Homilía de S. S. Francisco el domingo de Pascua
(Año pandémico 2021)
Homilía de S. S. Francisco el domingo de Pascua
(Año pandémico 2021)
LAS
PERSONAS SOLITARIAS
Uno de los errores más habituales en las
relaciones personales es juzgar las actitudes ajenas en función del modo de ser
propio. Cada persona es un mundo y la empatía supone salir fuera de uno mismo
para entender que existen muchas formas de vivir. Las personas solitarias
valoran la amistad y el amor como cualquier ser humano aunque lo hagan de
distinta forma.
Pocas relaciones pero auténticas.
Las personas solitarias son muy selectivas en
sus relaciones personales y pueden tener pocas amistades pero los vínculos que
establecen son muy auténticos. Además, una persona solitaria puede ser poco
expresiva a nivel afectivo y no mostrar con facilidad cuánto significan para
ella, las personas más cercanas. Sin embargo, tienen una alta sensibilidad
interior y dan mucho peso a ese afecto.
Y…
Las personas más solitarias son las más amables.
Las personas más tristes tienen la sonrisa más brillante.
Las personas más afectadas son las más sabias.
(Fredy Monte
Verde)
EN EL
SÉPTIMO ANIVERSARIO DE SU MUERTE
Lucila
González de Chaves
“Maestra
del idioma”
Lugore55@gmail.com
El 17 de marzo de 2014, jueves santo, a las 3
p.m., nuestro gran escritor, GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, decía adiós a la vida
terrenal.
Para
recordarlo y admirarlo por su legado literario, especialmente en el campo de la
narrativa, retomo lo que para la prensa escribí en el momento de la aparición
en las librerías de su muy leída novela
Cien años de soledad.
…….
CIEN
AÑOS DE SOLEDAD, NOVELA SÍMBOLO DE UNA ÉPOCA
Lucila
González de Chaves
…
La novela de García Márquez, tan celebrada por los más y tan discutida por tantos, se desenvuelve en un lugar de la región del norte de Colombia: el supuesto Macondo; región hostil; sin embargo, los personajes van a tener más poder que la misma naturaleza.
(A propósito: el año pasado, 1966, la revista “mundo Nuevo” editada en París para los países de América Latina, publicó en su novena entrega - según información de Lecturas Dominicales del periódico El Tiempo, 23 de abril de 1967 - fragmentos de la novela de García Márquez El Insomnio de Macondo. ¿Será ésta la que hoy conocemos como Cien años de Soledad… de Macondo?).
Si se nos permite, pudiéramos decir que la obra se divide en tres partes, así:
1. Fundación de Macondo.
2. Vida
política, militar y social de Macondo.
3. Decadencia y desaparición de Macondo.
Cada una de estas tres partes tiene sus típicos personajes: el primer Buendía, José Arcadio, el fundador: un iluminado que guía a su pueblo de acuerdo con sus propios sueños. Melquíades, el gitano, que lleva progreso y adelantos civilizadores, un personaje que no quiere quedarse en el mundo de los muertos, y sigue asistiendo a Macondo desde su cuarto de inventos.
Aureliano (no recordamos si es el primero, el segundo o el tercer Buendía de esta historia), que reparte su vida entre su esposa, Fernanda, y la amante, Petra Cotes. Esta última es quien ha hecho de los jóvenes de Macondo, hombres, y de los muchos hombres, indefensos niños.
Todos los Buendías -la lista es larga- son, en su orden y en su tiempo, personajes típicos, tanto hombres como mujeres, tanto los legítimos como los que no lo son.
Otra de las características de la novela es la mezcla de realidades y de situaciones legendarias, fabulosas: las levitaciones, el aburrimiento de Melquíades en el mundo de los muertos y sus constates apariciones, las que lo convierten en un permanente visitante de la casa-hotel-manicomio (que es la peculiar casa de los Buendías), el aguacero persistente, tanto de día como de noche; más exactamente: “Llovió cuatro años, once meses y dos días” (p. 267, primera edición, 1967); - esta es un de tantas hipérboles del libro -, las mariposas amarillas que van anunciando el encendido amor del galán de una de las Buendías, la lluvia de hojas que caen insistentemente a la hora de la muerte de la ya centenaria Úrsula de Buendía, etc.
Pero, volvamos a los personajes. Todos ellos viven sus vidas vulgares, ordinarias, en un escenario gris y sin relieves. La monotonía y el aburrimiento no logran amordazar las pasiones de este grupo de Buendías que pueblan las páginas de esta novela.
De todo hay en el mundo descrito por García Márquez: ya dijimos que el primer José Arcadio Buendía es iluso y visionario; pero, además es el hombre que tiene miedo a la realidad. Un soñador suele ser una cosa peligrosa. Y muy soñador es este Buendía que funda un pueblo y luego se construye un mundo interior: habla sin cesar de cosas que nadie oye y, un día, acaba atado al almendro de la casona.
Y Úrsula, la esposa de José Arcadio, batalladora e indomeñable, que asiste a los cien años del Macondo de su esposo.
