sábado, 21 de enero de 2023

LAS LLAMADAS TAREAS ESCOLARES

 



¿SON ÚTILES Y NECESARIAS LAS TAREAS      ESCOLARES?


Lucila González de Chaves

Maestra, periodista, escritora

Lugore55@gmail.com

 

 

A quienes estamos comprometidos con la educación, ¿qué nos hace falta hoy: pedagogía o metodología o psicología?

 

Cada año, cada semestre, por diversas circunstancias, todos hablamos de renovar la educación, de cambiar el currículo, de nombrar de otra manera los objetivos, estrategias, destrezas, evaluaciones, etc. Una de las malas interpretaciones de esa tendencia a mejorar, a cambiar, a reemplazar, ha dado como resultado, y muchas veces, el incremento exagerado y descontrolado de consultas y tareas escolares. 



Es correcto entender la metodología como un conjunto de técnicas, de métodos de trabajo como estrategias para el desarrollo de las competencias (destrezas, habilidades), lo que coloca al alumno en positivas situaciones nuevas y variadas que le exigen compromiso personal, iniciativa, acción, perseverancia.

 

Pero estas situaciones trasladadas al hogar como tareas o como consultas, provocan tensión y desembocan en conflictos que impiden la actividad y el desarrollo afectivo e intelectual de los alumnos. Hagamos algunas precisiones:

Los llamados talleres son las estrategias pedagógicas, los trabajos que el alumno realiza, bien como complementación de los temas del currículo, o bien como afianzamiento del aprendizaje. Estos talleres deben realizarse, en lo posible, dentro del aula o en la biblioteca de la institución con el maestro como asesor, puesto que en algunos hogares no hay bibliotecas, no hay asesores adecuados, y la Internet (la red) no es muy confiable en ciertos temas y datos.



Las circunstancias desagradables que desatan las tareas imposibles contribuyen a que el alumno no se interese por las áreas y los libros, y los padres de familia pierdan la poca tranquilidad que desean tener al llegar a su  hogar, después de un intenso trabajo.

 

El lugar de la pedagogía es el colegio, pero hace algún tiempo, ese lugar se ha invertido. Se ha entendido mal el propósito del Ministerio de Educación de involucrar a los padres en el desarrollo de sus hijos.  Por tanto, el fracaso no debe atribuirse a quienes (los padres de familia) poco preparados pedagógica, o mejor, metodológicamente y sin tiempo para lograr los éxitos reales de una clase, sólo pueden transmitir a sus hijos gustos y deseos, o dictar órdenes y reglas, o teorías sin sentido.

 

Las tareas no son para aprender; son para mostrar el desarrollo de las destrezas de los alumnos. Debieran ser experiencias de ellos, como: leer un párrafo de un libro, de un periódico, de una revista, y señalar algunos conceptos que les llamen la atención, y explicarlos en clase, o hacer resúmenes de dichos párrafos, o ampliarlos con sus propios conceptos, o hacer un dibujo de acuerdo con el contenido, o reconstruir en forma oral, en clase, dichos párrafos.

 

Otra experiencia que sirve como tarea: narrar su tarde pasada en el hogar. Sería una especie de informe en el que los niños ordenan las ideas, reconstruyen hechos y analizan situaciones.

 

Conversar con alguien sobre lo aprendido en las horas de colegio y llevar por escrito el diálogo. Aunque el alumno invente la tarea, ella es provechosa porque está reconstruyendo, recordando y, de todas maneras, aprendiendo a expresar su ser y su saber, y casi siempre, activando la creatividad.

 

Observar lo que acontece o lo que se habla alrededor, y llevar a clase interrogantes (los porqués), y entre todo el grupo dar respuestas. Y…muchas más situaciones que ayuden a que el alumno se forme como persona, que reflexione, intuya, deduzca, analice.

 

De esta manera, los padres, al llegar al hogar, participarán en la tarea de sus hijos  -eso es necesario-  pero desde otro punto de vista: el de darse cuenta del desarrollo de su niños, comprobar, mediante lo que ellos fueron capaces de realizar solos (sus competencias, habilidades), que las tareas sí están cumpliendo su finalidad, cual es la de que el niño se vincule personalmente al saber y desarrolle su creatividad.

 

 Así, el estado psicológico de la familia mejora; inclusive, habrá tiempo para leer con los niños un cuento antes de dormir, o conversar con ellos sobre los mutuos aconteceres del día. Todo esto integra a la familia.

 

Ciertas formas de aprendizaje tienen una importancia decisiva en el futuro de los alumnos: La manera de aprender a leer, a escribir, a narrar, a entender los diferentes temas del currículo, las relaciones humanas vividas en el colegio constituyen, a largo plazo, un factor de desarrollo individual y colectivo; o bien, un factor de retraimiento social y pereza mental. Por tanto, los maestros debemos evitar implantar actividades, tareas y consultas sin planearlas porque no es metodológico ni ayuda a alcanzar los logros pretendidos.



Es importante organizarse en función de actividades del futuro; es la llamada “prospectiva”. 

 

Toda ejercitación, todo taller o tarea, debe responder a una necesidad, no del maestro, sino del alumno que es quien va descubriendo, en forma casi ilimitada, un mundo que se transforma. Por eso, los adultos (padres y maestros) anclados al pasado, cristalizados en recuerdos y que, además, ofenden y atropellan al niño (o al adolescente) por su torpeza - puesto que apenas se inicia en la formación de sí mismo-  lo colocan en una situación de inseguridad que acaba con la autoestima.

