PRESENCIA FEMENINA EN EL QUIJOTE
Lucila González de Chaves
Cuando se recuerda grata y reverencialmente al hidalgo de las letras españolas: Miguel de
Cervantes Saavedra, autor de El ingenioso
hidalgo don Quijote de La Mancha, es conveniente repasar los personajes femeninos que encuadran muchas de las
escenas quijotescas, para gloria de Cervantes y para penas y alegrías de don
Quijote y Sancho.
Así como la mente del ingenioso hidalgo, al leer los libros de
caballerías, se fue llenando de encantamientos, pendencias, batallas, desafíos,
heridas, tormentas y disparates imposibles, así también se le fue despertando
el amor apasionado pero casto, porque caballero andante sin amores es “árbol
sin frutos y cuerpo sin alma.”
Algunas de las mujeres que aparecen en la obra inmortal, ya citada,
son:
DULCINEA DEL TOBOSO:
Según nuestro caballero andante, “no hay en el mundo todo, doncella más
hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin
par Dulcinea del Toboso”.
Don Quijote se queda en Sierra Morena haciendo penitencia y oración,
como los caballeros, y desde allí envía con Sancho la siguiente carta a
Dulcinea. Está catalogada como la más bella carta de amor de la literatura
española:
“Soberana y alta señora: El ferido de punta de ausencia y el llagado de
las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él
no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus
desdenes son en mi afincamiento, magüer que yo sea asaz de sufrido, mal podré
sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen
escudero Sancho te dará entera relación ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!,
del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, has lo que te viniere en gusto; que con
acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la
muerte. El Caballero de la Triste Figura.”
Dice el crítico Martín de Riquer que cuando don Quijote envía a Sancho
desde la sierra Morena con la carta para Dulcinea en El Toboso, lo orienta
diciéndole que ella es hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales. Pero,
cuando don Quijote la consagró como “Su Dama”, ella pasó a ser el arquetipo de
la belleza femenina; la mujer ideal. Quizás por eso, ella, Dulcinea como tal,
no aparezca personalmente en la obra.
Dulcinea es el símbolo literario de la mujer ideal tal como el poeta o
el enamorado la configura en sus sueños. Por tal razón, don Quijote dice a
Sancho: “[...] la pinté en mi imaginación como la deseo, lo mismo por su
belleza que por su principalidad.” Se la
imagina ensartando perlas o bordando en oro.
Don Miguel de Unamuno afirmó que todo el heroísmo de don Quijote nace
de ese amor tan profundo a una mujer: “se lanzó al mundo a la conquista de
glorias y lauros para ir después a depositarlos
a los pies de su amada.”
En la obra, después de una disputa con Sancho, don Quijote declara:
“Ella (Dulcinea) pelea en mí, y vence en
mí, y yo vivo y respiro en ella, y tengo vida y ser.”Cuando Sancho le dice que
ella es una labradora que huele mal, don Quijote se enfurece y contesta: “[...]
yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel lirio del campo,
aquel ámbar desleído. Te oliste a ti mismo.”
MARITORNES:
Es la tosca e inculta moza de la venta. Ella pregunta: ¿Qué es un
caballero aventurero? Parece que nunca
había oído hablar de los caballeros andantes y de la caballería, profesión que
don Quijote quería resucitar. Pero la mozuela agrega que ella sí ha leído esos
libros en los que “cuentan que está la otra señora debajo de unos naranjos
abrazada con su caballero, y que les está una dueña haciéndoles la guardia,
muerta de envidia y con mucho sobresalto.” Pero como en estos tiempos ya no es
así, por eso pregunta ¿qué es un caballero aventurero?
Esta criada asturiana es también la que en compañía de la hija del
ventero, ata un cordel a la muñeca de don Quijote cuando éste presta guardia
nocturna, como buen caballero. Ellas lo dejan colgado de una ventana, situación
que lo ridiculiza a los ojos de don Luis, el enamorado de doña Clara, joven
comprensiva que lo desata al amanecer.
