martes, 4 de diciembre de 2012


Clases de lectores


Lucila González de Chaves


1.-  Los que nunca han leído, pero siempre están pensando en títulos de ciertos libros y hablan de ellos. Llegan a imaginar posibles cosas dichas en esos libros, y a emitir conceptos de su propia invención.  El daño está en que lo hacen con quienes no han leído y estos les creen todo. Si lo hicieran frente a los que leen y conocen dichos libros, serían desmentidos.

2.- Los que han leído malamente: emiten juicios a diestro y siniestro, juicios que casi nunca son favorables al autor. Estos lectores no caen en la cuenta de que como han leído mal, no han podido entender al autor, o bien, han tergiversado su pensamiento. La mente de estos lectores es inquieta: leen un poco de un libro y un poco de otro y de otros al mismo tiempo; o en el mismo libro leen aquí y allá sin ningún orden ni propósito. Evaden cualquier conversación que llegue al fondo del análisis de una obra que dicen haber leído. Se convierten en desequilibradores mentales y espirituales, a causa de no haber podido penetrar en el fondo de lo leído y por la “indigestión de ideas” que su desorden en la lectura les crea.

3.-  Los que han leído bien y seleccionan correctamente las obras: Estos lectores saben que saben; además, saben bien qué es lo que saben, cuánto saben y cómo lo saben. Están próximos a ser verdaderos sabios y eruditos… Su modestia es notoria, no hay pedantería. Siempre anhelan saber más, leer más, analizar más. Su mente está calmada, su seguridad espiritual e intelectual está cada vez más respaldada, porque leen metódicamente, con orden y sistema. Cuando estos lectores se comunican con los demás, es para ayudar y enriquecer, no para exhibirse o asfixiar a sus contertulios.

4.- Los que en verdad leen: Son, por ejemplo, estudiantes serios que lo hacen porque quieren ser personas valiosas. Los estudiosos que quieren su perfeccionamiento para no estancarse: Los que piensan, hacen y crean. Los que quieren ir hacia un futuro mejor, seguros de sí mismos con voluntad y optimismo.

5.- Los que aparentan leer: Estos acuden a las bibliotecas y librerías para ser vistos, para hacerse conocer; fingen pensar mientras que, realmente, lo que hacen es pereza; simulan concentración mientras, en verdad, sueñan. Casi nunca hacen nada en serio ni dejan hacer. Se quedan rezagados en todos los campos, pero les cuesta reconocer el hecho.

6.-  Los leedores: Son los que devoran libros, revistas, periódicos, avisos, propagandas… sin importarles su contenido; leen por leer, por matar el tiempo. Lo hacen así, porque desconocen qué leer, para qué se lee y cómo se lee. A veces son lectores de buena fe que leen mal por ignorancia. Cada uno de nosotros fuimos, en alguna época, leedores, y con la ayuda y la orientación de alguien, fuimos pasando, poco a poco, a ser verdaderos lectores.

lunes, 26 de noviembre de 2012


PARÁMETROS EVALUATIVOS EN EL PROCESO DE APRENDIZAJE DEL IDIOMA

                                                                     Lucila  González de Chaves

(Conferencia dictada a rectores y profesores en Bogotá, Usaquén, Zipaquirá y Facatativá; en Barranquilla y Cali).


La evaluación debe ser una actividad asistemática y continua, y estar integrada al proceso educativo.
Tiene un objetivo muy específico, y es el de proporcionar la máxima información para ir mejorando el proceso enseñanza-aprendizaje, tratando de llegar a la calidad total. Si éste es nuestro anhelo, hay que reajustar los objetivos de dicho proceso, revisando con consciencia crítica los planes y los programas, los métodos y los recursos, y facilitar la máxima ayuda y orientación a los alumnos.
No podemos entender el concepto de evaluación como  medición. La evaluación es algo más amplio y más complejo; ella no es solamente una simple interpretación de una medida en relación con una norma, o con unos objetivos, o con unos patrones de conducta. La evaluación es todo esto y, además, un juicio de valor sobre una descripción cualitativa.
Algunos estudiosos del tema opinan que la evaluación educativa nació y se desarrolló en el siglo XX, al amparo de la psicología experimental, al empezar a impulsar la actividad de la evaluación en el campo de las aptitudes, los intereses, los hábitos y la adaptación social.
 Hoy, la evaluación es uno de los aspectos de la enseñanza más controvertido y más sometido a revisión, sin mayores avances ni mejorías sustanciales.

Clases de evaluación:

Existen varias clases de evaluación, y ellas dependen del contexto educativo en que la evaluación interactúe:
-A un sistema rígido y selectivo, corresponderá un tipo de evaluación sancionador y restrictivo, cuyo instrumento será únicamente el examen.
-A un sistema de enseñanza abierto y democrático corresponderá un tipo de evaluación orientador y crítico y tendrá instrumentos diversificados para llevarla a cabo. Algunas formas de evaluar podrían ser: exposiciones orales en todas las áreas, consultas, opiniones personales, participación en clase, trabajos individuales y en grupo, carteleras, plegables, organización y realización de actos públicos y dentro del aula, dramatizaciones, comprensiones de lectura, conferencias dictadas por los alumnos, entrevistas, desarrollo de talleres, foros, mesas redondas, debates, en todos los niveles y en todas las áreas, aplicación de las técnicas del ICONTEC, concursos, ilustraciones de los diferentes temas en todas las áreas del conocimiento, aportes creativos de los estudiantes y muchos más recursos y actividades nacidos de la originalidad y creatividad de alumnos y profesores. Todo esto es más productivo, enriquecedor y satisfactorio que la ya gastada frase de los profesores: “¡saquen una hoja!”.

Características de la evaluación:

__La evaluación debe ser compatible con los objetivos; es decir, los dos, objetivos y evaluación deben tener la misma orientación. Y por sobre  todo, no permitir que el alumno se sienta en una competencia por obtener una calificación; sino, hacer que vea la evaluación como un medio para encontrar su ritmo de aprendizaje.
__La evaluación es una actividad continua a la par con el proceso educativo.
__Es un subsistema integrado al propio sistema de enseñanza.
__Recoge información fidedigna sobre el proceso educativo.
__Ayuda a mejorar el propio proceso; y con éste, mejoran también los programas, las técnicas de aprendizaje, los recursos y demás aspectos.
__La evaluación ayuda a elevar la calidad del aprendizaje y a aumentar el rendimiento de los alumnos, porque, una vez evaluados los objetivos, o las metas (como se les quiera llamar), ellos proceden, o a una proacción, es decir, a trabajar hacia adelante, a  esforzarse en su mejoramiento continuo, o a volver sobre los objetivos no alcanzados, que es la llamada retroacción o recuperación.
Recuperar es sinónimo de recobrar. El concepto encierra la “existencia” de algo, la posesión de algo: conocimientos, destrezas, hábitos aptitudes  -y también actitudes-; en fin, cualquier contenido de aprendizaje. Por otra parte, encierra también la “pérdida” u olvido de lo aprendido. Se recupera, se recobra solamente lo perdido. Y en el proceso escolar, esto se logra con trabajos de refuerzo que fijan lo aprendido y hacen más sólido y duradero su aprendizaje.
Hay que reconquistar lo que en el alumno ha pasado al olvido, por medio de un tratamiento, el cual, para que posea carácter recuperador, ha de ser nuevo y distinto del que fracasó en su empeño; debe ser aplicado inmediatamente después de que se detecten las deficiencias y lagunas que por cualquier causa se hayan producido en el sector de los conocimientos, o de los hábitos, o de las destrezas. Todo ello para prevenir el fracaso escolar; sobre  todo, el de fin de curso que tantas secuelas deja en los estudiantes y en los padres de familia.

