lunes, 7 de junio de 2021

EN MEMORIA DEL PROFESIONAL Y ARTISTA LEONEL ESTRADA

 

A CIEN AÑOS DEL NACIMIENTO DE LEONEL ESTRADA

 

Lucila González de Chaves

“Maestra del idioma”

Lugore55@gmail.com

 

El 19 de junio de 1921 nació en Aguadas el importante artista Leonel Estrada, y en el año 2019, Medellín le dijo adiós al pionero de tantas actividades artísticas, al fundador de instituciones culturales.

Fue iniciador y director de las Bienales de Arte Coltejer en los años 1968, 1970, 1972; igualmente lo fue de la IV Bienal de Arte de Medellín (1981)

Un renombrado artista cuyas obras dan cuenta de la variedad de estilos y técnicas que dominó.

Fue un profesional de la odontología, la que desempeñó con ética, dedicación y destreza. En su consultorio en una de las bellas casas de la Avenida La Playa de Medellín, en donde tuvo por mucho tiempo su residencia, siempre estaba en función de servicio a sus pacientes. 

Recibió muchos reconocimientos por su labor artística, entre otros:

 De la Universidad de Antioquia, el título “Honoris Causa” como doctor en Artes.

De la Asociación Argentina de Críticos de Arte, el “Premio Latinoamericano a las Artes” en 1993.

De la Gobernación de Antioquia, el “Premio a las Artes y Letras”, en 1999.


Para conmemorar su preciada existencia, transcribo una carta que, en reconocimiento a su primer libro de versos, le escribí en 1975. En ese entonces, él tuvo la gentileza de pedirme que emitiera un concepto.

Y su esposa, María Helena Uribe, gran filósofa y escritora, enriqueció el mundo cultural de Medellín con su saber y con su valioso decir y escribir; además, me concedió su afecto y sus maravillosas palabras de estímulo, para que yo cumpliera mi propósito de escribir la Serie “Español y Literatura” (escribió el prólogo de uno de los libros integrantes de la Colección).

En su memoria,  transcribo la Columna que publiqué en el periódico El Mundo, con motivo de su muerte.

 

1.  “EL CAMINO SIGUE ABIERTO”

(Carta al autor)

 

 Doctor Leonel Estrada:

Gentilmente, usted me ha regalado su libro “El camino sigue abierto”, y con él, la petición de emitir un concepto.

A mi modo de ver, una característica de su poesía es la fusión de lo religioso con lo social; en todos los planos sociales usted se encuentra con Cristo.

Una demostración má de que ÉL no está ausente de nada ni de nadie en este siglo XX.

Los poemas con los cuales empieza su libro me confirman la idea que siempre he tenido: nuestra religión es una relación de amor entre Dios y yo. Nunca he sabido por qué complican tanto las cosas en materia religiosa, ni por qué hay que saber teología para hablar con ÉL y poder encontrarlo en todo cuanto nos rodea.

Con la simplicidad y limpidez de un Rabindranath Tagore, usted, doctor explica el proceso de encontrarlo:

“A Dios

             Hay que buscarlo

             Hay que encontrarlo

             Hay que amarlo”

(“El mensaje es el medio” – página 18)

 Sus poemas, entre ellos, “Perdona Señor”, nos dan la seguridad de que Cristo no tiene por qué estar ausente de nuestra vida y de nuestros espacios.

Usted menciona el póker, la Diners, el Volkswagen, y a través de ellos vamos adivinando la ternura y la humildad para recibir lo mucho que ÉL se ha dignado concedernos.

 Usted re-crea el mundo que nos rodea y que a fuerza de verlo y vivirlo lo hemos desestimado; nos recuerda, asimismo, cómo las pequeñas cosas de la vida se van llenando de nosotros, de lo que pensamos y sentimos…

También hay en sus poemas sátira, al menos me parece adivinarla en el poema “Por Parábolas” (pág. 31). Es una elegante y discreta lección para quienes no pueden compaginar su vida y sus bienes con el Evangelio. Y también, “Estadísticas” (pág. 35), es un poema que duele, pero que hace sonreír.

Su libro “El camino sigue abierto”, contiene poemas intimistas que nos llevan a los lectores hasta su corazón y sus pensamientos. Destaco: “Mientras vivimos” y “Me llevaré”.

Hay, igualmente, versos de exquisita ternura y gran sensibilidad como: “Contigo sin ti” y “Tú lo sabes”.

Doctor Leonel, para terminar, le diría que dos cosas llaman la atención en su libro. La presencia de Cristo en sus poemas y los teman que los inspiran; ellos, son las cosas elementales y simples, las cosas cotidianas: un automóvil, una calle, una llanta, una autopista, etc.

Y, además, me detuve en algunos versos que parten de lo externo y van hacia adentro; son un camino hacia la intimidad, hacia la reflexión como “Un poco cada día”.

Doctor, que a este libro sigan otros, porque debemos refutar con hechos la creencia de que el arte – especialmente la poesía – ha muerto. Y porque quienes como usted y su gentilísima esposa, la filósofa María Helena Uribe de Estrada, han sido signados con el don de la expresión, del arte, deben poner todas esas bellas manifestaciones al alcance de quienes queremos deleitarnos con todo aquello que de verdad alimenta el arte y fortalece el espíritu.

 Cordialmente,

Lucila González de Chaves

Medellín, diciembre de 1975

 

2.  MARÍA HELENA URIBE DE ESTRADA, 

Un mojón en la literatura antioqueña

 

Filósofa y escritora de brillante trayectoria.  Singular en sus ideas y en sus pensamientos.

