viernes, 28 de febrero de 2014

UNA GRAN VELADA CULTURAL EN "OTRAPARTE"

¿Conocemos al poeta y profesional de la arquitectura, Hugo Álvarez Restrepo?


Muchos sabemos de las mil cosas que hace… Otros más, saben qué tiene… Pero… ¿sabemos  quién ES?

Hugo es un ser humano excepcional, “un buen ser humano”, y eso significa: “un ser generoso, humilde y amable”, según el decir de la escritora María Clara Villegas, en su reciente libro “La gente feliz es más exitosa.”

Así, pues, Hugo es gentil, alegre, leal, buen amigo de sus amigos. Es un ser inteligente y, como tal, es común que, a veces, se le salgan del “almario” la ironía, la crítica, el sarcasmo, el magnífico buen humor, la picardía; y, ahí, en esas características, aterriza una sobresaliente forma poética que es la décima, en la cual, Hugo es un maestro; por eso no es casualidad que el periódico El Tiempo esté siempre atento a publicar las frecuentes décimas que a nuestro amigo le van surgiendo con motivo de cada acontecimiento importante, o cultural, o ridículo, o deshonrador que, a montones, ocurren en esta patria nuestra.

La décima o espinela, pues su creador fue el poeta Vicente Espinel (español, entre siglos XVI y XVII), es una de las formas clásicas de estrofas, frecuente en nuestro idioma. Digamos simplemente: la décima es una estrofa de diez versos, cada uno de ocho sílabas. Así nació, pero con el correr del tiempo, los diversos autores le han ido añadiendo más sílabas.

Veamos esta muestra tomada del libro de Hugo, “Mis Versos”, que presentamos esta noche:

Mi abuela por lo sabia, distinguida,
un consejo me daba esta semana:
“Quien come cada día una manzana
al médico lo aleja de su vida”.
Pensando en tal lección tan conocida,
siempre con excelente resultado
para todo el que la haya practicado,
ahora le pregunto a mi abuelita:
¿Qué fruta consumir se necesita
 pa ‘ alejar de mi vida al abogado?

Pero, además, y en grandes proporciones, Hugo es un ser sensible, tan sensible que, a veces, es vecino de la hiperestesia.
Nombrémoslo de otra manera: hermano del dolor, de las lágrimas, de las penalidades, del sufrimiento de los menos favorecidos de la fortuna. Declarémoslo, según sus versos, encarnación
 del amor soñado,
del amor olvido,
del amor gozado,
del amor desengañado,
del amor perdido,
del amor engendrador…

Este “buen ser humano” es propenso al afecto; damos testimonio de ello: su esposa, la doctora María Isabel, sus hijos, sus amigos… y, especialmente, su niño del alma: José Fernando, cuya temprana desaparición tanto ha azotado el corazón de nuestro poeta y tantos doloridos poemas ha hecho brotar de su corazón. Que escuche, desde allá, José Fernando, en esta hora única de poesía, lo que siempre ha ocupado el corazón de su noble padre:


La mañana está triste y la neblina
se esparce perezosa por doquiera.
La rosa del jardín ansiosa espera
el rayito de sol que la ilumina.

Llora el cielo con lluvia, y en la encina
se ha refugiado el ave mañanera,
y del hijo la ausencia tempranera
torna gris la jornada decembrina.

La vida es, sin dudar, una cadena
formada por la dicha y por la pena,
y con placer y con dolor empieza.

Mi vida, ya sin fe y sin ilusiones,
se forma solamente de eslabones
de infinita amargura y de tristeza.

Este es uno de sus más bellos sonetos; exigente estilo de poesía que Hugo cultiva con esmero.

El soneto, cuyo nombre en latín significa “pequeño sonido”, es una composición de catorce versos (dos cuartetos y dos tercetos) con un patrón de rima fijo, inventado en Italia en el siglo XIII. Dante, el autor de la “Divina Comedia”, fue el primer gran poeta que usó el soneto de manera brillante, en su obra “Vita Nuova”.
Después, con Petrarca y su “Cancionero”, apareció el primer gran ciclo de sonetos; en esa obra, el poeta abolió todas las anteriores formas complicadas (dieciséis)  de hacer un soneto.
El escritor español Juan Boscán introdujo el soneto en España; pero, es el gran Garcilaso de la Vega quien lo perfeccionó (siglo XVI).

Invito a quienes admiran la producción poética de Hugo a conocerlo en familia:
 A su gentil esposa le dedica un soneto bien estructurado en la forma y en el sentimiento. Que escuche María Isabel lo que Hugo dice de ella:

Mujer: significado de amor y de ternura.
Palabra hecha poema, palabra hecha canción.
……………………………………………..
Mujer, quien ilumina nuestra senda oscura,
dispuesta a los trabajos, dispuesta a la oración.
………………………………………………

Mujer, a quien Dios quiso nombrarla cierto día
para que fuera siempre el faro que nos guía.
Mujer, nombre que empieza con eme de mamá.


Y a su hijo Ricardo le declara su rendición por el embrujo de esos ojos tristes; pero… cambia el concepto poético y termina diciéndole:

……………………………………………
No son tus ojos tristes; son serenos
como los ojos de los niños buenos,
picarescos y tiernos sin medida.


Y a Alejandro, que le convierte la pesadumbre de la existencia en un liviano vivir, le habla a media voz:


                           
                          ……………………………………………
Y tú  harás renacer la primavera
del padre que entregó su vida entera,
con toda el alma, para amarte a ti.

Las anteriores muestras de su producción nos dan un fino retrato del poeta-arquitecto, pintor y musicólogo; pero, nos falta el capítulo de la amistad y…, le doy paso al orgullo y a la vanidad para contarles que en ese apartado estoy yo, amiga de la nobleza de su corazón, admiradora de su talante poético y vecina cordial de su querida familia.

Y dice Hugo, desde su nobleza:

Amistad…Amistad…Palabra bella
que en el mundo resuena día a día.
Amistad en la pena o la alegría.
¡Cuánto nos dice la palabra aquella!
………………………………………..

Eso eres tú, amiga verdadera,
que aunque docta es sencilla, fiel, sincera.
¡La amistad eres tú, noble Lucila!


En esta noche, amigos, quiero enaltecer al poeta, al profesional, al artista, al hombre cabal; abrazar emocionada a su esposa y a sus hijos, y evocar a José Fernando para que él y todos nosotros, juntos, llenemos con amorosa presencia este recinto y esta noche del soneto.

Medellín, 27 de febrero de 2014


Lucila González de Chaves

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