miércoles, 8 de septiembre de 2021

LA EFECTIVIDAD DE NUESTRAS PALABRAS

 


¿CUÁNTA EFECTIVIDAD TIENEN NUESTRAS PALABRAS?

 

 

 Lucila González de Chaves

“Maestra del idioma”

Lugore55@gmail.com

 

 

La belleza y elegancia de un texto escrito no residen en las palabras aisladas, sino en su artística conexión


 

La palabra recibe las muchas acepciones que el diccionario le asigna, pero también otras que no le ha dado, nacidas de un contexto social, cultural, familiar, afectivo, laboral que, al generalizarse, son enriquecimiento del idioma y de nuestra capacidad de expresión.


Las palabras resultan muchas veces impotentes para expresar todos los aspectos del pensamiento, del sentimiento, de la imaginación. Está comprobado que nuestro vocabulario nos traiciona muchas veces por defecto o por exceso.

 

El diccionario, con toda su riqueza de léxico, no es, a fin de cuentas, más que un lugar donde yacen las palabras; somos los seres humanos quienes les damos vida y valor al contextualizarlas.

 

La belleza, claridad, propiedad y elegancia de un texto escrito  están  en la correcta y artística conexión; esa capacidad de expresión habita en el modo y en la sabiduría de utilizarlas, y en las cualidades del interior de quien habla o escribe.

 

Es bueno recordar que hay palabras vacías de significación. Un texto en el que predominan las palabras vacías, produce una impresión de ordinariez, de indigencia. Y en lo hablado, ya el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) aprobó el adjetivo ‘cantinflesco’ para referirse a todo lo que hablamos falto de sentido, de mensaje, de coordinación, a semejanza de aquel célebre actor de cine mexicano conocido con el sobrenombre de “Cantinflas”.

 

Y, al contrario, en otros textos encontramos una densidad excesiva con la cual hay que tener cuidado, porque dicha densidad es fatigosa y difícil puesto que exige una permanente tensión cerebral. “Hay textos demasiado cargados de ideas y pensamientos: algunos escritores y pensadores creen que escribir es ‘apretar’ de tal modo el pensamiento en palabras y frases, que leerlos parece un ejercicio para desentrañar el sentido de una fórmula matemática”.

 La palabra adquiere gran valor dentro de un texto hablado o escrito; pero esa especial  significación es momentánea, determinada por la situación que nuestro pensamiento o nuestros sentimientos le asignan en el momento en que  la frase va dirigida exclusivamente a quien nos escucha o nos lee.

 

Por eso somos responsables de nuestras palabras; una sola de ellas da cuenta a quienes nos escuchan o nos leen, de nuestra nobleza interior o de la mezquindad de nuestra vida espiritual, cultural y afectiva.


La fonética ayuda a expresar en forma adecuada las ideas, las emociones, los deseos. En español, la IMPROPIEDAD DE LA ENTONACIÓN altera el sentido de toda la frase. El tono de la voz se nota y se estudia en toda la expresión, no en palabras aisladas.

 

Y habrá mejor entonación, más musicalidad en el habla, más correcta vocalización y pronunciación, cuanto más nos identifiquemos con el texto por leer, cuanto mayor sea nuestro compromiso con la verdad al hablar.


Los lingüistas han señalado tres etapas en el manejo de la palabra:


Acto locutivo:

 

Nivel en el cual se emiten solamente los sonidos con significado o sin él. En este campo están la mayoría de las interjecciones.

 

Acto elocutivo:

 

Se refiere a los principios del pensamiento. Ocurre en el momento de expresar algo, teniendo en cuenta las relaciones entre el emisor y el receptor.

 

Cuando hablamos, leemos o escribimos es necesario tener muy claros:

- el ‘qué’

-el ‘porqué’

-el ‘cómo’

-el ‘para qué’.

 

 F. de Saussure, el gran maestro de la lingüística, afirmaba que:

 el saber elocutivo es el saber manejar la palabra, y que este saber es una capacidad inconsciente.

 

Chomsky, el creador de la gramática generativa, opinó que:

 el acto elocutivo o manejo de las palabras es un conocimiento intuitivo.

 

Acto perlocutivo:

 

Son las reacciones del oyente frente al acto elocutivo, es decir: el escucha frente al hablante.

 

Dicho acto pretende mover, convencer, hacer reaccionar.

 

Lo perlocutivo se trabaja mucho en las propagandas, en la política, en los sermones religiosos, en la oratoria, en las conferencias, en los recitales, en los foros, etc.

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