lunes, 14 de abril de 2014

Encuentro cultural en homenaje al Idioma

EL IDIOMA Y SU PRESENCIA EN LA VIDA DEL HOMBRE


Lucila González de Chaves
Lugore55@gmail


Antes de hablar de lo que el idioma representa en la vida del hombre, quiero  resaltar esta noche la fuerza y la eficacia de dos grandes amigos de siempre, ambos cultores y promotores del arte: Adriana Hernández, el “Hilo de Luz” que, en tertulias de gran valor artístico, hace gustar y admirar la cultura de Antioquia y Colombia, en lejanos espacios extranjeros. Ella, es un Hilo de Luz, poderoso y radiante, que un día quiso abrir esta Casa del Arte: Centro de emprendimiento cultural “El Café Rojo”, para continuar la historia de nuestro pueblo ávido de arte. Además, reconocemos en Adriana, no solo a quien interpreta con excelsitud la poesía, también a quien cultiva con gran acierto, el arte de crearla, ¿cuándo podremos presentar aquí su libro de poemas  Esperando Abril?

Y Henry Cardona quien ha entregado su vida entera a formar juventudes para el arte; pero no solo es mentor (él también, un hilo de luz), sino que ha organizado infinidad de actos culturales en Medellín y en muchísimos pueblos de Antioquia, para dar a conocer la diversidad del arte. Aquí mismo, ya lo han visto ustedes dirigiendo, orientando, iluminando brillantes presentaciones de diverso género.

Adriana, Henry y  sus amigos y colaboradores más cercanos y desinteresados aúnan fuerzas, esperanzas y realizaciones para sacar adelante sus proyectos. Por todo ello, es para mí un honor estar esta noche con ellos y con todos ustedes.

Quiero hacerles un reconocimiento especial en las palabras del escritor español Víctor Corcoba Herrero, quien dice:

“En la poesía están todas la emociones, todas la identidades creativas y todos los cánticos liberadores. Hay que volver a ella para hallarse consigo mismo y aproximarse a lo absoluto, para reencontrar la paz malgastada y borrar de la memoria amores que no son.
“En el perenne gozo de la enigmática belleza (que es la poesía) anida la autenticidad de la que estamos hambrientos…
“La poesía es una exigencia para dar voz a los sentimientos arrinconados… A la poesía hay que reconocerle su efecto socializador, su carácter persuasivo y único. Convive con cada uno. Forma parte de  nuestra existencia. Lo decía Bécquer: ‘Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía`.
“Los intentos del ser humano por comprender el origen de los dioses y, en ellos, del cosmos, encontraron su primera locución en la poética….
“La poesía es imprescindible y necesaria en la época actual, aunque solo sea para poder respirar placenteramente y saber que existimos con pensamientos renovados y libres de ataduras…
“En el fondo, un poema no es algo que se ve, sino algo que se siente…”

Por eso, estos amigos entrañables, Adriana y Henry, y todo su equipo colaborador llevan como consigna que el idioma y sus manifestaciones en todos los campos, tienen que estar presentes en la vida del hombre. A esa verdad de que el idioma es, al mismo tiempo, nuestro ser, nuestros sentimientos y pensamientos, agrego unos cuantos conceptos para afirmar


EL  PODER  DE  LA  PALABRA


porque ella es el núcleo fundamental de la expresión. Desde siempre se nos ha dicho que el hombre es un animal racional, es decir, capaz de razonar. Si el ser humano razona, si piensa, es capaz de amar, de reír y de hablar. El amor, la risa y la palabra nos separan definitivamente del animal. Dicho de otro modo: la capacidad de ser alegres y el don divino de la comunicación, hacen que  seamos un grupo aparte, en el proceso de la creación y en el desenvolvimiento de la historia.

(En virtud de mi profesión de maestra del idioma y de literatura, durante cincuenta años, con la lectura y el estudio de numerosos escritores y ensayistas de todas las escuelas y de todas las épocas, entre ellos, Ortega y Gasset, Pedro Laín Entralgo, Martín Vivaldi, Eugenio Coseriu, Azorín, Pedro Salinas, García de Diego, Marouzeau,  he podido ordenar y enriquecer mis conceptos sobre el idioma, esa suma de palabras, que dan cuenta de nuestro ser.)

La palabra, tan necesaria en la comunicación, no tiene cabida sino en la frase; y en la frase no la tienen los múltiples significados de la palabra, sino uno sólo, el necesario en esa frase. La palabra, tiene en ella una significación momentánea, determinada por la situación, que nuestro pensamiento o nuestros sentimientos le asignan en esa  frase, dirigida, exclusivamente, a quien nos escucha o nos lee. Por eso somos responsables de nuestras palabras; una sola de ellas da cuenta, a quienes nos escuchan, de nuestra nobleza interior o de la mezquindad de nuestra vida espiritual, o cultural, o afectiva. Somos en nuestro interior tal y como son nuestras palabras.