De Maritornes se dice en la obra que era “ancha de cara, llana de
cogote, nariz roma, del un ojo tuerta y del otro no muy sana. Verdad es que la
gallardía de cuerpo suplía las demás faltas: no tenía siete palmos de los pies
a la cabeza, y las espaldas que algún tanto le cargaban, la hacían mirar al
suelo más de lo que ella quisiera.” Esta moza asturiana está en la venta o
posada para regocijo de los viajeros.
EL AMA DE LLAVES:
Es una mujer testaruda. Quiere rociar con agua bendita los libros de su
señor don Quijote para quitarle a él la hechicería; quema la mayoría de los
libros de su patrón en el corral de la casa.
El ama de llaves y la sobrina de él son la familia de don Quijote.
Representan el hogar con su cotidianidad y sus diarios problemas y afanes;
hogares de aquella época con sus costumbres estrictas y su extrema
religiosidad.
LA SOBRINA:
Personaje que aparece siempre en la aldea, al lado del ama de llaves.
En su lecho de muerte, don Quijote, al declarar que ya está cuerdo, le dicta al
escribano sus últimas disposiciones. Deja su hacienda a su sobrina, con la
condición de que si se casa, lo haga con un hombre que ignore qué son los
libros de caballerías. Es bueno recordar siquiera una de las reflexiones que
don Quijote hace a su sobrina: “[...] dos caminos hay por donde puedan ir los
hombres a llegar a ser ricos y honrados: el uno es el de las letras; otro, el
de las armas. Yo tengo más armas que letras, y nací, según me inclino a la
armas, debajo de la influencia del planeta Marte. [...] Será en balde cansaros
en persuadirme a que no quiera yo lo que los cielos quieren, la fortuna ordena
y la razón pide, y, sobre todo, mi voluntad desea.”
MARCELA:
Una joven de buena posición y gran belleza; cree conveniente vestirse
de pastora y vagar por los montes cercanos a su casa, hasta que llegue el día
en que sepa con cuál de sus muchos pretendientes va a casarse. Ella es
displicente y desdeñosa, llena de caprichos y amiga de imponer su voluntad. El
joven Grisóstomo la ama con pasión. Dice
Cervantes que “su afabilidad (la de Marcela) y hermosura atraen los corazones
de los que la tratan y quieren servirla y amarla; pero su desdén y desengaño
los conduce a términos de desesperarse, y así no saben qué decirle, sino
llamarla a veces cruel y desagradecida.”
En el capítulo XIV de la primera parte de la obra, los razonamientos de
Marcela, con sólo catorce años de edad, deben ser leídos detenidamente por la
profundidad de su defensa ante las acusaciones de indiferencia y desamor que,
según los asistentes al entierro, habían causado la muerte de Grisóstomo.
Una muestra de dichas
reflexiones: “Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que
todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de se amado, esté
obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien le ama.”
LA VENTERA Y SU HIJA:
Curan las heridas de don Quijote. Dichas heridas se las causaron sus
enemigos con unas estacas, pero Sancho, para dejar a salvo la dignidad de su
señor, les dice a todos en la venta que se las hizo al caerse desde lo alto de
una peña. Ellas creen en las palabras de Sancho y tratan con respeto a don
Quijote.
TERESA PANZA Y SANCHICA:
Son, respectivamente, la esposa y la hija del escudero de don Quijote,
Sancho Panza. Cuando éste está de gobernador de la ínsula Barataria, recibe una
carta de Teresa dándole cuenta de todo lo que acontece en la aldea; dicha carta
termina con este párrafo: “Espero respuesta désta, y la resolución de mi ida a
la Corte; y con esto, Dios te me guarde más años que a mí, o tantos; porque no
querría dejarte sin mí en este mundo. Tu mujer, Teresa Panza.”