Funciones de la evaluación:

1.   Función de diagnóstico, porque la evaluación comprueba hasta qué punto se han conseguido los objetivos propuestos y determina el grado de identificación o de discrepancia entre los objetivos (o metas) y los resultados conseguidos al evaluar.
2.   Función de orientación o de reorientación de todo el proceso de aprendizaje, partiendo de su estructura y funcionamiento, hasta la planeación, los recursos didácticos, las estrategias metodológicas y demás aspectos escolares.
3.   Función de pronóstico o predicción de las probabilidades del alumno, como base para su orientación personal, escolar y profesional.
4.   Función de control del rendimiento, porque la evaluación puede referirse a un PROCESO, el del aprendizaje; o a los SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN de las instituciones; a los DOCENTES cuando se evalúa la planeación o la acción pedagógica de ellos; a los ALUMNOS, bien sea individualmente o en grupos.


La evaluación, según el momento en que se realiza, y los objetivos o metas que se propone, puede ser:

1.  Evaluación individual. Con ella se pretende ver las aptitudes del alumno, la naturaleza de sus intereses, su nivel de conocimientos, su nivel de motivación.
2.  Evaluación continua. Se utiliza para el diagnóstico de las dificultades especiales encontradas por los alumnos en su aprendizaje.
3.  Evaluación final. Ésta es para la comprobación del logro de los objetivos y para el planeamiento de otros diferentes.. Los instrumentos utilizados son varios: análisis de trabajos, tests, pruebas orales. Ya mencionamos muchos antes.

Autoevaluación:

Ésta ocupa un lugar importante en los programas de educación personalizada y enseñanza individualizada. Pero, en la que no lo es, también debe existir: que los alumnos evalúen sus actividades, sus intereses, su atención, su entusiasmo. Las siguientes podrían ser algunas de las pautas para realizar la autoevaluación. Ellas reúnen y apuntan a la responsabilidad, la seriedad, la honestidad y la capacidad de reflexión. Son:

1.   Estuve atento en clases, exposiciones y actividades académicas…
2.   Mi participación en clase fue activa, pidiendo explicación y ampliación de los temas o dando información sobre ellos…
3. Complementé fuera de clase los temas estudiados, por medio de lecturas, consultas, conversaciones o discusiones…
4.  Colaboré activamente con el equipo con el que me tocó trabajar…
5.   Me interesaron las clases, y por esto tomé notas de las explicaciones…
6.  Traje a clase los recursos necesarios, tales como el texto, cuaderno, documentos, artículos, diccionario, etc. ….
7.  Mi asistencia a clase fue exacta y puntual…
8.  Expresé los temas que me correspondieron, con responsabilidad y con la investigación que merecían la materia, el profesor y el grupo de compañeros…
9.  Cuando el profesor no estuvo en el aula, colaboré con mi corrección y puntualidad y aporte de temas para la realización de la clase correspondiente…
10.  Me esforcé por mantener mi nivel de aprovechamiento de las exposiciones y clases recibidas…

Sin embargo, el profesor debe permitir que los estudiantes elijan las técnicas y los métodos de trabajo y evalúen los resultados, que regulen las normas del trabajo en grupo y evalúen la libre iniciativa de cada uno, la capacidad de decisión, la cooperación social y académica, el interés, los recursos, la puntualidad, el aprovechamiento, la participación, etc.

Los exámenes:

Una definición muy simple es aquella de que el examen es una actividad y una técnica que pretenden medir los conocimientos que poseen los alumnos después de la enseñanza impartida. Es, pues, un instrumento para controlar el aprendizaje de los estudiantes. Hasta aquí, como ya lo vimos, estamos en un tipo de educación rígido y selectivo. Hay, entonces, que convertir ese examen en un medio de información de cómo se desarrolla la actividad escolar, con la finalidad de revisarla y orientarla permanentemente; ése es el tipo de evaluación que corresponde a un sistema de enseñanza abierto y democrático.
En estas condiciones, el examen pasa a ser una EVALUACIÓN, cuyo fin no es solamente medir conocimientos, sino que apunta también al mejoramiento del proceso educativo mediante el conocimiento del alumno en todos los aspectos de su personalidad y de los factores personales y ambientales que inciden en él.

Evaluaciones orales:

Pueden ser: exposiciones autónomas de un tema elegido libremente o impuesto por el profesor; con posibilidad de preparación previa, o bien por medio de la repentización. También, debates sobre temas muy conocidos. Esos debates pueden ser: profesor-alumno; alumno-profesor; alumno-alumno.

Evaluaciones escritas:

Son las más empleadas, a causa de la economía de tiempo que ellas suponen cuando hay que evaluar a muchos alumnos en un tiempo muy limitado. Esas evaluaciones pueden ser: pruebas de ensayo o redacción en torno a un tema, impuesto u optativo, con respuesta inmediata o diferida, con uso de material o sin él. Análisis de situaciones problemáticas: comentarios a un texto, a un problema matemático, traducción de idiomas. Ampliación de casos, temas, conceptos. Realización de bosquejos esquemáticos de temas amplios; así, puede captarse la capacidad d síntesis de los alumnos.

Ventajas de la evaluación:

La evaluación  -no los exámenes-   tienen las siguientes ventajas:
1.  La de ser un medio de muy difícil sustitución para comprobar cómo organiza y expresa el alumno los conocimientos aprendidos; siempre y cuando la evaluación sea la expresión más alta de la neutralidad y la justicia del sistema educativo.
2.   La de comprobar cuáles son los hábitos de trabajo del alumno.
3.  La de apreciar la capacidad que tiene el estudiante para emitir juicios críticos y valores.
4.   La de valorar la creatividad de los educandos.
5.  La de comprobar el estilo que cada estudiante tiene de percibir su mundo y las circunstancias que lo rodean.
6.   La de reducir la subjetividad del profesor en la valoración de sus alumnos.

Inconvenientes de los exámenes:

1.   El influjo del azar en la determinación de los temas evaluados.
2.  La diversidad de respuestas que admiten muchas de las preguntas de los profesores, generalmente originadas en la formulación de dichas preguntas.
3.   La subjetividad del profesor al valorar las respuestas y al calificarlas.

