sábado, 8 de mayo de 2021

DÉCIMO ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE SÁBATO

A DIEZ AÑOS DE LA MUERTE DE ERNESTO SÁBATO

 Lucila González de Chaves
"Maestra del idioma"
Lugore55@gmail.com 


 El último día de abril de hace ya diez años (2011), murió el inigualable escritor e investigador de la ciencia, el gran maestro Sábato.
 Para rendirle un modesto tributo de reconocimiento a su nunca olvidada herencia literaria y científica, transcribo lo que en ese año de su muerte, escribí para despedirlo: 

 UN GRAN PENSADOR HA MUERTO: ERNESTO SÁBATO

 Al amanecer del treinta de abril de 2011, cuando casi cumplía cien años de fructífera existencia, murió el argentino pensador, literato, investigador, filósofo.

 De manera especial, recordamos su corta pero intensa novela "El Túnel", en la que se relata la vida afectiva de un pintor, que al fin encuentra a la mujer que lo entiende, lo tolera, lo perdona y lo ama. 

 Pero este pintor - Juan Pablo Castel - está incapacitado para producir en su mujer alegría y plenitud de amor, puesto que constantemente está acosado por los celos; unos celos que se hacen cada vez más dolorosos, ya que él vive racionalizando todo minuto de la existencia y todo procedimiento de su dama.

 Y como su filosofía es negativa, todo razonamiento le produce desencanto, frustración, angustia y locura, a tal punto que termina asesinando a la mujer amada. 

Un crítico afirma que "El Túnel" es un lúcido y despiadado buceo en los oscuros y solitarios laberintos del alma humana donde se dan cita, en extraña confluencia, el odio, la compasión y el desprecio.

 En una entrevista, el autor, al ser interrogado acerca de su propósito cuando escribió dicha novela, respondió:

 "Quise escribir el relato de un pintor que se volvía loco al no poder comunicarse con nadie, ni siquiera con la mujer que parecía haberlo entendido a través de su pintura. Pero al seguir al personaje, me encontré con que desviaba este tema para "descender" a preocupaciones casi triviales de sexo, celos y crimen; esto me desagradó [...], pero comprendí que los seres humanos no pueden representar las angustias metafísicas al estado de puras ideas, sino que lo hacen encarnándolas, oscureciéndolas con sus sentimientos y pasiones".

 En cuanto al crimen, Sábato dijo: "Puede ser que, al matar a su amante, Castel realiza un último intento de fijarla para la eternidad. “(...). 

Cuando escribí esta novela, era todavía demasiado joven y pienso que expresa sólo mi lado negativo de la existencia, mi lado negro y desesperanzado. Quizás esto es lo que le da esa fuerza, la fuerza de lo extremo. Pero me parece que el hombre, al final, se inclina más por la esperanza que por la desesperanza".

 "Sobre héroes y tumbas": 

Algunos de los temas tratados en esta novela ya habían sido anunciados en su anterior producción "El Túnel" (1948), tales como la soledad, la necesidad y - al tiempo - la imposibilidad de comunicación, y, finalmente, la ansiedad de lo absoluto. El propio autor afirmaba que a través de sus personajes el problema metafísico inicial pasaba a convertirse en psicológico y trivial.

 La obra está dividida en cuatro partes:
 -El dragón y la princesa 
 -Los rostros invisibles 
-Informe sobre ciegos 
 -Un Dios desconocido. 

 Uno de sus más serios críticos afirma: "La metafísica de la esperanza en la novelística de Sábato pudiera condensarse así: Martín, el protagonista de esta obra, representa la moderna juventud argentina que supera su propio problema personal, se sobrepone a su soledad y se integra con voluntad y convencimiento a una tarea de carácter colectivo, presidida por la esperanza y la conducción hacia lo infinito".

 "Sobre héroes y tumbas" es una novela que presenta una atmósfera de irrealidad y alienación del hombre contemporáneo. La extrema soledad que aísla a todos los personajes, haciéndolos sufrir su propio destino trágico, con efímeros desencuentros, catastróficos contactos, mutilados por esa unidemensionalidad que los asfixia. 

 Sábato trabajó esta novela durante diez años. En ella revela en forma dura y dramática lo que conforma a Buenos Aires, no como ciudad física, sino como realidad espiritual. Como mundo aún en formación por el aluvión de gentes que se han volcado de tantos meridianos.

 Por eso, a veces, se descubre en el gran autor argentino un aire de melancolía. Hay, en el fondo, un desarraigo del antiguo paisaje europeo; y no ha alcanzado a identificarse estrechamente con su tierra argentina. Existe, por ello, una lucha espiritual que Sábato quiso aprisionar en las páginas de esta valiosa obra. Y se detiene en el hecho de que, en pocos años, se hubieran concentrado en la ciudad cinco millones de nuevas personas, lo que - según él - crea colisiones que aparecen con cariz conmovedor. 