Teresa Panza (a veces, aparece en la obra con otro nombre) es cándida y
ambiciosa a la vez, muy trabajadora y muy práctica.
Sanchica (o Marisancha) la hija, se caracteriza por su simpleza y
también por su bondad. Citamos aquí las palabras con las cuales Teresa Panza
despide a Sancho, al partir en la tercera salida; y las citamos porque tal vez
sean las únicas que en todo el libro nos dan una visión de la familia de
Sancho; dice Teresa:
“Vivid vos (marido mío), y llévese el diablo cuantos gobiernos hay en
el mundo. Pero mirad, Sancho, si por ventura
os viereis con algún gobierno, no os olvidéis de mí y de vuestros hijos.
Advertid que Sanchico tiene ya quince años cabales, y es razón que vaya a la
escuela. Mirad también que Marisancha, vuestra hija, no se morirá si la
casamos, [...] que desea tanto tener marido, como vos deseáis veros con
gobierno.”
DOROTEA:
Don Quijote y Sancho la ven por primera vez en Sierra Morena,
disfrazada de joven labrador. El cura, el barbero y Cardenio hablan de aquella
hermosura incomparable, y dicen que no es persona humana sino divina. Habla el
cura de la aldea: “Señora mía, o señor mío, o lo que vos quisiereis ser [...]
contadnos vuestra mala o buena suerte.”
Este hermoso labrador resulta ser Dorotea de humilde linaje; sufre
desengaños de amores porque el hombre a quien ama, don Fernando el hijo del
duque, se ha ido con Luscinda.
Dorotea es rápida en pensar y brillante en opinar; tiene facilidad de
palabra. De ella dice Cervantes: “El oírla es delicia de la mente.”
En la venta, y para seguir el juego de los encantamientos, Dorotea dice
ser la princesa Micomicona de Etiopía, víctima del gigante Pandafilando de la
Fosca Vista (porque aunque tenía los ojos en su lugar, y derechos, siempre
miraba al revés como si fuese bizco). Don Quijote, haciendo honor a su
profesión, exclama: “Vamos de aquí en nombre de Dios a favorecer a esta gran
señora.”
En la venta, las situaciones amorosas se resuelven satisfactoriamente.
Dorotea debe marcharse con don Fernando, arrepentido, quien también ha llegado
a esta posada. Y para solucionar el problema construyen una jaula y meten en
ella a don Quijote, asegurándole que sólo así la princesa Micomicona recuperará
su reino; don Quijote acepta gustoso, ya que se trata de defender a la dama.
Fue un pretexto para hacer volver al caballero andante a su aldea.
UNA SIN NOMBRE:
Hay en la grandiosa obra de Cervantes una mujer cuyo nombre no figura,
pero en el capítulo cuarenta y cinco de la segunda parte, cuando Sancho está de
gobernador de la ínsula Barataria, entra al despacho asida fuertemente a un
hombre, y exclama: “¡Justicia, señor gobernador, justicia! [...] este mal
hombre me ha cogido en la mitad de ese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo
como si fuera trapo mal lavado. [...] me ha llevado lo que yo tenía guardado
más de veintitrés años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y
extranjeros [...]:”
Sancho ordena al criador de cerdos que le dé la bolsa del dinero a la
mujer, la cual “rogando a Dios por la vida y salud del señor gobernador”, sale
muy ufana. Sancho ordena al hombre ir tras ella y arrebatarle la bolsa con el
dinero. A poco, entran de nuevo los dos y la mujer clama justicia porque el
hombre le quiere arrebatar las monedas de plata. Sancho le dice con gran
sabiduría:
“Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para
defender esta bolsa, lo mostrarais para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de
Hércules no os hicieran fuerza [...].”
ALTISIDORA:
Es una joven de catorce años, “de buen natural y claro entendimiento”.
Locuaz y casquivana, quiere imponerse siempre en el amor.
