- MIGUEL
DE UNAMUNO O LA VIDA INQUIETA Y ANHELANTE
Lucila González de Chaves
lugore55@gmail.com
(Hace poco se cumplieron ochenta años de su muerte)
Unamuno es vasco. Quiere ello decir: reflexión
fría, observación despiadada, beligerancia, lenguaje directo. No maneja el
humorismo; solo sabe de sarcasmos.
Nació en
Bilbao en l864. Enseñó griego en la Universidad de Salamanca, de la cual fue
también rector, pero por motivos políticos –se opuso a la dictadura de Primo de Rivera - lo desterraron a la isla de Fuerteventura
(Islas Canarias). En l930, terminada la dictadura, regresó a España y fue de
nuevo rector de Salamanca hasta l936, año en que murió.
Veía
Unamuno que era urgente remediar los
males nacionales causados por el llamado
DESASTRE en que España perdió las últimas posesiones de ultramar (Cuba,
Puerto Rico y Filipinas). Por ello estudió en profundidad la literatura, la
historia y la geografía nacionales. Con gran valor enfrentó las realidades
políticas, sociales y religiosas de su tiempo. “Es la personalidad más recia de
su generación” ha dicho el ensayista Guillermo Díaz Plaja.
Su
producción:
Obras
filosóficas: El sentimiento
trágico de la vida, La agonía del
Cristianismo, Vida de Don Quijote y Sancho.
Novelas
que él llamó “nivolas”: Amor y Pedagogía,
Abel Sánchez, Niebla.
Obras
dramáticas: Raquel encadenada, El
hermano Juan, Sombras de Sueño, Soledad.
Obras de
tipo ensayo: En torno al
casticismo, Por tierras de Portugal y España,
Andanzas y visiones españolas.
Obra
poética: el soneto De Fuerteventura a
París; el poema El Cristo de Velásquez; y
su libro de versos, Rosario de sonetos
líricos.
Unamuno, filósofo
En sus
obras filosóficas se plantea cuál es el
sentido de la vida y qué le aguarda al
hombre después de morir. Dice: “La cuestión es saber qué habrá de ser de mi
conciencia, de la tuya, de la del otro y de la de todos, después que cada uno
de nosotros se muera.”
El sentimiento trágico de la vida : Desde el punto de vista ideológico, es una obra fundamental. Plantea
el tema de la inmortalidad y el conflicto entre la razón y la fe, entre la
lógica y la vida, entre la inteligencia y el sentimiento. Los seres humanos no
podemos conciliar estos aspectos; por tanto, en esa imposibilidad radica el
sentimiento trágico de la vida.
La agonía del Cristianismo: (él toma la palabra agonía en su sentido etimológico de lucha). Dice: “Agoniza el que vive luchando, luchando
contra la vida misma; y contra la muerte. Es la jaculatoria de Teresa de Jesús:
‘Muero porque no muero’. Lo que voy a exponer aquí es mi agonía, mi lucha por
el cristianismo, la agonía del cristianismo en mí, su muerte y su resurrección
en cada momento de mi vida íntima”.
Este libro es uno de los más conturbados, más personales
y dramáticos de Unamuno. Fue escrito en 1925, después de que el autor fue rescatado
de las Islas Canarias por un barco francés que lo llevó a Francia y en donde un
Monseñor de la Iglesia Católica le pide que escriba un libro para el archivo: “Cristianismo”.
Don Miguel
expone su posición espiritual: el desasosiego y la inquietud son la base de una
auténtica vida religiosa. Por eso lee con pasión a todos los místicos, a Pascal y, sobre todo, a Kierkegaard.
Unamuno,
como los de su Generación (la del 98 -1998), no fue un católico practicante.
Uno de sus
conceptos es:
“No me cansaré de repetir que lo que más nos une a los
hombres unos con otros son nuestras discordias. Y lo que más le une a cada uno
consigo mismo, lo que hace la unidad íntima de nuestra vida, son nuestras
discordias íntimas, las contradicciones interiores de nuestras discordias. Sólo
se pone uno en paz consigo mismo, como Don Quijote, para morir”.
Para
Unamuno el modelo de la vida ideal es Don Quijote; por eso hizo del quijotismo
una religión, lo que es el eje conductor de su obra Vida de Don Quijote y Sancho.
Don Miguel
no nos explica qué es el dolor, la moral o la vida; él presenta a los seres
humanos viviendo, sufriendo, actuando;
por esta razón se ha dicho que es el precursor del existencialismo.
Unamuno novelista
Acuña un
término para designar sus producciones novelísticas; las llamó “nivolas”. Una
nivola está caracterizada por la presencia de un personaje central absurdo e
introspectivo; hace divagaciones trascendentales acerca del YO y del no YO; del
ser y del no ser. Este personaje vive fuera de la realidad.
En su nivola Niebla el personaje, que según el plan novelesco de
Unamuno debería morir en la obra, va a casa del autor y le ruega que lo deje
seguir viviendo.
Otras veces,
algún personaje lo visita para pedirle rectificar algo. Por esa forma tan
original de concebirlas, Don Miguel llamó a sus novelas “nivolas”, para
especificar que son obras de gran intensidad de acciones y pasiones.
Su primera
nivola fue Amor y Pedagogía. El
personaje es un pobre pelele, expresamente engendrado y educado para ser genio.
Ocurren muchos fracasos y el final es el suicidio.
En Abel Sánchez, su tercera nivola, la
historia se repite: le roban la novia al protagonista.
