CARTA ABIERTA
AL MAESTRO LUIS EDUARDO CHAVES (1913 - 2011)
Lucila González de Chaves
Blog:
lucilagonzalezdechaves.blogspot.com
Medellín, 8 de junio de 2009
Hace poco cumplí ochenta y dos años. Hoy, tú, maestro,
cumples noventa y seis. ¡Felicitaciones! Hace dos meses tú estás viviendo en
Plenilunio. De repente, hago un alto en el camino; me detengo desprevenidamente
en esta nueva curva de mi vida y miro hacia atrás:
Era el final de febrero de 1951. Esa tarde, como de
costumbre, yo esperaba en el amplio salón del Instituto de Bellas Artes de Medellín,
a mi joven e inteligente amigo, violinista de la Orquesta Sinfónica de
Antioquia (OSDA), a que terminara los ensayos con el director, maestro Joseph
Matza. Escuchaba con atención cada uno de los sonidos de los instrumentos,
cuando apareciste junto a mí.
Te vi altivo, serio, escrutador: acababas de llegar por
primera vez a Medellín, a causa de unos contratos para dar conciertos de música
vocal clásica en el Teatro Bolívar (calle Ayacucho entre carreras Junín y
Sucre). El año anterior, 1950, habías presentado varios conciertos en Cali,
Barranquilla, Manizales, Bogotá; según los comentarios de prensa que conservo.
Le pregunté a Valerio Gómez (padre adoptivo de, la hoy gran
maestra del piano, Teresita Gómez), vigilante del Instituto de Bellas Artes, quién
eras, y me contestó: “un señor que canta”. Y, sí, un “señor” porque tenías
treinta y ocho años, eras de modales finos, caballeroso, tenías “clase”, y con una vasta cultura, pues venías de
especializarte en México durante seis años; allí hiciste parte de la ópera como
solista, en tu condición de tenor lírico. Tenías seguridad en ti mismo y una
muy equilibrada autoestima. Y, sí, “cantaba”; pero, no eras un tanguero, ni un
serenatero, ni siquiera alguien que cantaba boleros, tan de moda en esos años. No
eras uno de los Panchos, cantantes argentinos a quienes apenas empezábamos a
escuchar y a aplaudir. Eras un bogotano
de Chapinero, graduado en la Universidad Nacional de la capital del país.
En los cortos intervalos de conversación que tuvimos, me
invitaste a tus conciertos… Entonces, pude entender la dimensión de tu alma de
artista y comprobar la exquisitez de tu voz de tenor lírico y tu afinidad con Bach, con Schubert, con Beethoven, con
Wagner, y especialmente con Mozart…
Y, ¡me enamoré
de ti!
Con frecuencia integraba tus programas de concierto la obra “An Chloe”
(“A Clotilde”) de Mozart, cuya letra, traducida del alemán por tu amigo el musicólogo y escritor bogotano, Otto De Greiff, dice:
“Cuando el amor mira desde tus ojos
azules y claros, y mi corazón salta y resplandece de placer, y te tengo, y beso
tus cálidas mejillas de rosa, linda niña, y te estrecho en mis brazos, niña,
niña, y te oprimo contra mi pecho, entonces una turbia mirada me ensombrece
como una nube, pensando que esta dicha habrá de tener fin; y quedo pensativo,
mas siempre dichoso”.
¡Cómo lucía tu linda voz de tenor lírico!
Es justo hacer aquí mención de los pianistas acompañantes,
no todos, de tus excelentes conciertos, eran: Hilde Adler, Gustavo Lalinde,
Harold Martina, Pietro Mascheroni, Jaime Santamaría, Aída Fernández, Gilberto
Gamboa, Oriol Rangel, Ricardo Velásquez, Manuel J. Bernal, y algunos de los
alumnos más adelantados de Ana María Penella, italiana, profesora de piano de
Bellas Artes…
Unos meses más tarde de ese año, 1951, La Sociedad de
Mejoras Públicas de Medellín, fundadora y propietaria (en ese entonces) del
Instituto de Bellas Artes (La Playa con carrera 42, Córdoba) te propuso integrarte a dicho
Instituto. Fundaste allí la “Escuela de Canto del IBA”. Hasta entonces el
panorama cultural brillaba por la
presencia del “Orfeón Antioqueño”, grupo coral del talentoso e incomparable Maestro José María Bravo Márquez. Grupo del
cual hacíamos parte mis amigas del Instituto Central Femenino (hoy, CEFA) y yo,
en el año en que cursábamos nuestros estudios secundarios (1946).
Tú fuiste agrupando, seleccionando, formando y puliendo las
voces de coristas y solistas de quienes iban a recibir tus enseñanzas, de acuerdo con los
últimos métodos traídos de México. Ellos, los de la Escuela del IBA, no sólo
conocieron las delicias del “Bel Canto”, sino que les enseñaste a pronunciar en
francés, o en italiano, o en alemán los textos que iban estudiando, y les
explicabas los contenidos para que, entendiendo, pudieran compenetrarse con los
textos y les fuera más fácil la
interpretación; les copiaste las partituras a uno por uno, les hiciste las
instrumentaciones correspondientes, cuando tu Coral (compuesta por unos treinta
integrantes entre hombres y mujeres) se presentaba en los teatros, acompañada
por las Orquestas Sinfónicas, de Antioquia o de Colombia.
En el Tricentenario del nacimiento (1651) de San Juan
Bautista de la Salle tu “Coral de Bellas
Artes” se presentó (1951) en el Teatro Ópera (calle Maracaibo con carrera Junín,
Medellín) con la Orquesta Sinfónica de Antioquia para interpretar un programa
muy especial: La Catata Nº 78 de J. S. Bach (obra completa). Solistas: Luis
Eduardo Chaves, tenor; Raúl Márquez, bajo. La prensa fue pródiga en elogios. Cito un
aparte de uno de los comentarios, por ser la constancia histórica de las
controvertidas fechas de presentación y estreno de la Cantata, completa, por
primera vez en Colombia. Tiene como título:
“Se estrena en
Colombia una Cantata de J. S. Bach”.
“El número central del concierto sinfónico
será la presentación de la Cantata 78 de Bach, una de las más hermosas e
inspiradas que compuso el Cantor de Santo Tomás; todo un acontecimiento
artístico, ya que es la primera vez que se presenta completa una Cantata de
Bach en Colombia. Tomarán parte en la interpretación, la Orquesta Sinfónica de
Antioquia, los Coros que ha preparado especialmente para el efecto el maestro
Luis Eduardo Chaves, distinguido tenor nacional y fundador y director de la
Escuela de Canto del Instituto de Bellas Artes; el organista Manuel J. Bernal y
el tenor Luis Eduardo Chaves como solista; todos bajo la dirección del maestro Joseph
Matza”. (1951, El Colombiano).
El 20 de junio de 1956, te presentaste como solista
cantante en el Teatro Colón de Bogotá,
en un concierto que te mereció muchos aplausos (aún poseo el programa). En la
primera parte interpretaste cuatro lieder
de Beethoven (lied: canción lírica breve; se pronuncia “li:t”; su plural en
alemán es “lieder”), y luego a otros compositores
como: Haendel, Mozart, A. Thomas, Bizet, Wagner y Frank. Los textos, en su
literatura, fueron traducidos por el escritor bogotano A. G. Herrera. Algunos de
ellos, escritos por autores tan preponderantes como el alemán J. W. Goethe. Una
de esas páginas de Goethe, con el título de “Mit Einem Gemalten Band”, dice en
su traducción:
Collar de rosas
Mira cómo desde el cielo caen
pétalos de flor.
