viernes, 8 de junio de 2012


Un libro extraño y valioso:

“EL COLECCIONISTA DE CARTAS”

(Cartas de amor y otros temas, recogidas por la calle”)

Autor: Carlos Mario Múnera  (Un colombiano periodista, docente y escritor)

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Este libro es como “un concieto a cuatro manos”: de un lado, las cartas recogidas en diferentes lugares de Medellín, y de otro, los comentarios, análisis y aclaraciones del autor.

Una abuela induce a un niño a recoger del piso y a guardar cuantas cosas encuentran a su paso, durante sus largas caminatas. Ese niño recaudador de “cosas” es hoy un recolector y coleccionador de cartas, CARLOS MARIO MÚNERA, autor del extraño y valioso libro al que nos referimos.

Se trata de papelitos partidos, arrugados y recogidos aquí y allá y que el autor reproduce fielmente y, por lo tanto, conservan las peculiares formas ortográficas,  sintácticas y terminológicas. En muchas de esas cartas faltan partecitas que, en su recolección, el autor no pudo encontrar.

Esos retazos de “cartas plebeyas” llevan al autor a afirmar que: “Hoy medito en los amores populares y compruebo  que todos somos iguales, que la asfixia de muchos es la misma, que todos los corazones tiñen hojas y hojas de pasión. (…) El corazón estalla sincero sin que le mortifique una tilde o la V por B; el corazón no sabe de zetas, ni le teme a las curvas de la ese: el corazón se equivoca solo por dentro”.  P. 16

“Esta urbe que habito es una amalgama de manifestaciones estéticas y discursos coloridos en las bancas de los parques, (…). Es la ciudad de trabajadoras hormigas  de salario mínimo, es la grosera y opulenta que ignora la vida más allá de sus verdes murallas, es ella, somos todos. Nacidos de entrañas y de sangre indefensas, mellizos todos. (…)”.  Pp. 39, 40

¿Cómo reconstruye el autor las notas que va encontrando, partidas siempre y, a veces, en cincuenta y tres o más pedacitos? Él nos lo explica: “Pinzas, pegamento, lupa, un punzón, tapas de gaseosa y una tabla de base son las herramientas que tengo destinadas para mi labor (…)”. P. 56

Y el más grande reto: reconstruir una carta partida en ¡ochenta y dos! fragmentos recogidos en Bello (Ant.) y que empieza diciendo: “Mi amor, Te extraño. Estoy muy triste (…)”.

A propósito, invito a mis lectores a reflexionar sobre esta afirmación del autor del libro, consignada en la p. 82: “(…) si el destinatario rompe la carta, ese acto puede hablar de su locura furiosa, de su negligencia por la escritura, de su crueldad con el ser amado (…). Si la arruga, quiere decir que no le presta importancia, su arrogancia o descaro lo declara inocente. Si la bota al suelo, sin duda alguna es desprecio, tal vez ultraje. Si la carta es rota en cientos de pedacitos entonces allí hay amor, desde luego ofendido, lo hay sin equívocos, aún respira, aunque sea por la herida; pero también hay rencor, deseos de venganza, que es la forma más violenta y última del amor”.

¿Por  qué recoge los fragmentos de cartas? Leamos ese porqué: “Yo recojo… esas cartas del suelo (…) y las preservo para que la posteridad conozca y juzgue la actuación de otros corazones; las exhibo aquí (en su libro) para que otros sean testigos conmigo de los atardeceres del corazón en la vida de los demás (…)”.  P.  108

Al darnos la bienvenida a “esta antología de historias rotas”, el autor nos invita también a asomarnos al corazón de otros que palpitan en ritmos diferentes” y esas palpitaciones expresadas en las reconstruidas cartas, de las cuales transcribo partes, son de:

Amor:

“Quiero decirte tantas cosas que difícil me sale la primera .Quiero contarle cuanto siento su presencia y cuan quisiera que permaneciera compartiendo mis espacios….”. (Recogida en la estación del Metro, Madera). P.  11

“Amor me ha traicionado el corazón, Perdóname, Yo crei que en esta terrible lucha entre mi orgullo y el amor que siento por ti triunfaría el  orgullo. Me he engañado…” (Recogida en Bello).  P. 18

Desencanto:

Mi traición escribo  esto porque tengo rabia y mucho dolor en mi corazón gongora el que ama con el corazon ayer después de que yo me jui para la sede…”  p.  26

Amistad:

“hola ¿como estas? Espero qué bien Meli quiero que seas mi amiga y si pasamos a 5º jutas en el mismo salón…”  p. 28

Ira y despecho:

“querido y estimado amigo mio espero te encuentres bien… tu tienes muchos ostaculos para estar conmigo tu crees que esta bien hecho lo que me hiciste dejarme esperando el sábado bestida y alborotada…”  p. 30

Reclamos severos:

“esta es con el fin de ponerle final a este problema es para comunicarte…. Es que yo observo que tu como profesor nos has dado mucha larga y has sido muy condisendiente con nosotros los indisiplinados…” (recogida en Amagá) p. 42

Gracias y adiós:

Gracias por permitirme haver estado a tu lado todo este tiempo, por dejarme tantas enseñanzas que poco a poco he ido aplicando en esta absurda cohexistencia…”  (Recogida en Las Cabañitas). P. 43

¡La verdad!

“Ovidio: nunca había conocido a un hombre tan mentiroso como usted que vive muy mal con Martha y duerme en la misma habitación con ella… es muy bueno uno darse cuenta de las cosas por eso no vuelvo a confiar en usted yo me pregunto que estoy haciendo con usted…” (Recogida en Las Cabañitas). P. 45

Regalo de amor y amistad:

Hoy estoy muy pobre con cariño tu amigo secreto”.  P. 53


Y en la página 127, el autor sintetiza así una grave situación:

“Sexo y drogas son el denominador común en algunas notas recogidas en las afueras de los colegios o universidades; diálogos a manera de chats no virtuales; hojas de cuaderno que van pasando de mano en mano entre los participantes de estos coloquios juveniles, conversaciones secretas a espaldas de maestros inocentes, o quizás conscientes de la situación pero atados de manos en su proceder ante la agilidad felina de los jóvenes de hoy día para escabullir esos materiales comprometedores”.

Lucila González de Chaves

Junio de 2012

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