PERFIL ÉTICO-PEDAGÓGICO DEL
MAESTRO DEL TERCER MILENIO.
Lucila
González de Chaves
lugore55@gmail.com
Hace un
tiempo aparecía en alguno de los periódicos una tira cómica con el título de
“Artemio”. Los personajes eran: el hijo de Artemio, un intelectual, adolescente
comprometido y demasiado serio; su interlocutor, alguno de sus compañeros. Este era el diálogo:
Compañero: ¿Qué te sucede?
Hijo de
Artemio: No me siento bien. Tengo problemas éticos.
Compañero: Y
¿tanto te afecta?
Hijo de
Artemio: Sí… ¿Tú nunca has tenido problemas éticos?
Compañero: No, yo tengo muy buena salud… es más, ni sé dónde queda la
ética.
Si
reflexionamos un poco sobre este texto de la tira cómica, encontramos lo
siguiente:
l. La explicación del compañero del hijo de Artemio
es la verdad actual de nuestra sociedad, de muchos de nuestros gobernantes, de
nuestras familias, de cada uno de nosotros.
2. El concepto de ética es impreciso para la
mayoría de nosotros, o acomodaticio.
3. Muchos ciudadanos
colombianos han llegado maliciosamente a no asumir la semántica de la palabra
ética, porque hay algo que caracteriza a esta sociedad contemporánea, y es que está
constituida por individuos incomprometidos y facilistas.
4. Otros, llamados a hacer historia, a crearla
y a orientarla, hablan mucho de ética pero no la practican, no saben “dónde
queda”, como le pasa al amigo del hijo de Artemio.
5. Pensemos que la ética debe estar, tiene que
estar en lo personal y en lo profesional para que exista, entonces, una ética colectiva.
Alguna corriente filosófica sostiene que la ética debe mirarse desde dos
aspectos: el práctico, que tiene mucho que ver con los actos humanos en cuanto
al obrar consciente y libre; y el aspecto normativo, en cuanto a la regulación
de los actos humanos.
Este tercer milenio tiene que ser una nueva sociedad,
cuyas posibles características sean:
l. Los hechos más significativos estarán
jalonados aún más por la ciencia y la tecnología.
2. Los jóvenes seguirán siendo rebeldes y no creerán
ya en tantos esquemas culturales heredados del pasado; para ellos está marchito
y agotado lo que para nosotros ha tenido vigencia histórica.
3. La velocidad es especial vivencia de poderío.
Presionar el acelerador significa dilatar la personalidad y sentirse
trascendente.
4. La nueva sociedad no creerá en las
generaciones que le precedieron, porque no supieron organizar un mundo
satisfactorio.
5. Una sociedad de audacia y de energía, que en
su empuje querrá disolver formas viejas
de vida y pensamiento.
6. Una sociedad cuya principal crisis, quizás,
se halle en la perplejidad frente a la elección de los valores.
7. Nuevas expresiones en la relación del hombre con sus semejantes y con las ideas. Al maestro
le corresponde una estructuración sólida del individuo para evitar los
desplomes de la familia, de la sociedad, de los gobiernos, de la cultura.
Estamos
viviendo el “boom” de la pedagogía: nunca se había hablado tanto de ella como
en la actualidad; hoy se siente más la necesidad de mejorar, de renovar los
métodos y las técnicas para el proceso enseñanza-aprendizaje.
Para aplicar con
acierto esos procesos pedagógicos, el maestro necesitará – no llamativas y
modernas edificaciones - sino un comportamiento, un carácter cuyas
especificaciones deberán ser:
l. No podrá buscar la ética fuera de sí mismo;
la ética viene de adentro, está dentro de cada uno de nosotros.
2. Deberá tener como soportes de su existencia
la reflexión, el compromiso, la dignidad, la entrega.
3. Cultivará con ahínco la comprensión y la
asesoría, para que sea posible la pedagogía del amor sin hipocresías ni
intereses personales.
4. Tendrá que estructurar de nuevo el concepto
de libertad, la cual solo sirve para entenderse con los demás, respetarlos, tenerlos en cuenta
y poder así, convivir en paz.
5. Hoy, invade a algunos maestros la angustia
de no poder precisar la nueva imagen del hombre del mañana. Quizás esta crisis
tenga una solución: no permitir en el presente la desintegración de la
personalidad del alumno.
