domingo, 27 de noviembre de 2022

¿USTED CREE QUE OÍR Y ESCUCHAR SON SINÓNIMOS?

 

SABER ESCUCHAR. CÓMO EJERCITARSE EN EL ESCUCHAR

 

Lucila González de Chaves

“Aprendiz de Brujo”, lugore55@gmail.com 

“Maestra del idioma”                             

 

Oír es un acto involuntario (se oye caer la lluvia, se oye pasar un avión).

Escuchar es una acción deliberada (se escucha una sinfonía, una conferencia, se escucha a un amigo).

 Escuchar es un modo de aprender. Por mucho tiempo, la palabra fue el único medio de comunicación. Luego vinieron los libros, pero en el siglo XX, la palabra retomó su poder en la radio, la televisión, como medio de enseñanza directa en simposios, seminarios, coloquios, foros, mesas redondas.

 

Clasificación de los oyentes:

 

1.El oyente agresivo: se sitúa lejos de quien habla. Casi nunca está relajado. Su rostro es hermético, su entrecejo fruncido y habla en frases cortadas. Es un personaje solitario.

 

2. El oyente obsesionado por una idea fija: interpreta todo lo que dicen únicamente en el sentido de sus propias ideas. Todo lo que propone es siempre en función de su misma idea, pero bajo formas diferentes.

 

3. El oyente bufón: es un niño grande. Su ambición es hacer reír, no escuchar. Se enorgullece de sus juegos de palabras. En el fondo pretende rehuir el esfuerzo que exige escuchar.

 

4. El oyente aprobador: se sienta muy cerca de quien habla. Aprueba todo lo que escucha, bien con movimientos de cabeza o con gruñidos. No admite que se critique al hablante; de esta manera, corre el peligro de perder su sentido crítico.

 

5. El oyente distraído: se le dificulta sostener la atención. Concentrado solo al principio; toma buena notas de lo que escucha; pero, luego, todo desaparece: atención y notas. Excelente dibujante, llena su papel de figuras complicadas y arabescos. Aísla las palabras del contexto y desvía el tema con preguntas no adecuadas.

 

6. El oyente charlatán: este caso incluye siempre a dos personas. Llegan al tiempo y se instalan confortablemente en un rincón del aula, de la sala, del auditorio, lejos de quien habla para no molestarlo. Su conversación sigue de manera discreta. En esta clase está también el oyente que toma la palabra y no se decide a dejarla, es víctima de su propio manejo de las palabras, de la magia del verbo.

 

7. El oyente silencioso: éste o es tímido y está paralizado por el miedo, o es indiferente, pues cree que ya todo lo ha visto y oído; su espíritu está ausente. Este oyente puede también sentirse superior: mira desde su altura a todos y se pregunta qué hace él junto a gente tan mediocre, o es acomplejado, pues juzga que todos son superiores a él. El oyente silencioso puede también ser hostil, siempre está descontento; a veces abandona el lugar y se siente enfurecido.

 

8. El oyente perfeccionista:  sólo está pendiente del más mínimo error que pueda cometer el que habla, y se regocija con ello.

 

9. El oyente sabelotodo: como cree que todo lo sabe, puede volverse agresivo cuando considera que los demás no le reconocen a él su ciencia universal. No le ve sentido a lo que oye, pues cree que ya él no tiene nada para aprender.

 

10. El oyente ideal: tiene las siguientes cualidades:

a) Es libre y maduro. 

b). Abierto a los demás (acepta respetuosamente a quien habla).

c)  Disponible (con tiempo para todos). 

 d) Capaz de mantener la atención. 

e) Activo (escucha con buena voluntad, con los cinco sentidos, y con sus ademanes manifiesta su respetuosa aceptación del hablante).

 f) Sin prejuicios (ni sociales, ni culturales, ni de edad, ni religiosos).

 g) Escucha también con los ojos. No se encierra en sí mismo ni en sus notas; mira con atención al interlocutor.

 

Cómo ejercitar la escucha:

 

-Forzar el oído. El oído es perezoso. Conviene escuchar la radio o la televisión en el límite de la percepción (el más bajo).

-Medir la memoria. Después de escuchar (conferencias, discursos, clases, conversaciones), evocar las ideas en el orden en que fueron expuestas por el hablante.

-Obligar al cerebro a que se concentre exclusivamente en lo que vamos escuchar: conferencias, explicaciones, y desde luego y muy importante, la conversación, bien sea familiar, grupal, amistosa, etc.

-Analizar una exposición, grabarla, y al oírla, anotar ideas y palabras claves (esto ayuda a comprender lo mucho que sobra en ideas y en palabras, el abuso que se hace del idioma).

-Leer en los labios: quitar el volumen, en televisión, por ejemplo, y adivinar lo que dicen.

-Conversar abiertamente con los amigos y con los familiares para ejercitar:

 el placer de compartir, el adecuado uso del idioma, la honesta expresión de los sentimientos, el respeto por las ideas de los demás, aunque ellas ofrezcan controversia, abrir el corazón y la mente a quienes nos rodean como manifestación de nuestro cariño, nuestro respeto y nuestra aceptación.

 

 

miércoles, 23 de noviembre de 2022

OREMOS CON TEILHARD DE CHARDIN

 

OREMOS CON EL SACERDOTE JESUITA TEILHARD DE CHARDIN

 

“Fue una alegría para mí, oh Dios, en medio de la lucha, sentir que al buscar mi realización, estaba intensificando vuestro dominio sobre mí; fue también una alegría, bajo el impulso íntimo de la vida, o en el juego favorable de los acontecimientos, abandonarme a vuestra Providencia.

“Habiéndoos percibido como aquel que es un YO MAYOR, concededme, que, llegada mi hora, pueda reconoceros bajo las especies de cada fuerza extraña u hostil que me parece destinada a destruirme o desarraigarme….

“Cuando las señales de la edad empiezan a marcar mi cuerpo (y todavía más, cuando afecten mi mente); cuando el mal que me deberá disminuir o llevar, me ataque desde fuera o nazca dentro de mí; cuando llegue el momento doloroso en que yo me dé cuenta,  del hecho de que estoy enfermo o envejecido; y, sobre todo, en ese último momento cuando yo sienta que estoy perdiendo el control de mí mismo, y que estoy absolutamente pasivo entre las manos de las grandes fuerzas desconocidas que me formaron; en esos momentos negros, oh Dios, concededme que yo pueda entender que sois Vos (contando que mi fe sea bastante fuerte) quien estáis dolorosamente apartando las fibras de mi ser para penetrar hasta la médula de mi substancia y llevarme dentro de Vos……

“Sois la fuerza irresistible y vivificante, oh Señor…. Concededme, por tanto, algo más precioso todavía que la gracia que todos los fieles imploran. No basta que yo muera comulgando. Enseñadme a tratar a mi muerte como a un acto de comunión”.

“Te confío, Jesús, mis últimos años activos, mi muerte: que no logren debilitar lo que tanto he deseado completar en Ti, Señor”.

 

martes, 15 de noviembre de 2022

LAS JITANJÁFORAS

 

 

                LA POESÍA “PURA” Y LAS JITANJÁFORAS

 

Lucila González de Chaves

“Maestra del Idioma”

Lugore55@gmail.com

 

 

La “poesía pura” en la literatura es un tema muy analizado y controvertido a lo largo de la historia.

Para algunos estudiosos, “poesía pura” es una poesía depurada de elementos no poéticos. Se hace una selección, una destilación de todo lo impuro; es decir, de lo humano: sentimientos, anécdotas, descripciones, etc.

Para otros, “pureza” es autenticidad. Se habla de ser “sincero”, “leal”, como reacción contra el romanticismo.

Hay quienes afirman que poesía “pura” es todo lo que permanece en el poema, después de haber eliminado todo lo que no es poesía. “Pura” es igual a “simple”, químicamente.

Otros la definen como aquella poesía de asociaciones de sílabas que no se proponen significar nada.

La expresión “poesía pura” se aplicó especialmente a la mal llamada Generación del 27 – 1927 - (“Grupo 27”, según el crítico Mateo Velasco), en España, y dentro de ese grupo, sólo a los poetas catedráticos: Jorge Guillén y Pedro Salinas. Sin embargo, el tiempo desmintió esta clasificación, porque estos poetas fueron después cantores existenciales. Y el mismo Guillén dijo: “Si hay poesía, tiene que ser humana, porque un poema ‘deshumano’ es una imposibilidad física y metafísica”.

A propósito de poesía “pura”, se ha recordado que la literatura se hace con palabras, no con ideas, así como la música se hace con sonidos y la pintura con colores; debemos recordar que las palabras son, precisamente, el lenguaje humano.

El crítico Francisco Ayala afirma que las palabras son signos; encierran ideas, hechos que no registran ni los sonidos ni los colores; y expresa categóricamente: “La poesía pura es un empeño desesperado”. En la expresión literaria existirá siempre un elemento intelectual.

La impresión estética nos hace recibir un mensaje que puede ser muy tenue o muy intenso, según los valores de la expresión poética.

Hay otra historia:

En 1920 y años siguientes tuvieron importancia algunos hechos en Cuba: se agrupan los mejores poetas de vanguardia, entre ellos: Agustín Acosta, Felipe Pichardo y algunos otros que iniciaron la etapa siguiente llamada “Vanguardismo social”.

En 1926 se editó el libro La poesía moderna en Cuba. En una de sus secciones se hablaba de “los nuevos”. Entre ellos se destacaba Mariano Brull (1891 – 1956), recordado por ser uno de los propulsores de la “poesía pura”, la que se constituía en otra vertiente del vanguardismo, con antecedentes en el poeta Valéry y propagado por el abate Henri Bremond en Francia.

Según esta teoría, “la poesía no necesita de la razón para ser comprendida”, o dicho de otra manera: “la poesía no necesita de la razón porque su función estética se agota por fuera de ella”.

Y, ¿las jitanjáforas?

El poeta cubano, Mariano Brull construyó algunos poemas sin sentido, solamente con fonemas. De una de esas estrofas sacó el gran escritor mexicano Alfonso Reyes el nombre de esta forma de escribir: “jitanjáforas”.

Esta es una estrofa del poeta Bull:

Filifiama alabe cundre

ala olelínea alifera

alveolea jitanjáfora

liris salumba salífera

oliviaoleo olorite

alalal Cáfora Sandra

milingitara girófora

zumbra ulalindre calandra


 Ante todo, en la jitanjáfora se acepta el juego. Se lee en voz alta para captar el medio musical. Y, al decir de Andrés Amorós, al referirse específicamente a una página de la obra Rayuela de Julio Cortázar, capítulo 68, hay allí escenas de amor físico, evocados con medios musicales que fácilmente pueden catalogarse como jitanjáforas; sin embargo, no se prescinde de lo significativo.

Y el crítico citado sigue hablando en el mismo texto: “….hay que defender una literatura impura expresión de un hombre concreto, histórico, con todas las impurezas que una vida humana lleva consigo y que constituyen, a la vez, su grandeza y su debilidad. Literatura impura, que no prescinda de la autenticidad humana ni deje de apuntar a la belleza y a las exigencias de toda creación artística”.

Pero, veamos otros conceptos sobre estos juegos verbales. Dice el ensayista mexicano Alfonso Reyes que las jitanjáforas no se dirigen a la razón, sino a la sensación y a la fantasía. Las palabras no buscan un fin útil, sino que juegan solas. Son impulsos rítmicos. La jitanjáfora es una flor verbal que nunca ahoga el lenguaje práctico.

Este es un ejemplo de jitanjáfora escrita por el poeta colombiano Porfirio Barba Jacob, cuando aún era muy joven:


La galindinjóndi, júndi,

la járdi,jándi jató,

la farajija jija

la farajija fo.

Yaso deifo deiste hundió

donei sópo don comiso,

¡Samalesita!.

Las jitanjáforas son o puras o cultas. La jitanjáfora pura es de carácter popular. Se caracteriza por no tener en cuenta los cánones de la lógica y de la lingüística. Las hay de varias clases:

- Los signos orales que no llegan a constituir palabras, como las señales para llamar la atención: “pst”, “bs”, “fs.”.


- La onomatopeya:

“pun” (trueno)

“tan” (golpe)

“gua, guá” (perro)

“grrr” (perro bravo)

“cro, cro, cro” (rana)

 “runrún” (ruido confuso de voces)

(Onomatopeya es la formación de una palabra por imitación del sonido de aquello que se designa).

- Las interjecciones, que no llegan a ser palabras: “ujú, újule, épale, upa”.

-El lenguaje de las aves: cúu, cúu, cúu, cúu (la tórtola), “quiquiriquí” (gallo).

- Las jitanjáforas de la cuna o canciones de arrullo: rorororró, arrurú.

- Las glosolalias pueriles: juegos, corros, ejercicios de dicción y de retención, como:

“materilerileron”, “unica, dosica, tresica”, “desnarizorejará”, “desnarizorejador” “una, dola, trena, catrena”, “ene, tene, tri”, “desconstantinopolizará”, “desconstantinopolizador”.

(Una notica sacada de los dulces recuerdos: muchísimas personas como yo, aprendimos a entonar con expresividad y armonía frases y textos, a vocalizar bien las palabras, a articularlas con corrección, además de recrear el oído con dichas expresiones rítmicas, gracias a que los abuelos repetían con nosotros dichas glosolalias, y, luego de aprendidas, nos celebraban nuestras continuas repeticiones).

- Las brujerías, los ensalmos, magias, conjuros, como: “noval, rival, vanorbi” (mal de ojo para recién casados). “Abracadabra” (solución mágica).

- Las canciones populares que hacen a un lado la lógica o la gramática, como esta del siglo XVI:

Quando bon hombe viene de vino

¡O Dios de mi vida!

Halara semengiere perdida.

¡O Dios de mi vida!

Animalida.

dorlopida,

lagoni, Lagosa,

Oziga. Lorida

¡O Dios de mi vida!

 

- Las estrofas tontas, como estos versos de un sainete argentino:

“El sol sale de día,

La luna sale de noche,

Cuatro ruedas tiene mi coche

Con mucha melancolía.

 

- Los gritos de guerra del soldado al disparar: Con estos se relacionan los gritos de los estudiantes, los de los equipos y sus hinchas, y los de algunos bailes y canciones modernos.

La jitanjáfora culta ofrece dos aspectos:

-El dislate culto que respeta la gramática, pero es absurdo en cuanto a las relaciones intelectuales inverosímiles.

-La expresión extrema de la fantasía, que juega con los valores acústicos sin sentido, como este ejemplo, en boca de un personaje:

 

Oye amiga remoción:

Tú no sabes el cajón

que llevo dentro del alma,

que cual carpintero ensalma

las tablas con el martillo

y el amor que ya cepillo.

 

Y este otro ejemplo de poetas bobos, cuyas producciones van haciendo parte del folclor:

Ayer saliste de misa,

te saludé deferente,

pude ver en tu sonrisa

que había fríjol en tu diente.

 

En esta clase de jitanjáforas, se destaca la que insiste en el disparate racional y es llamada por algunos estudiosos: NONSENSE.


Ya en el siglo XVIII – y aún antes - el idioma español contaba con aquellas llamadas rimas “atroces” o “quintillas disparatadas”. Este ejemplo del año 1496 está citado por Fr. Martín Sarmiento en sus “Memorias para la historia de la poesía y poetas españoles”:

 

Anoche de madrugada,

ya después de mediodía,

vi venir en romería

una nube muy cargada, etc. (sic)

No después de mucho rato,

vi venir un orinal

puesto de pontifical

como tres con un zapato.

Y allí vi venir un gato

cargado de verdolagas,

y al “parce mihi”, sin bragas,

caballero en un gran pato,

por hacer más aparato.


Y termino estos apuntes con una jitanjáfora tomada del escritor antioqueño Héctor Abad Faciolince en su último libro (2022)

“Salvo mi corazón todo está bien”; dice que el protagonista de su novela, Luis Córdoba, la utilizaba para entretener a los niños:

“oraña figata fa, marina gamina fa (pág. 304)

miércoles, 2 de noviembre de 2022

LIBROS COMO VOLCANES DE PAVOROSA LAVA

 

FERNANDO VALLEJO EL EXPLOSIVO ESCRITOR ANTIOQUEÑO

 

 

Lucila González de Chaves

Maestra, escritora y periodista

Lugore55@gmail.com

 

 

Las obras del “sui géneris” escritor antioqueño Fernando Vallejo, quien ha cumplido ochenta años, se destacan por la fuerza demoledora de las palabras, por los temas de una dura realidad, por la contundencia de sus conceptos en relación con casi todos los temas: religiosos, sociales, familiares, educativos, sexuales, gubernamentales, etc.

Sus libros son volcanes que explotan con violencia y cuya lava arde y quema en cada personaje, en cada circunstancia en cada acontecimiento.

Su estilo es tajante, a veces aplastante, aun en los libros que hablan de su familia: muertes, separaciones, tendencias existenciales, formas de convivencia, etc.

 

  EL CUERVO BLANCO

 

En la lectura de este libro de Fernando Vallejo, uno va separando y destacando:

-Lo referente al sabio Rufino José Cuervo.

-La erudición del autor.

-Las serias disquisiciones lingüísticas de Vallejo.    

-La peculiaridad de su lenguaje.

En lo referente a don Rufino José Cuervo, el autor nos presenta una vida gastada en función de dos aspectos:

-Su monumental obra: Diccionario de Construcción y Régimen.

-Su copiosa correspondencia con amigos, familiares, libreros; etc.

¡Qué paciencia la de Vallejo para rastrear tan innumerables cartas y para ubicar a los destinatarios!

En cuanto al Diccionario, creo que nadie ha podido leerlo y estudiarlo tan detenidamente como Vallejo, al menos las partes que dejó escritas don Rufino.

Con lupa para no dejar escapar nada y con escalpelo para sus disecciones lingüísticas, Vallejo entra en la obra de don Rufino y analiza agudamente muchos conceptos. Dice:

“Es un error creer que la gran obra de Cuervo, el “Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana” sea un diccionario porque así lo dice el título. No. Es una gramática. …, una gramática genial, como no ha habido otra, con ocho mil doscientas cincuenta y siete páginas en sus ocho tomos en vez de unos cuantos centenares en uno o dos, y dividida en tres mil monografías de palabras ordenadas alfabéticamente en vez de las dos partes tradicionales de la Morfología y la Sintaxis divididas en capítulos […]  en subcapítulos y estos en parágrafos. […].

Un tratado de morfología, de sintaxis, de etimología, de fonética, de ortografía y de semántica, el enloquecido “Diccionario” tiene que ver además con la historia del idioma […]. Infinidad de citas sacadas de escritores de los nueve siglos y medio de existencia de este idioma.

 […] el enloquecido inventario de las principales palabras y su sintaxis en los nueve siglos transcurridos desde que surgió del latín (…); entre citas de prosistas y poetas hay unas setenta mil […]”.

 

Además, en este libro, expone con autoridad sobre: historia, geografía, arte, literatura, lingüística, etc.

De sus disquisiciones lingüísticas, cito:

1.-

“Busco en el Diccionario de la Real Academia Española la palabra estudiar, y tropiezo con la abreviatura tr., que significa verbo transitivo. Es el que tiene un complemento directo. Por ejemplo, en la frase ´mi hermano estudia medicina´; ´medicina´ es el complemento directo del verbo ´estudiar´. ´Estudiar´ es efectivamente un verbo transitivo. Pero en la primera acepción de esta palabra, que sigue después de la abreviatura tr., la Academia la define así: “Ejercitar el entendimiento para alcanzar o entender una cosa”.

“No da ejemplo de esta acepción, pero les doy uno: “Tu hermano es un zángano que ni trabaja ni estudia”. ¿Dónde está en esta frase el complemento directo de `estudia`? En ningún lado […]. Como no tiene complemento directo, ¿entonces es un verbo intransitivo, que son los que no lo tienen? ¿Además de poder ser transitivos o intransitivos los verbos tienen una significación absoluta? (…). Vamos a la segunda acepción:

“Cursar en las universidades u otros estudios”. Es tan desastrosa esta definición que le ha de faltar algo por error de imprenta… Como la Academia tampoco da un ejemplo de ella, pongamos uno: “Mi hermano estudia en la universidad”. ¿Dónde está el complemento directo? En ningún lado, y por lo tanto, el verbo se está usando en su significación absoluta. […]”

2.-

Son interesantes sus “porqués”:

“¿Y por qué ´lindo´ tiene superlativo, `lindísimo`, mientras que ´bonito´ no lo tiene…?  ¿Y por qué […] el hijo que pierde a sus padres es huérfano, mientras que los padres que pierden al hijo no son nada (…)? ¿Y por qué ´limosnero´ en España es el que da limosna y en América el que la pide? ¿Y por qué hay tocayo de nombre, pero no tocayo de apellido? (…)”

3.-

En este su extenso libro (379 páginas) afirma que el idioma es un río loco y borracho que se salió de su cauce… 

Su lenguaje es irónico, hasta llegar al sarcasmo, irreverente, tierno cuando se refiere a don Rufino José Cuervo, escatológico, cambiante, burlón, desafiante, osado, cargado de humor negro. Ni aún en su erudición y fluidez lingüísticas renuncia a la ironía ni a la burla.