LA PALABRA COMO CAMINO…
Lucila
González de Chaves
“Maestra del idioma”
Amo
la palabra porque con ella he logrado comprender y disfrutar el amor.
Con
ella he podido disipar mis cuitas de muertes, de olvidos, de soledades y
silencios.
Ella me ha acompañado en mis éxitos, y es ella
la hacedora de los caminos que he transitado en busca del afecto, del amor, de
la amistad, de la fraternidad, del saber, del bien enseñar, de la serenidad
interior al ir envejeciendo apaciblemente.
La
palabra me llevó hasta el corazón y el cerebro de mis alumnos de todos los
tiempos, y con ellos pude compartir la alegría de buscar, de encontrar, de
saber; ella nos recordó siempre el compromiso de vivir con dignidad y de
aprender con orden, sencillez y humildad.
Fue
la palabra la que me llevó a enamorarme de manera comprometida a formar un
hogar, y fue ella el refugio de dos seres: él, artista y tenor lírico, solista
operático y maestro de la música barroca; yo, maestra del idioma y de los
valores literarios creados por la palabra.
Fue
la palabra la que nos ayudó a tejer la convivencia familiar y la tolerancia
para admitir y respetar las diferencias.
Nuestros
hijos encontraron la manera de llegar hasta sus padres para expresar sus
deseos, amores e incomodidades al empezar a descubrir y a pronunciar las
palabras.
En
este presente lleno de malignos ataques a la convivencia, a la salud física y
mental, a la familia, a la educación, a los pueblos, solo nos queda la palabra.
Es
la palabra nuestro recurso comunicativo; ¡el apacible refugio cuando escribimos
para destejer, un poco, la apretada y dolorosa urdimbre de nuestro interior, a
veces, fuerte, a veces derrotado, en tantos momentos esperanzado…!
¡Nos
queda LA PALABRA que se arrodilla ante Dios para pedir clemencia, fortaleza,
paz y consuelo!
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