6. El maestro tendrá que dar testimonio de una
vida comprometida, no de una vida montada simplemente en el esquema de
facilitar el paso de la existencia de los demás, por el amor al dinero y la
satisfacción personal.
7. Deberá reaprender que los alumnos no pueden
vivir junto a su maestro una atmósfera de falsedades, incumplimiento, protestas, contradicciones. No podrá ocurrir, porque
ello significa para el alumno absorber deshonestidad, desamor, descuido,
desamparo, angustia, baja autoestima, inconformidad no precisada, lo que lleva
al matoneo, al suicidio, a la droga, etc.
8. Los técnicos y tecnólogos serán
absolutamente necesarios en este tercer milenio; pero, el maestro ha de saber
que solo él es quien despierta la inteligencia moral, la inteligencia ética, al
decir del sabio pensador Krishnamurti; y para realizar esta tarea inmensa, debe
estar libre del deseo de poder, de posiciones, de coacciones sociales y
políticas; sólo así podrá crear una nueva cultura, una nueva civilización.
9. El maestro de este nuevo tiempo, a la par
que erudito, tendrá que ser sabio: aprender él mismo y enseñar a sus alumnos a
aprender, a pensar con claridad y sin prejuicios para que no sean interiormente
esclavizados, temerosos, resentidos.
10. Sentir la necesidad de tener armonía
espiritual, sensibilidad a la belleza; esto solo se logra si el maestro se da
cuenta de la humana confusión que hay dentro de cada uno de sus alumnos, niños
y jóvenes; cuando se da a la tarea de buscar hasta descubrir lo que requiere
cuidado, orientación, afecto, consideración.
11. El maestro tendrá cuidado para que su
autoridad no entre en crisis; por tanto, vigorizará algunos soportes como: exigirse a sí mismo lo que exige en los
demás; tener sobriedad y prudencia en el ejercicio de la autoridad, no hay que
confundirla con el autoritarismo; dar mucha importancia a lo positivo; tener
claridad en las ideas, ser consecuente con ellas y expresarlas en un lenguaje respetuoso,
preciso y adecuado; fomentar un clima de confianza para que la comunicación
sincera sea un factor liberador de los problemas académicos, emocionales y, por
sobre todo, los éticos.
La nueva pedagogía
del maestro de este tercer milenio tendrá que:
l. Encontrar un sentido a la historia personal
del alumno y a la historia colectiva para evitar en las jóvenes generaciones la
sensación de desamparo.
2. Colaborar para que la nueva sociedad entienda
que es, por lo menos, absurdo vivir solo de ciencia; que es necesario ir
construyendo el futuro (“el futuro es la esperanza”, dice el escritor Darío
Ruiz Gómez) con el adecuado manejo de la creatividad para ir alimentándolo
fielmente.
3. Encontrar la manera de cambiar la mentalidad
heredada de la modernidad, que creyó que el hombre podía vivir sin asideros
espirituales y afectivos, que son los que sujetan y estructuran.
4. Enseñar y demostrar que en el despliegue de
la existencia, todos estamos obligados a trascender; los alumnos sabrán,
entonces, que la “trascendencia es la afirmación de la existencia”, según
Krishnamurti.
5. La técnica y la tecnología mejorarán aún más las condiciones de vida del
hombre; pero, no será conveniente permitir que ellas anulen en nuestros alumnos
muchas de las otras capacidades del espíritu, entre ellas la creatividad en
todos los campos, la búsqueda de ideales, etc.
6. Es necesario que cada alumno vaya formándose
una visión integral de la vida; sin ella la pedagogía tendrá muy poca
significación. Un pensador dijo: “¿De qué
sirve instruirse si en el proceso de vivir nos estamos destruyendo?”
Termino
con las palabras del sabio Krishnamurti:
“Tan sólo el amor y el recto pensar producirán la verdadera revolución,
la revolución interna en nosotros mismos […]. Cuando no estamos en conflicto
con nosotros mismos, no estamos en conflicto con lo demás. Es la lucha interna
que se proyecta hacia afuera la que se convierte en conflicto mundial.”
(NOTA: Estos
apuntes fueron escritos en el año 2005, para una conferencia. Como creo que
tienen vigencia, por eso están publicados en este blog y en el periódico EL MUNDO de Medellín).
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