Mientras Sancho está de gobernador de la ínsula Barataria, don Quijote
permanece en el palacio de los duques y es objeto de burlas. Una de las criadas
de la duquesa llamada Altisidora es una joven desenvuelta y decidida, finge
enamorarse del caballero andante, quien a pesar de todas las insinuaciones
permanece fiel a su bella dama, Dulcinea.
En relación con el enamoramiento de Altisidora, don Quijote exclama:
“¡Qué tenga de ser tan desdichado andante, que no ha de haber doncella que me
mire que de mí no se enamore! Para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta,
la honesta, la gallarda y la bien nacida. [...] Para ser yo suyo y no de otra
alguna, me arrojó la naturaleza al mundo.”
QUITERIA:
Es la hermosa dama del episodio de las “Bodas de Camacho”. Basilio,
hombre de escasos recursos económicos está enamorado de Quiteria; pero,
Camacho, hombre rico, ha logrado que la dama quiera casarse con él. Gracias a
una aparente escena sangrienta, Basilio consigue casarse con su amada Quiteria,
quien ha sido apellidada “la hermosa”. Tiene mucha claridad en cuanto a sus
sentimientos, pues está segura de su amor por Basilio; sin embargo, cree que le
conviene casarse con Camacho.
LA TOLOSA Y LA MOLINERA:
Dos mozas de la más vil condición; estaban en la puerta de la venta o
albergue cuando don Quijote, en su primera salida, llegó allí. Él cree que son
dos hermosas doncellas o encumbradas damas. Además, cree que el sonido del
cuerno de uno que cuida cerdos es el clarín que anuncia su llegada, y que el
ventero o propietario de la venta –que don Quijote cree ser un castillo- es
quien debe armarlo caballero.
La Tolosa le ciñe la espada y la Molinera le pone las espuelas, igual
que como hacían las doncellas en las ceremonias caballerescas. Ellas dos no
olvidarán jamás el trato de princesas que el Caballero de la Triste Figura les
dio aquella vez; pues en agradecimiento les pide que por su amor, en adelante
se llamen Doña Molinera y Doña Tolosa; esta última despide a don Quijote con estas palabras:
“Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides.”
LEONELA:
En la novela El curioso
impertinente que lee el cura de la aldea ante todos los presentes en la
venta, y mientras don Quijote pelea en su cuarto con los cueros de vino, en
dicha novela aparece Leonela como criada
de Camila la esposa de Anselmo. Las dos mujeres se quieren mucho por
haberse criado juntas en casa de los padres de Camila; cuando ésta se casa con
Anselmo, se trae a Leonela como criada.
Leonela es el único testigo de la flaqueza de su señora cuando el amigo
de Anselmo, Lotario, la seduce. Cervantes pone en boca de Leonela estas
consideraciones: “El amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda;
con éste corre y con aquél va despacio; a unos entibia y a otros abrasa; a unos
hiere y a otros mata; en un mismo punto comienza la carrera de sus deseos, y en
aquel mismo punto la acaba y concluye [...]. Todo esto sé yo muy bien, más de
experiencia que de oídas, y algún día te lo diré, señora, que yo también soy de
carne y de sangre moza.”
Esta deshonesta y atrevida Leonela, cuando ve el proceder de su ama, se
siente autorizada para entrar a la casa a sus amantes.
CAMILA:
Algún huésped dejó olvidada en la posada una maleta con libros; entre
ellos estaba la historia El curioso
impertinente, novela que el cura de
la aldea lee para todos.
En dicha obra, uno de los personajes se enamora perdidamente de una
joven hermosa e importante, de la misma región, Toscana (Italia) y la toma por
esposa.
Pero tan impertinente marido, quiso poner a prueba las virtudes de su
esposa Camila y se ausentó del hogar; intencionalmente pidió al amigo Lotario
que la cuidara e intentara seducirla para ver qué tan fiel era. Camila, acosada
por Lotario, escribe una carta a su esposo Anselmo en la que le dice:
“Así como suele decirse que parece mal el ejército sin su general, y el
castillo sin su castellano, digo yo que parece muy peor la mujer casada y moza
sin su marido [...]. Yo me hallo tan mal sin vos, y tan imposibilitada de no
poder sufrir esta ausencia, que si presto no venís, me habré de ir a entretener
en casa de mis padres [...].” Camila pone de manifiesto su fragilidad, incapaz
de resistirse al embrujo de la tentación.
TORRALBA:
De profesión pastora. Es voluble y ensimismada. Cuando habla, entra en
contradicciones. Refiriéndose a ella, Cervantes escribió: “Es natural condición
de las mujeres desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece.”
De la Torralba está enamorado un caballero de Extremadura llamado Lope
Ruiz, quien decide irse con sus cabras a los reinos de Portugal. Torralba lo
sigue hasta la orilla del río Guadiana; y ahí se pierde el rastro de ésta,
porque Sancho se pone a contarle a don Quijote la historia del pescador que
tenía un barco tan pequeño que sólo podía pasar de un lado a otro una cabra
cada vez y...eran trescientas cabras. Sancho le pide al caballero andante que
las vaya contando, y él le responde: “Haz cuenta que las pasó todas, no andes
yendo y viniendo de esa manera, que no acabarás de pasarlas en un año.” En la
obra, después de esto sigue la aventura de los batanes.
LA DUQUESA:
Don Quijote y Sancho encuentran
a la duquesa cazando en un prado. Es una gallarda señora sentada en un sillón
de plata; bizarra y ricamente vestida. Los invita al castillo. Como ya habían
leído la primera parte de la obra, el duque y la duquesa conocen las aventuras
de los dos y los ponen a vivir los hechos más disparatados y engañosos tales
como el suceso del caballo de madera, Clavileño.
Los duques nombran a Sancho gobernador de la ínsula. La duquesa les
dice que los poderes infernales están dispuestos a liberar a Dulcinea (historia
de la Cueva de Montesinos) de su encantamiento si Sancho se compromete a darse
tres mil azotes.
La duquesa pide a don Quijote que le describa la hermosura de Dulcinea,
y él, suspirando, dice: “Si yo pudiera sacar mi corazón y ponerlo ante los ojos
de vuestra grandeza [...] quitara el trabajo a mi lengua de decir lo que apenas
se puede pensar.”
ZORAIDA:
Una hermosa mora que llega a la venta acompañada de un cautivo de Argel
a quien han puesto en libertad hace poco tiempo; en la noche de ese día, don
Quijote pronuncia ante todos los de la venta su famoso discurso de las armas y
las letras.
El cautivo se llama Ruy Pérez de Viedma y ama a la hermosa Zoraida,
quien desea ser cristiana. Dice el tratadista Martín de Riquer que la mayoría
de los personajes moros que cita Cervantes son reales, como Zoraida, hija del
renegado Hajji Murad (Agi Morato), alcalde de Argel; Zoraida se enamora del ya
mencionado cautivo español y quiere convertirse al cristianismo, pues por el
cautivo ha afrontado el destierro. Su capacidad de amar es enorme, fervorosa y
heroica. Zoraida tiene siempre los ojos puestos en su español y de él –dice el
autor- “traía colgada el alma.”
LEANDRA:
De regreso a la aldea, después de haber sacado a don Quijote de sus
penitencias en Sierra Morena con el invento de la princesa Micomicona
(Dorotea), y habiéndolo enjaulado para que ella recobrara el trono, se
encuentran al cabrero Eugenio quien cuenta sus amores con Leandra, una joven
muy complaciente con el primero que se le acerca; se deja seducir fácilmente
por baratijas vistosas; sin embargo, no conoce más mundo que el de su aldea.
Leandra se enamora del oropel de los vistosos trajes del soldado
Vicente de la Rosa quien viene de ganar batallas sin cuento, y es, además, un poco músico: toca guitarra “a
lo rasgado”, es poeta y galán. Leandra se va de la aldea con él.
