Amberes-Bélgica, a 29 días del mes de septiembre de 2019.
Carta a Doña Lucila González de Chaves.
Querida y estimada, maestra González de Chaves:
Es para mí un honor poder redactar esta misiva a miles de
kilómetros de distancia de nuestra recordada y amada Colombia. Soy Mauricio
Ramírez Carmona. El hermano de Nacho, quien la ha contactado un par de veces a
petición mía. Llámeme Mauricio o Mauro. Así me sentiré más en confianza.
Espero que se encuentre muy bien de salud en estos momentos
y que goce de días agradables rodeada de sus seres queridos.
He estado con muchos deseos de poder escribirle, maestra
Lucila, para comentarle lo feliz que me ha hecho poder encontrarme con usted a
través de la lectura de su obra académica, acerca del español y su pedagogía;
verdaderos pilares para saber cómo abordar la lengua de Cervantes.
Admiro muchísimo todas sus textos y la manera como ha podido
materializar su entrañable trabajo de investigación en la era digital a través
de su blog. Esto me ha permitido poder
seguirla paulatinamente y comprender muchas cosas sobre
nuestro idioma; al tiempo que me ha devuelto las ganas de investigar, partiendo
de su ejemplo.
Permítame manifestarle sinceramente toda mi admiración por
su trabajo.
Le cuento que en esta región de Europa donde me encuentro,
conviven 164 nacionalidades de todo el mundo y dentro de ellas no pasan
desapercibidas las nacionalidades de los hispanohablantes, que juegan un papel
importante en esta multiforme cultura y sociedad europea.
Yo defino a Bélgica, pequeño país de Europa occidental [y en
especial la ciudad de Amberes], como la Babilonia del siglo XXI. Un Melting pot
de culturas.
Le hablo un poco de mí. Llevo dieciocho años dedicado a la
enseñanza y aprendizaje del español, de los cuales diez, como profesor de ELE
(Español Lengua Extranjera) para el ministerio de educación belga. Mis
estudiantes son adultos entre los 30 y 75 años de edad, con perfiles académicos
muy distintos. Todos con conocimientos de 3 o 4 lenguas que hablan y entienden
bastante bien. Así que el español que estudian conmigo, en muchos casos, viene
a ser su cuarta, quinta o sexta lengua de comunicación. Todos son muy buenas
personas, deseosas de aprender la lengua y cultura ibérica e iberoamericana.
Se preguntará por qué le cuento todo esto y la respuesta es
porque usted, Doña Lucila, con su aporte, es un referente en la transmisión de
todos estos conocimientos. Desde mi experiencia personal y académica me ha
permitido, usted, comprender el quehacer docente dentro de los estudios del
hispanismo cada vez que me remito a su obra.
Gracias por ser la maestra de los colombianos. Gracias por
indirectamente enseñarme a reflexionar sobre mi lengua materna.
En Flandes, vengo desarrollando asiduamente mi trabajo
docente desde 2009, lo cual es, más que una experiencia de trabajo, un
reflexionar sobre qué es ser hispanohablante desde todos los ámbitos que abarca
el término. En este espacio comunicativo multiétnico y pluricultural, y desde
mi posición como docente y ciudadano europeo –con raíces en Latinoamérica–, he podido
teorizar sobre la lengua española y transmitir a mis estudiantes la pasión por
el estudio de su lingüística y su literatura.
Todo ha sido como volver a descubrir el español y
comprenderlo en sus interrelaciones con las lenguas de contacto en donde ha
interactuado en un plano más extendido; lo que concibo como todo un proceso de
desarrollo no solo de la lengua, sino de toda una cultura lingüística pluricéntrica.
No habla de la misma manera un nativo peninsular (de la península
ibérica) que un hablante venido de los Andes. Como tampoco se expresa de la
misma manera un centroamericano que un habitante del Cono Sur; y sin embargo
nos entendemos, los hispanohablantes, en gran medida en una lengua tan versátil
que cuenta ya con unos 577 millones de hablantes, de los cuales unos 460
millones lo tienen como lengua materna, según el reporte anual de noviembre de
2018 del Instituto Cervantes.1
Gracias, Doña Lucila, por su admirable producción académica
y metodológica del estudio del español. Usted nos enseña a los que leemos su
obra, que la lengua nace y se hace a partir de esos intercambios comunicativos
que ha tenido a lo largo de su historia. A través de esta lengua en la que
comprendemos el mundo y que heredamos como parte del proceso de colonización,
es que también he podido –por mi parte– crear puentes de comunicación en un mundo
azarosamente globalizado.
Es maravilloso para mí, contar con personas como usted que
son pilares y ejemplos a seguir, para transmitir lo mejor de nuestro saber
académico y metodológico. Los talleres redactados por su puño y letra, han
constituido verdaderas experiencias puestas en práctica, que muchas veces –de
manera espontánea o deliberada–, entran a formar parte de los procesos que
aplico en mi trabajo académico.
Sería un sueño realizado hablar con usted de las
experiencias académicas en la enseñanza y aprendizaje de nuestra lengua
española en Flandes.
Avanzo lento, pero seguro en la lectura de sus textos cada
vez que la carga académica me lo permite. Justo ahora vuelvo sobre los tópicos
de: “Saber escuchar. Clases de oyentes. Tomar notas. Modelos de fichas”.
(González 80).
Y es precisamente hoy, aprovechando un poco el descanso
dominical, que me dispongo a redactar este saludo, esperando reciba estas
palabras muy sentidas, como una muestra de mi
respeto,
agradecimiento y cariño por su persona.
Cambiando un poco de tema, le cuento que ha entrado con
fuerza una de mis épocas favoritas del año: el otoño. Las hojas de los árboles
–que esplendorosos lucían sus colores en verano–, comienzan a caer por la
acción de las ráfagas de viento. Algunas de las hojas se marchitan y devienen
amarillas. Otras se tornan marrón, ocres, rojas o naranjas, y se esparcen por
las calles como si fueran una alfombra que viste los parques y plazas de esta
linda ciudad flamenca.
1. Véase el reporte anual en:
https://www.cervantes.es/sobre_instituto_cervantes/prensa/2018/noticias/np_presentacionanuario.htm [consultado el 29 de septiembre de 2019]
Espero que con esta carta dé por cumplido un primer
acercamiento con una señora tan importante y querida por tantas generaciones de
estudiantes, amigos y seres queridos que la valoramos y nos enorgullecemos de
su legado.
Un beso y un abrazo desde el corazón de Europa (la pequeña
Bélgica) para nuestra maestra,
Doña Lucila González de Chaves, de parte de Mauricio Ramírez
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