FERNANDO VALLEJO EL EXPLOSIVO ESCRITOR ANTIOQUEÑO
Lucila González de Chaves
Maestra, escritora y periodista
Lugore55@gmail.com
Las obras del “sui géneris” escritor antioqueño Fernando Vallejo, quien ha cumplido ochenta años, se destacan por la fuerza demoledora de las palabras, por los temas de una dura realidad, por la contundencia de sus conceptos en relación con casi todos los temas: religiosos, sociales, familiares, educativos, sexuales, gubernamentales, etc.
Sus libros son volcanes que explotan con violencia y cuya lava arde y
quema en cada personaje, en cada circunstancia en cada acontecimiento.
Su estilo es tajante, a veces aplastante, aun en los libros que hablan
de su familia: muertes, separaciones, tendencias existenciales, formas de
convivencia, etc.
EL CUERVO BLANCO
En la lectura de este libro de Fernando Vallejo, uno va separando y destacando:
-Lo referente al sabio Rufino José Cuervo.
-La erudición del autor.
-Las serias disquisiciones lingüísticas de Vallejo.
-La peculiaridad de su lenguaje.
En lo referente a don Rufino José Cuervo, el autor nos presenta una vida gastada en función de dos aspectos:
-Su monumental obra: Diccionario
de Construcción y Régimen.
-Su copiosa correspondencia con amigos, familiares, libreros; etc.
¡Qué paciencia la de Vallejo para rastrear tan innumerables cartas y
para ubicar a los destinatarios!
En cuanto al Diccionario, creo
que nadie ha podido leerlo y estudiarlo tan detenidamente como Vallejo, al
menos las partes que dejó escritas don Rufino.
Con lupa para no dejar escapar nada y con escalpelo para sus disecciones lingüísticas, Vallejo entra en la obra de don Rufino y analiza agudamente muchos conceptos. Dice:
“Es un error creer que la gran obra de Cuervo, el “Diccionario de
construcción y régimen de la lengua castellana” sea un diccionario porque así
lo dice el título. No. Es una gramática. …, una gramática genial, como no ha
habido otra, con ocho mil doscientas cincuenta y siete páginas en sus ocho
tomos en vez de unos cuantos centenares en uno o dos, y dividida en tres mil
monografías de palabras ordenadas alfabéticamente en vez de las dos partes
tradicionales de la Morfología y la Sintaxis divididas en capítulos […] en subcapítulos y estos en parágrafos. […].
Un tratado de morfología, de sintaxis, de etimología, de fonética, de
ortografía y de semántica, el enloquecido “Diccionario” tiene que ver además
con la historia del idioma […]. Infinidad de citas sacadas de escritores de los
nueve siglos y medio de existencia de este idioma.
[…] el enloquecido inventario de
las principales palabras y su sintaxis en los nueve siglos transcurridos desde
que surgió del latín (…); entre citas de prosistas y poetas hay unas setenta
mil […]”.
Además, en este libro, expone con autoridad sobre: historia, geografía, arte, literatura, lingüística, etc.
De sus disquisiciones lingüísticas, cito:
1.-
“Busco en el Diccionario de la Real Academia Española la palabra estudiar, y tropiezo con la abreviatura tr., que significa verbo transitivo. Es el que tiene un complemento directo. Por ejemplo, en la frase ´mi hermano estudia medicina´; ´medicina´ es el complemento directo del verbo ´estudiar´. ´Estudiar´ es efectivamente un verbo transitivo. Pero en la primera acepción de esta palabra, que sigue después de la abreviatura tr., la Academia la define así: “Ejercitar el entendimiento para alcanzar o entender una cosa”.
“No da ejemplo de esta acepción, pero les doy uno: “Tu hermano es un zángano que ni trabaja ni estudia”. ¿Dónde está en esta frase el complemento directo de `estudia`? En ningún lado […]. Como no tiene complemento directo, ¿entonces es un verbo intransitivo, que son los que no lo tienen? ¿Además de poder ser transitivos o intransitivos los verbos tienen una significación absoluta? (…). Vamos a la segunda acepción:
“Cursar en las universidades u otros estudios”. Es tan desastrosa esta
definición que le ha de faltar algo por error de imprenta… Como la Academia
tampoco da un ejemplo de ella, pongamos uno: “Mi hermano estudia en la
universidad”. ¿Dónde está el complemento directo? En ningún lado, y por lo
tanto, el verbo se está usando en su significación absoluta. […]”
2.-
Son interesantes sus “porqués”:
“¿Y por qué ´lindo´ tiene superlativo, `lindísimo`, mientras que ´bonito´ no lo tiene…? ¿Y por qué […] el hijo que pierde a sus padres es huérfano, mientras que los padres que pierden al hijo no son nada (…)? ¿Y por qué ´limosnero´ en España es el que da limosna y en América el que la pide? ¿Y por qué hay tocayo de nombre, pero no tocayo de apellido? (…)”
3.-
En este su extenso libro (379 páginas) afirma que el idioma es un río
loco y borracho que se salió de su cauce…
Su lenguaje es irónico, hasta llegar al sarcasmo, irreverente, tierno
cuando se refiere a don Rufino José Cuervo, escatológico, cambiante, burlón, desafiante,
osado, cargado de humor negro. Ni aún en su erudición y fluidez lingüísticas
renuncia a la ironía ni a la burla.
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