domingo, 21 de diciembre de 2014

CARTA ABIERTA AL DIOS DEL PESEBRE

CARTA ABIERTA AL DIOS DEL PESEBRE


Lucila González de Chaves
Lugore55@gmail.com



A la media noche, marcando el meridiano entre el 24 y el 25 de diciembre, desciendes, Dios-Niño, a la tierra para hermanarte con el hombre, que cada vez pierde con más fuerza, la razón, la alegría y el sentido de vivir.

En este alborear del siglo XXI, compruebas que en el amor y en la fraternidad, en el perdón y en los compromisos no hemos crecido  nada, y en cambio, sí nos hemos deteriorado mucho, porque la muerte, la corrupción, la mentira, la indignidad, la doble moral, nos han estropeado esos sentimientos que empezaron a germinar hace dos mil años, a tus pies, en una silenciosa adoración de tus padres, gracias al inefable “fíat”  (hágase) de la Virgen en la Anunciación.

 Casi junto al Calvario, treinta y tres años después, nos  recordaste el amor y nos lo entregaste como mandamiento: “Amaos los unos a los otros”, para que pudiéramos encontrar el camino de la convivencia.

En cada cumpleaños tuyo, están más abiertas las heridas de la violencia, del secuestro, de la trampa, de la corrupción, del irrespeto en las familias, de la amenazante sociedad de consumo, de las perversidades ocultas en la tecnología, de los “acosos” sexuales, estudiantiles, profesionales, familiares, sociales, etc., de la deslealtad entre los amigos, de las traiciones y venganzas. Y, ahora, mi Señor, encuentras, también, que estamos padeciendo las consecuencias de la ofensa que hemos hecho a la naturaleza, tu obra perfecta de la creación.

Precioso Niño de Belén: Junto a los pastores estamos implorando por las heridas en los corazones y en las almas de todos los seres humanos, por los desposeídos, por los que sufren hambre, por los sin hogar, sin amor, sin compañía,  sin trabajo, por los colombianos víctimas de tanta infamia y tanta traición.

También necesitamos, Señor, que custodies la honra, el respeto, la ética de todos nosotros; sobre todo, ayuda a regresar al camino del bien a todos aquellos, subyugados por la corrupción en todos los campos.

Ayúdanos, Dios-Hermano, a todos, gobernantes y gobernados, a  rescatar (no a vender) la  patria, en la que millones de tus hijos, humillados, traicionados y ofendidos han de reubicarse para reemprender la marcha; y haz que esa marcha sea guiada y fortalecida por Ti; que no erremos más el rumbo; que enderecemos los pasos hacia el amor, la ayuda mutua, la honradez, el buen ejemplo, el servicio desinteresado, que son un DON tuyo.

 ¡Ilumínanos a todos para que podamos rehacer el tejido moral de la Patria y podamos llamarnos, con dignidad, honestos hijos de Colombia!

¡Dios-Niño! Ayúdanos a comprender que esta hora de tu Nacimiento, es la hora de cambiar las equivocadas posturas mentales y emocionales; económicas y políticas, gubernamentales y educativas, para no tener que seguir viviendo indefinidamente, esta vida caótica y dolorosa, esta rabia e inconformidad permanentes…

¡Señor Dios! Guíanos en el hablar y en el actuar para hacerlo todo con dignidad, acierto, cortesía e indulgencia, con verdad y respeto por los colombianos.

¡Dios de Amor, hecho humildad y sencillez en el pesebre! En esta noche buena; en esta noche de los “hombres de buena voluntad”, como lo cantaron los ángeles ante tu desmantelada cuna, te entregamos a nuestras familias, a nuestros amigos, a todos aquellos que  causan daño en forma individual o colectiva, mediante sus comportamientos, leyes, palabras, discursos, informaciones compradas, promesas incumplidas, mentiras indignas e irrespetuosas….

Esta noche, Dios-Niño, nos postramos ante Ti para adorarte y entregarte nuestras promesas de ser mejores. Ayúdanos a cambiar. Estamos desbordados por los odios, rencores, muertes injustas, cansancio de escuchar desatinos e incoherencias, equivocaciones cruciales….

Por todo ello, perdónanos, Dios-Luz-del-Mundo, y ayúdanos a recomponer la Patria a la luz de la verdad y de la justicia, a servir, a amar y a perdonar en tu nombre y de verdad.