EL HABLA Y LA LENGUA. EL BIEN ESCUCHAR
Lucila
González de Chaves
La escuela de Saussure distingue
dos factores: la lengua y el habla.
El
habla
Es un acto individual de la
voluntad y de la inteligencia; pero, el hablante necesita los códigos de la
lengua para expresar su pensamiento. La relación entre lengua y habla es la de un complemento mutuo.
La
lengua
Existe en la colectividad como
algo que es patrimonio común de los
individuos. El habla tiene combinaciones individuales, dependientes de la
voluntad del hablante y de su personal fonética. No el habla es el origen de
todos los cambios de la lengua (o idioma).
Cada cambio empieza por ser una
práctica individual o de un número reducido de individuos, antes de convertirse en un hecho de la lengua.
El habla es actualizada, movible, libre, concreta, cambiante. Esto no quiere
decir que toda forma del habla tenga que entrar forzosamente en la lengua; de
ser así, entrarían en ella los cambios fonéticos y expresivos de los
niños, el argot o jerga de algunos
jóvenes y adultos, etc. Aprendemos nuestra lengua por el habla de los otros, es decir, “de oído”; y por
esto, es el habla la que hace evolucionar la lengua como instrumento y producto del habla.
¿Significa
esto que todos tenemos libertad para hablar como nos plazca?
En principio, sí. Pero en la vida
práctica no podemos hacer esa afirmación categórica: todos queremos y
necesitamos que nos entiendan; esa necesidad de comunicación reduce lo puramente individual en la expresión; y la
vida en sociedad exige cultura, decencia en las palabras, educación, buenas
maneras; elementos muy necesarios en el
bien decir.
La libertad de expresión y los
signos convencionales de la comunicación necesitan gobierno, dirección,
autoridad, orientación; las normas contribuyen a forjar un tipo de expresión
disciplinada, un correcto manejo de la lengua.
Los maestros del idioma conceptúan
que el lenguaje por sí mismo no es correcto ni incorrecto; lo es el uso, el
empleo o manejo que de él hacen las personas. Rufino José Cuervo afirmó que “en
todas partes hay personas que hablan bien y otras que hablan mal”.
Para hablar con propiedad y
corrección, no es suficiente articular bien las vocales y las consonantes. Hay
que conocer los rasgos principales de su entonación. Cada lengua tiene una
entonación característica que la distingue de las demás; por eso, quien
pronuncia bien un idioma extranjero es aquel que imita su entonación lo mejor
posible.
La entonación ayuda a expresar en
forma adecuada las ideas, las emociones, los deseos. En español, la IMPROPIEDAD
DE LA ENTONACIÓN altera el sentido de toda la frase. El tono de la voz se nota y se estudia en toda la
expresión, no en palabras aisladas.
Los lingüistas han señalado tres
etapas en el hablar:
Acto
locutivo:
Es el nivel en el cual se emiten
los sonidos con significado o sin él. De esto se ocupa la fonética.
Acto
elocutivo:
Se realiza al decir algo, teniendo
en cuenta las relaciones entre el emisor (quien envía el mensaje) y el receptor (quien lo recibe). El hablante convierte el
idioma (o la lengua) en un discurso con sentido. Al escucha le es necesario
conocer la intención del hablante en ese proceso de comunicar:
-
‘qué’
-‘por qué’
-‘cómo’
-‘para
qué’.
El acto elocutivo se refiere a los
principios del pensamiento. Saussure afirmaba que el saber elocutivo es saber
hablar, y que este saber es una capacidad inconsciente. Chomsky, el de la
gramática generativa, opinó que el acto elocutivo o el saber hablar es un
conocimiento intuitivo.
Acto
perlocutivo:
Comprende las realizaciones que se
desprenden del acto elocutivo. Es decir, son las reacciones del oyente frente
al acto elocutivo (el escucha frente al hablante). Este acto, que busca mover,
convencer, reaccionar, se trabaja mucho en las propagandas, en la política, en
los sermones religiosos, en la oratoria, etc.
El lingüista Eugenio Coseriu opina
que en el acto de hablar hay tres planos fundamentales y los clasificó así:
Designación:
El habla hace referencia a objetos no lingüísticos,
sean estos objetos, estados de cosas o contenidos mentales.