A veces, los juicios de los profesores, inconscientemente, están ligados a sutiles matices respecto al estilo del alumno y de su personal expresión; esos prejuicios de los profesores tienen una raíz clara en el origen social, económico, político, cultural de los alumnos y en su forma de socialización.
Duele decirlo, pero en muchas instituciones educativas, las posibilidades de éxito o fracaso están íntimamente asociadas con el origen de clases, y producen, así, las jerarquías escolares basadas en las jerarquías sociales.
4.  La imposibilidad o dificultad de tratamiento estadístico. Colombia ha hecho muchos planes, ha creado muchas leyes de educación, entrega mucha teoría, pero carece de una decimología seria, es decir, de una ciencia cuyo objeto es el estudio científico de los exámenes.
Se necesita una ciencia experimental que tenga que ver con los sistemas de corrección, con el comportamiento de examinadores y examinados, que logre alcanzar unos métodos, instrumentos y técnicas que, por reunir las condiciones de precisión y rigor, permitan una EVALUACIÓN válida, orientada pedagógicamente y que evite, en lo posible, los traumas de los escolares, a causa de los exámenes.

Otros hablan de pruebas:

Las más aplicadas son las inductivas y las deductivas.
Una prueba inductiva es un procedimiento sistemático en el que se presenta un conjunto de situaciones, a las que los alumnos responden de una u otra forma. Esta prueba permite poner a los estudiantes en una escala de medida. Por eso, se habla de pruebas de inteligencia, de rendimiento, de aptitudes, etc.
En las pruebas deductivas funciona mucho la lógica, la capacidad de discurrir del estudiante.
Si en lo inductivo se pasa de lo particular a lo general, en lo deductivo se pasa de lo general a lo particular. Cuando en las pruebas educativas el alumno argumente, debe tenerse mucho cuidado con los dos conceptos de validez y verdad, que deben estar relacionados. Sobra decir que un argumento deductivo es válido cuando no es posible que la conclusión sea falsa.
Es indispensable que lo que presentemos a los alumnos, no sean listas de cosas e ideas desconectadas, sino un contexto conectado, para que el estudiante pueda trabajar de manera ordenada y conexa, y para facilitarle sus deducciones, bien sean axiomáticas o intuitivas y naturales.
La objetividad de una prueba se consigue en la medida en que:

1.  Los enunciados de los múltiples elementos o ítemes (de: ítem = adverbio latino que significa “además”./ Párrafo; artículo), que integran dicha prueba estén formulados con tal claridad y precisión, que todos los alumnos entiendan una misma cosa en cada elemento.
2.  Que cada elemento se proponga para poner en evidencia un único aspecto. Deben, pues, tenerse en cuenta los índices de dificultad, fiabilidad, validez y homogeneidad.
3.   Que las posibles respuestas estén claramente previstas.
4.   Que los criterios de valoración estén prefijados con tal claridad y precisión que no surjan dudas a la hora de revisar y calificar las respuestas.
5.   Que al elaborar la prueba, se hayan tenido en cuenta los factores cantidad-tiempo; enseñanza-calidad de contenidos; metas u objetivos específicos por evaluar; capacidad de resistencia del alumno según su edad cronológica y mental; igualdad de importancia de lo enseñado con lo evaluado, porque la ponderación de uno equilibra el otro; el grado de ansiedad del alumno; las relaciones profesor-estudiante; el grado de autoestima escolar.

El test:

Es una prueba. La palabra “test” ha aprovechado una raíz latina que se encuentra con el mismo significado en muchas palabras de las lenguas románicas, tales como: atestiguar, testar, testificar, testimonio.
Los tests tienen validez cuando los utilizan especialistas responsables, con objetivos definidos y se analizan en profundidad las respuestas.
Al hace un test, deberían tenerse en cuenta algunos planes diferenciadores, por ejemplo: si es un test de rapidez, si lo es de profundidad, si es un test para estimular la memoria, o un test para hace algún tipo de selección crítica o comparativa, o un test presentado como problema para resolver, y se espera una respuesta eficiente, reflexiva y equilibrada. Son los tests de aptitudes.
En Colombia, los tests se aplican en tres grandes áreas de marcadas exigencias diferenciadoras, ellas son:

Área industrial
Área clínica
Área escolar

Un ítem es cada uno de los elementos, partes o unidades de que se compone un test o prueba. El ítem puede ser:

1.   De respuesta única
2.   De completación
3.   De elección múltiple
4.   De emparejamiento o apareamiento
5.   De verdadero o falso

Cuando se emplea el ítem de verdadero-falso, es conveniente exigir al alumno que corrija los errados y sustente los verdaderos, para que la respuesta no sea por adivinación.

viernes, 16 de noviembre de 2012




EL IDIOMA Y LA  EXPRESIVIDAD EN EL SER HUMANO



                                                                      Lucila González de Chaves


Hay en el ser humano, por constitución, una aptitud y una disposición para la recepción de impresiones y sensaciones que lo pongan en contacto con el mundo exterior; pero, también se manifiesta como igualmente innata la tendencia a influir en los demás, a atraerlos, a provocar temor, respeto, admiración, compasión, amor… A esta inclinación a hacer sentir nuestra presencia en la vida de los que nos rodean, la llamamos expresividad, y su manifestación más directa es la del lenguaje.

La expresividad tiene recursos que le son propios; unos actúan sobre el oído del que escucha, estimulando su interés; otros, excitando su imaginación con ciertas transformaciones de significado. Entre los medios fonéticos, es sin duda el más importante, el de la entonación. El tono en el que se pronuncia una frase, tiene una decisiva influencia en su sentido. Una expresión puede tener muy distintos significados según el tono con  que se pronuncia.

Todos los sentimientos, las emociones, el carácter, y hasta las diferencias geográficas se reflejan en el idioma, mediante  la entonación.

La alegría y el amor multiplican los matices; mientras que la tristeza, el desamor, el olvido, la preocupación los apagan. Un carácter vivo exagera las tonalidades del habla, mientras que la voz del ser enfermo, apocado u olvidado, es baja y suave y sin ningún matiz. En la exclamación, la naturaleza de la emoción es la que determina el tono. Si aquella es aguda, ésta también lo será. En cambio, las emociones deprimentes o de tono menor se expresan con la entonación más grave.

En nuestra lengua hay palabras que no son otra cosa que puro tono, simple exclamación sin contenido intelectual ninguno, sin mensaje, como: ¡caramba!, ¡oh!, ¡hola!,  ¡carajo!, ¡ja!, y tienen reservado su valor significativo a la índole y cantidad de sentimientos que pongamos al pronunciarlas.

Hay, además, otros recursos fonéticos que ayudan a vivificar la expresión, a intensificarla: sólo con silabear una frase, la convertimos en viva carga de intenciones expresivas ocultas, bien de acogida, o bien de rechazo. Otras veces, la repetición de una palabra aumenta el volumen de su significado: ¡te quiero tanto, tanto!  ¡Te lo he explicado miles y miles de veces!

En la literatura infantil, los cuentos están cargados de emoción mediante las repeticiones: “…y siguieron andando, andando, andando”;  “…y el anciano pensaba, y pensaba, y pensaba, y pensaba…”. “El niño soñaba y soñaba en poseer el tesoro…”
A veces ocurre el caso contrario: para hacerse más expresiva, la lengua silencia, corta, deja en suspenso la expresión: yo quería decirte que… ¡no me atrevo! ¡Hablamos…!

