LEER... ¿POR QUÉ, Y CÓMO?
Lucila González de Chaves
"Maestra del Idioma"
lugore55@gmail.com
Los ancestros de la “Fiesta del Libro”:
Eran los años de 1943, 1944, 1945…; años en que cursábamos los estudios de enseñanza media en el glorioso Instituto Central Femenino, hoy Cefa.
Muy cerca, en una casona de La Playa, entre las carreras Girardot y El Palo, año tras año, había en nuestro Medellín la “Feria del Libro”. Era un abundante, serio y variado acopio de obras maestras de todos los países, las corrientes y los autores, en ediciones sencillas, que los inolvidables libreros de esas épocas (conocedores del material que vendían; dialogantes afectuosos y guiadores de los gustos de los jóvenes, nos recomendaban los libros y nos hablaban de sus valores); los libreros, digo, ponían esas ediciones a nuestro alcance, pues sólo poseíamos las “mesadas” justas; así que, para comprar libros, había que abstenerse de muchos gustos, y hasta tener que ir al colegio a pie.
En esas “Ferias del Libro” compramos los que fueron la “primera piedra” de nuestra biblioteca. Aquí están, todavía, muchos de los que pude comprar, entre ellos, en 1944: “Poesías”, de Garcilaso de la Vega, Colección Boreal, cuyo valor era de tres centavos (recordemos que un peso tenía cien centavos). Tengo seguridad del año en que lo compré, porque en ese entonces, los adolescentes teníamos un secreto placer: marcar con los bolígrafos de tinta seca conocidos por primera vez en Medellín, los libros, cuadernos, libretas, con unas sofisticadas letras y unas desafiantes rúbricas…
También, y desde entonces, tengo conmigo: “Églogas y Geórgicas” de Virgilio, año 1945, Colección Austral. “La amada inmóvil” de Amado Nervo. “Las mejores poetisas colombianas”, de la Colección Aldeana de Colombia, edición 1936, publicaciones del Ministerio de Educación Nacional; lo compré por diez centavos en 1943, y etc., etc.
Luego vinieron el primero y el segundo “Festival del Libro Colombiano”, Biblioteca Básica de Cultura Colombiana, dirigida por Eduardo Caballero Calderón. Comisión organizadora: Alberto Zalamea, presidente; Alberto Aguirre, coordinador. De estos festivales repaso libros que tengo en mi vieja biblioteca.
Del “Primer Festival de Escritores Antioqueños”, dirigido por Manuel Mejía Vallejo, poseo una Colección, sencilla, discreta, pero de un valor incalculable.
Hubo en 1946, también en las hermosas casonas de La Playa, una singular exposición de la llamada “Biblioteca de Bolsillo. Textos completos”, de autores clásicos y modernos…
La hoy llamada “Fiesta del Libro” tiene
gloriosos e inolvidables antepasados en la “Feria del Libro”; por eso existe la
obligación de seguir la tradición y engrandecerla cada vez más. Pero en estos
tiempos modernos de apuro y celular, ya no están los autores y las obras de
aquellas épocas de ensueño, los que nos ayudaron a formar nuestra personalidad
y pusieron las bases de nuestra cultura.
A todos nos gusta leer….
Pero, ¿por qué leemos mal?
1.
Porque no nos interesa el contenido del texto.
2.
Porque el cerebro se desentiende de las ideas del texto.
3.
Porque no estamos interesados en adquirir cultura, ni en el desarrollo de la
destreza de pensar. Elegimos lecturas fáciles, novelitas sin complicaciones,
narraciones rápidas y cortas….
4.
Porque no nos interesa la lectura y buscamos otros medios para emplear el
tiempo libre. Leer es una disciplina que se adquiere.
5. Porque
creemos que leer es juntar palabras y no interesarnos por el contenido. Por
ello no sabemos emitir juicios críticos sobre las ideas de un texto.
6.
Porque somos conformistas con lo poco que sabemos y no nos atraen los
horizontes culturales que abre la lectura.
7. Por falta de respeto a quienes nos
escuchan, cuando tenemos que leer en público.
8. Por falta de costumbre. Solo se aprende a
leer, leyendo; y a pensar, pensando.
La lectura coral, en la infancia, cuando se
está aprendiendo a leer, es necesaria, porque ella acompasa las voces y colabora
para tener un buen ritmo y no destruir la armonía y elegancia de nuestro idioma
español.