Tal suceso dejó a Anselmo atónito; al padre de ella, triste; a sus parientes,
afrentados. Días después la encuentran
abandonada en una cueva en donde, después de robarle las joyas, la deja
el músico y poeta.
LUSCINDA:
Es la enamorada de don Fernando. Muy aficionada a leer la obra de
caballería Amadís de Gaula. El hombre
que la ama, llamado Cardenio, ha enloquecido a causa de los amores de Luscinda
con don Fernando.
Es ella una dama noble y rica y, además, hermosa, pues de ella dice
Cardenio a don Quijote:
“Para remediar desdichas del cielo poco suelen valer los bienes de
fortuna. Vivía en esta misma tierra un cielo, donde puso el amor toda la gloria
que yo acertara a desearme: tal es la hermosura de Luscinda. [...] a esta Luscinda amé, quise y adoré
desde mis tiernos y primeros años y ella me quiso a mí con aquella sencillez y
buen ánimo que su poca edad permitía.”
CASILDEA DE VANDALIA:
Es la dama por quien delira el Caballero de los Espejos; don Quijote y
Sancho lo encuentran recorriendo el bosque y cantándole a su dama un
enternecedor soneto. Los caballeros discuten sobre la hermosura de sus
respectivas damas, y pelean por ello. Don Quijote vence al Caballero de los
Espejos y cuando le quita el yelmo ve que es el bachiller Sansón Carrasco; le
impone como penitencia que declare que Dulcinea es más hermosa que todas las
damas, y que vaya al Toboso a ponerse a órdenes de ella.
Como caballero vencido, el de los Espejos lo declara; pero, antes había
asegurado acerca de su dama: “Llámola (a Casildea) sin par porque no lo tiene,
así en la grandeza del cuerpo, como en el extremo del estado y de la
hermosura.”
El caballero del Bosque o Caballero de los Espejos explica a don
Quijote que “por llamarse (su dama) Casilda y ser de Andalucía, yo la llamo
Casildea de Vandalia.” Imitando el
lenguaje de los caballeros enamorados, exclama con voz doliente: “¡Oh la más
hermosa y la más ingrata mujer del orbe! ¿Será posible serenísima Casildea de
Vandalia, que has de consentir que se consuma y acabe en continuas
peregrinaciones, y en ásperos y duros trabajos, éste tu cautivo caballero?”
Don Quijote se enfurece porque cree que dichas palabras son
perjudiciales para la belleza de Dulcinea.
DOÑA RODRÍGUEZ DE GRIJALBA:
Es dama de honor de la duquesa; en ella Cervantes ha pintado a la mujer
tonta: habla y obra de manera estúpida y lerda. Cree, sin dejar lugar a la
duda, que don Quijote sí es un caballero andante, y acude a él para que
defienda el honor de su hija, que ha sido burlada por el hijo de un labrador
rico. El muchacho se niega a pelear con don Quijote y se da por vencido.
Cuando doña Rodríguez entra al cuarto de don Quijote a pedirle ese
favor, éste cree que ella es un fantasma y la conjura; doña Rodríguez le
replica: “Señor don Quijote, si es que acaso vuestra merced es don Quijote, yo
no soy fantasma, ni visión, ni alma de purgatorio, como vuestra merced debe de
haber pensado. Soy dama de honor de mi señora la duquesa, que con una necesidad
de aquellas que vuestra merced suele remediar, a vuestra merced vengo.”
En el momento en que está hablando, se le apaga el candil y Doña Rodríguez
siente que dos manos la cogen de la garganta y que otra persona la azota. Al
continuar la lectura, descubrimos que fueron la duquesa y Altisidora quienes,
por celos, la apalearon.
CONDESA TRIFALDI O DUEÑA DOLORIDA:
La Trifaldi se presenta ante don Quijote con un vulgar cortejo de damas
para pedirle que vaya a la lejana isla de Candaya a desencantar a la infanta
Antonomasia y a don Clavijo, convertidos por el gigante Malambruno en una simia
de bronce, ella, y él, en un cocodrilo.