La palabra es un puente entre nuestra muy íntima realidad y la realidad del otro; entre el YO hacia el TÚ, para llegar a un NOSOTROS; pero ocurre casi siempre que nuestras deslealtades, nuestros prejuicios y odios y rencores incondicionales, borran el NOSOTROS, desconocen el TÚ, es decir, a los otros, y sólo quedan las palabras narcisistas alabando el YO.

La efectividad de la palabra está circunscripta al “almacenamiento” interior de cada individuo. Un almacenamiento que está constituido por lo psicológico, lo afectivo, lo espiritual y lo intelectual. A mayor almacenamiento, mayor necesidad de la palabra y, por consiguiente, mayor responsabilidad en el empleo de ella. A un mayor y enriquecido almacenamiento interior, corresponden más amabilidad en las palabras, mayor equilibrio en el tono con que se pronuncian, mayor facilidad en el acercamiento a los demás, cualesquiera sean quienes nos hablan o nos escuchan; a menor almacenamiento interior, corresponden mayor rudeza y altanería en la palabra, más egolatría, menos comunicación amable y bondadosa.

Es bueno preguntarnos en esta celebración del Idioma, y siempre, ¿cuánto respeto tenemos por la palabra hablada y escrita?, ¿cuánto hemos estudiado su funcionalidad y manejo en relación con nuestro ámbito familiar, afectivo, laboral, cultural?, ¿hemos pensado seriamente en las secuelas positivas o malignas que nuestra palabra pueda dejar en el otro?

El sentido de la palabra no puede ser más que aproximativo, como lo es nuestro propio pensamiento;  ocurre que las palabras resultan muchas veces impotentes, para expresar todos los aspectos del pensamiento, del sentimiento, de la imaginación. Está ya comprobado que nuestra palabra nos traiciona muchas veces por defecto, y también por exceso.

El diccionario, con toda su riqueza de léxico, no es, a fin de cuentas, más que un lugar donde yacen las palabras. El ser humano, como un taumaturgo dotado del mágico poder de revivir esos vocablos que están inertes en el diccionario, les ordena  levantarse, vivir. Así, cada palabra, se transforma en ser vivo, lleno de significación y de sentido, de comprensión y de amor. Pero, a veces, nuestra pequeñez de alma, en un momento de odio, de rencor, de envidia, ordena a la palabra: ¡aplasta a ese que me escucha!  Y ella obedece, destrozando una vida, dañando la más bella relación.

La belleza y elegancia de un texto escrito no residen en las palabras aisladas, sino en su artística conexión; esa capacidad de expresión, habita en el modo y en la sabiduría de utilizar las palabras y, por sobre  todo, en la riqueza interior de quien habla o escribe.

La profundidad y trascendencia de lo que hablamos y escribimos, resultan de lo que, con las palabras, como vehículo, hagamos sentir o pensar a quien nos lee o nos escucha.

Es bueno recordar que hay palabras vacías de significación o mal colocadas tanto al hablar como al escribir.

Un texto en el que predominan las palabras vacías produce una impresión de ordinariez, de indigencia mental y espiritual. Y en lo hablado, ya el diccionario incluyó el adjetivo ‘cantinflesco’ para referirse a todo lo que hablamos falto de sentido, de mensaje, de coordinación, a semejanza de aquel célebre actor de cine mexicano conocido con el sobrenombre de “Cantinflas”.

O por el contrario, las palabras llenas de valores, de significación y de sinceridad, prestan a la frase una densidad considerada como elemento del buen estilo. Pero, hay que tener cuidado, porque tal densidad puede ser también fatigosa y difícil de sostener mucho tiempo, puesto que exige una permanente tensión espiritual y mental.  La excesiva densidad puede resultar indigesta.

Encontramos ejemplos de este estilo indigesto, por demasiado cargado de ideas y pensamientos, en algunos filósofos para quienes escribir es ‘apretar’ de tal modo el pensamiento, en palabras y frases tan densamente significativas, que la lectura se transforma en un ejercicio análogo al que se realiza para desentrañar el sentido de una fórmula matemática.

El manejo de cada palabra en la comunicación NO es tarea fácil. Recordemos que son pocas las palabras que tienen un sentido claro y un solo significado. Cuanto más se estudian las sutiles diferencias y matices en el significado de las palabras, más se convence uno de la responsabilidad, al utilizarlas como instrumentos para razonar y para transmitir ideas y, sobre todo, sentimientos.

