lectura activa (ir tras la idea, no tras las palabras) porque esta lectura permite el aprendizaje y la comprensión.

La psicología de la lectura  nos señala que: cada área del conocimiento, según su dificultad, según la edad del lector y su disposición interna, necesita de un determinado y diferente número de repeticiones lectoras.

¿Leímos bien? Si nos devolvemos en la lectura para confirmar esto y nos damos cuenta de que, en realidad, lo hicimos de manera correcta, es porque tenemos el mal hábito de la ‘regresión’; hay que combatirlo a toda costa.

Perderse’ en la lectura es tener el pensamiento puesto en otras cosas ajenas a la lectura; la mente está divagando: hay que elegir entre el texto y la divagación porque, leyendo en esa forma se adquiere automáticamente el hábito de la regresión.

 

Dos problemas asechan al lector: disminución visual y fatiga ocular.

Evitemos leer con tensión, con luz deficiente o excesiva; leer por prolongadas sesiones; evitar los reflejos del papel blanco muy brillante o liso, lo mismo que libros con impresión defectuosa o muy pequeña.

Practicar el llamado centramiento: hacer pausas regulares en la lectura, cambiar la posición del cuerpo, respirar lentamente, preguntarse sobre lo ya leído, elaborar opiniones…, y traer a la conciencia el deseo de continuar atentamente la lectura, cualquiera que ella sea.

Hay variedad de textos: libros de cuentos; de estudio; novelas, diccionarios, periódicos, revistas, informes, ensayos y otros más. Por ello, existen: lectura de estudio, de información, de análisis, lectura por placer, etc.

La mejor estrategia para leer un libro, cualquiera que sea, es la LECTURA ACTIVA: leer pendiente de la idea. No debe tomarse pasivamente un libro esperando que en el transcurso de la lectura aparezca algo que nos guste o que sea interesante. Todo libro se aborda con una INTENCIÓN

La percepción de la lectura debe ser ATENTA, PRECISA y RÁPIDA. Nuestra capacidad de pensar, de analizar, de discurrir nos acerca al texto, o nos aleja de él.

La tipología de la lectura determina las estrategias de ella, y estas exigen diversos grados de velocidad. No se lee siempre con la misma rapidez porque esta es inversamente proporcional a la dificultad del texto: a mayor dificultad, menor velocidad.

Tener en cuenta que el párrafo es UNA UNIDAD DE PENSAMIENTO INDEPENDIENTE.

El entrenamiento en el manejo de los párrafos nos lleva a reconocer que la excepción la constituyen los párrafos que tienen más de una idea, o no tienen ninguna idea principal, por ser párrafos de transición.

La idea central es CATEGÓRICA, no reúne expresiones de duda, no tiene rodeos. Es GENERAL porque es la que más contenido abarca, no se detiene en detalles. Es CORTA por no tener rodeos ni minucias; esto es característico de frases o ideas secundarias o de sustentación.

La habilidad para encontrar la idea principal y su relación lógica con las demás ideas es el fundamento de la comprensión lectora y la génesis de la lectura crítica.

Esta, solo puede realizarse con acierto si se conoce y se comprende el referente principal de la lectura, si se ejercitan las habilidades de deducir, comparar, identificar, si se tienen y desarrollan las competencias de juzgar equilibradamente, de ser imparcial, de encontrar la verdad expresada en el texto; todo ello constituye la capacidad de hacer una lectura crítica.

Luz escasa; exceso de luz; letra defectuosa de los textos; papel blanco y brillante, son algunos de los impedimentos para llevar a cabo una buena lectura.

De niños se realiza mucha lectura oral para familiarizarse con los sonidos (letras, sílabas, palabras) y poder entenderlos.  En general, toda persona, debe “oírse” porque solo así aprende a corregir la forma de leer y a manejar la voz.

La lectura mental es la finalización de la secuencia en el aprender a leer:

Se suprimen la representación sonora porque el cerebro conoce suficientemente las palabras. En esta etapa, vamos tras las ideas; es la LECTURA ACTIVA.

Si al leer, estamos pendientes de las palabras, estorbamos la agilidad mental para captar las ideas y establecer las relaciones entre ellas. Es una barrera que estamos poniendo a la comprensión lectora.

Hay un sinfín de posibilidades de acercamiento a un texto por leer, pero ellas dependen del interés, preparación intelectual e ideología de cada persona que da comienzo a una lectura.

La actitud negativa para enfrentar una lectura de investigación, de estudio, de placer es ya una barrera para darse cuenta de lo nuevo que hay en el mundo expresado en los libros, de las diferentes maneras de percibir las cosas, del derecho a opinar de manera diferente.

Hay que eliminar toda actitud sicológica de rechazo ante una posibilidad de lectura.

Al compartir con otros nuestras lecturas, tengamos en cuenta:

Las lecturas de carácter informativo o explicativo como las obras científicas y filosóficas, deben ser trasmitidas en forma objetiva.

Las obras literarias y artísticas están en el campo de lo subjetivo. Al trasmitir estas, involucramos el sentir del autor y el nuestro, porque expresamos sentimientos, emociones, estados interiores.

PARA TRASMITIR BIEN lo leído debe tenerse una buena capacidad de síntesis y de comprensión; además, sensibilidad y percepción para distinguir lo esencial de lo complementario.

No es fácil hacer lectura crítica; se necesita experiencia, destreza de habilidades y conocimientos relacionados con el acto de leer, el tema y el autor.

 

 

 


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