Son corrientes las elipsis (omisión de palabras) en el habla espontánea y natural. Casi podría decirse que ellas son la base del habla familiar. Tan llena de contenido psíquico, de relaciones y alusiones a las circunstancias se halla cada palabra, ayudada por el gesto y la entonación, que una frase puede callarse la mitad de las palabras, sin que ninguno de los interlocutores se entere siquiera.

Ocurre a veces que las elipsis son debidas a un sentimiento afectivo que hace callar, por respeto o por emoción, ciertas palabras significativas o centrales de la expresión. Todos conocemos el valor sentimental de los puntos suspensivos, que representan en la escritura una interrupción colmada de contenido emotivo.

Dice la escritora Carmen Pleyan de García López: “La raíz psicológica de la expresividad se manifiesta de un modo claro en las tendencias que la rigen. Cuando se sienten vivamente las cosas, la misma fuerza de la emoción hace que veamos como incolora e ineficaz la lengua habitual, y reclamemos de ella una mayor capacidad expresiva... Este deseo de intensificarla se manifiesta de un modo espontáneo en la exageración.  (…) Está tan plagada de hipérboles (exageración de la verdad) nuestra lengua, que muchas de ellas llegan a no sentirse ya como tales (…)”.

El uso de sinónimos es también un recurso expresivo. A veces, la emoción nos hace insistir en una idea y, entonces, acumulamos sinónimos que dibujan, con preciso contorno, lo que estamos sintiendo. Esta misma insistencia nos lleva, a veces, a usar pleonasmos (empleo de palabras redundantes). El abuso de tantos sinónimos hace que el lenguaje se vuelva pesado, feo, melindroso. Es el recargo de adjetivos que tanto daño hace al idioma.

En general, los sentimientos negativos, como: odios, rencores, desprecios, desamor, indiferencia, buscan su expresión en la ironía y en el sarcasmo; de esta manera, dichos sentimientos cobran intensidad por medio del contraste.

La plasmación lingüística directa de lo afectivo la constituyen las interjecciones, los vocativos y los imperativos; pero, todos sabemos que los aumentativos y los diminutivos no expresan muchas veces aumento o disminución del significado del sustantivo, sino que van implicados en ellos muchos matices teñidos de ternura, de amor, de compasión, de desprecio, de ironía, de falsa aceptación del otro, según los casos o el tono con  que se pronuncien.

El verbo es otra de las partes de la oración que ofrece gran variedad afectiva. Son razones de tipo puramente afectivo, las que hacen que muchas veces se alteren las leyes lógicas; por ejemplo: el presente histórico que generalmente usamos cuando nos emocionan los hechos al narrarlos (Bolívar vence a los españoles en Boyacá), o cuando nos identificamos con ellos. También, en el habla familiar se echa mano del futuro para indicar el presente en los casos en que no tenemos seguridad en la afirmación (serán los tres de la tarde).
A veces, los tiempos del subjuntivo (yo quisiera; ¿podrías venir mañana?; desearía verte; ¿me querrías igual?) están sometidos a matizaciones determinadas por sutiles aspectos psicológicos, ya que en ellos cabe mucho más la intervención subjetiva del hablante.

Recordemos que el modo subjuntivo del verbo, es el modo del deseo; así como el modo indicativo es el modo de la realidad.

El estudio de los procedimientos que se utilizan para conseguir la expresividad ha llegado a constituir una especialización de la ciencia filológica llamada estilística. Sin embargo, los lingüistas están siempre frente al dilema: ¿el hombre es expresivo por un afán estético, o por un motivo social?

Indudablemente, todos hablamos con emoción, pero es sólo el artista de la palabra el que encuentra un modo mejor y más bello para decir las mismas cosas. Sabe expresarse con donosura y belleza; y tanto si habla como si escribe, puede formular su pensamiento con claridad y elegancia, y transmitir su íntima emoción en las palabras.

Es el artista de la palabra el que encuentra la frase feliz, la palabra refulgente, la expresión sugestiva que todos leemos con deleite amoroso; frases en las que las palabras caen como gotas, una a una en nuestra mente, y van dejando allí una impresión estética, una sensación armónica…

                                         IDIOMA Y PERSONALIDAD


                                                                        Lucila González de Chaves


El lenguaje no tiene una significación constante e invariable, por eso estamos todos, siempre, buscando un ideal de definición de conceptos y sentimientos.

Aun conociendo, o  mejor, distinguiendo los diferentes sentidos en que se puede emplear el idioma, es inevitable la confusión que ciertas palabras, algunos tonos de voz y determinadas construcciones sintácticas generan en el campo de la comunicación.

Recordemos que cuando nos escuchan, las personas atienden, en primer lugar, al giro de nuestras ideas y después al giro de nuestras frases. Si atendemos este principio, lograremos que él contribuya a hacer reconocibles ante los demás nuestros sentimientos y pensamientos: así, podrá decirse que poseemos la facultad de exponer lúcidamente, en forma oral o escrita, una secuencia de ideas y de sentires.

La limpidez de expresión de quien habla o de quien escribe nos impedirá perdernos en el camino hacia su discurso para comprenderlo. El lenguaje está en relación directa con un núcleo de experiencias intelectuales y emotivas que tienen sus patrones de comportamiento. Así van formándose los hábitos del lenguaje, facilitadores de la libre expresión de percepciones y pensamientos.

Aunque el código lingüístico es el mismo para los millones de personas que hablan y escriben español, la construcción sintáctica y semántica y la intencionalidad de cada ser van creando modalidades de expresividad.

Veamos algunas: lo más valioso del lenguaje del sentimiento es que la expresión de él debe corresponder a un estilo individual. El idioma del amor y del perdón ejerce una articulada y dulce fascinación en los seres humanos; tiene la sugestión emotiva de las palabras, las que navegan en unos muy especiales modos tonales.

El lenguaje del odio es indócil a los postulados del corazón, a la suavidad de la palabra; en este caso, la palabra se convierte en arma peligrosa, en reto, en desafío, en insulto.

El idioma de la ciencia es peculiar en la exposición lúcida de razonamientos y experimentaciones, limpio de metáforas, connotaciones y demás elegancias literarias.

El idioma de la ignorancia y la superficialidad es, casi siempre, el de la ordinariez; es una catarata de palabras vacías que se precipitan unas sobre otras con el efecto consecuente de patanería.

El idioma que expresa bendición y ayuda es de una veloz y constante iluminación; es sereno, reflexivo, se remansa en la superioridad del espíritu.

El lenguaje del egoísmo y de la envidia es un triste y prolongado monólogo que atomiza el alma y el corazón; vuelve árida la comunicación fraterna.

El carácter vigoroso se trasluce en un lenguaje decisivo, porque tiene su personal forma de ver y sentir; por eso es tan peculiar  -en tonos de voz y en significados-  la expresión de las personas muy definidas y selectivas.

La vanidad, el deseo de asombrar a los demás, la prepotencia, las falsas promesas hacen del lenguaje una forma de expresión grotesca, exagerada, caricaturesca, falsamente humorística. Quienes así hablan o escriben están privados de la savia que alimenta la verdadera emoción, del vigor del pensamiento original. El escritor francés Flaubert decía que el alma da el SER a las palabras.

Es un arduo goce el de obligar a las palabras a estar en su sitio exacto, comprometidas con toda la estructura semántica, sintáctica y estilística del discurso.