Una palabra mal empleada estropea, y a veces para siempre, el más bello pensamiento, la más brillante idea y el más dulce de los sentimientos.

En el ejercicio de mi magisterio, yo también he rendido homenaje a la palabra, enseñándola y disfrutándola; producto de ello son mis dieciséis libros; el último: LITERATURA, investigación, lecturas y análisis, que es


UN LIBRO DE ESTUDIO

El autor argentino Constancio C. Vigil dice: “Hay muchas más almas por conquistar que tierras por cultivar”. La filosofía de este autor y la sentencia del sabio escritor alemán Juan Wolfgang Goethe cuando afirma: “Solo lo que es fecundo es verdadero”, fueron el despertar de mi conciencia ética e intelectual y el incentivo que me llevaron a estudiar para enseñar y, luego, a recoger en libros, todo mi trabajo de estudio e investigación en el campo de la literatura y del lenguaje, durante cincuenta años de labor profesional.

Empezó, entonces la tarea de releer, corregir, hacer ajustes, cuestionar opiniones, comparar conceptos, ubicar hechos y circunstancias, jerarquizar apreciaciones literarias, reflexiones de contenidos, puntos de vista sicológicos y estéticos; ubicar en el tiempo y en el espacio a autores, obras, corrientes humanísticas, escuelas literarias, manifestaciones poéticas, ensayísticas, situaciones objetivas y subjetivas; confrontar datos, dejar un poco las estrictas normas lingüísticas y estilísticas en el recorrido por el abrupto camino en el intento de descubrir la belleza, la armonía, la verdad, el mensaje de cada libro, de cada personaje, de cada poema, de cada autor, el porqué de las circunstancias, de los comportamientos, de las imágenes literarias, de la elegancia y el libre y claro fluir de las palabras…

Una extensa bibliografía da cuenta de lo mucho consultado; pero, por sobre ella están las diarias experiencias de mis lecturas, de mis apreciaciones, de mi propio sentir y pensar que durante muchísimos años, yo como maestra llena de asombro y amor por la belleza y la verdad expresadas, bien en prosa, bien en poesía, fui asimilando, acumulando  y compartiendo hasta dejar huella en mis alumnos y plenitud en mi alma.

En este libro he querido destacar la inmensa y valiosa presencia de la mujer en las letras, en especial en la poesía, y, remontar esa presencia en Colombia hasta llegar a la época en que a la mujer le estaba vedado el campo de la poesía. Fue Laura Victoria la valiente mujer boyacense, que se permitió poetizar los sentimientos amorosos en inolvidables páginas, producciones poéticas que fueron rechazadas por la iglesia, la sociedad y la familia. Tantos problemas llevaron a la poetisa a radicarse en México, en donde vivió desde 1935 hasta 2004 cuando murió a la edad de cien años.

El poema más criticado y rechazado por audaz y erótico, y precisamente, el que la llevó a la fama, tiene por título “En Secreto”………

……………………………

(La gran intérprete del verso, Adriana Hernández, nos regaló –después de mis palabras- un precioso recital, encabezado precisamente, por el poema en mención).

(Este texto fue leído en el Centro de Emprendimiento Cultural Café Rojo, en el homenaje al Idioma, el 10 de abril de 2014.)


EN SECRETO


Ve, acércate más, bebe en mi boca
esto que llamas nieve;
verás que con tu aliento se desata,
verás que entre tus labios se enrojecen
los pétalos de ámbar….

Ven, acércate más.
Muerde mi carne
con tus manos morenas;
verás que dulcemente se desmaya
el cactus de mi cuerpo,
y surge tenue de la nieve dura
la misteriosa suavidad del nácar…

No sentirás mi carne llamearse
con tersas rosas cárdenas,
pero sabrás que es tibia como un nido
de plumas sonrosadas…

Ven, acércate más,
bebe el aliento
que se aleja de mí como una ráfaga;
en vez de fuego sentirás el fresco
despliegue de mis alas…

Deja que entre tu pelo se deshojen
mis manos delicadas;
sabré quererte con piedad de arrullo,
sabré dormirte con calor de lágrimas.

Nadie en la vida te dará más seda
que la que yo destrenzaré en tu almohada:
Tendrá el olor del musgo humedecido
y una sutil irradiación castaña.

Ven, acércate más.
Para tu cuerpo
Seré una dulce ondulación de llama;
y si tu ardor entre mi nieve prende,
y si mi nieve entre tu fuego cuaja,
verás mi cuerpo convertirse en cuna
para que el hijo de tus sueños nazca.

Laura Victoria, colombiana
(Gertrudis Peñuela de Segura)






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