domingo, 27 de marzo de 2022

PARA RECORDARLOS EN EL DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA

 

Poetas que enaltecen a Antioquia

 

 

Lucila González de Chaves

“Maestra del Idioma”

Lugore55@gmail.com

 

                              Jorge Montoya Toro.


Su producción literaria es la concreción de la problemática de la existencia hecha de duda y dolor; pero, también de fe, amor y esperanza.

(Titiribí 1921 – Medellín 1989). Periodista, catedrático, abogado, ensayista y poeta. Siempre fiel a los valores del espíritu. Sus labores culturales fueron innúmeras: director de Extensión Cultural Municipal, Secretario de Educación de Medellín; director de la Biblioteca de la Universidad de Antioquia y de su Revista, director de El colombiano literario. Subsecretario de Obras Públicas.

Hace unos años, en un ameno encuentro, el poeta nos habló de su poesía y de otros aspectos culturales.

 

La entrevista:

 

-Doctor, ¿qué concepto le merecen la técnica, la temática, el lenguaje de los poetas jóvenes?

“Admiro a los poetas jóvenes, porque haciendo caso omiso de toda técnica y, a veces, careciendo de temática, usan un lenguaje para ellos poético y para los demás, ininteligible”.

–¿Hay continuidad entre los poetas de ayer y los de hoy?, si no existe, ¿qué genera esa diferencia?

Quizás haya continuidad entre los pocos supérstites que quedan de la poesía de antes. En cuanto a los que pretenden cultivar hoy tan exigente género literario, considero que aparecen como generación espontánea y, por ende, es imposible que en ellos se dé una prolongación genético-lírica”.

 

-¿Existen hoy poetas, en los cuales perduren el parnasianismo y el simbolismo franceses? o, por el contrario, ¿cuáles son las características diferenciales?

 

“El parnasianismo y el simbolismo fueron movimientos que aparecieron en Francia después del Romanticismo. El primero se apoya en las artes plásticas; el segundo, en la música. Suma de ellos y de otros ingredientes fue el Modernismo, cuya figura máxima en las letras hispanoamericanas es Rubén Darío, con su innegable incidencia sobre la gran poesía española de su época”.

“Pasado el momento histórico y las circunstancias estéticas que hicieron posible la aparición de las tres tendencias mencionadas, son ya otros los rumbos que ha tomado la poesía. Uno que otro poeta de nuestra época sigue apegado a los cánones por ellas preconizados. La mayoría los desconocen, les niegan trascendencia y hasta los ridiculizan”.

 

-¿Qué valoración reciben en nuestro medio los poetas, entre ellos Jorge Robledo Ortiz?

 

“En nuestro medio, esencialmente pragmático, son pocos los valores poéticos respetados y admirados. Se insiste en nombres como los de Epifanio Mejía y Gregorio Gutiérrez González, Porfirio Barba Jacob, Ciro Mendía, Carlos Castro Saavedra, entre otros. Ello, según el gusto de cada cual. Respeto la prolífica y reiterativa obra de Jorge Robledo Ortiz, son muy variadas las opiniones, que oscilan entre una admiración casi idolátrica y la censura a lo que muchos consideran obsesiva repetición temático-costumbrista”.

 

 -¿Se siente realizado como poeta? ¿Cómo surgieron sus maravillosos sonetos?

 

“Sentirse plenamente realizado en los campos de la literatura y el arte es bastante difícil. Como algún poeta afirmaba, lo más bello es lo que no se ha escrito. En mi caso, no sé hasta qué punto valgan mis producciones. A mí me satisfacen algunas de ellas. Para muchas personas - críticos y simplemente vulgo-  son mejores mis prosas que mis poemas. Otros, me niegan todo valor lírico. Es, pues, cuestión de gustos. En cuanto a mis sonetos, algunos de ellos incluidos en Antologías y textos de Español y Literatura, son el fruto de varios años de experiencia poética. Decir si los considero buenos, malos o regulares, no me corresponde. Sólo sé que he escrito según mis particulares maneras de ver la vida y la belleza”.

 

-Muchos artistas se hacen conocer por medios tan poderosos como la televisión; ¿por qué los poetas no disponen de esos medios de difusión para acercarse al público?

 

“El poeta es tímido por naturaleza. En muchos casos, incapaz de decir sus propias obras ante el público. Quizás, dicho factor sumado a cierto menosprecio existente en la actualidad hacia la poesía, contribuyan a que los medios de comunicación masiva cierren sus puertas a los poetas o les restrinjan al máximo su aparición ante el público. Indudablemente, interesa más hoy la narrativa en sus diversas manifestaciones”.