Concluimos, entonces, con el compromiso de que las palabras deben ser siempre UN TRIUNFO DEL IDIOMA en todos los campos.

martes, 30 de octubre de 2012



                            CLASES DE DICCIONARIOS


                                            Lucila González de Chaves


Glosario:

Tradicionalmente se define como un repertorio de voces destinado a explicar un texto medieval o clásico, o la obra de un escritor. En su sentido moderno, “glosario” significa lista de términos (monolingüe o bilingüe) que no pretende ser exhaustiva.


Thesaurus:

Obra lexicográfica monumental, con pretensiones de ser exhaustiva. Es el único instrumento lexicográfico que puede darse el lujo de contener un “hapx legomenon”, es decir, una palabra que ha sido documentada una sola vez en un solo autor.


Diccionarios generales:

Pueden ser monolingües o multilingües. Son el tipo del diccionario de la Real Academia Española (RAE).


Diccionario de autoridades:

Es un diccionario normativo que pretende imponer una norma a la comunidad lingüística, invocando a los autores clásicos como autoridad.


Diccionarios de la lengua:

Son aquellos que ofrecen el uso de los términos con todas sus peculiaridades, y dan alguna información sobre la materia.


Diccionarios de materias:

(Diccionarios de cosas). Aquellos en que prevalece la información sobre el mundo extralingüístico.


Diccionarios enciclopédicos:

Los que se proponen cumplir a la vez las funciones de diccionario de la lengua y de materias.


Diccionarios de lenguas técnicas:

Los que contienen la terminología propia de una ciencia (derecho, medicina, política, filosofía), o de una jerga.


Diccionarios etimológicos:

Aquellos que dan la etimología (origen) y la trayectoria de las palabras. Se interfieren desde luego, con los diccionarios históricos.


Diccionario descriptivo:

Aquel que dice lo que es, sin tener en cuenta que sea un barbarismo, un solecismo, etc.


Diccionario de uso:

Selecciona las palabras más corrientes, con todo su aparato lingüístico.


Diccionario ideológico:

Ofrece las palabras agrupadas por materias o campos semánticos.


Diccionario invertido:

Los términos aparecen clasificados por sus terminaciones. Es un tipo de diccionario que aún no se ha hecho para el idioma español.


Diccionario de modismos o frases hechas:


Diccionario de refranes:


Diccionario ortográfico:


Diccionario de frecuencia de palabras:

Aquel que consigna, por ejemplo, las dos mil palabras más frecuentes de una determinada lengua.

Diccionario de dudas:


Diccionario electrónico:



domingo, 21 de octubre de 2012



PRESENCIA FEMENINA EN EL QUIJOTE

Lucila González de Chaves
                                                                          
Cuando se recuerda grata y reverencialmente  al hidalgo de las letras españolas: Miguel de Cervantes Saavedra, autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, es conveniente repasar los personajes femeninos que encuadran muchas de las escenas quijotescas, para gloria de Cervantes y para penas y alegrías de don Quijote y Sancho.
Así como la mente del ingenioso hidalgo, al leer los libros de caballerías, se fue llenando de encantamientos, pendencias, batallas, desafíos, heridas, tormentas y disparates imposibles, así también se le fue despertando el amor apasionado pero casto, porque caballero andante sin amores es “árbol sin frutos y cuerpo sin alma.”
Algunas de las mujeres que aparecen en la obra inmortal, ya citada, son:


DULCINEA DEL TOBOSO:

Según nuestro caballero andante, “no hay en el mundo todo, doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin  par Dulcinea del Toboso”.
Don Quijote se queda en Sierra Morena haciendo penitencia y oración, como los caballeros, y desde allí envía con Sancho la siguiente carta a Dulcinea. Está catalogada como la más bella carta de amor de la literatura española:
“Soberana y alta señora: El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, magüer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si  no, has lo que te viniere en gusto; que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte. El Caballero de la Triste Figura.”
Dice el crítico Martín de Riquer que cuando don Quijote envía a Sancho desde la sierra Morena con la carta para Dulcinea en El Toboso, lo orienta diciéndole que ella es hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales. Pero, cuando don Quijote la consagró como “Su Dama”, ella pasó a ser el arquetipo de la belleza femenina; la mujer ideal. Quizás por eso, ella, Dulcinea como tal, no aparezca personalmente en la obra.
Dulcinea es el símbolo literario de la mujer ideal tal como el poeta o el enamorado la configura en sus sueños. Por tal razón, don Quijote dice a Sancho: “[...] la pinté en mi imaginación como la deseo, lo mismo por su belleza que por su principalidad.”  Se la imagina ensartando perlas o bordando en oro.
Don Miguel de Unamuno afirmó que todo el heroísmo de don Quijote nace de ese amor tan profundo a una mujer: “se lanzó al mundo a la conquista de glorias y lauros para ir después a depositarlos  a los pies de su amada.”
En la obra, después de una disputa con Sancho, don Quijote declara: “Ella  (Dulcinea) pelea en mí, y vence en mí, y yo vivo y respiro en ella, y tengo vida y ser.”Cuando Sancho le dice que ella es una labradora que huele mal, don Quijote se enfurece y contesta: “[...] yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído. Te oliste a ti mismo.”


MARITORNES:

Es la tosca e inculta moza de la venta. Ella pregunta: ¿Qué es un caballero aventurero? Parece que  nunca había oído hablar de los caballeros andantes y de la caballería, profesión que don Quijote quería resucitar. Pero la mozuela agrega que ella sí ha leído esos libros en los que “cuentan que está la otra señora debajo de unos naranjos abrazada con su caballero, y que les está una dueña haciéndoles la guardia, muerta de envidia y con mucho sobresalto.” Pero como en estos tiempos ya no es así, por eso pregunta ¿qué es un caballero aventurero?
Esta criada asturiana es también la que en compañía de la hija del ventero, ata un cordel a la muñeca de don Quijote cuando éste presta guardia nocturna, como buen caballero. Ellas lo dejan colgado de una ventana, situación que lo ridiculiza a los ojos de don Luis, el enamorado de doña Clara, joven comprensiva que lo desata al amanecer.
De Maritornes se dice en la obra que era “ancha de cara, llana de cogote, nariz roma, del un ojo tuerta y del otro no muy sana. Verdad es que la gallardía de cuerpo suplía las demás faltas: no tenía siete palmos de los pies a la cabeza, y las espaldas que algún tanto le cargaban, la hacían mirar al suelo más de lo que ella quisiera.” Esta moza asturiana está en la venta o posada para regocijo de los viajeros.


EL AMA DE LLAVES:

Es una mujer testaruda. Quiere rociar con agua bendita los libros de su señor don Quijote para quitarle a él la hechicería; quema la mayoría de los libros de su patrón en el corral de la casa.
El ama de llaves y la sobrina de él son la familia de don Quijote. Representan el hogar con su cotidianidad y sus diarios problemas y afanes; hogares de aquella época con sus costumbres estrictas y su extrema religiosidad.


