sábado, 28 de noviembre de 2020

PRESENTACIÓN DE LA TESIS DE GRADO DE UNA PERIODISTA DE upb-

  

Lucila González de Chaves,

Maestra en el buen decir de la palabra

 

PRESENTACIÓN DE LA TESIS

 

Por Laura Marina García Ramírez- periodista UPB

 

Lucila González de Chaves, maestra en el buen decir de la palabra es la historia de una vocación. De cómo desde la cuna la motivaron a ser maestra. Es una herencia intelectual y espiritual: De la mamá y de su recordadísima tía Maruja. 

La constante de maestra le marca un sello de autenticidad. Aristóteles decía que la felicidad del hombre está en hacer lo que realmente le gusta y la vocación demuestra que el personaje está donde quiere estar. Es lo que es, lo que le dicta su vocación.

Este sello de carácter está complementado por muchas otras actividades que indican multiplicidad de facetas dadas por sus distintos roles en la vida social. Doña Lucila tiene –como cualquier otro ser humano- una multiplicidad de roles, pero el que verdaderamente predomina es el de maestra. Eso se repite una y otra vez como el tema central. En una obra sinfónica hay un tema central que es el principal y hay variaciones alrededor del tema. Sucede lo mismo en el caso de la historia periodística: Las facetas de su personalidad son variaciones alrededor de un mismo eje.

De ahí que para la elaboración de este trabajo de grado escogí, en el siguiente orden, cinco momentos de su vida:

-Infancia de la maestra: Cómo se formó, qué papel cumplió la lectura en sus ratos libres.

-La juventud, el bachillerato, la maestra y la universitaria.

-La plenitud de su vida profesional: Autora de textos didácticos, conferenciante, vigía del idioma.

-Su reconocimiento público y social.

-Y finalmente un quinto momento: Su edad otoñal, su reposo. Doña Lucila todavía produce y su reposo es más bien activo que pasivo, como pude comprobarlo mediante la investigación de fuentes personales y documentales.

Mi interés por Lucila González de Chaves viene de atrás. De cuando me encontraba en cuarto de bachillerato y sentía una curiosidad enorme por saber quién era de verdad la autora de los textos de español y literatura que tanto me atraían en el Colegio.

En esa época no contaba con la fortuna de conocerla en persona. Ni siquiera había visto su fotografía.

Me preguntaba: “Cómo será físicamente. Cómo pensará, cómo será su vida. Cómo habrá hecho para llegar al punto donde está”.

Cuando al fin la tuve cerca me impresionó su erudición. Aquélla primera vez fue a finales del decenio de los noventas, en una de las sesiones del Café Literario de El Colombiano, en que hablaba, con esa propiedad que la caracteriza, sobre Gabriela Mistral.

En undécimo grado leí a Momo de Michael Ende, por completo. Y como es lógico me pusieron a hacer un ensayo analítico sobre la obra, con su argumento, personajes principales y secundarios y el contexto de la protagonista en relación con aquéllos hombres grises que se empeñaban en robarle el tiempo a la pequeña Momo.

Al terminar acudí a doña Lucila y ella con mucha amabilidad y apertura me atendió en su casa del barrio La Floresta.

Me habló de la tortuga Casiopea, de Momo y los hombres grises y me dio una descripción de la psicología de cada uno y de las connotaciones sociales que el autor se proponía con esta novela de ficción.

Al pensar en el periodista como guía de perplejos en una sociedad donde casi siempre se destacan los antivalores, es muy importante que el periodismo cumpla una función orientadora. Parte de esa función consiste en mostrar en forma ponderada personas paradigmáticas, sin llegar a la exaltación. “Por sus obras los conoceréis”, dice el aforismo. Hay personas que merecen justo reconocimiento social como doña Lucila. Ella trabaja con lo intangible de la formación de juventudes, como se ha percibido a lo largo de generaciones.

En este trabajo no pretendí calificar a la protagonista y su obra (y en el texto procuré sostener un tono ponderado), sino ponerla a consideración de los lectores para que ellos a su vez la interpreten, conozcan las diversas facetas de su personalidad y comprendan por qué en realidad reúne méritos y ejecutoria suficientes para que se le considere como ejemplo.

He querido demostrarlo de principio a fin, con objetividad razonable a lo largo de los cinco momentos ya enunciados: Sin llegar al culto a la personalidad, sin hacer un panegírico de su vida. Pero consciente, claro está, de que el periodismo tiene una misión muy importante en la orientación de la sociedad hacia la justipreciación de valores humanos, de personajes esenciales, como se demostró a fines de 1999, cuando los dos periódicos de Medellín y la Cámara de Comercio realizaron una consulta popular para destacar a los personajes del Siglo Veinte en Antioquia. A propósito, doña Lucila figuró entre los nominados en el campo de la educación.

Maestra en el buen decir de la palabra es una biografía, con la metodología y la técnica de la historia periodística destinada a publicarse en libro y con un acento literario, sobre la vida y obra de Lucila González de Chaves, a quien se ha distinguido como uno de los valores regionales contemporáneos.

Es una historia periodística y reúne todos sus elementos constitutivos: Los hechos que componen la noticia, la explicación del reportaje, la narración y la descripción de la crónica, el protagonismo, semblanzas y diálogos de la entrevista y para completar, las imágenes y textos de apoyo. El texto periodístico posibilita la presentación de un contenido histórico en forma literaria.

Dice la gran escritora autora de las “Memorias de Adriano”:

“Tomar una vida conocida, concluida, fijada por la historia –en la medida en que puede serlo una vida-, de modo tal que sea posible abarcar su curva por completo, más aún, elegir el momento en que el hombre que vivió esa existencia la evalúa, la examina, es por un instante capaz de juzgarla... Hacerlo de manera que ese hombre se encuentre ante su propia vida en la misma posición que nosotros”. (Marguerite Yourcenar, Las Memorias de Adriano).

 

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