 

-¿Cree usted que Gabriel García Márquez, nuestro Premio Nobel, ha opacado a los narradores de hoy?, o  ¿es, por el contrario, un patrón de identificación, o  un mito?

 

“El caso García Márquez daría para hablar mucho. Su narrativa se halla ubicada dentro de una notable tradición, que linda en muchos aspectos con nuestra incomprendida Crónica de Indias, comienzo innegable de la épica americana. Como todo lo que tenga que ver con este continente inmensurable y tremendo, en los campos de las bellas artes y, en especial, en la plástica y la literatura, existe un común denominador que podríamos llamar barroco por lo desmesurado, colorístico y acumulador de elementos constructivos”.

“Sólo el transcurso del tiempo -supremo mensurador de valores estéticos-  dirá de su valía y de la dimensión de su mensaje. Por ahora, contentémonos con gustar algunas de sus páginas, sápidas a trópico y a realismo-mágico, descartando de paso algo de su selvática profusión de personajes, sitios y reminiscencias, con indiscutible raigambre en lo mejor de la novelística europea y norteamericana”.

 

-¿Qué ha representado para las letras colombianas y aun, latinoamericanas, el poeta Eduardo Carranza?

 

“Eduardo Carranza fue un gran poeta, tanto por su actitud ante la vida como por su producción lírica. Con Jorge Rojas encabeza la significativa nómina de integrantes del movimiento de Piedra y Cielo, que reúne voces dispersas de la poesía colombiana, por ese entonces nuevas y, diríamos, jóvenes, de diversa acentuación lírica, pero con un común denominador de rebeldía e inconformidad”.

“Carranza es el punto de arranque de una lírica que, desbordando lo tradicional y manido, va en procura de un acento diferente e inconfundible. Negarle a Carranza su condición de poeta  -como algunos se han atrevido a hacerlo-  es desconocer profundamente lo que significa la palabra poesía. Está bien que se discrepe de ella, o de su orientación, o de su aparente nebulosidad y desasimiento de lo circundante y tangible, pero hay que respetar a quien cantó, a su manera, los grandes misterios del corazón, de su tierra y de su cielo propio”.

 

-Y ¿qué les dice usted a quienes escriben poesía, y también, a quienes son solo lectores?

 

“A quienes todavía, y en un medio poco propicio, insisten en escribir poesía, porque la sienten y   encuentran en ella   un desahogo   o   un   paradójico estremecimiento-pasividad de la existencia, les decimos que persistan en su actitud, así ella les traiga mortificaciones, incomprensión y, a veces, hasta una especie de ostracismo social. En lo tocante a los lectores, ellos son quienes escogen gustar de la poesía, así como saborean otra clase de manjares. El género, estilo, escuela o modalidad es ya de su incumbencia y de su formación estética, o de una simple intuición de lo esencial poético”.

 

-¿Qué, de usted, queda escrito?

 

“Entre libros y folletos, he publicado los siguientes:  Sombra de Aire (sonetos); Trébol de cuatro hojas (Antología de la poesía universal breve);  Y hay una espina entre la flor (sonetos); Breviario de Amor (prosa lírica); Antología Universal de la Poesía Amorosa (más de trescientos autores, desde Oriente hasta nuestra época); Panorama de la Literatura Indígena Americana (poesía y prosa, en su mayoría precolombinas), en colaboración con el Ministro de Cultura de Nicaragua el excelso poeta, Ernesto Cardenal. Trece sonetos de amor y muchos ensayos”.


Una muestra poética:

 

Soneto para un sencillo amor

 

Me gustas porque sí. Sencillamente

mi corazón te quiere. No hallaría

la palabra de íntima alegría

que te expresara lo que mi alma siente.

 

Y yo te quiero así. Tan simplemente

como el agua al paisaje; como el día

a la rosa que alza su ufanía

frente a la primavera floreciente.

 

Te amo con sencilla transparencia,

con un amor apenas insinuado

que se vuelve silencio en tu presencia.

 

Con un tan dulce corazón herido

que si no te dijera que te he amado,

lo sabrías oyendo su latido.

 

Nuevo soneto a Cristo

 

Aquí estoy, mi Señor. Soy la pavesa

que queda del incendio de la llama.

Soy el adolorido porque ama.

El que busca tu aliento de tibieza.

 

En Ti, mi soledad muere, y empieza

la plenitud que tu bondad derrama.

Dame la paz que el corazón reclama.

Entrégame tu lumbre de pureza.

 

Si prenda pides de verdad, te entrego

mi corazón, de amor crucificado

en el crisol divino de tu fuego.

 

Soy pavesa, lo sé. Rescoldo helado.

Me abrumaba tu luz, y anduve ciego.

Me rescató el raudal de tu costado.