LA SOBRINA:

Personaje que aparece siempre en la aldea, al lado del ama de llaves. En su lecho de muerte, don Quijote, al declarar que ya está cuerdo, le dicta al escribano sus últimas disposiciones. Deja su hacienda a su sobrina, con la condición de que si se casa, lo haga con un hombre que ignore qué son los libros de caballerías. Es bueno recordar siquiera una de las reflexiones que don Quijote hace a su sobrina: “[...] dos caminos hay por donde puedan ir los hombres a llegar a ser ricos y honrados: el uno es el de las letras; otro, el de las armas. Yo tengo más armas que letras, y nací, según me inclino a la armas, debajo de la influencia del planeta Marte. [...] Será en balde cansaros en persuadirme a que no quiera yo lo que los cielos quieren, la fortuna ordena y la razón pide, y, sobre todo, mi voluntad desea.”


MARCELA:

Una joven de buena posición y gran belleza; cree conveniente vestirse de pastora y vagar por los montes cercanos a su casa, hasta que llegue el día en que sepa con cuál de sus muchos pretendientes va a casarse. Ella es displicente y desdeñosa, llena de caprichos y amiga de imponer su voluntad. El joven Grisóstomo la ama con  pasión. Dice Cervantes que “su afabilidad (la de Marcela) y hermosura atraen los corazones de los que la tratan y quieren servirla y amarla; pero su desdén y desengaño los conduce a términos de desesperarse, y así no saben qué decirle, sino llamarla a veces cruel y desagradecida.”
En el capítulo XIV de la primera parte de la obra, los razonamientos de Marcela, con sólo catorce años de edad, deben ser leídos detenidamente por la profundidad de su defensa ante las acusaciones de indiferencia y desamor que, según los asistentes al entierro, habían causado la muerte de Grisóstomo.
Una muestra  de dichas reflexiones: “Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de se amado, esté obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien le ama.”


LA VENTERA Y SU HIJA:

Curan las heridas de don Quijote. Dichas heridas se las causaron sus enemigos con unas estacas, pero Sancho, para dejar a salvo la dignidad de su señor, les dice a todos en la venta que se las hizo al caerse desde lo alto de una peña. Ellas creen en las palabras de Sancho y tratan con respeto a don Quijote.


TERESA PANZA Y SANCHICA:

Son, respectivamente, la esposa y la hija del escudero de don Quijote, Sancho Panza. Cuando éste está de gobernador de la ínsula Barataria, recibe una carta de Teresa dándole cuenta de todo lo que acontece en la aldea; dicha carta termina con este párrafo: “Espero respuesta désta, y la resolución de mi ida a la Corte; y con esto, Dios te me guarde más años que a mí, o tantos; porque no querría dejarte sin mí en este mundo. Tu mujer, Teresa Panza.”
Teresa Panza (a veces, aparece en la obra con otro nombre) es cándida y ambiciosa a la vez, muy trabajadora y muy práctica.
Sanchica (o Marisancha) la hija, se caracteriza por su simpleza y también por su bondad. Citamos aquí las palabras con las cuales Teresa Panza despide a Sancho, al partir en la tercera salida; y las citamos porque tal vez sean las únicas que en todo el libro nos dan una visión de la familia de Sancho; dice Teresa:
“Vivid vos (marido mío), y llévese el diablo cuantos gobiernos hay en el mundo. Pero mirad, Sancho, si por ventura  os viereis con algún gobierno, no os olvidéis de mí y de vuestros hijos. Advertid que Sanchico tiene ya quince años cabales, y es razón que vaya a la escuela. Mirad también que Marisancha, vuestra hija, no se morirá si la casamos, [...] que desea tanto tener marido, como vos deseáis veros con gobierno.”


DOROTEA:

Don Quijote y Sancho la ven por primera vez en Sierra Morena, disfrazada de joven labrador. El cura, el barbero y Cardenio hablan de aquella hermosura incomparable, y dicen que no es persona humana sino divina. Habla el cura de la aldea: “Señora mía, o señor mío, o lo que vos quisiereis ser [...] contadnos vuestra mala o buena suerte.”
Este hermoso labrador resulta ser Dorotea de humilde linaje; sufre desengaños de amores porque el hombre a quien ama, don Fernando el hijo del duque, se ha ido con Luscinda.
Dorotea es rápida en pensar y brillante en opinar; tiene facilidad de palabra. De ella dice Cervantes: “El oírla es delicia de la mente.”
En la venta, y para seguir el juego de los encantamientos, Dorotea dice ser la princesa Micomicona de Etiopía, víctima del gigante Pandafilando de la Fosca Vista (porque aunque tenía los ojos en su lugar, y derechos, siempre miraba al revés como si fuese bizco). Don Quijote, haciendo honor a su profesión, exclama: “Vamos de aquí en nombre de Dios a favorecer a esta gran señora.”
En la venta, las situaciones amorosas se resuelven satisfactoriamente. Dorotea debe marcharse con don Fernando, arrepentido, quien también ha llegado a esta posada. Y para solucionar el problema construyen una jaula y meten en ella a don Quijote, asegurándole que sólo así la princesa Micomicona recuperará su reino; don Quijote acepta gustoso, ya que se trata de defender a la dama. Fue un pretexto para hacer volver al caballero andante a su aldea.


UNA SIN NOMBRE:

Hay en la grandiosa obra de Cervantes una mujer cuyo nombre no figura, pero en el capítulo cuarenta y cinco de la segunda parte, cuando Sancho está de gobernador de la ínsula Barataria, entra al despacho asida fuertemente a un hombre, y exclama: “¡Justicia, señor gobernador, justicia! [...] este mal hombre me ha cogido en la mitad de ese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera trapo mal lavado. [...] me ha llevado lo que yo tenía guardado más de veintitrés años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y extranjeros [...]:”

Sancho ordena al criador de cerdos que le dé la bolsa del dinero a la mujer, la cual “rogando a Dios por la vida y salud del señor gobernador”, sale muy ufana. Sancho ordena al hombre ir tras ella y arrebatarle la bolsa con el dinero. A poco, entran de nuevo los dos y la mujer clama justicia porque el hombre le quiere arrebatar las monedas de plata. Sancho le dice con gran sabiduría:
“Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa, lo mostrarais para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza [...].”


ALTISIDORA:

Es una joven de catorce años, “de buen natural y claro entendimiento”. Locuaz y casquivana, quiere imponerse siempre en el amor.
Mientras Sancho está de gobernador de la ínsula Barataria, don Quijote permanece en el palacio de los duques y es objeto de burlas. Una de las criadas de la duquesa llamada Altisidora es una joven desenvuelta y decidida, finge enamorarse del caballero andante, quien a pesar de todas las insinuaciones permanece fiel a su bella dama, Dulcinea.
En relación con el enamoramiento de Altisidora, don Quijote exclama: “¡Qué tenga de ser tan desdichado andante, que no ha de haber doncella que me mire que de mí no se enamore! Para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la honesta, la gallarda y la bien nacida. [...] Para ser yo suyo y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza al mundo.”