En la
obra Dos
Madres hay una tenebrosa viuda estéril, enloquecida por el ansia de
maternidad, una pasión infernal.
Tal vez su
última producción es Tres novelas
ejemplares y un prólogo. En realidad, son tres cuentos. Los críticos, que
lo persiguieron inmisericordemente, opinaban que ese escrito podía llamarse
Cuatro novelas (incluyendo el prólogo); o también, Tres prólogos y una novela;
o, Un cuento y tres epopeyas; o, Cuatro nivolas.
Cada nivola es una tesis. En Paz en la guerra, la tesis es la paz. En Abel
Sánchez, es la envidia.
En San Manuel el Bueno es la
inmortalidad humana.
Unamuno poeta
Exalta el
misticismo religioso, tal como él lo entendía. Su producción poética no sigue
las exigencias métricas, pero Unamuno es de los más grandes líricos del siglo
XX. Su forma poética se distingue por la
riqueza de ideas y por la intensa vibración emocional. Esa densidad poética y
esa profunda emoción humana están íntimamente unidas en su poema alusivo a la
muerte:
Vendrá
de noche cuando todo duerma,
vendrá
de noche cuando el alma enferma
se emboce en vida.
Vendrá
de noche con su paso quedo,
vendrá
de noche y posará su dedo
sobre la herida.
¿Vendrá
una noche recogida y vasta?
¿Vendrá
una noche maternal y casta
Vendrá
viniendo con venir eterno;
vendrá
una noche del postrer invierno...
Noche serena...
Vendrá
de noche, sí, vendrá de noche,
su
negro sello servirá de broche
que cierra el alma;
Vendrá
de noche sin hacer ruïdo
Se
apagará a lo lejos el ladrido.
Vendrá la calma...
Vendrá la noche...
El Cristo de Velásquez, un extenso poema en
endecasílabos, es su obra poética cumbre, escrita en 1920. Reúne comentarios
líricos originados en la contemplación del cuadro del gran pintor español,
Velásquez. Por un momento el desasosiego y la angustia interior ceden el paso a
una serena y honda emoción religiosa.
Unamuno católico
En 1970 se
publicó por primera vez el Diario íntimo.
El manuscrito, hallado pocos años antes, se componía de cinco cuadernos de tipo
escolar, en los que Don Miguel vertía espontáneamente los sentimientos, dudas,
esperanzas y temores nacidos de la profunda crisis espiritual que cambió el
rumbo de su vida.
Las
anotaciones de este Diario íntimo son la forma más directa para llegar hasta el “Rector
de Salamanca”. Esas anotaciones son el espejo de un hombre inquieto y
angustiado en busca de Dios. Estas son algunas de sus reflexiones:
Hay
que buscar la verdad y no la razón de las cosas, y la verdad se busca con la
humildad. (p. 13)
……………….
Por
la humildad se alcanza la sabiduría de los sencillos, que es saber vivir en paz
consigo mismos y con el mundo, en la paz del Señor, descansando en la verdad y
no en la razón. (p. 17)
………………………..
El
conocerse a sí mismo en el Señor es el
principio de la salud. Debo tener cuidado con no caer en la comedia de la
conversión, y que mis lágrimas no sean lágrimas teatrales. A Ti, Señor, nadie
puede engañarte. (p. 20)
…………………………..
En
un principio pedía paz, sosiego, no acordándome más que de mí. Y un día, en
Alcalá, al abrir la Imitación de Cristo y leer aquello de: “No tengo boca para hablar
sino solamente esta palabra: Pequé, Señor, pequé; ten misericordia de mí;
perdóname” comprendí al punto que había de pedir perdón y no paz. ¡Perdón, y no
otra cosa! No se me había ocurrido hasta entonces, claro que había pecado mucho
contra el Señor. (p. 22)
………………………
¡Sencillez,
sencillez! Dame, Señor, sencillez. Que no represente la comedia de la
conversión, ni la haga para espectáculo, sino para mí. (p. 28)
………………………….
¡Augusto
misterio el del amor! La existencia del amor es lo que prueba la existencia del
Dios Padre. ¡El amor! No un lazo interesado ni fundado en provecho, sino el
amor, el puro deleite de sentirse juntos, de sentirnos hermanos, de sentirnos
unos a otros. (p. 55)
…………………………..
No
discutas nunca; Cristo nunca discutió; predicaba y rehuía toda discusión. No
rebatas nunca las opiniones ajenas porque eso es querer aparecer más fuerte que
tu prójimo y domeñarlo. Expón con sinceridad y sencillez tu sentir y deja que
la verdad obre por sí sola sobre la mente de tu hermano; que le gane ella, y no
que le sojuzgues tú. La verdad que profieras no es tuya; está sobre ti, y se
basta a sí misma. (p. 37)
……………………………..
Búscate en el Señor y allí hallarás paz verdadera y
podrás mirarte frente a frente y abrazado a ti mismo en santa caridad sentirás
la permanente sustancialidad de tu alma, llamada por Cristo a la vida eterna.
(p. 49)
……………………………
Si en vez de consumir nuestras energías en pensar cómo
hemos de tratar con los demás y cómo son los demás y cómo piensan y cómo hemos
de relacionarnos con la sociedad, volviéramos los ojos a nosotros mismos y nos
escudriñáramos y nos cultiváramos sin descanso, brotarían espontáneamente
justas y caritativas relaciones entre nosotros. Santificándonos se santificará
la sociedad. (p. 84)
(Semana Santa de 2017)
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