SIMONE
DE BEAUVOIR, FILÓSOFA Y FEMINISTA
Lucila González de Chaves
Lugore55@gmail.com
Esta destacada francesa (1908 –
1986) brilló como escritora, maestra, filósofa, periodista, crítica y
ensayista. Nació en París, en una familia cristiana. Pocas mujeres influyeron
tanto en los cambios socioculturales del siglo XX como ella.
Sus convicciones fueron fuertes y
promovió abiertamente la igualdad de derechos y condiciones entre el hombre y
la mujer. Sus obras dan cuenta de sus observaciones y exploraciones en torno a
los dilemas presentados por la libertad
social e individual.
“La historia de los años treinta
(1930) es la historia de un período de crítica social, de realismo y activismo,
de radicalización de las actitudes políticas y de la convicción cada vez más
extendida de que solo una solución radical puede servir de algo”. (Arnold
Hauser).
Mientras Simone de Beauvoir
estudiaba filosofía en la Universidad de la Sorbona conoció a Jean-Paul Sartre,
a quien la unió una relación afectiva e intelectual. Él sería, pasados unos
años, uno de los pensadores más importantes del siglo XX.
A esta destacada autora de
novelas, biografías, ensayos políticos, sociales y filosóficos, la historia
literaria la cataloga como gran representante del existencialismo y creadora
del feminismo con su obra El segundo sexo. Este libro fue su
consagración literaria en 1949. Su publicación causó gran escándalo y fue
objeto de debates literarios y filosóficos, se convirtió en el marco teórico
esencial para las reflexiones de los fundadores del movimiento de liberación de
la mujer.
El capítulo dedicado a la
maternidad y al aborto, equiparado al homicidio, fue la mayor fuente de
escándalo. Beauvoir sostenía que el matrimonio era una institución burguesa
repugnante.
Con la obra Los Mandarines ganó el Premio Goncourt; es un libro
sobre la posguerra. (Segunda Guerra Mundial).
En 1958 empezó a escribir su
autobiografía, en la que describe el mundo burgués de París en que creció, sus
prejuicios, sus tradiciones degradantes. Relata su relación con Jean Paul
Sartre, considerándola como un éxito total.
En 1964 publicó el libro Una
muerte muy dulce en el cual relata la muerte de su madre. Al leer este
corto texto, uno encuentra a una mujer en la que aún perdura el nexo familiar.
Se preocupa por su madre enferma, la atiende, la acompaña en el hospital, se
angustia un poco por las desacertadas relaciones con ella en el pasado. De las
reflexiones agudas y punzantes y del dolor íntimo impregnado, a veces, de indiferencia, la libera la muerte de la anciana.
Según Sartre, es su mejor escrito.
En 1981 publica La
ceremonia del adiós, un año después de la muerte de su compañero Sartre.
Relata los últimos diez años de vida con él, y termina con esta reflexión:
“Su muerte nos separa. Mi muerte
no nos reunirá. Así es; ya es demasiado bello que nuestras vidas hayan podido
juntarse durante tanto tiempo”.
Su libro La fuerza de las cosas explica su negativa al matrimonio, propuesta
hecha por Sartre; ella dice:
“No pensé en aceptar aquella
propuesta…. El matrimonio multiplica por dos las obligaciones familiares y
todas las faenas sociales…El afán de preservar mi propia independencia pesó mucho en mi decisión; me habría parecido
artificial buscar en la ausencia una libertad que con toda sinceridad,
solamente podía encontrar en mi cabeza y en mi corazón”.
Sin embargo, el lazo que los unía
era tan fuerte que ella pudo decir al encontrar en su vida a Sartre: “Era la
primera vez en la vida que yo me sentía intelectualmente dominada por alguno”.
La
vejez es un libro ubicado en “la situación de la
ancianidad en el imaginario occidental”, y critica su marginación y
ocultamiento. Un hecho que repite la familia y la sociedad, a diario, con los
viejos: hay que marginarlos; hay que ocultarlos.
En La invitada narra algunos de sus amores especiales, y
reflexiona sobre las posibilidades de la reciprocidad.
Memorias
de una joven formal,
es un libro que relata cómo fue criada por una madre religiosa; cómo perdió la
fe cristiana a los catorce años de edad, y su emancipación de su familia y sus
valores burgueses.