Para ir a dicha isla hay que montarse en un caballo de madera llamado
Clavileño, que lo llevará rápidamente por los aires. Viene la burla: los
criados de los duques les tapan los ojos a don Quijote y a Sancho, y los montan
en el caballo de madera.
No deja el lector de sorprenderse cuando más adelante –después que la
Dueña Dolorida hace su petición a don Quijote- lee: “Luego la Dolorida y las
demás dueñas alzaron los antifaces y descubrieron los rostros, todos poblados
de barbas, cuales rubias, cuales negras, cuales blancas, de cuya vista
mostraron quedar atónitos todos los presentes.”
Una burla más al generoso manchego.
DOÑA CLARA:
Hija de un oidor o magistrado; ella y su padre también llegan a la
venta (ésta un lugar de paso, un lugar de descanso en el camino); el padre de
la joven doña Clara se llama Juan Pérez de Viedma, hermano del cautivo
enamorado de Zoraida: en la venta se encuentran los dos hermanos después de
tantos años de ausencia.
Al llegar a la venta, encuentran a un joven disfrazado de mozo de mulas
que canta romances y canciones de amor; se descubre que es el joven hidalgo don
Luis, el enamorado de doña Clara. Todos los líos acaban felizmente en esta posada.
Doña Clara, de dieciséis años, es hermosa y gallarda; discreta frente a
los primeros embrujos del amor; por eso, su enamorado, don Luis, dice que ha
hecho de ella la dueña de su voluntad.
ANA FÉLIX:
En Barcelona, don Quijote y Sancho son invitados a conocer una galera,
embarcación de vela y remos; se aproxima un navío turco contra el cual
arremeten las galeras españolas del puerto. El capitán del bergantín turco es
la hermosa morisca Ana Félix que viene huyendo de Argel. El barco turco no se
había acercado a Barcelona con intención de guerrear.
Cuando todo se aclara, viene a saberse que es preciso ir a Argel para
liberar a un personaje importante. Como la aventura es verdadera, ninguno hace
ya caso de don Quijote; sus locuras no divierten.
CLAUDIA JERÓNIMA:
Por caminos de Cataluña, don Quijote y Sancho se encuentran con la
cuadrilla de bandoleros, estos sí de verdad, cuyo jefe es Roque Guinart; ante
éste llega una joven llamada Claudia Jerónima, quien acaba de herir mortalmente
a sus burlador don Vicente Torrellas: al verse acosada por dicho hombre, ella
reacciona violentamente. El bandolero lleva a la joven ante su amante herido
quien expira en los brazos de ella.
MADÁSIMA:
Es un personaje evocado. Ella es reina y “muy principal señora”. En
Sierra Morena, la honra de esta dama es defendida por don Quijote delante de
Cardenio, quien mancha la fama de Madásima afirmando que ella se amanceba con
el maestro Elisabat.
LAS DONCELLAS ENLUTADAS:
Éstas aparecen en el sueño que don Quijote tuvo dentro de la cueva de
Montesinos.
Montesinos era un anciano de largas barbas, amigo de Durandarte,
caballero muerto en Roncesvalles
.Estas damas enlutadas son las acompañantes de Belerma la gran señora
de Durandarte. Según el relato del sueño, don Quijote dice que en la cueva
están también la reina Ginebra y Lanzarote; en el gran palacio (la cueva) han sido encantados por el mago
Merlín y esperan que don Quijote les quite el encantamiento. También, en
sueños, aparecen tres labradoras saltando como cabras, resultan ser Dulcinea y
dos acompañantes. Encuentra, asimismo, según su relato, a la Dueña Ruidera y a
sus siete hijas y dos sobrinas.
La cueva de Montesinos es “un
caballeresco trasmundo de seres encantados”, según el escritor Martín de
Riquer.
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