viernes, 21 de septiembre de 2012





         GONZALO ARANGO EL INTELECTUAL IRREVERENTE, CREADOR DEL “NADAÍSMO”


                                                                                  Lucila González de Chaves


Este gran poeta representativo de una época, nació en Andes (Antioquia) en 1931 y murió en Bogotá en 1976, a causa de un accidente. Él mismo anota que “era de clase media burguesa”. Estudiaba derecho en la Universidad de Antioquia, pero su exaltación emotiva, sus sueños y sus contrastantes miradas a la vida le hicieron abandonar sus estudios.

Su agudeza mental y sus razonamientos contagiaron de entusiasmo y fervor  a un buen número de jóvenes, primero en Medellín, luego a todo lo largo del país. Sus primeros escritos aparecieron publicados en el periódico El Colombiano (Medellín), y entre ellos, uno en que analiza la influencia de la novela Mientras agonizo del escritor estadounidense William Faulkner en la obra La Hojarasca de Gabriel García Márquez; ensayo que termina con un caluroso elogio.

En 1958 funda el movimiento literario llamado “Nadaísmo”. Más que todo fue una protesta contra las instituciones tradicionales de la sociedad y la cultura. La historia literaria registra este movimiento como una subversión cultural en lo estético, lo social y lo religioso. Sus elementos principales eran la duda, la negación, la irreverencia, el inconformismo; de ahí la actitud iconoclasta de los integrantes que se autocalificaban como: “generación frustrada, indiferente y solitaria”.

En este año redactó y firmó el texto Manifiesto Nadaísta, del cual dicen algunos de sus analistas que: “muchas de sus ideas eran perfectamente razonables”. Y en este Manifiesto Gonzalo Arango cita a grandes escritores y pensadores como: Mallarmé, Sartre, Kierkegaard, Kafka y muchos más, como soportes de sus reflexiones.

Entre los seguidores de Gonzalo, los más destacados: Amilkar Osorio, Eduardo Escobar, Jaime Jaramillo Escobar, Fanny Buitrago y otros más eran jóvenes contestatarios e irreverentes que llegaron a la poesía y la crearon con una forma muy especial: un alto contenido de protesta social.

En 1970 aparece publicado Nadaísmo 70, una bibliografía del movimiento incluye a un numeroso grupo de seguidores, pero ya su fundador no milita en dicho movimiento. En 1963, Gonzalo Arango había cancelado a nombre del “Nadaísmo”  su etapa de desesperación y el derrotismo que lo caracterizaron en las primeras contiendas, para vivir en una superación de sí mismo, mediante una nueva fe y un nuevo concepto de belleza. Dice: “Daré testimonio de mi actitud nadaísta a través de la creación y no de la alucinación”. Esta declaración exaspera a los integrantes del movimiento y lo repudian con esta frase: “Gonzalo Arango ha muerto ¡viva el Nadaísmo!

Algunas de sus obras son: Soledad bajo el sol; Sexo y saxofón; Prosas para leer en la silla eléctrica; De la Nada al Nadaísmo; Obra Negra, etc.

Desde la estética en el manejo de las palabras y en la expresión del sentimiento hay que destacar la incomparable Carta a su padre, ya muerto, don Francisco Arango. Es una prosa impecable cargada de belleza literaria. Dice, cuando lo recuerda el día de la despedida para Betania:

“[…] Solo sentía un dolor punzante, humillante. Te amaba demasiado para dejarte partir como un pobre gitano […] Eras tan alegre y enamorado de la vida, un héroe del pan cotidiano. A tu lado toda grandeza fue pequeña. Soldado del amor y el alimento […] Tú, el sembrador de sueños y de cosechas, el poeta de los plenilunios y las cabañuelas, con tu rostro bruñido por huracanes y rudos soles […] Tu bondad desbordó los moldes de la gloria […] con razón heredé tu fatiga, y como pasaste la vida esperando y esperando, heredé tu silenciosa desesperación […]”.