 

(El poeta Montoya Toro tuvo la gentileza de insertar este artículo-entrevista, como prólogo, en su libro Breviario de amor y otros poemas).


 

                            Jorge Robledo Ortiz

 

En su producción hay una acción unitaria y un diseño interior, mediante los cuales su alma se dilata y exaltan la vitalidad y los sentimientos del lector, con un soporte brillante: el musical manejo de la palabra y de la imagen. No sería exagerado decir que Robledo Ortiz (1917 – 1990), el poeta antioqueño, está muy cerca de ser un simbolista.

Su verso tiene la característica de concretar su interioridad en imágenes: símiles, metáforas, personificaciones, alegorías, paradojas y, algunas veces, en brillantes hipérboles. De esta manera, su alma se nos ofrece en asordinado canto.

Actualmente, el afán de mostrar crudamente la realidad pugna por liberarse de las normas poéticas que son, ante todo, musicalidad y mensaje.

Casi todo lo nuevo quiere moverse con sus propias fuerzas y su reducido vocabulario, de ahí la poesía un poco extraña, rezada, sin ritmo, sin puntuación y con mensajes cabalísticos (o sin ningún mensaje).

Un crítico francés expresó esta reflexión, que no puedo olvidar: “Crear belleza (poesía) no es hablar de la rosa, es hacer que la rosa florezca en el verso”.

Y agregó:

“La poesía nace de la entraña misma del ser. Es la vida que se prodiga con generosidad en la creación artística, pulsa con amor en cada una de las cosas humildes y, luego, despierta resonancias en el lector de cada verso”.


Una muestra poética:


                            “Beethoven”

 

Beethoven está al piano: trepida el universo;

Despavoridos dedos pulsan la tempestad.

Por el teclado cruza la negación de un beso

Y es una garra el genio contra la soledad.

 

La angustia que golpea los muros del cerebro

Se fuga por las manos buscando libertad.

Un látigo implacable restalla en el silencio

Y galopan los potros de la inmortalidad.

 

Beethoven está al piano: explota el pentagrama.

Cada golpe es espuela, es incendio y campana,

Epicentro del alma, grito de rebelión.

 

El tímpano está en sombras. Hay noche en cada nota,

Pero Beethoven sabe que de sus dedos brota

Toda la luz del cosmos para alumbrar a Bonn.


                      La patria que buscamos

 

La patria que buscamos

es una patria buena

donde la voz del pueblo sea la voz de Dios.

Una patria que agite la savia en sus banderas

y al ofrecer el trigo de sus espigas nuevas

cante junto al molino del viejo corazón.

 

La patria que buscamos es la noble parcela

donde la sed del alma sea una sed de amor.

Una patria sin odios, sin sombras ni cadenas,

donde los hijos puedan cultivar sus cosechas

sin esconderle al monte sus gotas de sudor.

 

La patria que buscamos

tiene la piel morena

quemada por los rayos de un sol agricultor.

Una patria cristiana que eleve en cada aldea

la Cruz de un campanario, la lumbre de una escuela,

el pan de cada día y un grano de ilusión.

 

La patria que buscamos

es la antigua querencia

con cal de los abuelos y fe de su dolor.

Una patria que pueda creer en sus profetas

y conquistar la altura sin hundir la conciencia

ni enlodar los cuarteles azules de su honor.

 

La patria que buscamos

es la entraña materna

que empuja hacia el futuro toda palpitación.

La patria que fabrica con la misma madera

los tiples y las cunas, los sueños y las penas,

al niño su juguete y al anciano su bordón.     

 

La patria que buscamos

es una patria entera

sin miembros mutilados por golpes de pasión.

Una patria que escuche de frontera a frontera,

los salmos de los jóvenes, los rezos de la abuela,

la copla del trapiche y el himno de la unión.

 

La patria que buscamos

es la patria fraterna

que fue angustia sin ecos en el Libertador.

Una patria segura donde los hombres puedan

ambicionar la altura sin borrar las estrellas

y «pescar en las noches» sin redes de pavor.

 

La patria que buscamos

sube por nuestras venas

ofreciéndole surcos al milagro del sol.

Una patria que anhela ver justicia en su tierra

y cambiar por mazorcas las palabras en guerra

y enseñarle a la herida vendajes de perdón.

 

La patria que buscamos

es el limo de América

que dominó los Andes a golpes de azadón.

Una patria que nutra sus raíces eternas,

con los amaneceres que el porvenir despierta

sobre la sangre en marcha de una generación.

 

La patria que buscamos

tiene luz ecuménica

para esta madrugada de clarines en flor.

Somos los alfareros de una Colombia nueva,

y haremos con su arcilla himnos de primavera

que enarbolen las glorias de nuestra tradición

 

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