Y Amaranta - Buendía también - que esconde bajo la máscara de la pureza y de la abnegación de buena tía, la vergüenza de una vida íntima poco limpia.
El más célebre de los Buendías, el segundo: el Coronel Aureliano Buendía, quien promueve treinta y dos guerras - y las pierde todas -, riega por todo el territorio colombiano diecisiete hijos: diecisiete Aurelianos, según la voluntad de Úrsula, la abuela y madrina de todos estos niños.
Este
Coronel Aureliano es una mezcla extraña de dignidad y de cobardía, de ideales y
miserias; igual a Petra Cotes, que reúne en grandes cantidades el pecado, la
valentía y la generosidad.
Fernanda, la esposa legítima de un Buendía soñador y andariego, desentona un poco en la casona, porque tiene aires de gran dama, de matrona de sangre azul. Quizás, por esto, Remedios la Bella (otra de las esposas de uno de tantos en esta casa de muchos) se eleva hacia el firmamento llevándose las sábanas recién lavadas de la distinguida señora Fernanda.
Rebeca, otra esposa de un Buendía, alivia sus tensiones emocionales regresando a sus vicios de infancia: chupa dedo, come tierra y cal; tal vez, por esto es por lo que vomita lagartijas vivas. Es ella la que da uno de los escasos toques románticos a esta obra: después de haber vivido un apasionado amor con José Arcadio Buendía (hijo o nieto del primer José Arcadio), cuando lo pierde, rompe con el mundo y se encierra a vivir de los recuerdos. (p. 139, primera ed., 1967)
En la novela de García Márquez predomina la narración.
¡Qué forma embrujadora de narrar!
Son
muy escasos los diálogos. En cambio, hay secuencias como el monólogo de
Fernanda que abarca cuatro páginas en las que no hay un solo punto y aparte.
Esta obra de gran excelencia narrativa, tiene sus toques de humor irónico, sus
apreciaciones brillantes sobre la injusticia social, a raíz de la recién creada
Compañía Bananera en Macondo, y cuya huelga marca la decadencia del pueblo. Leerla
y entenderla es un poco difícil por la gran ampliación de ideas en muchas de
sus partes y por la incansable repetición de los nombres que desconciertan y
desorientan en el seguimiento de la trama.
Desde
esa época, este comentario no ha sido modificado. Fue mi primera visión, en la
primera lectura, de dicho libro.
Personajes de “cien años
de soledad” parientes entre sí:
Petronila
Iguarán – Tranquilina María Miniata Alacoque Buendía – Aureliano Iguarán –
Aureliano Buendía 1. – José Arcadio Buendía 1. – Úrsula Iguarán – Rebeca –
Pilar Ternera – Aureliano Buendía, el Coronel – Remedios Moscote – Amaranta –
Aureliano José – Santa Sofía de la Piedad – José Arcadio 2. – 17 Aurelianos,
hijos del mismo padre y con el mismo nombre, regados por todo el país –
Remedios la Bella – Petra Cotes – Aureliano 2. – Fernanda del Carpio – José
Arcadio, el que debía ser Papa – Mauricio Babilonia – Renata Remedios (Meme) –
Gastón – Amaranta Úrsula – Nigromanta – Aureliano, discípulo de José Arcadio 2.
– Rodrigo Aureliano.
Personajes no parientes entre sí:
Melquíades – el sabio catalán – Coronel Gerineldo Márquez – Coronel Gregorio Stivenson – Camila Sagastume (la Elefanta) – Coronel Lorenzo Gavilán – Bruno Crespi – Pietro Crespi – 60 compañeras de Meme – 4 monjas acompañantes – Petronio el sacristán – el judío errante – los gitanos – los gringos de la Compañía Bananera – Mr. Brown – Mr. Herbert – el Padre Antonio Isabel – las prostitutas francesas – el capitán Aquiles Ricardo – Alirio Noguera – General José Raquel Moncada – Prudencio Aguilar - Arnaldo de Volanova.
………
Al conmemorar su séptimo año de muerte, la invitación es a seguir leyendo sus obras, cada quien las que más admire y lo enriquezcan literariamente. A mí me agradan principalmente:
El Coronel no tiene quien
le escriba
El rastro de tu sangre en la nieve (cuento)
En este pueblo no pasa nada (cuento)
Y, desde luego, su primera novela, de la que nadie se acuerda y nadie nombra, en la extensa lista de la producción del Nobel: La hojarasca. Cortísima novela que yo he leído más de tres veces y la he puesto de ejemplo al hablar del manejo del monólogo en la literatura. No importa que los críticos la hagan a un lado porque se parece a tal autor, o a tal novela, etc.
El siguiente apunte es mi
apreciación sobre esta significativa Hojarasca:
¿Por qué se suicidó el doctor?
Al final de la obra, no quedan sino baúles llenos de secretos y hojas (dinero) que se los lleva el viento, y que constituyen parte de la hojarasca:
El primer párrafo:
“De pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era un hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos, rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil. La hojarasca era implacable. Todo lo contaminaba de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte”.
Y, ¿el personaje principal? Ni su nombre, ni su lugar de origen, ni su familia…, nada se sabe…
En la
pág. 52 leemos: