“BÚSCATE
EN MÍ” - (frase de Santa Teresa de Jesús)
Lucila González de Chaves
“Maestra del Idioma”
Blog: lucilagonzalezdechaves.blogspot.com
De repente, leyendo a Santa Teresa, se le aparece a uno esta
frase: “búscate en mí”.
Cuenta la santa
doctora que una tarde, Jesús se la dijo muy quedo. ¿Sería para consolarla de su soledad interior
o de sus eternos padecimientos?
Para los que tenemos fe en Jesús, esta frase sobrecoge,
obliga a cerrar el libro y a reflexionar despacio, serenamente.
Producto de mis pensamientos es que:
Uno vive en su adolescencia y buena parte de la juventud y,
quizás, en la madurez, una primera etapa:
Se busca en los otros, en los que lo rodean y, al
encontrarse, lo que ve es una imagen de sí mismo, fabricada por alabanzas,
aplausos, abrazos, frases de amores pasajeros, compromisos sociales, académicos
y profesionales que desgastan.
Recibimos títulos
de inteligencia, de solidaridad, coronas de perfección, certificados de que
somos importantes y eficientes, lo que nos lleva al maligno sentimiento de ‘autosuficiencia’.
Con tanta palabrería, con tantos reconocimientos, con
tantos amores y tantas amistades, acabamos por no reconocer la verdad de
nuestra esencia, por no entender nuestra personalidad íntegra.
Cansados de todo lo anterior y a medida que se van
diluyendo y agotando tantos menjurjes amorosos, espirituales, sociales,
intelectuales, físicos, empezamos a buscar otro refugio: nos buscamos dentro de
nosotros mismos y comenzamos una segunda etapa.
Ir hasta el fondo de uno mismo es un desafío. Hay quienes
tienen miedo de encontrarse, de verse, de conocerse y ¡huyen! Acuden, entonces,
al ruido exterior – teléfono, televisión, equipos de sonido, conversaciones a
gritos, radio, redes sociales - para salir de la prisión amenazante de
encontrarse y conocerse a sí mismos.
Ir hasta el fondo de uno mismo es someterse a hallazgos
luminosos y a hallazgos oscuros. Solo la valentía y la verdadera humildad nos mantienen
firmes y dignos frente a ese claroscuro del alma: pasados amores, amistades,
compañerismos, éxitos que la gente aplaudió, rencores, desencantos, silencios y
olvidos; muy hondamente están las verdaderas manipulaciones nobles u oscuras que
todos nosotros, sin excepción, les hemos dado, algunas veces, a las palabras,
al comportamiento, a los aplausos, a los regalos, etc.
Queriendo poner orden por dentro, empezamos a pulir, a
limpiar, a desagraviar, y este último verbo nos retiene, porque tenemos que
desagraviarnos a nosotros mismos por tantas mentiras que nos hemos dicho y
creído; por no observar y valorar la calidad de nuestras virtudes.
¡Dolorosa la
remoción de la basura interior!
Hay basura de todas las clases: espirituales,
intelectuales, amorosas, sociales, religiosas, económicas, profesionales,
familiares….
La mayoría de las personas salen aniquiladas de aquel
“adentro”, de aquel examen íntimo, y sellan la puerta de entrada; prefieren
regresar a solazarse con lo de afuera, con lo que los demás dicen y hacen, con
lo inane, con lo que pasa presto, con la “insoportable levedad del ser”.
En momentos de profundo vacío de todo y del cansancio de existir,
en una tercera etapa, escuchamos esa VOZ:
” BÚSCATE
EN MÍ”.
Los católicos queremos “que Dios esté con nosotros”;
otros seres más evolucionados espiritualmente, se “buscan en Él”.
Pero el esfuerzo
de buscarse en Él los agobia y pronto están de regreso: unos se escudan en la
misantropía, otros en la filantropía, otros en el dejar pasar…...
Sigo pensando….
Creo que lo determinante, con perdón de la santa doctora,
no es buscarse en Él.
Tengo la certeza
de que siempre, y desde siempre, estamos en Él. Lo que necesitamos es ENCONTRARNOS
EN ÉL.
Y, encontrarnos en Él, es tener un alma enamorada, capaz
de sentirse abrazada por el Señor, consolada, educada, guiada, inspirada en Él,
de tal manera, que con verdad y con sinceridad y con mucha decisión de entrega,
podamos decirle y demostrarle, como el profeta Samuel le enseñó a contestar a
Elí cuando el Señor volviera a llamarlo:
“Aquí estoy,
Señor, para cumplir tu voluntad”.
….
El 15 de
octubre es la fecha consagrada a honrar la memoria y a conocer la obra de Santa
Teresa de Jesús, “la primera doctora de la Iglesia”, y su exquisita unión con
Dios, leamos su oración más conocida: «Solo Dios basta»
Nada
te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
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