MÁS ALLÁ DE LO
GRAMATICAL DE LOS DIMINUTIVOS
Lucila González de
Chaves
Maestra, escritora y
periodista
Un amigo me llamó para decirme: “leí tu articulito en el periódico”.
Me quedé pensando en el vocablo “articulito”.
Me recordó una frase que me dijo mi profesor de literatura cuando yo tenía
quince años y cursaba mi bachillerato pedagógico.
Con
toda la pedantería adolescente del caso, le pedí que me revisara una de mis
poesías. El profesor, mirándome fijamente, me contestó: “Leí su poemita”. El “ita” no me permitió preguntarle nada,
pero me quitó para siempre mi vocación y aptitudes de poetisa.
_________
El DRAE dice: “Aplícase la voz ‘diminutivo’ a los vocablos que disminuyen o menguan
la significación de los positivos de donde proceden. El diminutivo indica merma
o menoscabo de una cosa, tanto en lo físico como en lo moral”.
Pero… si la disminución se refiere solo al
tamaño, no se podrían formar diminutivos abstractos. Sería un error (y no lo
es) decir: ‘vidita’, ‘almita’, ‘sueñecito’.
Quien usa el diminutivo quizás piense que la
pequeñez es una condición merecedora de menosprecio; en ese caso, el diminutivo
se vuelve despectivo (despreciativo).
Podemos pensar también, que quien usa el
diminutivo considera que dicho sustantivo (del que salió el diminutivo) merece
nuestro amparo, nuestro cariño, nuestra protección (mi muchachito, mi amiguito,
mi camita, mi almuercito)
______________
Dice el gramático y lingüista Martínez
Amador: “el castellano está tan lleno de
diminutivos que, si se emplean sin reflexión y sin compromiso, caen en el
ridículo”.
Pensemos en este siglo XXI, cargado de extrañezas en el lenguaje, las costumbres, la poesía, la educación, el arte, la familia, las modas, la política, el poder etc.; y recordemos esas boberías y ridiculeces que a veces nos toca escuchar: al entrar a un almacén, nos dicen: ‘¿En qué podemos servirle, madrecita?’. Al tomar un taxi, el conductor pregunta: ‘¿A dónde la llevo, mamita?’. En una farmacia, el jovencito dice tiernamente: ‘Ese producto no lo tenemos, amorcito’.
____________
Otras veces, el diminutivo encierra un matiz
ponderativo (elogioso) o peyorativo (desfavorable), que lo pone casi a la altura
de un aumentativo. Ejemplo: la expresión que se dice al amanecer, cuando la
noche estuvo “oscura”, amargada por dolores físicos o morales, o por causa del
ruido “súper” que los vecinos han puesto en marcha para hacer desaparecer el
sueño: ‘¡Qué nochecita!’ Por un lado,
pondera el disgusto sufrido y por el otro, esa frase es absolutamente
peyorativa.
_____________
En los
diminutivos, el ser humano suele esconder su falsa humildad o su poca capacidad
de pensar mejor; es
cuando dice: necesito una casita; estoy esperando un trabajito. Tengo una
finquita, me compré un carrito (falsa humildad)
Pienso que, si le pide a la vida una casita,
una “casita” tendrá; si espera un trabajito, un “trabajito” le llegará. Debiera
desear, pedir, luchar por tener ¡una casa!, ¡un trabajo!
Por qué los amigos le cuentan a uno: leí un librito; me fue bien en el paseíto; te voy a acompañar un ratico; está muy linda la finquita; trabaja en una escuelita, te traje una bobadita, etc.
¡Nos
estamos volviendo muy pequeños con ese “habladito”!
No hay comentarios:
Publicar un comentario