Significado:
Corresponde al plano lingüístico
(manejo del idioma o lengua) de cada uno de los seres humanos.
Sentido:
Se trasmite en lo “dicho”, en el habla; corresponde a las actitudes, intenciones o
suposiciones del hablante.
Lengua
o idioma:
Así llama la Real Academia al
conjunto de palabras y modos de hablar de cada nación.
Para que una lengua o idioma se
considere como tal, debe poseer gramática y literatura propias, y ser hablado
por muchas personas.
Estrategias
del idioma:
Son cuatro: leer, escribir,
hablar, escuchar. En publicaciones anteriores habíamos repasado sobre el leer y
sobre el escribir. Hoy estamos recordando la importancia del hablar y del
escuchar.
El
lenguaje
Es una de las manifestaciones de la aptitud
del hombre para representar las cosas, las ideas y los hechos por medio de
sonidos, gestos, actitudes, comportamientos, signos….
En la actualidad, debido al gran
avance científico y tecnológico, se han desarrollado nuevos sistemas de
comunicación, como: el lenguaje visual, el auditivo, el matemático, el de la
lógica formal, el de las imágenes, etc., etc.
La
ciencia del lenguaje
Se divide en dos grandes bloques:
SOCIOLINGÜÍSTICA: afirma que el
lenguaje tiene relaciones con las ciencias sociales, especialmente con la
psicología social, la geografía humana y la sociología. La sociolingüística no
concede mucha importancia a la gramática; destaca la intencionalidad del
individuo.
PSICOLINGÜÍSTICA: estudia los
nexos entre la psicología y la lingüística. Abarca conceptos biológicos,
antropológicos, sociológicos y educativos. Se ocupa de las diferencias entre el
lenguaje humano y la comunicación animal; enfatiza en la relación
lenguaje-pensamiento y en la influencia
que sobre el individuo tiene su medio familiar, social, educacional, etc.
En este siglo XXI, se está estudiando
sobre NEUROLINGÜÍSTICA: Muchas definiciones en torno a esta palabra. Muchas
aplicaciones.
La
escucha
Escuchar significa captar con atención lo que dicen los demás. En
las relaciones personales la escucha
es un factor de éxito para mantenerlas,
tanto en lo social como en lo familiar. No es exagerado decir que muchas
amistades y los vínculos familiares se
rompen por incapacidad de escuchar.
Oyentes profesionales como
psiquíatras, consejeros familiares, trabajadoras sociales, psicoanalistas,
psicólogos están de acuerdo en hacernos las siguientes recomendaciones:
1. Escuchemos con todo nuestro ser:
El hablante notará nuestra distracción y falta de atención
en el contacto visual, en nuestros gestos que NO lo animan a que continúe
hablando. Nuestra postura corporal
indica el interés en lo que lo que el otro dice.
2. No estemos buscando qué decir; simplemente,
escuchemos:
Los que hablan necesitan un buen
oyente. Una persona que sabe escuchar es bien recibida en cualquier reunión y
altamente apreciada.
3. Alentar la conversación con pequeñas frases:
Tales como: ¿En serio?; explícame
un poco más; qué interesante lo que dices…me aclara muchas cosas.
Opinan los profesionales de la
comunicación que conversar con alguien que no reacciona, es como gritarle a un
teléfono dañado; nos sentimos ridículos y renunciamos a seguir hablando.
4. Desarrollemos sensibilidad para comprender
lo que está detrás de las palabras de quien habla:
Hay pensamientos internos que las palabras
esconden. Debemos “OÍR” no sólo lo que las personas dicen, sino también
lo que se callan. Si sabemos escuchar, reconoceremos la preocupación, o
la frustración detrás de la crítica.
5. Escuchemos sin juzgar:
Los seres humanos vivimos estableciendo normas
del bien y del mal; siempre estamos dictando juicios. Son circunstancias
desagradables que cortan la comunicación.
Saber escuchar es dar satisfacción a la comunicación. La
carencia de esta habilidad genera incomprensión, conflictos, soledad y
desagrado.