domingo, 14 de marzo de 2021

MANUEL MEJÍA VALLEJO, NUESTRO GRAN ESCRITOR ANTIOQUEÑO

 

MANUEL MEJÍA VALLEJO,

 EL CONOCEDOR DE LA IDIOSINCRASIA ANTIOQUEÑA

 

 

Lucila González de Chaves

Lugore55@gmail.com

“Maestra del idioma”

 

Hace cuarenta años fue recibido con éxito y regocijo el libro El viento lo dijo del brillante escritor antioqueño nacido en Jericó (1923 - 1998). Periodista de profesión fue entrevistador, columnista, supervisor de radio y director de imprenta; y, con excelencia, un catedrático de las letras en la Universidad Nacional (Medellín) y colaborador de varias publicaciones: El Pensamiento Colombiano, Ediciones la Tertulia, periódicos El Tiempo y El Espectador de Bogotá. Fundador y mantenedor de talleres literarios, con exclusividad, en la Biblioteca Pública Piloto.

Excelente narrador especialmente en esa valiosísima saga La casa de las dos palmas, relato novelesco que abarca las vicisitudes de varias generaciones de una familia. Por tan extraordinario relato, nuestro escritor antioqueño recibió el premio “Rómulo Gallegos”.

Obras de mucho éxito entre los buenos lectores y los críticos literarios: Tiempo de sequía, El cielo cerrado (colecciones de cuentos); las novelas La tierra éramos nosotros, Al pie de la ciudad, El día señalado.

Esta última novela citada se destaca porque los personajes están presentados con un vigor incomparable en la palabra y una hondura que lo acreditan como el autor “buzo de las almas”.

El día señalado es novela que reproduce el ambiente de la violencia en el pueblo de Tambo (nombre ficticio) en donde, a pesar de la cristiana manera de ser del señor cura párroco, no hay tranquilidad; las gentes están llenas de vicios e impera la pasión de la venganza. Algún crítico de su época lo catalogó como el novelista de la complejidad del alma nacional. Por esta obra sobresaliente de la narrativa recibió el premio “Nadal” de España.

Entre sus últimas producciones está Aire de tango; en esta obra Mejía Vallejo recrea buena parte de la ciudad de Medellín, la más concurrida en su tiempo por poetas, escritores, críticos, y en donde podían verse y apreciarse claramente los caracteres y costumbres de los habitantes de Medellín, y muy especialmente la preeminencia del tango en todos los sectores urbanos. 

Al evocarlo como un gentil hombre-amigo, dueño de la más extraordinaria capacidad de encantar con la palabra hablada y escrita, lo destaco como un gran poeta. De su hermoso libro de décimas El viento lo dijo, transcribo algunas de ellas:

 

 El pasado es un invento

De quien no quiere morir:

Nunca deja de fluir

Lo que fuera en su momento.

Si se empieza un movimiento

No terminará jamás,

Y con él siempre andarás

Así tu cuerpo rehuyas;

Quieras o no, las tendrás.

 

Algún día fallarás

Corazón de ritmo lento,

Fracasado en el intento

De vivir edad atrás.

Por donde camine, irás

Rezumando en las auroras

El zumo con que me llora

Tu caminar, detenido

Entre el amor y el olvido

Que van marcando mis horas.

 

Que vivir es ir muriendo

Nos lo repite la muerte:

Está escrita la partida

Desde que íbamos naciendo.

Hace mucho lo comprendo

Por bien o mal de mi suerte,

Que la vida se nos vierte

En enseñanzas agudas;

Pero, preguntan mis dudas

Qué nos enseña la muerte.

 

Las anteriores décimas pertenecen a la primera parte del libro citado (Ediciones Literatura, Arte y Ciencia. Universidad de Antioquia, 1981). Esta primera parte tiene por título “Al nacer vino la muerte”. La segunda parte es “Intermedio para el amor”.

De esa segunda parte transcribo:

 

Por tanto cantar la pena

Llegué a olvidar el amor;

Y en esa pena el agror

Del amor y su cadena.

Puede ser que lo que suena

Disuene en mi eternidad,

O el silencio sin edad

Aturda en la noche sola

- contra un mar de  vieja ola –

 Esta sola soledad.

 

Amor decían sus manos

Y el claror de su mirada:

Amor su voz apagada

Y sus deseos tempranos.

Que siempre fueron hermanos

Sus sueños y su sonrisa

Cuando amábamos de prisa

Con rienda suelta al amor,

Y en el amor el dolor

Del fuego que nadie atiza.

 

La tercera parte del libro tiene como título “Recordará el olvido”. Algunas de las décimas de esta parte son:

 

La voz de amor dice amor

Pero también su caída,

Como la palabra vida

Vive de muerte y temor.

Arde la llama al rumor

De lo que va clausurando

Solo por ir comprobando

Que vivir es alumbrar,

Y alumbrar es acabar

 De la luz que vamos dando.

 

El amor se hace recuerdo

De lo que amé sin sentido;

Mi vida es ya lo vivido

Mi ganancia lo que pierdo.

Sin embargo, estoy de acuerdo

Con la muerte en su reclamo:

Si el amor que siempre llamo

Trae son de despedida,

Está la canción vertida,

Sobre lo que amé y lo que amo.



 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario