CARTA ABIERTA AL DIOS DEL PESEBRE
Lucila González de Chaves
Lugore55@gmail.com
A la media noche, marcando el meridiano entre el 24 y el 25 de diciembre,
desciendes, Dios-Niño, a la tierra para hermanarte con el hombre, que cada vez
pierde con más fuerza, la razón, la alegría y el sentido de vivir.
En este alborear del siglo XXI, compruebas que en el amor y en la
fraternidad, en el perdón y en los compromisos no hemos crecido nada, y en cambio, sí nos hemos deteriorado
mucho, porque la muerte, la corrupción, la mentira, la indignidad, la doble
moral, nos han estropeado esos sentimientos que empezaron a germinar hace dos
mil años, a tus pies, en una silenciosa adoración de tus padres, gracias al
inefable “fíat” (hágase) de la Virgen en
la Anunciación.
Casi junto al Calvario, treinta y
tres años después, nos recordaste el amor y nos lo entregaste como
mandamiento: “Amaos los unos a los otros”, para que pudiéramos encontrar el
camino de la convivencia.
En cada cumpleaños tuyo, están más abiertas las heridas de la violencia,
del secuestro, de la trampa, de la corrupción, del irrespeto en las familias,
de la amenazante sociedad de consumo, de las perversidades ocultas en la
tecnología, de los “acosos” sexuales, estudiantiles, profesionales, familiares,
sociales, etc., de la deslealtad entre los amigos, de las traiciones y
venganzas. Y, ahora, mi Señor, encuentras, también, que estamos padeciendo las
consecuencias de la ofensa que hemos hecho a la naturaleza, tu obra perfecta de
la creación.
Precioso Niño de Belén: Junto a los pastores estamos implorando por las
heridas en los corazones y en las almas de todos los seres humanos, por los
desposeídos, por los que sufren hambre, por los sin hogar, sin amor, sin
compañía, sin trabajo, por los
colombianos víctimas de tanta infamia y tanta traición.
También necesitamos, Señor, que custodies la honra, el respeto, la ética de
todos nosotros; sobre todo, ayuda a regresar al camino del bien a todos
aquellos, subyugados por la corrupción en todos los campos.
Ayúdanos, Dios-Hermano, a todos, gobernantes y gobernados, a rescatar (no a vender) la patria, en la que millones de tus hijos,
humillados, traicionados y ofendidos han de reubicarse para reemprender la
marcha; y haz que esa marcha sea guiada y fortalecida por Ti; que no erremos
más el rumbo; que enderecemos los pasos hacia el amor, la ayuda mutua, la
honradez, el buen ejemplo, el servicio desinteresado, que son un DON tuyo.
¡Ilumínanos a todos para que podamos rehacer el tejido moral de la
Patria y podamos llamarnos, con dignidad, honestos hijos de Colombia!
¡Dios-Niño! Ayúdanos a comprender que esta hora de tu Nacimiento, es la
hora de cambiar las equivocadas posturas mentales y emocionales; económicas y
políticas, gubernamentales y educativas, para no tener que seguir viviendo
indefinidamente, esta vida caótica y dolorosa, esta rabia e inconformidad
permanentes…
¡Señor Dios! Guíanos en el hablar y en el actuar para hacerlo todo con
dignidad, acierto, cortesía e indulgencia, con verdad y respeto por los
colombianos.
¡Dios de Amor, hecho humildad y sencillez en el pesebre! En esta noche
buena; en esta noche de los “hombres de buena voluntad”, como lo cantaron los
ángeles ante tu desmantelada cuna, te entregamos a nuestras familias, a
nuestros amigos, a todos aquellos que
causan daño en forma individual o colectiva, mediante sus
comportamientos, leyes, palabras, discursos, informaciones compradas, promesas
incumplidas, mentiras indignas e irrespetuosas….
Esta noche, Dios-Niño, nos postramos ante Ti para adorarte y entregarte nuestras
promesas de ser mejores. Ayúdanos a cambiar. Estamos desbordados por los odios,
rencores, muertes injustas, cansancio de escuchar desatinos e incoherencias,
equivocaciones cruciales….
Por todo ello, perdónanos, Dios-Luz-del-Mundo, y ayúdanos a recomponer la
Patria a la luz de la verdad y de la justicia, a servir, a amar y a perdonar en
tu nombre y de verdad.
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