sábado, 14 de junio de 2014

EL PODER Y LA MISIÓN DE LAS PALABRAS

La historia de gobernantes y gobernados, en todos los tiempos pasados y presentes,  ha mejorado o empeorado no solo según los comportamientos, los intereses creados, las filosofías, el grado de dignidad, de compromiso, de ética de gobernantes y gobernados, sino también, mediante el lenguaje que cada uno (y, especialmente, el periodismo hablado y escrito) va utilizado en cada momento, en cada minuto, según sus propios intereses.

¿Ejemplos? Muchos. En esta hora de ahora de Colombia, hemos sufrido todos los tropiezos, todas la dudas, los sinsabores, los atropellos, las injurias, las ordinarieces, vulgaridades y mala educación, la deshonestidad, los falsos testimonios, las promesas desvergonzadas; todo ello valiéndose del lenguaje como el vehículo conductor más adecuado.

¡Qué vergüenza y qué deterioro y qué desfachatez! 

Todos ellos, y, de sobra, sabemos quiénes, han envilecido el idioma, lo han convertido en trampolín de vituperios, de mentiras infamantes, de deshonestidades, de informaciones tendenciosas, en formas diversas y superficiales y groseras y poco creíbles de periodismo, (se salvan muy pocos) etc. etc.

Como maestra del idioma, protesto contra todos los abusadores de la palabra en todos los estamentos: políticos, gubernamentales, periodísticos, sociales. Han olvidado el principio de que la palabra VIVIFICA O ASESINA.

 Lo que quiero compartir hoy con ustedes, amigos lectores de este blog, no son las vergüenzas  que nos hacen pasar los aspirantes a...., los dirigentes,  los políticos y los periodistas - sobre  todo los del periodismo hablado -; lo que quiero compartir- digo - es una feliz frase hallada hoy en un periódico: ella es la síntesis de lo que ha sido esta campaña electoral, es la palabra bandera de estas justas insoportables, hecha ya un jirón; una palabra que antaño fue sagrada y que nació para nombrar el don glorioso que el ser humano debía defender para que existiera siempre en nuestra vida y en nuestra convivencia; pero, hoy, en Colombia ,  en esta rebatiña, la muy amada significación de dicha palabra, ha sido convertida en señuelo para engañar conciencias.

¡Felicitaciones a quien tan lúcidamente creó y manejó esta frase, con la sola ayuda de la ortografía, frase que es un gran mensaje y una excelente campaña:

"La paz no se escribe con S  sino con Z"


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