 

Un niño feliz, que juega, que imagina, que inventa, será un adulto equilibrado. Ya lo dijo el pedagogo Claparède: “¿Para qué sirve la infancia?, para jugar e imitar”.

 

El niño que después del colegio, puede descansar, soñar, jugar, será optimista, confiado, alegre, y si las tareas son pocas y cortas, y las realiza por sí mismo, será un adulto interesado en estudiar siempre, no alguien cansado ya de los libros. Pero hay que aprender (padres, maestros, niños, jóvenes) a defenderse de esos grandes enemigos (¿tendré que decir que “amigos”?) que son la televisión, el celular y la navegación en Internet.

 

La permanencia del periódico escolar es importante en el progreso de la pedagogía (también es un método – metodología -), porque los niños empiezan a expresar sus pensamientos, sus emociones, a realizar esfuerzos para hacerse comprender, a ser selectivos y definidos en la escogencia.

 

Los niños (y aun los jóvenes) son poco capaces de expresarse por escrito en forma clara. Si no fuera así, ¿para qué irían al colegio?  Cuando son los amigos, los vecinos o los padres de familia los que expresan el pensamiento del niño, estamos en una labor de traducción; el mismo niño ya no es capaz de identificarse con esa circunstancia y acaba desconociendo su propio pensamiento.

Por tanto, los niños y también los adolescentes, deben hacer sus trabajos en el aula, y más todavía si necesitan el consejo, la guía y la supervisión del maestro.

El periódico escolar es una de las más fuertes motivaciones de la correcta expresión escrita, porque el colegio debe enseñar a escribir, y no, simplemente, a formar copistas.

El alumno realiza con éxito, en clase y en equipos, tareas, en las que expresa lo que sabe y, además, le causan complacencia. Ve al maestro presente, atento a sus inquietudes, dispuesto a facilitarles el aprendizaje, orientando sus talleres, autorizando los intercambios entre los grupos, invitando a cada alumno a expresar su opinión en forma oral; ve que su maestro los escucha a todos por igual; observa cómo van surgiendo nuevos proyectos de trabajo generados por el que se está realizando. 

Todo esto es para el alumno una invitación al aprendizaje y a la formación de su futuro comportamiento como ciudadano, líder, gobernante, padre de familia; la ética hay que practicarla y cuidarla desde los primeros años de vida, para evitar que esta sociedad y este país se sigan descomponiendo intelectual y moralmente. Nos encontramos, así, con hechos más convincentes que todos los trabajos hechos por mandato, fuera del aula, o que toda tarea o consulta realizadas por los papás o los amigos o los vecinos o bajadas de Internet.

Para terminar, dejo estos interrogantes a quienes manejan la educación en Colombia, y a los padres de familia:

 

-       Tal vez, ¿podríamos prescindir ahora de una motivación para el aprendizaje basada en un sistema de competencia entendida como rivalidad, en el autoritarismo, en sanciones y calificaciones inútiles?

-       ¿Qué les ocurrirá en el futuro a esos niños que salen del colegio (preescolar, primaria) y deben correr a clases de pintura, natación, canto, piano, guitarra, flautas dulces, gimnasia, etc., etc., inclusive, los sábados?

-       ¿Ha perdido el niño, en la posmodernidad, el derecho a jugar, a soñar, a dormir?

Los padres encierran a sus niños en vacaciones porque van muy mal en el colegio, tienen que estudiar, recibir clases de escritura, o de lectura rápida, de lectura crítica, o de sumas y restas, para que se “nivelen”. Después de tantas clases de nivelaciones que les han impedido disfrutar su libertad en las vacaciones ¿sí llegarán los niños en mejores condiciones al colegio?

 

-       ¿Son realmente útiles e imprescindibles las tareas escolares?

 

-       ¿Sí lograremos tener en el futuro una Colombia mejor con los niños que estamos educando hoy?

 

-       ¿No serán necesarios más civismo, más urbanidad, mejores relaciones humanas, más respeto y aceptación por el otro, no importa su condición de ser, más conocimiento de sí mismo, más capacidad de autocorregirse, más reflexión y, por supuesto, más prudencia y sabiduría en la asignación de las tareas escolares?



Ocurre que la organización de los trabajos en clase no se maneja con un esquema, con un método cualquiera; esas tareas son, por parte del maestro al señalarlas, y por parte del alumno al realizarlas, la respuesta a las cuestiones que se plantearon en una clase; es el camino que señala el éxito de los logros.



 Y ese aprendizaje teórico-práctico será una clase activa, con una organización minuciosa; es la clase-taller adaptada a las posibilidades intelectuales y al nivel escolar real de los alumnos, base del éxito en el aprendizaje, porque esta tarea no los oprime con angustia, y les asegura un desarrollo armonioso.



Agrego que la posibilidad ofrecida a los niños de inventar historias, de contar sus sueños les permite, de modo continuo, la expresión de ideas y sentimientos - normalmente no expresados - y bien dirigidos por un excelente maestro que ame su profesión, ellos aprenderán a reflexionar, a opinar, a respetar, a orientar, que son las bases de una conciencia crítica que tanto necesita Colombia.



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