viernes, 27 de julio de 2012


PERFIL ÈTICO-PEDAGÒGICO DEL MAESTRO DE ESTE TERCER MILENIO.

El siguiente diálogo corresponde a la historieta cómica “Artemio”. Los personajes son: el hijo de Artemio, un intelectual, adolescente comprometido y demasiado serio frente a las encrucijadas de la vida; el interlocutor de este joven es alguno de sus compañeros.
Compañero:      ¿Qué te sucede?
Hijo de Artemio: No me siento bien. Tengo problemas éticos.
Compañero:     Y ¿tanto te afecta?
Hijo de Artemio: Sí… ¿Tú nunca has tenido problemas éticos?
Compañero:    No, yo tengo muy buena salud… es más, ni sé dónde queda
                           la ética.
Si reflexionamos un poco sobre este texto de la tira cómica, encontramos lo siguiente:
l.  La explicación del compañero del hijo de Artemio es la verdad actual de nuestra sociedad, de nuestras familias y –lo peor- de cada uno de nosotros.
2.  El concepto de ética es impreciso para la mayoría de nosotros.
3. La otra gran mayoría de ciudadanos colombianos han llegado maliciosamente a no asumir la semántica de la palabra ética, porque hay algo que caracteriza esta sociedad de la posmodernidad, y es que está constituida por individuos incomprometidos y facilistas.
4.   Otro gran número de personas llamadas a hacer historia, a crearla y a orientarla, hablan mucho de ética pero no la practican, no saben “dónde queda”, como le pasa al amigo del hijo de Artemio.
5.   Podemos agregar que la ética debe estar, tiene que estar en lo personal y en lo profesional para que exista, entonces, una ética colectiva. Alguna corriente filosófica sostiene que la ética debe mirarse desde dos aspectos: el práctico, que tiene mucho que ver con los actos humanos en cuanto al obrar consciente y libre; y el aspecto normativo, en cuanto a la regulación de los actos humanos. Indudablemente, este tercer milenio tendrá una nueva sociedad, cuyas posibles características serán:
l.  Los hechos más significativos estarán jalonados aún más por la ciencia y la tecnología.
2.   Los jóvenes seguirán siendo rebeldes y no creerán ya en tantos esquemas culturales heredados del pasado; quizás juzgarán marchito y agotado lo que para nosotros ha tenido vigencia histórica.
3.   La velocidad será especial vivencia de poderío. Presionar el acelerador significará dilatar la personalidad y sentirse trascendente.
4.   La nueva sociedad desconfiará de las generaciones que le precedieron, porque no supieron organizar un mundo satisfactorio.
5.   Será una sociedad de audacia y de energía, que en su empuje querrá quebrar y disolver formas viejas de vida y pensamiento.
6.   Una sociedad nueva cuya principal crisis, quizás, se halle en la perplejidad frente a la elección de los valores por los cuales sus mayores creyeron que valía la pena sacrificarse.
7.   Habrá nuevas expresiones de la relación del hombre con la propiedad, con sus semejantes y con las ideas.  Y si esa relación es impropia, ¿a quién le corresponde estructurar sólidamente para evitar diferentes desplomes de la sociedad?  Al maestro, ¿verdad?
Estamos viviendo el “boom” de la pedagogía: nunca se había hablado tanto de ella como en la actualidad; hoy se siente más la necesidad de mejorar, renovar los medios, los métodos y las técnicas para el proceso enseñanza-aprendizaje. Para aplicar esos procesos pedagógicos, el maestro necesitará un comportamiento, un carácter cuyas especificaciones deberán ser:
l.   No podrá buscar la ética fuera de sí mismo; la ética viene de adentro, está dentro de cada uno de nosotros.
2.   Deberá tener como soportes de su existencia la reflexión, el compromiso, la dignidad, la entrega.
3.   Cultivará con ahínco la comprensión, para que sea posible la pedagogía del amor sin hipocresías ni intereses personales. 
4.   Tendrá que estructurar de nuevo el concepto de libertad, la cual sólo sirve para entenderse  con los demás y poder convivir.
5.   Hoy, invade a algunos maestros la angustia de no poder precisar la nueva imagen del hombre del mañana. Quizás esta crisis tenga una solución: no permitir en el presente la desintegración de la personalidad del alumno.