 Esta novela se acerca a un mundo real y beligerante. Sábato consideraba que su libro es amargo. A los argentinos – dice - nos acostumbraron a pensar que nuestra situación era admirable. Llena de sonrosadas perspectivas. Que estamos ante una situación estable, sin duras experiencias. “Todo eso se ha roto a medida que ha nacido la insatisfacción mental, cuando ha aparecido un profundo desapego por las fórmulas establecidas... Por eso mi novela sacude; por ello mismo desgarra”.

 “No es mi novela un libro bello en el sentido de que sea "agradable", para leerlo como pasatiempo. Al contrario, es violento y cruel, como la angustia que nos traspasa. Es una aproximación fiel a este tormento agónico”.

 El escritor y crítico Agustín Rodríguez Garavito afirma, en relación con esta novela:

 "Hay en ella desdoblamientos, reencarnaciones, neblinosos fantasmas de la conciencia, estados de alma inverosímiles, metempsicosis alelantes, desarraigo del ser para flotar en otros mundos. Pérdida y reencuentro de la memoria. Laberinto de ciegos, lechuzas de ojos vidriosos. Existencialismo y nadaísmo, oquedades infinitas, almas muertas y sepultadas en la caverna. Los instintos girando en nebulosas de sueños. Un mundo ingrávido, en el cual nuestro pensamiento larvado adquiere inusitadas capacidades clínicas para hacer la disección de nuestro pasado y el de las generaciones cuya sangre petrificada es hoy ceniza inútil... Temas que Sábato domina con insigne maestría y con un lirismo de finísimas esencias".

 Y uno de los más interesantes libros de ensayo de Sábato es "El escritor y sus fantasmas". Ya en un libro anterior: "Hombres y engranajes", había enfocado la crisis del hombre contemporáneo. Ahora, en este libro retoma el tema y lo lleva a sus más altas premisas y a sus más audaces consecuencias.

 “En El escritor y sus fantasmas"

 En esta obra enfoca la crisis del siglo XX desde y para la literatura, desde y para el arte”. “A través de un análisis histórico de la civilización occidental y del reflejo de esta en la creación artística, Sábato llega a la misma conclusión de Herbert Marcuse (ideólogo germano-estadounidense que escribió el polémico libro "El hombre unidimensional"), y más o menos a la misma salida de salvación: la necesidad de un radical cambio de valores, una nueva y sana actitud ante la vida...”.

 Sábato afirma que “el marxismo se preocupa por el hombre en un aspecto, conserva aún el fetichismo científico de los otros sistemas, y que por lo tanto trajo consigo su propia enajenación: arrojó al individuo a la masificación, despojándolo de sus atributos concretos. Y que, tanto en un lado como en el otro, la ciencia seguiría cavando aquella remota diferencia del hombre y su mundo externo: seguirá diseccionándolo todo con el arte sutil de un bisturí invisible: la razón”. 

 Y prosigue Sábato: “De este lado, las pasiones; de ese otro, las ideas puras. Y como lo importante es el mundo externo desprovisto del universo subjetivo de las emociones y los ambiguos deseos, los dioses y los mitos fueron también relegados. En su reemplazo estaba ya, omnipotente y autosuficiente, la máquina, la expresión máxima del dominio del hombre sobre la naturaleza”. 

 Paralela a la descarnada historia del hombre dominado por el dinero y la razón, Sábato habla también de su rebeldía ante la gran maquinaria, la de su única manifestación salvadora: el Arte.

 “Expresión ambigua y desgarradora, pero la única capaz de redimir al hombre de querer ser el dios del cielo que con tanta arrogancia quiso construir con el fuego y con las manos, con su puro intelecto y sus olímpicas ideas platónicas, despojándose fría y científicamente de lo que es más rico en él: sus sentimientos y pasiones”. 

 Y ¿por qué el arte?

 “Porque este se alimentó de la fantasía y no se dejó corromper por el poder de la razón y las prohibiciones, los tabúes. porque se mantuvo en esa región intermedia entre el intelecto y los estremecimientos de la carne, entre el cielo límpido, sin manchas, del espíritu y el oscuro y gelatinoso laberinto de las emociones, porque siempre vivió en el alma, porque nunca intentó dividir al hombre, sino, al contrario, totalizarlo, unir los fragmentos dispersos por el análisis y la lógica científica”. Esa sed de totalizarlo se da más que todo, según Sábato, en la novela.

 (Texto de apoyo: “Sábato y el hombre unidimensional”, Eligio García Márquez).

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