lunes, 13 de septiembre de 2021

LA LECTURA Y LAS "FERIAS DEL LIBRO"

 

             LEER... ¿POR QUÉ, Y CÓMO?


Lucila González de Chaves

"Maestra del Idioma"

lugore55@gmail.com


      Los ancestros de la “Fiesta del Libro”: 

 

Eran los años de 1943, 1944, 1945…; años en que cursábamos los estudios de enseñanza media en el glorioso Instituto Central Femenino, hoy Cefa.

Muy cerca, en una casona de La Playa, entre las carreras Girardot y El Palo, año tras año, había en nuestro Medellín la “Feria del Libro”. Era un abundante, serio y variado acopio de obras maestras de todos los países, las corrientes y los autores, en ediciones sencillas, que los inolvidables libreros de esas épocas (conocedores del material que vendían; dialogantes afectuosos y guiadores de los gustos de los jóvenes, nos recomendaban los libros y nos hablaban de sus valores); los libreros, digo, ponían esas ediciones a nuestro alcance, pues sólo poseíamos las “mesadas” justas; así que, para comprar libros, había que abstenerse de muchos gustos, y hasta tener que ir al colegio a pie.

En esas “Ferias del Libro” compramos los que fueron la “primera piedra” de nuestra biblioteca. Aquí están, todavía, muchos de los que pude comprar, entre ellos, en 1944: “Poesías”, de Garcilaso de la Vega, Colección Boreal, cuyo valor era de tres centavos (recordemos que un peso tenía cien centavos). Tengo seguridad del año en que lo compré, porque en ese entonces, los adolescentes teníamos un secreto placer: marcar con los bolígrafos de tinta seca conocidos por primera vez en Medellín, los libros, cuadernos, libretas, con unas sofisticadas letras y unas desafiantes rúbricas

También, y desde entonces, tengo conmigo: “Églogas y Geórgicas” de Virgilio, año 1945, Colección Austral. “La amada inmóvil” de Amado Nervo. “Las mejores poetisas colombianas”, de la Colección Aldeana de Colombia, edición 1936, publicaciones del Ministerio de Educación Nacional; lo compré por diez centavos en 1943, y etc., etc.

Luego vinieron el primero y el segundo “Festival del Libro Colombiano”, Biblioteca Básica de Cultura Colombiana, dirigida por Eduardo Caballero Calderón. Comisión organizadora: Alberto Zalamea, presidente; Alberto Aguirre, coordinador. De estos festivales repaso libros que tengo en mi vieja biblioteca.

Del “Primer Festival de Escritores Antioqueños”, dirigido por Manuel Mejía Vallejo, poseo una Colección, sencilla, discreta, pero de un valor incalculable.

Hubo en 1946, también en las hermosas casonas de La Playa, una singular exposición de la llamada “Biblioteca de Bolsillo. Textos completos”, de autores clásicos y modernos…

La hoy llamada “Fiesta del Libro” tiene gloriosos e inolvidables antepasados en la “Feria del Libro”; por eso existe la obligación de seguir la tradición y engrandecerla cada vez más. Pero en estos tiempos modernos de apuro y celular, ya no están los autores y las obras de aquellas épocas de ensueño, los que nos ayudaron a formar nuestra personalidad y pusieron las bases de nuestra cultura.

 

  A todos nos gusta leer….

 

Pero, ¿por qué leemos mal?

 

1. Porque no nos interesa el contenido del texto.

 

2. Porque el cerebro se desentiende de las ideas del texto.

 

3. Porque no estamos interesados en adquirir cultura, ni en el desarrollo de la destreza de pensar. Elegimos lecturas fáciles, novelitas sin complicaciones, narraciones rápidas y cortas….

 

4. Porque no nos interesa la lectura y buscamos otros medios para emplear el tiempo libre. Leer es una disciplina que se adquiere.

 

5. Porque creemos que leer es juntar palabras y no interesarnos por el contenido. Por ello no sabemos emitir juicios críticos sobre las ideas de un texto.

 

6. Porque somos conformistas con lo poco que sabemos y no nos atraen los horizontes culturales que abre la lectura.

 

 7. Por falta de respeto a quienes nos escuchan, cuando tenemos que leer en público.

 

 8. Por falta de costumbre. Solo se aprende a leer, leyendo; y a pensar, pensando.

 

La lectura coral, en la infancia, cuando se está aprendiendo a leer, es necesaria, porque ella acompasa las voces y colabora para tener un buen ritmo y no destruir la armonía y elegancia de nuestro idioma español.