En su producción literaria, su lenguaje filosófico y analítico no está recargado de formas y colores; y no lo está, porque su visión fue recatada, analítica, equilibrada.

Existen palabras con menor o mayor consistencia; hay lenguajes con mayor o menor tendencia a lo concreto o a lo abstracto, a lo formal o a lo informe, a la luz o a la sombra.

Cada escritor tiene, por decirlo de algún modo, una “paleta” de tonos, sentires y pensares, de visiones con sus correspondientes elementos lingüísticos estructurales, que revelan su interioridad.

De ahí nacen los estilos, las escuelas, los movimientos literarios.

María Helena es un ejemplo de ese especial lenguaje, de esa exclusiva manera de escribir que la hace mucho más profunda. Su visión estuvo profundamente correlacionada con su mundo de análisis y reflexión, y su expresión literaria orientada hacia la perfección estética.

En su obra Polvo y Ceniza, una “invitación a conocerse a sí mismo”, adivinamos a la escritora que olvida influencias y modalidades. Obra afortunada por el elemento imaginativo y la inquietud pensante. Sin necesidad de recurrir a inútiles complicaciones retóricas, ni a metáforas violentas, nos entrega una obra que es la fusión del mundo realista, de la imaginación y de los sentimientos.

Tengo en mis manos un ejemplar de la primera edición con esta dedicatoria: “Para Lucila González de Chaves con gran admiración por el entusiasmo que sabe comunicar a sus alumnos, fruto de un convencimiento y gran dominio de las letras. Cordialmente. María Helena Uribe de Estrada. 1969”. Carátula de Leonel Estrada; el artista y profesional que fue su esposo.

El epígrafe de Polvo y ceniza, es: “…yo que soy polvo y ceniza”. (Génesis XVIII – 27), y la introducción, realmente sugestiva:

“Apareció una noche… Se acercó tan suavemente, que la creí humana. Los fantasmas llegan con ruidos de cadenas: Tienen complejo de seres incorpóreos… Habría supuesto una visión celestial, pero no le vi una pureza intachable. Tampoco era diabólica…”

En esta obra de María Helena Uribe son también originales y atrayentes los títulos de sus capítulos: Grieta en el amor; Grieta en la aridez; Grieta en la maternidad; Grieta ante mí misma; Grieta en el tiempo; Grieta en la noche; Grieta en los libros.

Al respecto, el escritor Javier Arango Ferrer afirmó: “Está muy bien empleada la palabra grieta. Por ella se escapan de pronto los entes de la angustia, cuando la seguridad de un gran amor los hace aparecer ajenos como herencias recibidas sin nuestra voluntad”.

Susana, Javier y sobre todo, Cristina, y también el alma de las cosas, el vacío, las evocaciones, el vivir y el morir son personajes de alta valía en esta obra.

El filósofo Fernando González, al conocer dicho libro, le dijo: “usted es tenaz en agotar las palabras, en bombardear las imágenes”.

“En María Helena adquieren nuevas dimensiones del tiempo, el amor y la muerte”. (Gonzalo Restrepo Jaramillo).

Recordemos que María Helena fue la mejor intérprete de su gran amigo, el maestro de “Otraparte”, Fernando González, por ello, la Universidad Pontifica Bolivariana en su Colección “Rojo y Negro”, en el número 57, Medellín, 1968, publicó los ensayos de María Helena con el título de Fernando González y el Padre Elías.

Al leer la presentación que de la autora hace la casa editora, encontramos estos conceptos:

“… María Helena Uribe de Estrada, indudablemente una de las pocas prominentes mujeres que actúan hoy en el ámbito intelectual de Antioquia”.

“No creía yo que hubiera en Colombia una mujer capaz de enfrentarse al “problema Fernando González” con tanto conocimiento y tanta lucidez”. (Alfonso Bonilla Aragón).

Otras obras de nuestra escritora son: Reptil en el tiempo. Grieta en Navidad. El cáliz. El viajero que iba viendo más y más.

Fueron y son importantísimos sus conceptos emitidos al prologar uno de los libros integrantes (el Octavo), de mi colección didáctica “Serie Español y Literatura”. Transcribo algunas de sus ideas porque son intemporales:

“Los textos de doña Lucila son tan eficaces que un joven o cualquier adulto deseoso de emplear bien el idioma y de adquirir cultura, puede estudiarlos por sí mismo con la ayuda del diccionario, de su inteligencia y su buena voluntad. Para el profesor estos libros son sabios conductores en el difícil arte de planificar una buena clase de español y literatura.

Son textos que dan pautas para el buen leer, el bien hablar, la clara comprensión de las palabras, la expresión del pensamiento. Dan magníficas ideas para una forma adecuada de estudio y asimilación de conocimientos aplicables a cualquier materia que sea. Dan lugar al trabajo creativo, a la investigación, al discernimiento personal. 

Los libros de doña Lucila son textos que enseñan a vivir, a comunicarse con sus semejantes, a ser agradables para los demás en materia de dicción, tonalidad, conversación y relaciones humanas. Destaco los innumerables talleres o ejercitaciones que son la instrumentación para el trabajo de los alumnos. Así, ellos logran el éxito en su aprendizaje porque, hacer, descubrir, aplicar, experimentar, sufrir la acción, es APRENDER”.

¡María Helena Uribe de Estrada (1928 – 2015), nos duele tu muerte!

 

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