QUITERIA:

Es la hermosa dama del episodio de las “Bodas de Camacho”. Basilio, hombre de escasos recursos económicos está enamorado de Quiteria; pero, Camacho, hombre rico, ha logrado que la dama quiera casarse con él. Gracias a una aparente escena sangrienta, Basilio consigue casarse con su amada Quiteria, quien ha sido apellidada “la hermosa”. Tiene mucha claridad en cuanto a sus sentimientos, pues está segura de su amor por Basilio; sin embargo, cree que le conviene casarse con Camacho.


LA TOLOSA Y LA MOLINERA:

Dos mozas de la más vil condición; estaban en la puerta de la venta o albergue cuando don Quijote, en su primera salida, llegó allí. Él cree que son dos hermosas doncellas o encumbradas damas. Además, cree que el sonido del cuerno de uno que cuida cerdos es el clarín que anuncia su llegada, y que el ventero o propietario de la venta –que don Quijote cree ser un castillo- es quien debe armarlo caballero.
La Tolosa le ciñe la espada y la Molinera le pone las espuelas, igual que como hacían las doncellas en las ceremonias caballerescas. Ellas dos no olvidarán jamás el trato de princesas que el Caballero de la Triste Figura les dio aquella vez; pues en agradecimiento les pide que por su amor, en adelante se llamen Doña Molinera y Doña Tolosa; esta última  despide a don Quijote con estas palabras: “Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides.”


LEONELA:

En la novela El curioso impertinente que lee el cura de la aldea ante todos los presentes en la venta, y mientras don Quijote pelea en su cuarto con los cueros de vino, en dicha novela aparece Leonela como criada  de Camila la esposa de Anselmo. Las dos mujeres se quieren mucho por haberse criado juntas en casa de los padres de Camila; cuando ésta se casa con Anselmo, se trae a Leonela como criada.
Leonela es el único testigo de la flaqueza de su señora cuando el amigo de Anselmo, Lotario, la seduce. Cervantes pone en boca de Leonela estas consideraciones: “El amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda; con éste corre y con aquél va despacio; a unos entibia y a otros abrasa; a unos hiere y a otros mata; en un mismo punto comienza la carrera de sus deseos, y en aquel mismo punto la acaba y concluye [...]. Todo esto sé yo muy bien, más de experiencia que de oídas, y algún día te lo diré, señora, que yo también soy de carne  y de sangre moza.”
Esta deshonesta y atrevida Leonela, cuando ve el proceder de su ama, se siente autorizada para entrar a la casa a sus amantes.


CAMILA:

Algún huésped dejó olvidada en la posada una maleta con libros; entre ellos estaba la historia El curioso impertinente, novela  que el cura de la aldea lee para todos.
En dicha obra, uno de los personajes se enamora perdidamente de una joven hermosa e importante, de la misma región, Toscana (Italia) y la toma por esposa.
Pero tan impertinente marido, quiso poner a prueba las virtudes de su esposa Camila y se ausentó del hogar; intencionalmente pidió al amigo Lotario que la cuidara e intentara seducirla para ver qué tan fiel era. Camila, acosada por Lotario, escribe una carta a su esposo Anselmo en la que le dice:
“Así como suele decirse que parece mal el ejército sin su general, y el castillo sin su castellano, digo yo que parece muy peor la mujer casada y moza sin su marido [...]. Yo me hallo tan mal sin vos, y tan imposibilitada de no poder sufrir esta ausencia, que si presto no venís, me habré de ir a entretener en casa de mis padres [...].” Camila pone de manifiesto su fragilidad, incapaz de resistirse al embrujo de la tentación.


TORRALBA:

De profesión pastora. Es voluble y ensimismada. Cuando habla, entra en contradicciones. Refiriéndose a ella, Cervantes escribió: “Es natural condición de las mujeres desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece.”
De la Torralba está enamorado un caballero de Extremadura llamado Lope Ruiz, quien decide irse con sus cabras a los reinos de Portugal. Torralba lo sigue hasta la orilla del río Guadiana; y ahí se pierde el rastro de ésta, porque Sancho se pone a contarle a don Quijote la historia del pescador que tenía un barco tan pequeño que sólo podía pasar de un lado a otro una cabra cada vez y...eran trescientas cabras. Sancho le pide al caballero andante que las vaya contando, y él le responde: “Haz cuenta que las pasó todas, no andes yendo y viniendo de esa manera, que no acabarás de pasarlas en un año.” En la obra, después de esto sigue la aventura de los batanes.


LA DUQUESA:

Don Quijote y Sancho  encuentran a la duquesa cazando en un prado. Es una gallarda señora sentada en un sillón de plata; bizarra y ricamente vestida. Los invita al castillo. Como ya habían leído la primera parte de la obra, el duque y la duquesa conocen las aventuras de los dos y los ponen a vivir los hechos más disparatados y engañosos tales como el suceso del caballo de madera, Clavileño.
Los duques nombran a Sancho gobernador de la ínsula. La duquesa les dice que los poderes infernales están dispuestos a liberar a Dulcinea (historia de la Cueva de Montesinos) de su encantamiento si Sancho se compromete a darse tres mil azotes.

La duquesa pide a don Quijote que le describa la hermosura de Dulcinea, y él, suspirando, dice: “Si yo pudiera sacar mi corazón y ponerlo ante los ojos de vuestra grandeza [...] quitara el trabajo a mi lengua de decir lo que apenas se puede pensar.”


ZORAIDA:

Una hermosa mora que llega a la venta acompañada de un cautivo de Argel a quien han puesto en libertad hace poco tiempo; en la noche de ese día, don Quijote pronuncia ante todos los de la venta su famoso discurso de las armas y las letras.
El cautivo se llama Ruy Pérez de Viedma y ama a la hermosa Zoraida, quien desea ser cristiana. Dice el tratadista Martín de Riquer que la mayoría de los personajes moros que cita Cervantes son reales, como Zoraida, hija del renegado Hajji Murad (Agi Morato), alcalde de Argel; Zoraida se enamora del ya mencionado cautivo español y quiere convertirse al cristianismo, pues por el cautivo ha afrontado el destierro. Su capacidad de amar es enorme, fervorosa y heroica. Zoraida tiene siempre los ojos puestos en su español y de él –dice el autor- “traía colgada el alma.”


LEANDRA:

De regreso a la aldea, después de haber sacado a don Quijote de sus penitencias en Sierra Morena con el invento de la princesa Micomicona (Dorotea), y habiéndolo enjaulado para que ella recobrara el trono, se encuentran al cabrero Eugenio quien cuenta sus amores con Leandra, una joven muy complaciente con el primero que se le acerca; se deja seducir fácilmente por baratijas vistosas; sin embargo, no conoce más mundo que el de su aldea.
Leandra se enamora del oropel de los vistosos trajes del soldado Vicente de la Rosa quien viene de ganar batallas sin cuento, y  es, además, un poco músico: toca guitarra “a lo rasgado”, es poeta y galán. Leandra se va de la aldea con él.
Tal suceso dejó a Anselmo atónito; al padre de ella, triste; a sus parientes, afrentados. Días después la encuentran  abandonada en una cueva en donde, después de robarle las joyas, la deja el músico y poeta.


