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Los virus, el miedo y las
palabras
5 marzo de 2020 - 12:05 AM
En una búsqueda en Google, la denominación oficial COVID-19 es muy
inferior al de coronavirus. ¿Por qué? Las razones pueden ser varias, una de
ellas es el círculo vicioso que forman los medios, los buscadores de internet y
los lectores
(Cedo la
palabra al catedrático español, Javier Lascuráin, director general
de la Fundéu BBVA.):
En la
lucha contra un virus y su propagación solo cabe confiar en la ciencia: las
vacunas, las medidas de prevención, la eficacia de los sistemas de salud… En
esa batalla de poco sirven las palabras.
Pero si
de lo que se trata es de luchar contra el miedo (y buena parte del fenómeno
que vive el mundo en las últimas semanas es una acumulación de temores), las
palabras no solo son importantes, son fundamentales… el lenguaje juega un papel
crucial en el modo en que afrontamos este asunto.
La Organización
Mundial de la Salud conoce la importancia de elegir bien el nombre que
se da a una nueva enfermedad. Por eso decidió bautizar esta como COVID-19,
un acrónimo de coronavirus disease, es decir, de enfermedad del coronavirus.
Le puede interesar: Claves escriturales
según la RAE i
Trata de
esa forma de poner coto a otros nombres informales que ya se estaban
extendiendo y que apuntaban directamente a la zona en la que se detectaron los
primeros casos (neumonía china, fiebre de Wuhán…).
No se
trata de «minimizar los impactos negativos de los nombres de enfermedades en el
comercio, los viajes, el turismo, el bienestar animal y evitar ofender a ningún
grupo cultural, social, nacional, regional, profesional o étnico».
Los
nombres deben ser cortos y fáciles de pronunciar, sin términos que provoquen un
miedo injustificado (mortal, letal, fatal…); evitar nombres de zonas
geográficas, personas, especies animales, colectivos profesionales o
culturales.
De
momento, parece que han dejado de usarse las expresiones que apuntaban a
China…Lo recomendable para designar la enfermedad es usar el acrónimo que
propone la OMS (COVID-19) o su desarrollo ‘enfermedad del coronavirus’, pero
no: coronavirus a secas.
En una
búsqueda en Google, la denominación oficial COVID-19 es muy
inferior al de coronavirus. ¿Por qué? Las razones pueden ser
varias, una de ellas es el círculo vicioso que forman los medios, los
buscadores de internet y los lectores.
¿Epidemia,
pandemia o PHEIC?
El uso de
los términos epidemia y pandemia ha causado cierta confusión y ejemplifica bien
cómo a menudo las palabras significan una cosa en el uso
general y otra en el especializado.
Con los
diccionarios en la mano (incluso el de términos médicos de la Real Academia
Nacional de Medicina de España), una pandemia es una ‘una
epidemia de una enfermedad transmisible que afecta a un amplio número de
individuos y se extiende por diversos países en distintos continentes’. A la
luz de esta definición, la situación actual parece encajar bien en esa
denominación.
Pero una
cosa son las definiciones de los diccionarios y otra la utilización técnica de
los términos. La OMS es más restrictiva (quizá una vez más
para evitar términos que contribuyan a extender el miedo) y considera que solo
hay una pandemia si la enfermedad se ha extendido a todos los continentes; por
ahora, ha decido calificarla como ‘emergencia de salud pública de preocupación
internacional’, PHEIC, por sus siglas en inglés.
Psicosis,
histeria, paranoia…
Las
noticias sobre este asunto copan los espacios informativos e influyen
decisivamente, con su lenguaje y su modo de enfocar la información, en
la percepción que los ciudadanos tienen sobre la enfermedad, su expansión y las
reacciones sociales que se generan en estas situaciones.
Y aquí
entran en juego los términos contundentes que se ven cada día en los titulares:
histeria, psicosis, paranoia…
El empleo
de estas expresiones plantea algunas cuestiones desde el punto de vista del
lenguaje en los medios de comunicación.
La
primera es que se están utilizando nombres de enfermedades mentales para
describir algo totalmente distinto. Lingüísticamente hablando, cabe pensar que se
trata de extensiones metafóricas….
También
es necesario reflexionar con responsabilidad, a la hora de establecer la
gradación de los calificativos, en una situación como la actual.
Lea también: El español y las
máquinas
Si ante
los primeros casos de una enfermedad como la COVID-19 empleamos histeria,
psicosis o paranoia —saltándonos de un plumazo la inquietud, la preocupación y
hasta el temor—, habremos agotado de una vez los calificativos mayores y no nos
quedará más remedio que emprender una huida hacia adelante en busca de palabras
aún más rotundas en la siguiente crónica.
Palabras
de esas que no solo no sirven para detener los virus, sino que contribuyen a
que el miedo se expanda con una virulencia mayor que la de la propia enfermedad.
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