6.   El maestro tendrá que dar testimonio de una vida comprometida, no de una vida montada simplemente en el esquema de facilitar el paso de la existencia de los demás, por el amor al dinero y la satisfacción personal.
7.   Deberá reaprender que los alumnos no pueden vivir junto a su maestro una atmósfera de falsedades, incumplimiento, protestas por todo y muy mal manejadas, contradicciones; no podrá ocurrir, porque ello significa para el alumno absorber deshonestidad, desamor, descuido, desamparo, angustia, baja autoestima, inconformidad no precisada.
8.   Los técnicos y tecnólogos serán absolutamente necesarios en este tercer milenio; pero, el maestro ha de saber que sólo él es quien despierta la inteligencia moral, la inteligencia ética, al decir del sabio pensador Krishnamurti; y para realizar esta tarea inmensa debe estar libre del deseo de poder, de posiciones, de coacciones sociales y políticas; sólo así podrá crear una nueva cultura, una nueva civilización.
9.   El maestro de este nuevo tiempo, a la par que erudito, tendrá que ser sabio: aprender él mismo y enseñar a sus alumnos a pensar con claridad y sin prejuicios para que no sean interiormente esclavizados, temerosos, resentidos.
10.  Sentir la importancia de tener armonía espiritual, sensibilidad a la belleza; esto sólo se logrará conseguir si el maestro se da cuenta de la humana confusión que hay dentro de cada uno de sus alumnos, cuando busca hasta descubrir lo que requiere cuidado, afecto, consideración.
11.  El maestro no podrá permitir que su autoridad entre en crisis, por tanto, tendrá que tener en cuenta algunos soportes como:  exigirse a sí mismo lo que exige en los demás; tener sobriedad y prudencia en el ejercicio de la autoridad; dar mucha importancia a lo positivo; tener claridad en las ideas, ser consecuente con ellas y expresarlas en un lenguaje preciso y adecuado; fomentar un clima de confianza para que el dialogar con sinceridad sea un factor liberador de los problemas académicos, emocionales y, por sobre todo, los éticos.
La nueva pedagogía del maestro de este tercer milenio tendrá que:
l.   Encontrar un sentido a la historia personal del alumno y a la historia colectiva para evitar en las jóvenes generaciones la sensación de desamparo.
2.  Colaborar para que la nueva sociedad entienda que es, por lo menos, absurdo vivir sólo de ciencia; que es necesario ir construyendo el futuro con el adecuado manejo de la creatividad y alimentando fielmente la esperanza.
3.   Encontrar la manera de cambiar la mentalidad heredada de la modernidad, que creyó que el hombre podía vivir sin asideros espirituales y afectivos. Pienso que son los asideros del alma y de la inteligencia los que sostienen y sujetan.
4.  Difícil, pero tendrá que probar que en el despliegue de la existencia, todos estamos obligados a trascender; los alumnos sabrán, entonces, que la trascendencia es la afirmación de la existencia, según Krishnamurti.
5.   Comprometerse a construir la historia y el saber mezclando las mejores huellas del pasado y las iluminantes posibilidades del futuro.
6.   La técnica y la tecnología han mejorado y mejorarán aún más las condiciones de vida del hombre; pero, no será conveniente permitir que ellas anulen muchas de las otras capacidades del espíritu.
7.   Luchar para llevar a los alumnos a tener fe, a creer en sí mismos y en los demás. Estoy segura de que la fe les dará a ellos, como a nuestros antepasados, una forma de seguridad espiritual que los ayudará a soportar su cambiante carácter.
8.   Es necesario que cada individuo tenga una visión integral de la vida, porque sin ella la pedagogía tendrá muy poca significación. Un pensador oriental dijo alguna vez: “¿De qué sirve instruirse si en el proceso de vivir nos estamos destruyendo?”
Termino con las palabras del sabio Krishnamurti:   “Tan sólo el amor y el recto pensar producirán la verdadera revolución, la revolución interna en nosotros mismos (…). Cuando no estamos en conflicto con nosotros mismos, no estamos en conflicto con lo demás. Es la lucha interna que se proyecta hacia afuera la que se convierte en conflicto mundial.”

Lucila González de Chaves    

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