sábado, 10 de enero de 2015




¿CÓMO DIJO?,  ¿LO PUEDEN LEER LOS MENORES?


Lucila González de Chaves


Algunos intelectuales y casi dueños de la cultura en nuestra ciudad, fueron interrogados acerca de mejores libros para leer en vacaciones. Hubo variedad en las recomendaciones y ¡por supuesto!, muy respetables. Pero uno de ellos recomendó la novela de H. Abad F., “La Oculta”, y terminó diciendo que:  “podían leerla también los menores”.

Dejo de lado las narraciones  y  descripciones y también la nostalgia por una finca de recreo que guardaba celosamente los recuerdos  de los acontecimientos familiares, todo ello consignado en dicha novela.

Y hago un alto para preguntar: Tan empalagosa y abundante danza   de semen en los muchos actos de homosexuales  –en la novela citada- ,  ¿es aconsejable para los menores de edad?

Tan minucioso conocimiento y tan detallada descripción de dichos actos, ¿no  son una escuela de aprendizaje para los niños?, ¿y….. de homosexualismo?

Hasta creo que ni a los adultos, en su mayoría, les interesa leer esto; sobre todo a los que leen, los que SABEN LEER, los que en las páginas de los libros van persiguiendo unas ideas, unos conceptos, unos comportamientos, un lenguaje diferente, que los diviertan, o que les ayuden a recomponer retazos de sus vidas, o que los guíen por el camino de la historia del hombre, del mundo, de la cultura…

Si como dice el admirado escritor William Ospina en su libro de ensayos  “El dibujo secreto de América Latina”  (2014):  “…de un rumor de leyendas nació la sociedad antigua, de una relación de los libros nace la sociedad moderna….” (p. 56), ¿qué sociedad, qué individuos podemos esperar si los niños están frente escenas como las que acabo de decir que contiene la novela citada?


Buena parte del libro, a la que he hecho referencia,  y que el escritor y culto señor ha recomendado para adultos y también “para menores”, creo que la enseña el instinto natural; los más pacatos dirían: el instinto animal que todos llevamos dentro.

Tampoco creo que los actos que he citado, sean elemento indispensable para hacer literatura. Pero está de moda practicar la homosexualidad, enseñarla, mostrarla, describirla… y, así, ¡de pronto!, se ha convertido en materia literaria infaltable en la mayoría de las novelas de última escuela o tendencia, o simplemente, de moda y sobresalientes por su estilo ramplón.

Este siglo XXI se va caracterizando por  estar alerta a alimentar, a excitar todas las ambiciones del ser humano, toda su materialidad, todo el lastre de pasiones que se han agigantado y, además, valorado por cuenta de la literatura y…. ¿del arte?

Cuando los pocos que aman el cultivo del espíritu, lo buscan… solo logran quedar agotados porque ese bello cultivo de la esencia del hombre ha quedado debajo de todas las pasiones: las políticas, las eróticas, las comerciales, las de “tener”, las de “poder”, las de “mandar”….

En la literatura colombiana, conozco una obra brillante que trata el tema que vengo mencionando; para entenderla hay que conocer las formas literarias, las imágenes o figuras literarias, porque esos encuentros homosexuales están dichos en metáforas, en paradojas, en lenguaje realmente literario.

No soy conciencia crítica moral de nada y menos aún en estos campos; pero, tal vez sí, y en nombre de la decencia, me declaro conciencia estética y…. ¿por qué no?, ética.

Dice el gran analista literario Joseph T. Shipley que el progreso de la literatura consiste en el aumento de posibilidades de expresión que ayuden al crecimiento y desenvolvimiento de la humanidad, incluso  trabajando contra la marcha del tiempo.

No creo que para ser buen escritor,  necesariamente, haya que ir con el tiempo. Nuestro tiempo se va deteriorando y quizás, ya no se detenga.. ¿Se están deteriorando también los escritores, por seguir las modas y lo caótico moral y social que se va presentado momento a momento?

Esta clase de literatura no es casual, es causal.

Es un hecho que las instituciones sociales, las culturales y  los escritores ejercen gran influencia en la conducta humana. Hay una gran relación entre la literatura y  la sociedad. La lectura es la maestra del pensar, del vivir, del sentir, del escribir, del comprender, de la  educación y  del comportamiento.

(Publicado en el periódico EL MUNDO de Medellín)