La mujer rota es un libro que impresiona:
La primera expresión que abre el libro y que interroga, es: “¿Mi reloj se
ha detenido?”; eso ya es la señal de la sensación que ha de acompañarnos en
este primer relato de Simone de Beauvoir: el tiempo se ha detenido… se
aquietó…, es que la descripción de cosas, de sentimientos, de recuerdos es
lenta, o no transcurre.
Otras claves para entender al personaje: “¡Qué fastidio todas esas
cantinelas sobre la incomunicación! Si uno quiere comunicarse, mal que bien lo
logra. No con todo el mundo, pero sí con dos o tres personas”.
Y las dualidades y paradojas que acosan a esta mujer – creo – se condensan
en lo que ella describe como la vida en pareja: “Una larga vida con risas,
lágrimas, cóleras, abrazos, confesiones, silencios, impulsos, y a veces parece
que el tiempo no hubiera pasado…”
En este primer relato, “La edad de la discreción”, la remembranza hace que todos los sentidos entren en acción. Presenta
diferentes estados de la mujer tales como:
La mujer jubilada: “La viejita
renquea… con sus mechas tiradas hacia atrás…”. “¡Qué placer vivir sin consigna,
sin apremio! En ocasiones, el estupor me gana. Me acuerdo de mi primer puesto,
mi primera clase… entonces el día de la jubilación me parecía irreal como la
muerte misma. Y he aquí que ha llegado… atravesé otras líneas… esta tiene la
rigidez de una cortina de hierro”.
La mujer derrotada es el típico caso de la madre posesiva
que cree que no hay más futuro para su hijo que el de seguir las huellas de su
madre. Además, debe soportar, al mismo
tiempo, la llegada de su jubilación y el matrimonio de su hijo, con una mujer
que ella, su madre, no eligió.
Y es derrotada porque las eternas
preguntas sin respuesta y las innumerables dudas no la dejan gustar la vida. Es
derrotada por ser: intransigente, desconfiada, insegura.
En el segundo relato, la autora lo llama “Monólogo”…, podríamos cambiarle
el título…. Este segundo espacio narrativo nos muestra a una mujer arrinconada
(desatendida, olvidada). A las gentes y a las cosas, ella las ve asquerosas,
inmundas.
Asquear, arruinar, hacer pedazos, dopar, cochinos, sexo, jeta,
zaparrastrosos (zarrapastrosos), imbécil, roñosa, atorrantes…ese es el
vocabulario de esta mujer arrinconada,
y la literatura de la autora, correspondiente a estas situaciones
zarrapastrosas está a la altura de dicho vocabulario, hasta los signos
ortográficos están trastocados como el mismo personaje, ajeno a lo que es la
autoestima. Es una literatura patética, naturalista, despiadada.
Cincuenta y nueve veces utiliza,
esta mujer arrinconada, la palabra “harta”. Es cruel. Inconcebible lo
que dice y siente, pensando en el millón de niños masacrados.
El tercero y último relato, “La
mujer rota”, nos enfrenta con una mujer traicionada. Un relato en el que
predomina la manipulación, el cinismo, la pusilanimidad.
Hay un marido que engaña… y engaña a su mujer. Y una mujer que ¡a
sabiendas! se deja… y se deja… y se deja engañar.
Y para ella, “la mujer rota”, todo
es como en un laboratorio; todo lo consiente: observa, piensa, deduce y escribe
un diario.
Muchas de las producciones de Simone de Beauvoir son una alucinante mezcla
de pesadillas y realidad; pero la realidad también es pesadilla… ¿cómo separar
una cosa de otra?, ¿cómo hace el lector para no sentirse atrapado por tan
extrañas, dolientes y pesadas realidades, que… ¡son pesadillas!
¿Será exagerado decir, que mucha parte de sus escritos son intimistas? ¿Qué
todo lo que ve, oye y dice tiene la
impronta de su doloroso mundo interior?
Con varios intelectuales franceses, Simone de Beauvoir fundó la revista
“Los tiempos modernos” para difundir la corriente existencialista a través de
la literatura contemporánea.
En el año 2008 se creó en su honor el
“Premio Simone de Beauvoir por la Libertad de la Mujeres”.
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