 

 Los “si” condicionales de la lectura

 

Si leemos a la velocidad adecuada y personal, y comprendemos lo leído, nos aficionaremos a la lectura.

 

Si variamos los temas de lectura: biografías, viajes, aventuras, exploraciones, ciencia-ficción, policíacos, románticos, tendremos más vocación de lectores.

 

Si nos quedamos anclados en novelas sin mérito, telenovelas y fotonovelas baratas, seremos unos seres mediocres.

 

Si no maduramos en la capacidad de analizar, valorar y comprender lo que leemos, no podremos leer con provecho las obras maestras universales; no sabremos nunca qué es “lectura crítica”.

 

Si solo leemos a los escritores morbosos, seremos unos lectores enfermizos, anímica y espiritualmente; no daremos frutos provechosos, no cultivaremos la vida sentimental, la personalidad y el carácter, ni educaremos la voluntad y la conciencia.

 

Si tenemos predisposiciones neuróticas o temperamento muy emotivo y poco activo, leer obras en donde los titanes todo lo resuelven sin dificultad, es posible que nos impida el ver y manejar la cotidianidad de la vida.

 

Si nos entusiasmamos con la lectura de excelentes textos, estaremos en condiciones de entender y valorar el contenido del arte en sus variadas manifestaciones: música, pintura, dibujo, escultura, arquitectura, literatura…

 

Si estamos bajo la influencia de la inseguridad, el miedo, el estrés, la preocupación, el agobio del trabajo o del estudio, nos será difícil comprender y analizar el sentido de lo que leemos.

 

Si leemos obras filosóficas, formativas o de contenido espiritual o científico, la lectura debe ser pausada, con intervalos de concentración y análisis, puesto que son textos que nos exigen atención, reflexión y aprendizaje. Sin estas ejercitaciones no podremos desarrollar una lectura crítica.

 

      Las pausas


Saber manejar los signos de puntuación es indispensable para la lectura silenciosa y para la lectura en voz alta:

 

La coma:

 

Hubo error fonético cuando nos enseñaron que “cuando hay coma se hace pausa y se sube la voz”. Es una simpleza y un facilismo esta aseveración. Hay comas que NO señalan pausas, ejemplo: buenos días, doctor (esto solo se ve en el lenguaje escrito, pero en el oral, hay que pronunciar toda la frase sin hacer pausa). Hay pausas respiratorias que, en lo escrito, son errores ortográficos marcarlas con coma. ¿Qué hacer?  La práctica de la lectura y la comprensión del texto indicarán las pausas respiratorias, sin dislocar el texto. Cuando la pausa corresponde a la coma, ella debe ser breve.

 

El punto y coma:

 

Indica una pausa un poco más larga; aunque el punto y coma indique que hay final de una idea, es claro que las oraciones siguientes pertenecen al mismo párrafo.

 

El punto:

 

El punto y seguido, indica una pausa no muy larga, pero sí diferente de las marcadas por la coma.

El punto y aparte: exige una pausa igual a la del punto y seguido. El punto final exige una pausa larga, pero, sobre todo, una entonación diferente, pues el descenso profundo de la voz ha de indicarles a los oyentes que el texto ha terminado.

 

Signos de interrogación:

 

  (¿?)  También hubo error en la enseñanza del manejo de estos signos. Nos dijeron que siempre que los encontráramos en un texto, subiéramos la voz, y con una tonalidad fuera de lo normal.

 

Hay dos clases de preguntas o interrogaciones: la que tiene como respuesta o NO. Estas preguntas exigen un tono ascendente suave.

 

Las preguntas que exigen como respuesta un explicación, son aquellas que no admiten un sí o un no; se entonan con suspenso o con un poco de descenso de la voz.

 

Signos de exclamación:

 

   (¡!)   Es el nombre correcto; no debe decirse: signos de admiración. Cuando el lector que lo hace en voz alta, se encuentra en un texto con estos signos, tiene frente a sí un desafío: la correcta pronunciación de la frase dentro de dichos signos. Hay que darle realce a la idea con la tonalidad de la voz y expresar el sentimiento que dicha frase encierra.

 

Concluyo afirmando que, en la comprensión lectora, en la lectura crítica es importantísima y definitoria la fonética.

 

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