LUSCINDA:

Es la enamorada de don Fernando. Muy aficionada a leer la obra de caballería Amadís de Gaula. El hombre que la ama, llamado Cardenio, ha enloquecido a causa de los amores de Luscinda con don Fernando.
Es ella una dama noble y rica y, además, hermosa, pues de ella dice Cardenio a don Quijote:
“Para remediar desdichas del cielo poco suelen valer los bienes de fortuna. Vivía en esta misma tierra un cielo, donde puso el amor toda la gloria que yo acertara a desearme: tal es la hermosura de Luscinda.  [...] a esta Luscinda amé, quise y adoré desde mis tiernos y primeros años y ella me quiso a mí con aquella sencillez y buen ánimo que su poca edad permitía.”


CASILDEA DE VANDALIA:

Es la dama por quien delira el Caballero de los Espejos; don Quijote y Sancho lo encuentran recorriendo el bosque y cantándole a su dama un enternecedor soneto. Los caballeros discuten sobre la hermosura de sus respectivas damas, y pelean por ello. Don Quijote vence al Caballero de los Espejos y cuando le quita el yelmo ve que es el bachiller Sansón Carrasco; le impone como penitencia que declare que Dulcinea es más hermosa que todas las damas, y que vaya al Toboso a ponerse a órdenes de ella.
Como caballero vencido, el de los Espejos lo declara; pero, antes había asegurado acerca de su dama: “Llámola (a Casildea) sin par porque no lo tiene, así en la grandeza del cuerpo, como en el extremo del estado y de la hermosura.”
El caballero del Bosque o Caballero de los Espejos explica a don Quijote que “por llamarse (su dama) Casilda y ser de Andalucía, yo la llamo Casildea de Vandalia.”  Imitando el lenguaje de los caballeros enamorados, exclama con voz doliente: “¡Oh la más hermosa y la más ingrata mujer del orbe! ¿Será posible serenísima Casildea de Vandalia, que has de consentir que se consuma y acabe en continuas peregrinaciones, y en ásperos y duros trabajos, éste tu cautivo caballero?”
Don Quijote se enfurece porque cree que dichas palabras son perjudiciales para la belleza de Dulcinea.


DOÑA RODRÍGUEZ DE GRIJALBA:

Es dama de honor de la duquesa; en ella Cervantes ha pintado a la mujer tonta: habla y obra de manera estúpida y lerda. Cree, sin dejar lugar a la duda, que don Quijote sí es un caballero andante, y acude a él para que defienda el honor de su hija, que ha sido burlada por el hijo de un labrador rico. El muchacho se niega a pelear con don Quijote y se da por vencido.
Cuando doña Rodríguez entra al cuarto de don Quijote a pedirle ese favor, éste cree que ella es un fantasma y la conjura; doña Rodríguez le replica: “Señor don Quijote, si es que acaso vuestra merced es don Quijote, yo no soy fantasma, ni visión, ni alma de purgatorio, como vuestra merced debe de haber pensado. Soy dama de honor de mi señora la duquesa, que con una necesidad de aquellas que vuestra merced suele remediar, a vuestra merced vengo.”
En el momento en que está hablando, se le apaga el candil y Doña Rodríguez siente que dos manos la cogen de la garganta y que otra persona la azota. Al continuar la lectura, descubrimos que fueron la duquesa y Altisidora quienes, por celos, la apalearon.

CONDESA TRIFALDI O DUEÑA DOLORIDA:

La Trifaldi se presenta ante don Quijote con un vulgar cortejo de damas para pedirle que vaya a la lejana isla de Candaya a desencantar a la infanta Antonomasia y a don Clavijo, convertidos por el gigante Malambruno en una simia de bronce, ella, y él, en un cocodrilo.
Para ir a dicha isla hay que montarse en un caballo de madera llamado Clavileño, que lo llevará rápidamente por los aires. Viene la burla: los criados de los duques les tapan los ojos a don Quijote y a Sancho, y los montan en el caballo de madera.

No deja el lector de sorprenderse cuando más adelante –después que la Dueña Dolorida hace su petición a don Quijote- lee: “Luego la Dolorida y las demás dueñas alzaron los antifaces y descubrieron los rostros, todos poblados de barbas, cuales rubias, cuales negras, cuales blancas, de cuya vista mostraron quedar atónitos todos los presentes.”  Una burla más al generoso manchego.


DOÑA CLARA:

Hija de un oidor o magistrado; ella y su padre también llegan a la venta (ésta un lugar de paso, un lugar de descanso en el camino); el padre de la joven doña Clara se llama Juan Pérez de Viedma, hermano del cautivo enamorado de Zoraida: en la venta se encuentran los dos hermanos después de tantos años de ausencia.
Al llegar a la venta, encuentran a un joven disfrazado de mozo de mulas que canta romances y canciones de amor; se descubre que es el joven hidalgo don Luis, el enamorado de doña Clara. Todos los líos acaban felizmente  en esta posada.
Doña Clara, de dieciséis años, es hermosa y gallarda; discreta frente a los primeros embrujos del amor; por eso, su enamorado, don Luis, dice que ha hecho de ella la dueña de su voluntad.


ANA FÉLIX:

En Barcelona, don Quijote y Sancho son invitados a conocer una galera, embarcación de vela y remos; se aproxima un navío turco contra el cual arremeten las galeras españolas del puerto. El capitán del bergantín turco es la hermosa morisca Ana Félix que viene huyendo de Argel. El barco turco no se había acercado a Barcelona con intención de guerrear.
Cuando todo se aclara, viene a saberse que es preciso ir a Argel para liberar a un personaje importante. Como la aventura es verdadera, ninguno hace ya caso de don Quijote; sus locuras no divierten.


CLAUDIA JERÓNIMA:

Por caminos de Cataluña, don Quijote y Sancho se encuentran con la cuadrilla de bandoleros, estos sí de verdad, cuyo jefe es Roque Guinart; ante éste llega una joven llamada Claudia Jerónima, quien acaba de herir mortalmente a sus burlador don Vicente Torrellas: al verse acosada por dicho hombre, ella reacciona violentamente. El bandolero lleva a la joven ante su amante herido quien expira en los brazos de ella.

MADÁSIMA:

Es un personaje evocado. Ella es reina y “muy principal señora”. En Sierra Morena, la honra de esta dama es defendida por don Quijote delante de Cardenio, quien mancha la fama de Madásima afirmando que ella se amanceba con el maestro Elisabat.


LAS DONCELLAS ENLUTADAS:

Éstas aparecen en el sueño que don Quijote tuvo dentro de la cueva de Montesinos.
Montesinos era un anciano de largas barbas, amigo de Durandarte, caballero muerto en Roncesvalles
.Estas damas enlutadas son las acompañantes de Belerma la gran señora de Durandarte. Según el relato del sueño, don Quijote dice que en la cueva están también la reina Ginebra y Lanzarote; en el gran palacio  (la cueva) han sido encantados por el mago Merlín y esperan que don Quijote les quite el encantamiento. También, en sueños, aparecen tres labradoras saltando como cabras, resultan ser Dulcinea y dos acompañantes. Encuentra, asimismo, según su relato, a la Dueña Ruidera y a sus siete hijas y dos sobrinas.
La cueva de Montesinos  es “un caballeresco trasmundo de seres encantados”, según el escritor Martín de Riquer.