Las siguientes son algunas de sus más fulgentes ideas, tomadas de su libro  Oleajes de la Sangre, que bien podría intitularse “El Gonzalo desconocido”. Libro que recoge sus cartas íntimas a la familia, especialmente a su madre y a su hermana Amparo. En dichas cartas se devela su espíritu cristiano, su lucha entre el bien y el mal, su progresiva depuración hasta llegar a la libertad absoluta de no poseer nada y de vivir sólo para el espíritu y la eternidad.

l.   “Esta tarea de ser escritor y vivir en función de escritor, no produce dinero, es cierto. Pero el dinero no es la vida ni representa los valores del espíritu del hombre”.

2.   “[…] me resigno a que cada uno llegue por sí solo a la conquista de la bondad y del amor, que en síntesis es el objetivo de la vida”.

3.   “Estas alegrías no provienen de ninguna parte, sino de mi ser íntimo que se regocija de estar vivo, presente en el mundo, vibrando como una esperanza más de la naturaleza”.

4.   “La vida de un hombre es casi insignificante y su grandeza nunca es suficientemente grande. La única gloria está en los seres que nos aman y que nos rodean”.

5.    “Todos mis esfuerzos los he dirigido a realizar el deseo tuyo: hacerme un destino superior. Te aseguro que me siento dueño de muchos caminos para llegar a la grandeza. Una voz interior me revela el secreto de lo que busco”.

6.   “A pesar de la aparente quietud en que me ven, mi vida es lucha, acción espiritual, movilización de todos mis recursos humanos a la perfección de mi destino”.

7.   “No tendré de qué arrepentirme. Mis manos están limpias y mi corazón también. Siempre actué de buena fe y con el ánimo de servir a mi patria y a mi pueblo”.

8.   “[…] es necesario vencer muchos obstáculos, sobreponerse a innumerables contratiempos y, no obstante, seguir adelante con fe y con coraje hasta lograr uno su conquista”.

9.   “El hombre moderno crucifica todos los días a Cristo en sus actos. En sus pensamientos niega sus verdades, su lección de poesía y amor”.

10.    “Yo pienso que para un gran amor no existe más lenguaje que el silencio, pues la palabra tiene la desgracia de que limita y a veces finge”.

11.   “Dios viviendo en nosotros, nosotros en El, en la absoluta identidad, en la plena beatitud del amor humano y el divino, sin necesidad de ese instrumento sucio que es el conocimiento, o la razón. La razón no es conciencia”.

12.   “Debe ser que la belleza es como un infierno. Es una tortura aspirar a la perfección, a lo absoluto, con instrumentos tan imperfectos como las palabras, como los signos humanos. Las palabras desfiguran mi ideal, mi verdad”.

13.   “Sólo aspiro a enriquecerme espiritualmente, y a esto sacrifico con placer todo bienestar exterior, lo decorativo y lo superficial. Me quiero hacer profundo en la intimidad, santificar mi espíritu en el arte, elevarme a planos que tengan que ver con lo divino”.

14.   “Todos los signos indican que el cristianismo volverá a la vanguardia de la historia, enarbolando símbolos de espiritualidad, dignidad humana, justicia económica, en fin, todos esos valores redentores que están vigentes en la revolución de Jesús”.

15.   Todo debe saber a Dios a tu lado. Uno no puede sentirse nunca solo si esa fe está vívida y late como una vena en el espíritu”.

16.   “En el hecho de escribir hay un profundo desgarramiento y casi nadie merece este poner el ser al desnudo ante los otros”.

17.   “La existencia de esta angustia, de esta zozobra, es al menos un buen síntoma que habla a favor de la vida. Es una especie de temblor, de sacudida de tumba que presagia un renacimiento”.

18.   “Vivir, pensar, es estar en movimiento, es un incesante proceso de destrucción y creación, de ser y dejar de ser […]”

19.   “[…] mis palabras encontraron una espontánea fraternidad en los que esperan y en los que desesperan, pues tal es la realidad del mundo contemporáneo”.

20.   “Ser artista es aceptar un suplicio que durará toda la vida y en este suplicio se mezcla una dicha extrema con una extrema desesperación”.

21.   “Las ideas no tienen siempre una validez universal. Su valor está condicionado por circunstancias ambientales, de vida y de cultura”.

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