Los “si” condicionales de la lectura
Si
leemos a la velocidad adecuada y personal, y comprendemos lo leído, nos
aficionaremos a la lectura.
Si
variamos los temas de lectura: biografías, viajes, aventuras, exploraciones,
ciencia-ficción, policíacos, románticos, tendremos más vocación de lectores.
Si
nos quedamos anclados en novelas sin mérito, telenovelas y fotonovelas baratas,
seremos unos seres mediocres.
Si no
maduramos en la capacidad de analizar, valorar y comprender lo que leemos, no
podremos leer con provecho las obras maestras universales; no sabremos nunca
qué es “lectura crítica”.
Si solo
leemos a los escritores morbosos, seremos unos lectores enfermizos, anímica y
espiritualmente; no daremos frutos provechosos, no cultivaremos la vida
sentimental, la personalidad y el carácter, ni educaremos la voluntad y la
conciencia.
Si tenemos
predisposiciones neuróticas o temperamento muy emotivo y poco activo, leer
obras en donde los titanes todo lo resuelven sin dificultad, es posible que nos
impida el ver y manejar la cotidianidad de la vida.
Si
nos entusiasmamos con la lectura de excelentes textos, estaremos en condiciones
de entender y valorar el contenido del arte en sus variadas manifestaciones:
música, pintura, dibujo, escultura, arquitectura, literatura…
Si
estamos bajo la influencia de la inseguridad, el miedo, el estrés, la
preocupación, el agobio del trabajo o del estudio, nos será difícil comprender
y analizar el sentido de lo que leemos.
Si
leemos obras filosóficas, formativas o de contenido espiritual o científico, la
lectura debe ser pausada, con intervalos de concentración y análisis, puesto
que son textos que nos exigen atención, reflexión y aprendizaje. Sin estas
ejercitaciones no podremos desarrollar una lectura crítica.
Las pausas
Saber
manejar los signos de puntuación es indispensable para la lectura silenciosa y
para la lectura en voz alta:
La coma:
Hubo
error fonético cuando nos enseñaron que “cuando hay coma se hace pausa y se
sube la voz”. Es una simpleza y un facilismo esta aseveración. Hay comas que NO
señalan pausas, ejemplo: buenos días, doctor (esto solo se ve en el lenguaje
escrito, pero en el oral, hay que pronunciar toda la frase sin hacer pausa).
Hay pausas respiratorias que, en lo escrito, son errores ortográficos marcarlas
con coma. ¿Qué hacer? La práctica de la
lectura y la comprensión del texto indicarán las pausas respiratorias, sin
dislocar el texto. Cuando la pausa corresponde a la coma, ella debe ser breve.
El punto y coma:
Indica
una pausa un poco más larga; aunque el punto y coma indique que hay final de
una idea, es claro que las oraciones siguientes pertenecen al mismo párrafo.
El punto:
El punto y seguido,
indica una pausa no muy larga, pero sí diferente de las marcadas por la coma.
El punto y aparte:
exige una pausa igual a la del punto y seguido. El punto final exige una
pausa larga, pero, sobre todo, una entonación diferente, pues el descenso
profundo de la voz ha de indicarles a los oyentes que el texto ha terminado.
Signos de interrogación:
(¿?)
También hubo error en la enseñanza del manejo de estos signos. Nos
dijeron que siempre que los encontráramos en un texto, subiéramos la voz, y con
una tonalidad fuera de lo normal.
Hay
dos clases de preguntas o interrogaciones: la que tiene como respuesta SÍ o NO. Estas preguntas exigen un tono ascendente suave.
Las
preguntas que exigen como respuesta un explicación, son aquellas que no admiten
un sí o un no; se entonan con suspenso o con un poco de descenso de la voz.
Signos de exclamación:
(¡!)
Es el nombre correcto; no debe decirse: signos de admiración. Cuando el
lector que lo hace en voz alta, se encuentra en un texto con estos signos,
tiene frente a sí un desafío: la correcta pronunciación de la frase dentro de
dichos signos. Hay que darle realce a la idea con la tonalidad de la voz y
expresar el sentimiento que dicha frase encierra.
Concluyo
afirmando que, en la comprensión lectora, en la lectura crítica es
importantísima y definitoria la fonética.
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