Las mandó la primavera a que formen
un collar.
¿Quieres, Céfiro, llevarlos hasta
donde+ está mi amor
Y ponérselos al cuello, que son los
tallos de una flor?
Y rodeada así de rosas, una de
ellas tú serás.
Tú, mi amor, ¡oh dame! dame sólo un
fugaz mirar.
Siente cómo mi alma sufre: dame,
pues, tu corazón,
Y las rosas de tu cuello nos
harán de ligazón.
Siente cómo mi alma sufre: dame,
pues, tu corazón,
Y las rosas de tu cuello nos harán de
ligazón.
Fuiste un gran artista, y tu fama de cantante y de maestro
se extendió con rapidez en Medellín, era la década del 50 (1951 a 1960). El
resultado fue maravilloso: una coral extraordinaria, que al decir de los
entendidos, como el maestro Joseph Matza
director de la Orquesta Sinfónica de
Antioquia (OSDA) (de grata recordación); el maestro Pietro Mascheroni, gran
pianista; el mecenas y musicólogo Diego Echavarría Misas, en cuya casa-castillo ¡tantas veladas
musicales y culturales pasamos!; el empresario Gabriel Fernández Jaramillo; el
pianista y director de zarzuelas y operetas, Jaime Santamaría; el compositor y
pianista y maestro de música, Carlos Vieco; el pianista y, en algún tiempo,
director de Bellas Artes, Gustavo Lalinde; el sacerdote, gran compositor,
especialmente de música sacra, además de acertado crítico de arte, el Padre
Andrés Rosas; y los comentarios de prensa, entre ellos los de Rafael Vega
Bustamante (“Ravel”). Según todos ellos:
“Medellín nunca
había tenido una Coral tan representativa como la del maestro Luis Eduardo
Chaves””.
Además, lo
atestiguan los comentarios elogiosos de la prensa de Bogotá, cuando llevaste la
Coral para presentarla en El Teatro Colón y en la Televisora Nacional, lugares
en los que interpretó la Cantata Nº 78 de J. S. Bach y el Oratorio de Navidad
de Camilo Saint-Saens, algunas de cuyas arias para tenor las cantaste tú.
Esa “Coral del Instituto de Bellas Artes” dio lustre a
Antioquia en sus presentaciones con la
Orquesta Sinfónica de Cali, con la Orquesta Sinfónica de Bogotá que dirigía el maestro Olav Roots, tu amigo inolvidable. A
las ciudades de Bogotá, Cali y
Barranquilla llevarías, años más tarde, la “Compañía de Ópera de Antioquia” que
creaste en los años 1957 a 1961; fue una novedad, porque era la primera, con
obras completas, en Antioquia.
En relación con este hecho, el musicólogo Rafael Vega
Bustamante, en uno de sus artículos de “Miscelánea Musical”, (periódico El
Colombiano de Medellín), dice:
“(…) Las iniciativas de orden vocal
en nuestra vida musical continúan para beneplácito de la afición a la buena
música. Nada menos que una Compañía de Ópera se organizará por iniciativa entusiasta
y dinámica del profesor Luis Eduardo Chaves, el cual desde su llegada a
Medellín, está dando los pasos preliminares que han culminado felizmente con la
constitución de una Junta Directiva. Dicha Junta está compuesta por doña Sofía
Ospina de Navarro, doña Teresita Santamaría de González, don Gustavo Lalinde,
doctor Abelardo Gutiérrez, don Gabriel Fernández Jaramillo y el señor Antonio
Cano Álvarez. La Junta se reunió para estudiar las bases de la fundación de la
Compañía, la cual cuenta ya con el apoyo de todas las entidades culturales, y
además, con la promesa del apoyo de varias industrias de la ciudad. Adelante,
pues, y mucho éxito en esta empresa de titanes…”
¿Recuerdas, maestro, a algunos de los integrantes de la
Coral de Bellas Artes, tus amigos y alumnos, que luego se lucieron en las
óperas Madame Butterfly, El Barbero de Sevilla, Rigoletto, Traviata,
La Serva Padrona…? Nombremos sólo a algunos:
Humberto Echavarría (quien con mucha frecuencia nos invitaba a su casa, los
sábados, a hablar de arte, música, literatura; nos unía con él un infinito
afecto: fue nuestro padrino de matrimonio y el padrino de tres de nuestros
hijos), Lía Montoya, Jairo Bongkam, Alfonso Cardona, Horacio Arroyave, Jairo
Villa, Anita Echavarría, Nelly Duque, Raúl Márquez, Audrey Hayes, Constanza
Gómez, Jorge Piñeres, Aída Vidal, Leonel Villa, Flor Piedrahíta, Josefina
Restrepo, Libardo Gómez…
Recordemos a Lía
Montoya Pérez: la formación y educación de su voz en la interpretación de
lieder, que le diste en el Instituto de
Bellas Artes, y cómo el visionario y
mecenas, Diego Echavarría Misas, la envió a Alemania a perfeccionarse,
precisamente, en esa clase de composición musical. En Colonia (Alemania), se casó
con el director de Orquesta Joseph Palmer, y sus hijos son hoy extraordinarios
violinistas. En su última venida a
Medellín, te contó que, además de muchísimos conciertos de lieder, había interpretado
quince veces la ópera Madame Butterfly.
En Medellín, Lía
Montoya, cuando empezaba a darle forma a su voz bajo tu dirección musical, era catalogada
como “la mejor promesa lírica del país”; la presentaste como soprano solista en
muchos conciertos; pero, recuerdo especialmente el del primero de octubre de
1956 en el Teatro Junín (Avenida La Playa con la carrera Junín) con la Orquesta
Sinfónica de Antioquia (OSDA), dirigida por el maestro Joseph Matza. En ese
concierto, cantó, en el intermedio del programa, cuatro arias operáticas de Mozart. El comienzo
del concierto fue la Sinfonía Nº 1 en Do menor. Op. 68 de J. Brahms y el final,
fue el “El aprendiz de brujo” de Paul
Dukas, obras interpretadas por la OSDA.
No creo fatigarte mucho, maestro Chaves, si te cuento de
nuevo la historia del Aprendiz de Brujo. Dice:
“De carácter entre
jocoso y alegre, “El Aprendiz de Brujo”, poema musical de Paul Dukas (francés),
se basa en la balada del mismo nombre del escritor alemán J. W. Goethe. Trata
dicha balada de un mago y su envidioso aprendiz, a quien aquel había enseñado
muchas cosas portentosas menos el secreto de su truco favorito, mediante el
cual una escoba se transformaba en ser humano dispuesto a obedecerle en cuanto
le mandase.
“Empero, un día logra el aprendiz escuchar las mágicas palabras,
y repite el conjuro que la música dice en las misteriosas armonías de la
introducción. Casi enseguida lanzan los fagotes una grotesca figura saltarina
que sugiere el tosco andar de la escoba al ir por agua como se lo ordena el
aprendiz. Bien pronto tiene este más agua de la que necesita y ordena que se
detenga, pero observa con horror que ha olvidado las palabas que hacen cesar el
embrujo.
“La estancia se inunda. Desesperado, el aprendiz toma el
hacha y parte en dos la escoba. La orquesta prorrumpe en un estallido tremendo,
luego viene un silencio, y después son ambas mitades de la escoba las que
comienzan a un mismo tiempo a traer más y más agua. La inundación se hace
dramática en las tonalidades de la orquesta y alcanza ecos de diluvio. En lo
más crítico del desastre, anuncian los cobres con notas tremebundas la
aparición del brujo, y remedan el conjuro que este pronuncia y que dan regreso
a la calma.
“Los temas del comienzo retornan en las voces de los instrumentos,
sencillos y apagados, con un aire de fingida inocencia”.
(Tomado directamente de
las notas del Programa del citado concierto, programa que aún conservo).
………………………………………………….
El experto en música, Rafael Arango R. escribió un elogioso
comentario cuando la Sinfónica y tu Coral se presentaron por primera vez en el
Teatro Junín, con la ópera Madame Butterfly;
intervinieron como solistas y personajes principales, Lía Montoya y Jairo Villa.
Dice el comentarista Arango R.:
“Con un éxito grandioso, artístico
[…] se presentó en el Teatro Junín la “Compañía de Ópera Antioqueña” […] con la
hermosa ópera de Puccini: Madame Butterfly
[…]. Recibieron grandes ovaciones del público que asistió a las dos
representaciones. […]. Los precios no eran caros para un espectáculo tan
excelente: quince pesos, diez pesos, cinco pesos; pues aquí se han presentado
espectáculos inferiores a precios mucho más altos […]”.
Otro periodista, en su apunte cultural dice:
“[…] ya van a subir el telón. Ahí
viene el director, el maestro Luis Eduardo Chaves. Le preguntamos a quemarropa:
*Maestro: ¿por qué los argumentos
de estas óperas no son presentados en castellano, para que pueda uno sacarle
más gusto al espectáculo?
*Sería muy difícil
– opina el maestro Chaves - hacer una
traducción que no afecte el acoplamiento que debe haber entre la música y la
letra de las óperas. Muy pocas son las personas que pueden realizar esa
traducción en la forma debida. A pesar de todo, le cuento que en este sentido
se han hecho algunos ensayos… En Alemania fueron presentadas algunas óperas del
compositor italiano, G. Verdi, con su respectiva traducción al alemán. Cuando
yo estuve en México presencié la presentación de El Barbero de Sevilla, cantada
en castellano. Pero, no sé de otros ensayos de esa índole…es que faltan traductores
de mucha categoría para esa labor…”
El periodista sigue en su crónica contando historias:
“Un caso admirable… el propietario
del restaurante “Astor”, un distinguido ciudadano extranjero, le regaló, así
como suena, le regaló mil pesos moneda legal al director y fundador de la
ópera, maestro Luis Eduardo Chaves, para estimular su extraordinaria y difícil
labor… Ya sube el telón…”
……………………………………………
El martes 7 de noviembre de 1961 a las 9 p.m. tus alumnos
de Bellas Artes se presentaron con la ópera Rigoletto,
y el miércoles 8 de noviembre, a la misma hora, con la ópera La Traviata. (Ya, en días anteriores,
habían presentado otras óperas). Para estas presentaciones habías traído de
México a algunos solistas, como: Rafael Rivero (tenor), Alicia Aguilar
(soprano), Carlos de Orduña (tenor). Pero también fueron intérpretes de dichas
óperas los antioqueños: Alejandro Correa (barítono), Dolly Rubens (soprano),
Pepe Vidal (bajo), Gloria Angulo (contralto), Amparo González (mezzo soprano),
Alfonso Escobar (barítono), Libardo López (barítono), José Correa (tenor),
Eugenio Valderrama (bajo), Jesús Rincón (barítono), Jorge Piñeres (tenor), Raúl
Márquez (bajo), Jairo Bongkam (bajo). Todos ellos preparados por ti como
director general de la Temporada de Ópera y como director y fundador de la
Coral. Estuvieron acompañados por cuarenta profesores de la Orquesta Sinfónica
de Antioquia, y como maestro concertador: Pietro Mascheroni.
………………………………………….
¡Cuántos conciertos de Navidad, cuántas interpretaciones
dirigidas por ti hizo tu Coral, de las Cantatas de Bach, lieder de Beethoven, de Wagner; Misas, Oratorios de Navidad, arias, y fragmentos de
óperas…para lucir a solistas, dúos, cuartetos, sextetos, en los teatros
Bolívar, Ópera, Lido (Parque de Bolívar), Junín, Sala de Beethoven de Bellas
Artes, Biblioteca Pública Piloto; especialmente, el día de la inauguración de
esta, en la enorme casona de la Playa, a pocos pasos del Instituto de Bellas
Artes!
Tampoco olvido los conciertos de música sacra los domingos,
en la Catedral Basílica Metropolitana, siempre acompañados del organista
oficial de la Catedral, el Reverendo Padre Nacianceno Ramírez. ¿Recuerdas,
maestro, cómo estaba prohibido por la Iglesia que las mujeres subieran al coro;
y, entonces, como no se podía desintegrar la Coral, los conciertos los presentabas
y dirigías en el presbiterio, en la Misa
de doce?
………………………………………………….
En septiembre de 1960 organizaste un gran homenaje a México
(siempre amaste ese país y a su gente como el centro de tu formación y de tus
amores musicales), con motivo del sesquicentenario de la independencia
mexicana. En la sala de conciertos de la Galería de Arte Nacional (calle Perú
con carrera Palacé) se llevó a cabo dicho homenaje, cuyo programa, en su
totalidad, estuvo interpretado por: Luis Eduardo Chaves (tenor), Constanza
Gómez (soprano), Jorge Piñeres (tenor), Jairo Bongkam (bajo). Las obras que tú
interpretaste eran todas de renombrados compositores mexicanos, tales como:
Blas Galindo, Manuel María Ponce, Silvestre Revueltas.
…………………………………………
A todas esas actividades hay que agregar el tiempo que
dedicabas a tus alumnos particulares, quienes acudían a nuestra casa para
recibir tus enseñanzas, las que acompañabas en tu bello, antiguo y fino piano
vertical… no recuerdo su marca, era alemana, pero sí tengo muy viva en mí esa
brillantez de la madera de ébano y de las teclas de marfil; ese amor tuyo por
el piano, que ocupaba la parte central de nuestra “sala de recibo”. ¡Cómo
brillabas ese piano después de las clases a los adultos y de las que recibían nuestros hijos; y cada mes venía
el técnico a afinarlo…! Tengo muy claro
tu método de enseñanza: uno de los ejercicios era vocalizar las notas de la
escala musical; y lo recuerdo porque nuestros niños los imitaban y repetían en
sus juegos. Muy gentil tu trato
para tus alumnos, gente mayor: empresarios, comerciantes, personas pudientes de
El Poblado, maestros de música en las instituciones educativas…
Te vinculaste, pues, a Bellas Artes en esos primeros meses
de 1951, y como persona seria y artista comprometido –en esa, tan anticuada
época- debías tener una esposa, y yo era
tu novia: ¡te casaste conmigo! el 22 de julio de 1951 en el templo de La
Candelaria; en el muy amado por los antioqueños, Parque de Berrío: domingo a
las seis de la mañana.
¡Tú aportaste al matrimonio gran cantidad de partituras y
un piano…; yo, libros, ingenuidad, juventud y amor…por ti y por la poesía!
Vinieron luego los cuatro hijos: Luis Marcelo, Carlos
Eduardo, Ana Cecilia y Juan David, y fueron creciendo y jugando, casi siempre,
sobre el tapete de la sala, al tiempo que todos escuchábamos óperas; ellos
hojeaban (y ojeaban) las bellas páginas de la colección “El mundo de los Niños”
de la Editorial Salvat, recién comprada, para que empezaran a amar la lectura.
Siempre vi en ti, en nuestra vida de hogar, un carácter paternalista: ¡educar,
corregir, proteger! No sería exagerado
afirmar que nos ¡sobreprotegiste!, especialmente en la niñez de nuestros hijos
y a mí, en los primeros años de nuestro matrimonio, dada mi inexperiencia en
todo – pues cuando nos conocimos yo trabajaba como maestra y hacía estudios de
Letras en la UdeA.
¡A propósito!, que me permita la autora, la gran Ana Magdalena
Bach, hacer mías sus palabras para referirse a su esposo, el excelso músico
Juan Sebastián Bach:
“…pronto comprendí que el desorden era una
cosa que Sebastián no podía soportar. Sus papeles y sus objetos personales
habían de estar guardados y cuidados de una manera determinada, y no había que
hacerle cambiar ninguna de sus costumbres. Odiaba tanto la falta de puntualidad
como el despilfarro, pues, según él, la inexactitud era el derroche de lo
inapreciable, de la única cosa que no se puede obtener por segunda vez: el
tiempo. Al principio, yo era un poco despreocupada y olvidadiza; pero
tuvo mucha paciencia conmigo y pronto me corregí de los defectos que no le
agradaban…”
(Obra: La pequeña
crónica de Ana Magdalena Bach).
De todos los días felices en común (hago a un lado nuestros
momentos de dificultades en la comunicación, nuestras dudas, nuestras
inseguridades, nuestros enojos), destaco algunos hechos:
-Nuestros viajes a los Festivales Religiosos de Popayán.
¿Recuerdas? Nos íbamos, tú y yo, desde el lunes santo hasta el domingo de
pascua. Todos los días había dos eventos culturales por la mañana y dos por la
tarde: orquestas sinfónicas de Cali, de Barranquilla, de Bogotá; grupos corales
de Medellín, Bogotá, Cali, Popayán; orquestas de cámara, solistas cantantes, o
de instrumentos, contratados, muchos de ellos, en el exterior para dichas
representaciones. Fuimos cada año durante cinco, y en alguno de esos años, ¿recuerdas?,
asistimos un Jueves Santo a la once de la mañana, a las exequias y al entierro del Arzobispo de Popayán (Monseñor Buitrago
Trujillo) en esa magnífica Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, casi
derruida, como lo estaba más de la mitad de la ciudad, a causa del terremoto
del año anterior (31 de marzo de 1983).
¡“La Ciudad Blanca” de Colombia estaba en ruinas!
Asistíamos a todos
los conciertos de cada día, y luego, en la noche, 7 p.m., a las solemnes
procesiones de Semana Santa. Solemnidades que, me pareció, se convertían en una
competencia entre las altas clases sociales payanesas por lucir mejor, más elegante
y más enjoyado su “paso”; así llaman la imagen o imágenes que bajo doseles, con
profusión de luces y flores, salen en procesión, bajo la custodia de los
“cargueros” quienes son, nada menos, que los miembros de las encumbradas
familias payanesas; costumbre que se la trasmiten de familia en familia.
-Asistimos también a los Festivales de Música Religiosa en
Marinilla y en Rionegro. Allá llevaste también tus Corales.
-Estuvimos en las islas de Aruba y Curazao.
-Yo ya había estado en Europa durante mes y medio, y tuve el
gran placer de conocer algunos países de Europa Central, y un poco, su arte, su
historia, su cultura… pero, recuerdo la falta que me hiciste. Tú eras mi mentor
cultural pero te habías tenido que quedar en tu trabajo de Medellín y
atendiendo a nuestros jóvenes hijos.
-Otro año nos fuimos a Suramérica, y nos deleitamos
conociendo países como Brasil, Chile, Argentina, (La Patagonia), Perú, Ecuador.
Recuerdos especiales: la ciudad de Machu Picchu; las cataratas del Iguazú; la
arquitectura de Río de Janeiro y de Brasilia; todo lo colonial del Ecuador; su
gran monumento al Libertador; la cosmopolita ciudad de Buenos Aires; “El
Caminito” en donde re-crean a Carlos Gardel, lo mismo que en el “Viejo Almacén”;
el tener que pasar agachados frente al “Palacio de la Moneda” en Chile, porque
la dictadura del general Pinochet no permitía mirar ni mucho ni poco; la
exuberante vegetación de América…Volar sobre el Matto Grosso…
-Y los grandes y alborotados paseos con nuestros niños:
vacaciones pasadas en nuestra cabaña de Tolú, en cuyo mar ellos aprendieron a nadar.
Íbamos en Semana Santa, en julio y en diciembre y, ¡claro!, había que llevarles
a sus amiguitos; en los paseos también
estaban Coveñas, Cartagena; y, años después, el disfrute de nuestra acción-cabaña
en el “Contry Club Tayrona”, entre Santa Marta y Riohacha; nuestra casa
campestre en Concepción, Antioquia; nuestra casita en Titiribí…
Pero el recuerdo más vivo en la memoria de todos nosotros,
fue el último paseo que hicimos los seis (nuestros cuatro hijos tenían entre
cuatro y diez años). Sigo pensando, maestro, que fue algo extraordinario para
todos: ellos aún lo recuerdan con gran regocijo:
Salimos de Medellín a las dos de la mañana en un bus que
nos llevaría a Tolú (nuestros muchachitos fueron despertados por ti a la una de
la madrugada, igual que cuando fuimos de paseo a San Jerónimo); después de unos
días en nuestra cabaña de Tolú, nos fuimos
a Cartagena, de allí a Barranquilla, luego a Santa Marta, a Riohacha, a Manaure
para conocer las minas de sal; luego a
Maicao para comerciar.
Claro, maestro Chaves, que tu bolsillo no daba para muchas
compras: una grabadora, una “máquina de retratar”, o de “tomar vistas” (así se
decía en esa época), y un par de bluyines para cada uno de los niños… y unos
hoteles para clase media-media. ¡Pero, estábamos felices los seis juntos!
Nos fuimos, luego, de Maicao a Bucaramanga y de ahí a
Barrancabermeja, en tren. No sé si recuerdas, maestro, que el tren se averió en la cuenca del Supamaz, que la comida que
llevábamos, unos pollos asados, se avinagró,
que cayó un aguacero torrencial toda la noche, y los niños durmieron, de a dos,
en cada banca del tren, sin comer, y cobijados, dos con tu saco y los otros dos
con mi suéter. ¡Qué frío el que tuvimos que aguantar!
De Barrancabermeja llegamos a Puerto Berrío (que tánto
conocíamos y tánto nos gustaba, pues cada año íbamos de paseo allá). En el
Hotel Magdalena, el mejor de todo el paseo, estuvimos alegres, descansamos de
toda la travesía y en sus corredores los niños dieron rienda suelta a su
alegría: corrían, gritaban, cantaban, nadaban en la piscina… y unos días
después, el regreso en tren a Medellín, desde Puerto Berrío.
…………………………………………………….
Te retiraste de Bellas Artes, y La “Coral” se desintegró y
desapareció. En 1960 te fuiste por primera vez a Europa a especializarte;
fuiste a Salzburgo en Austria, algo muy natural, dados tu amor y devoción por
Mozart. Hiciste cursos intensivos de montaje y dirección de ópera en Alemania y
en Italia. Diste conciertos: en 1961, en la Sala Cultural de El Vaticano y en
la Embajada Colombiana en Italia; en 1962, dos conciertos en Alemania y Austria.
De todos ellos dan cuenta los programas, los afiches y algunos recortes de
prensa que yo guardo celosamente.
A propósito, en una de tus cartas, me escribías desde
Alemania, y me contabas el fenómeno socio-musical observado por ti:
Me decías: “Me imagino la cara que pones al leer la palabra
“claques”. En el arte y en los espectáculos, aquí, suceden cosas o actitudes
que entre nosotros, por ahora se verían con gran extrañeza. Sin embargo en
estos países las “claques” son un oficio tan común como el de los mismos
artistas. Especialmente, en Italia, las “claques”, que entre nosotros podríamos
llamar “barras”, “hinchas”, económicamente (parece mentira) viven del aplauso
sin ser artistas; y la duración del aplauso se mide por la cantidad de dinero
que pague el artista por el que fueron contratados. De su generosidad con las “claques”
depende el éxito o el fracaso del artista. En la ópera, un aplauso oportuno o
un silbido inoportuno, se encargan de consagrar o hacer fracasar a un artista.
En Italia, en la famosa Scalla, no supimos si fue su última presentación,
Giuseppe Di Stefano, al terminar de interpretar “Payasos”, escuchamos, al bajar
el telón, esta determinante expresión: “Pipo, como curiosamente lo llamaban,
“tu sei finito”. Ya era un artista muy distante del joven que vimos debutar con
el “Barbero”, en México. Este es el oficio de las “claques” que en los grandes
teatros tienen sus puestos permanentes……..”
……………………………………………
Regresaste dos años
después, y te nombraron profesor de canto, solfeo e historia de la música en la
Universidad del Magdalena, en Santa Marta. Concluido tu contrato, volviste a
Medellín, y fue, entonces, cuando fundaste la “Academia Mozart” (calle Perú con
la carrera Palacé); allí abriste los cursos de solfeo, piano, canto, declamación,
y una sección para iniciar a los niños en la música. Hay que destacar la
categoría cultural de los alumnos que acudían a la Academia Mozart. En la
sección de Declamación, siempre se distinguieron Mara Agudelo y José Machado por su disciplina, su inteligencia, su
vocación cultural, sus aptitudes y su brillante voz de declamadores. Fueron
varios los programas que con ellos y sus compañeros, tu Academia presentó en
varios teatros. Hoy, Mara y José, nuestros grandes amigos, son excelentes
cultores del verso, poetas amables, gentiles, sencillos y cordiales.
Además, maestro Chaves, institucionalizaste en tu Academia un
curso completo (tres años) de Fonoaudiología. Como sé que te gusta recordar
especialmente este curso, por ser base –como pacientemente me explicabas- para
la perfección de la voz, el carácter, el comportamiento de cantantes coristas y
solistas, voy a recordarte, maestro Chaves, las asignaturas impartidas, que impusiste,
de acuerdo con tus estudios en México y en Europa: (Aún conservo completo, ese
programa de estudios)
Primer año: Fonética; Anatomía y fisiología de la audio-fonación;
Física acústica; Semiología foniátrica; Psicopatología (primera parte);
Psicología y Psicometría (primera parte).
Segundo año: Clínica audiológica; Clínica foniátrica;
Psicopatología (segunda parte); Audiometría; Terapéutica foniátrica y quinésica;
Psicología evolutiva; Psicometría; Didáctica asistencial; Terapéutica audiológica
(primera parte).
Tercer año: Terapéutica audiológica (segunda parte);
Audiometría clínica (práctica); Psicología y Psicopatología; Terapéutica Foniátrica.
…………………………………………..
Fundaste también,
como dependencia de la Academia Mozart, la “Escuela Nacional de Ópera”,
con asiento en la ciudad de Medellín. En el Proyecto de Ley se lee:
“El Congreso de Colombia decreta:
“Naturaleza de la Escuela:
Art. 1º Asígnase la suma de doscientos
cincuenta mil pesos como aporte de la Nación para la creación de la Escuela
Nacional de Ópera de la Academia Mozart de la ciudad de Medellín. (…)
Art. 3º Debido a que la Academia Mozart fundada y
dirigida por el maestro Luis Eduardo Chaves, funciona en Medellín y tiene personería
jurídica, y además, ha sido la entidad organizadora de las temporadas de ópera
presentadas en el país, se estima conveniente que dicha Escuela funcione como dependencia
de dicha Academia (…). Art. 6º La Escuela Nacional de Ópera estará dividida
en las siguientes secciones: Coral; Repertorio para comprimarios y solistas;
Artes escénicas y declamación; Decorados y vestuarios; Ballet; Teoría y solfeo;
Técnica vocal; Idiomas. (…)”.
…………………………………………………..
También te alcanzaba
el tiempo para escribir frecuentemente artículos en los periódicos El Correo,
El Diario, El Colombiano, de Medellín, y enviar a El Tiempo de Bogotá
comentarios de fondo didáctico y cultural. (Tengo a mi izquierda, en nuestro
saloncito de estudio, sobre el órgano, marca “Thomas”, los archivos de tus
comentarios musicales).
¡Pero, maestro, no se te olvide que yo fui también tu
secretaria! , “pasar en limpio” tus escritos, en una maquinita de escribir, portátil, marca
“Olivetti” (¡ah! también fue mi aporte al matrimonio). Y redactar para la
prensa, de cuando en cuando, los comentarios sobre las presentaciones de los
declamadores. ¡Cómo me gustaba escribir sobre poetas y sobre sus páginas
inolvidables!
…………………………………………………….
Años más tarde, la Secretaría de Educación del Departamento
solicitó tus servicios como experto en la enseñanza de la música en los centros
de educación; así, llevaste tu arte y tus metodologías tan especiales, a los
liceos Gonzalo Restrepo Jaramillo, Marco Fidel Suárez, Normal Antioqueña,
Escuela de Artes del municipio de Medellín, Normal Nacional de Varones, Javiera
Londoño, Centro Femenino de Antioquia, la Universidad Adventista, la
Universidad de Medellín, la Pontificia Universidad Bolivariana…. ; además de
ser asesor artístico de la Secretaría Departamental de Educación. En todo ello
se puso de manifiesto tu eficiencia y acierto en el desarrollo de tus proyectos culturales.
Por esa entrega a la difusión de la cultura, ya que tu
propósito fue que todo el personal docente de Antioquia se vinculara al arte en
sus diferentes manifestaciones: coros, danzas, teatro, declamación, cursos
intensivos de música clásica, etc., dicha Secretaría te condecoró en 1969, con la
“Medalla al Mérito Educativo y Cultural Miguel Giraldo Salazar”:
“Al Maestro Luis Eduardo Chaves,
quien ha trabajado con ahínco, tenacidad y desprendimiento, no sólo en los
cursos de especialización para los maestros de música y en la difusión de ella
en los establecimientos de educación, sino también, a través del “Coro de
Cámara” que fundó y dirige, integrado por prestantes miembros del magisterio y
de la División de Educación, con repertorio muy variado de música sacra, obras
del Romanticismo y varias páginas de autores latinoamericanos, con arreglos del
mismo profesor Chaves”.
“La Coral de la Gobernación” que fundaste y dirigiste en
ese tiempo, fue obra importante en el mundo cultural de Antioquia, y
especialmente en el campo educativo: los profesores, hasta entonces, solo se
dedicaban a enseñar; ahora, muchos formaban parte de la “Coral” y viajaban a
las ciudades y municipios a dar conciertos; además de presentarse en cada uno
de los actos oficiales de la Gobernación o del Municipio. Aprendieron solfeo, a
leer partituras, a cantar en francés o en alemán o en italiano…; y, eran
felices cuando interpretaban obras colombianas. Pero cuando te aprestaste para volver a Europa, “La Coral de
la Gobernación” se desintegró y desapareció.
Te fuiste nuevamente a Europa ¿recuerdas?, para asistir a
los centros musicales de España, especialmente, en Santiago de Compostela en
donde te dedicaste a la música sacra. Luego, fuiste a los llamados (en esa
época) “países detrás de la cortina de hierro”; era el momento en que dominaba
el comunismo. Del Conservatorio de la ciudad de Sofía, la capital de Bulgaria,
trajiste el novedoso método “Kodaly” (creado por el ilustre músico húngaro)
para educar musicalmente a los niños.
¿Recuerdas, maestro Chaves, la reacción de los directivos de
la educación en Antioquia, cuando los reuniste y les presentaste el método y lo
explicaste?
¡Cómo nos dolió!
Tajantemente lo rechazaron, te llamaron “comunista” y te
castigaron enviándote como instructor de arte a la región del Magdalena Medio: En
esas agresivas tierras ardientes, tuviste que afrontar viajes en tren y en
lanchas; mosquitos, pésimos hoteles, incultura, bostezos, humo de cigarrillo, silbidos,
gritos, ruidos inoportunos de rectores, profesores y alumnos de esos centros
educativos, que oían hablar de Mozart, de Beethoven o de Verdi, o recibían
clase de solfeo o de historia del arte, con los pies sobre mesas y sillas,
regando la ceniza y las colillas por
todo el salón; todo eso era la respuesta a las más simples melodías musicales,
a las clases de solfeo, al “Bel Canto”, a tu dedicación…
En esas tierras del Magdalena Medio trabajaste
ardorosamente por el arte. Lo mismo, cuando fundaste las Casas de Cultura en
Sonsón, Jericó, Yarumal, y el Conservatorio de Rionegro, que llevó por tantos
años tu nombre.
Venías desde Puerto Berrío, cada semana, a presentar el
informe sobre tu labor cultural y artística. En el último viaje de regreso,
unos días antes de la Semana Santa, te reuniste con los directivos de la Educación
Departamental y ¡qué sorpresa!
Para tu jubilación, faltaba solo un mes de trabajo para cumplir el
tiempo reglamentario. Lo que encontraste en la Secretaría de Educación de Antioquia,
como respuesta a tus luchas, a tus sufrimientos en esos lugares inhóspitos, a
tus servicios incondicionales, fue tu despido del trabajo por “comunista” y
porque tenías “mucha edad” (63 años) y, además, el no pago de tu último mes de trabajo; y, como
si fuera poco, el quedarte sin la jubilación porque te faltaban 30 días del
tiempo exigido.
Algunos años después, la doctora Elena Herrán de Montoya asumió el cargo de gobernadora y
empezó a estudiar tu caso, tu hoja de vida, tus servicios y la causa injusta
por la cual te habían despedido, y ordenó tu jubilación departamental (1988).
……………………………………………..
Lunes 6 de abril de 2009
Desde esta fecha, maestro Chaves, tú habitas una bella
casa, “Plenilunio”, estás bien atendido y cumples noventa y seis años. Estás
contento; la alegría de vivir que siempre te acompañó, la conservas aún, a
pesar de tus quebrantos de salud: Hace tres años, en un fin de semana, pasado
en nuestra casita de Titiribí, te caíste y te fracturaste la cadera. Fue
delicado y conflictivo nuestro viaje de regreso, e inmediatamente ingresaste a
la Clínica El Rosario; soportaste la operación y meses después pudiste dar
muchos pasos con ayuda del caminador; fuiste valiente y seguiste caminado con
ese apoyo; así salíamos con nuestra familia a los restaurantes a almorzar, también
fuimos al Parque de El Salado, salíamos a comer, etc. Pero la anestesia seguía afectando
tu memoria y desequilibrando tu carácter; empezaste a perder calidad de vida,
se me fue volviendo imposible el cuidarte de día y de noche; las enfermeras que
conseguimos para que te cuidaran en el día y en la noche, no mostraron
capacidad y afecto por su trabajo, y por eso, mi familia acordó llevarte a
“Plenilunio”, uno de los mejores refugios.
……………………………………………..
Hoy, experimento un inmenso sentimiento de ausencia… Tú, en
Plenilunio; nuestros hijos han establecido sus propios hogares…
¡Me devuelvo!… Desde el principio de nuestro matrimonio
(1951), tu deseo, muy acorde con lo que
era costumbre-ley en ese entonces, era que yo, como señora casada, me entregara
solamente al hogar. “Una señora casada no podía trabajar; la responsabilidad
era del esposo”, ese era el mandato moral de la época.
……………………………………………….
En el discurrir de nuestra existencia, juntos, fuiste
comprendiendo que para mí, las aulas, la literatura y el lenguaje eran mi alma,
lo que había estudiado. Después de doce años como ama de casa, accediste a que yo volviera al mundo de las letras, de las aulas y del
diálogo fructífero y enriquecedor (era el año 1963).
De ahí en adelante,
fuiste condescendiente y aceptaste y aplaudiste mi labor: maestra, periodista,
escritora, autora de varios textos de estudio, bajo el título de: “Serie
Español y Literatura” para los grados de primaria y los del bachillerato; mi columna dominical en El
Colombiano, durante doce años: “Funcionalidad del Idioma, Hemos oído y leído”.
En todas las horas de
la noche dedicadas a escribir, siempre me acompañó la monumental obra musical
de J. S. Bach: “El Magníficat”, cuyos cantantes intérpretes me ponían el alma “en
un hilo”. Siempre he amado a Bach, tú lo sabes; quizás por esto, me regalaste dicha
obra en un acetato de 33 revoluciones. Recuerdo también, que tú me hiciste
conocer y me enseñaste a escuchar los Conciertos Brandemburgueses de Bach
porque, según tú, eran parte de lo mejor de su producción.
Hoy, en 2009, voy
sintiendo gusto por la soledad y el
silencio para leer; pero también -¡qué paradoja!- necesito el diálogo; un
diálogo que deleite, que enriquezca, que anime, que dé altura y exquisitez al
espíritu; que mi interlocutor y yo podamos, ambos, expresar libremente lo que
sabemos, lo que aprendemos, lo que nos hace pensar, y también, lo que nos entretiene.
¡Un interlocutor como tú!
Maestro Chaves, en este presente, me siento muy sola; estás
lejos, y los amigos se nos han ido para siempre; la familia también está
ausente: Cada uno de los hijos ha formado, de manera comprometida y acertada,
su propia familia, su propio hogar…
Ahora, cuando todos los días voy a estar contigo, me
embarga una emoción que no puedo darle nombre: es alegría de saberte bien;
tristeza por tu ausencia de nuestra casa; tu cuarto vacío… el órgano mudo… no
se oye ópera ni ninguna clase de música… la falta de diálogo… ya no existen
nuestras diarias salidas al Centro de la ciudad…, nuestro tinto mañanero en
cualquier cafetería, especialmente en El Ástor… nuestra diaria presencia en la
misa de La Candelaria o de la Catedral o de San Ignacio…nuestro diario
callejear para criticar personas, construcciones, obras de arte, parques,
monumentos, vitrinas de librerías, almacenes de instrumentos musicales,
conciertos, museos…
Está cerca nuestro último paso por este mundo, y me es tan
agridulce el instante del encuentro con quienes nos conocen -¡tantos!- y nos
vieron siempre juntos.
Hoy, esas mismas personas no conciben mi presencia sin ti
en las calles y en otros lugares, y las consabidas preguntas son: ¿dónde está
su esposo?, ¿qué pasó con el maestro Chaves? Y, entonces, siento más hondamente
tu ausencia.
………………………………………….
23 de diciembre de 2009
Maestro, no me
resigno a verte del otro lado de la música.
A veces -muchas
veces- me es insoportable tu ausencia en
muchos campos, especialmente en el contexto de la música. Fue ella,
principalmente, la que nos unió y nos mantuvo juntos todos estos años, hasta
que llegaste -el 6 de abril de
2009- a “Plenilunio”, el Refugio que hoy te alberga, y en donde pasas
tus horas, tus días, tus meses… alejándote, mentalmente, cada vez más de ese
poder embrujador de la música, la que fue tu vida, tu trabajo, tu razón de ser;
alejándote de esos dioses que poblaron tu alma y tu espíritu: Mozart, Bach,
Beethoven, Verdi, Fauré, Litz…. a los que tanto interpretaste con tu bella voz
de tenor lírico, y que imprimieron en mí tanta devoción y tanto respeto por ti,
hasta entregarte mi juventud, mi vida y mi corazón en la mañana del 22 de julio
de 1951.
Sábado13 de febrero de 2010
Asistimos, maestro, tú y yo con todos los residentes de Plenilunio,
las familias y visitantes, como de costumbre a las 2.30 p.m. a la Santa misa
celebrada por el Padre Jesús Botero. Y ¡qué sorpresa nos llevamos tú y yo!
El excelente grupo “Tango social” presentó a continuación
de la misa, un gran espectáculo de baile, con lo mejor del repertorio del
tango. Sus integrantes son unos brillantes artistas a quienes colmamos de
aplausos. ¡El acto era en homenaje a ti y a mí! Estuvimos muy agradecidos;
alabamos su trabajo y sentimos un poco de desasosiego y timidez…
6 de abril de 2010
Cumples un año de estar ausente de tu casa; no puedo atajar
mis lágrimas frente al sentimiento de pérdida de tu tan –en otro tiempo- lúcida mente, de tu vibrante alma ante el
arte de los acordes…
Te veo en el Refugio, tranquilo, sereno, alegre, cordial,
pero… tan ausente de lo que nos unió durante sesenta años y nos prolongó en
nuestros cuatro hijos y en nuestros ocho
nietos.
Veo, aquí en esta nuestra casa, en la biblioteca, esa
profusión de partituras, libros, casetes, discos, CD, óperas… y siento que cae
sobre mí todo el peso de la orfandad que hoy padece tu música.
¡Nos has dejado solos! A ella y a mí. ¿Dónde andas, Maestro
Chaves? ¿Por dónde van tus pensamientos en esta inmensa casa tuya y mía? Ya no
escucho a Mozart, tu gran amor, ni a los personajes de las óperas más amadas e
interpretadas por ti. ¿Qué pasó con tu alma sensitiva de artista “puro”,
íntegro?
Tu mente se ha opacado y me has dejado este mundo de
presencias sonoras. ¡Cómo he sufrido en todos estos meses al recoger, agrupar,
seleccionar y proteger tu música, tus partituras, las instrumentaciones de
grandes obras, que realizabas tú, con tinta y plumas especiales: ¡yo te vi
hacerlo!
Solo mi alma está a la intemperie, mis pasos van por las
calles de este Medellín sin los tuyos (¡cómo callejeábamos después del tinto de
la mañana y de la misa!); mis palabras no te alcanzan ya. Si acaso, en un
minuto brillan tus valores y tus deseos, y luego, los veo opacarse rápidamente
frente a mí. ¡Todo es ya tan pasajero,
tan olvidable!
Aquí estoy escribiendo, entre lágrimas, mi emoción tan
solitaria; tengo el órgano “Thomas” a mi izquierda, está sólo… está mudo…, como
mudas y solas están esta casa y mi alma.
Tuvimos muchos desencuentros, pero los superamos, y nos fue
posible ir adquiriendo tolerancia, paciencia, prudencia y capacidad de perdón
sincero, para seguir viviendo nuestra vida en común y poder tener la sabiduría
de ir separando los verdaderos valores de la mucha “basura” que hay en los
matrimonios. ¡Por eso, pudimos descartar tantas cosas! ¡Fue muy difícil para
mí, pero al mismo tiempo, formador, verte valorar la vida desde arriba, desde el
plano del arte, de la belleza! Como si
no estuvieras de verdad atado a la monotonía de la vida, ni a las pequeñas
cosas por las cuales había que vivir. Te
percibí tantas veces flotando en un
mundo de ideales y de ensueños: conciertos, óperas, partituras, poesía,
especialmente la escrita para los niños, a la cual tú le componías la música….
Si supieras lo doloroso que es verte ausente y presente al
mismo tiempo; lo inconsolable de tener que hablarte de cosas simples y en
frases cortas, a veces, irreales, para poder atraer tu atención. Cómo me duelen
los momentos de ausencia: los veo en tu mirada, en tus palabras, en tus
apreciaciones, en tus frases inconclusas, en tus inocentes ideas fijas…….
Entonces, pongo mi cabeza en tu hombro y recuerdo nuestra
vida de “ayer”, (ya jubilados), nuestros tintos compartidos todas las mañanas, después
de la misa; las calles que tanto recorrimos juntos para dejar crecer y gozar
nuestro “niño interior”. Disfrutábamos los espacios, admirábamos la poca
elegancia y belleza que queda aún en Medellín, o criticábamos malévolamente
todos los destrozos de las modernas construcciones. Anduvimos por tus antiguos
caminos: Bellas Artes; Teatro Pablo Tobón Uribe; la Catedral Basílica Metropolitana,
en donde tantas veces presentaste y dirigiste tu Coral en famosos conciertos;
el lugar donde fundaste la Academia Mozart y en donde tantos artistas del Bel Canto,
del piano, de la declamación se formaron. Fuimos sencillos y amistosos al
saludar con efusión a todos los que nos
detenían para hablarnos y… luego, ni tú ni yo ¡sabíamos quiénes eran!
Sé que también has olvidado nuestros fines de semana en
nuestra florecida y soleada casita de Titiribí, en donde escuchabas música y tocabas la organeta. Allá,
entre tus partituras, estaba una que yo amo de corazón, porque en ella nuestros
dos hijos mayores aprendieron a tocar piano: “El pequeño álbum de Ana Magdalena
Bach”. ¡Cómo lo he buscado! Esa partitura tenía tus anotaciones y las del
profesor de piano de nuestros niños.
En fin. Estoy haciendo una lista de recuerdos, quizás para
atormentarme; pero, ¡qué más hago en esta inmensa casa, en la que estoy sola,
con mis pensamientos! Maestro: ¿es
necesario el profundo dolor del alma para sentir aún más hondo el vínculo que
nos une?
………………………
Maestro Chaves:
Hoy es viernes 28 de mayo de 2010.
Clínica de Las Américas.
Ahora, son las diez de la mañana… Veo cómo la enfermera y la
médica te desvisten, te ponen un respirador y van contigo al segundo piso, a
Cuidados Intensivos…
Nosotros, tu familia, vamos detrás de ti, en silencio, expectantes,
confusos, llorosos; y yo, maestro, no puedo con la angustia y con las lágrimas…
Ayer, jueves 27, al amanecer, te dio un derrame cerebral,… Dice el
neurólogo que es muy grave para tu edad (te faltan diez días para cumplir
noventa y siete años) y que el sitio del cerebro donde se manifestó el derrame,
te paralizó el lado izquierdo.
Todo este jueves fue profundamente doloroso para todos
nosotros y creo que para ti también, puesto que tu lengua bastante encogida, se
movía incansable, sin poder coordinar ni vocalizar nada. Tu pierna y tu brazo
izquierdos no sentían mis presiones, tu mano derecha se movía en el vacío,
hasta encontrar mi mano… así, estuvimos todo el día tú y yo y la familia. A las
diez de la noche del jueves, te dejamos, todavía en Urgencias. La esposa de
nuestro hijo menor te cuidó toda la
noche.
Hoy viernes 28 de
mayo, a las siete de la mañana, cuando regresé a la Clínica, te encontré
peor: tenías mucha fiebre, el lado izquierdo de tu cara hinchado; te percibí
molesto y sufriente por la careta para respirar: al amanecer se te había
declarado una neumonía; te tenían con antibióticos y había que llevarte de
nuevo a Cuidados Intensivos…
Hoy es sábado 29 de mayo.
A las seis de la mañana Ana y yo entramos a tu espacio en
Cuidados Intensivos. Te veo muy ausente, adormilado, y a veces con una mirada
errante. Y ¡silencio! No tenemos nada qué decir. Frente a varias sondas: alimento,
suero, antibióticos, conteo de orina, etc. ¿qué puede uno comentar? Te
hablamos… Nada… Se acabó el tiempo de visita… y la tristeza y el miedo siguen
creciendo dentro de todos nosotros…
En Plenilunio nos habían invitado a la Santa Misa de este
sábado… Mi primera reacción fue: yo no voy, no puedo dejar de llorar… no quiero
llevar este espectáculo de dolor y de lágrimas a los residentes, a las directivas,
a los visitantes… Pero, aquí en mi cuarto, sola y con llanto, siento un
indecible impulso…
¿Tu Amor, mi Señor Jesús? ¿Tu Voluntad que siempre me pone
los hitos que han jalonado mi vida?... ¡Fui a la Misa!
Maestro, ¡tu familia fue a la Santa Misa! ¿Sentiste, desde
tu lecho en Cuidados Intensivos, el gran amor y la fuerza positiva de quienes
tanto te queremos?
¡Lloré mucho! En mi
mente te vi sentado a mi lado, como de costumbre, con un rostro rebosante de
alegría, tus manos juntas, devotas, suplicantes en el momento de recibir a
Jesús Sacramentado. Maestro Chaves, hay en la vida instantes tan profundos de
dolor o de amor, que nos rebasan, nos estrujan…
Son las cuatro y treinta de este sábado 29.
Después de la Santa Misa, llegamos a la Clínica. Entran a
verte de uno en uno, tus nietos y sus amigos, luego nuestros hijos, nuestras
nueras. Al salir, a cada uno les brillan los ojos y yo les percibo un corazón
tranquilo, sosegado: estás reaccionando, dicen.
El último turno de entrada fue para mi hija y yo… te vimos
quieto, dormido, luego, medio despierto; te hablamos y ¡poco lo notaste! ¿Te
dormiste? ¿Te fuiste? Fueron solo unos minutos. De repente, abriste los ojos y
entendiste un poco lo que te estaba pasando.
¡Sentí tu presencia, Señor Jesús! Supe de inmediato que fe, amor y confianza
traen Tu Ayuda…, ”el viento (el Espíritu) sopla donde quiere…”, lo dice la
Biblia.
Son las siete de la noche de este sábado 29, y nos dicen que
te trasladan, maestro, a la Unidad de Cuidados Especiales; eso significa que
estás evolucionando; que Dios te sana y tu vitalidad y fortaleza responden. Tu
alegría de SER y de vivir te ha sacado
siempre de hondas pesadumbres y de delicados estados de salud.
¡Bravo, maestro, eres un ejemplo de vida, con un poder inmenso
de recuperación!
Son las once de la noche ¡Hasta mañana, maestro! ¡Descansa,
progresa y haz que ese brazo y esa pierna “despierten” y obedezcan a tu cerebro! ¡Te amamos!
Hoy es domingo, 30 de mayo:
A la media noche de este sábado que termina, te llevaron a
Cuidados Especiales. Hemos estado contigo todo el día domingo; he visto tu enorme
fuerza de voluntad dándole la orden a tu mano izquierda; has logrado, con mucha
dificultad pero con mucha constancia, llevarla hasta tu mejilla, ¡qué alegría!
Lunes 31 de mayo y martes primero
de junio:
Sigues progresando, y nosotros todos, estamos junto a ti. Todos
tenemos el corazón palpitante frente a las expectativas…
Miércoles 2 de junio de 2010
Nos han dicho que puedes salir de la Clínica. Como vas para
el Refugio y allá tienen todos los recursos necesarios, te mandan con todos los
implementos de vida.
Maestro: Son las cinco y media de la tarde de hoy
miércoles. Si pudieras captar la inmensa alegría de volver a Plenilunio. ¡Qué alegría con que te recibimos! Siento mi corazón palpitante y rebosante de amor y de agradecimiento. Tu cama,
como la necesitas; la puerta del cuarto, con palabras y adornos de bienvenida;
nuestras amigas con una gran sonrisa de amor y de acogida y con un apretado
abrazo fraternal. ¡Dios ha de premiarles tanta bondad!
8 de junio de 2010.
Buenos días, maestro. ¡Felicitaciones por tu cumpleaños! Son noventa y siete años de una fructífera
vida. A propósito: nuestra gente me
pregunta si de verdad tienes todos esos años….
Recordemos un hecho histórico:
Era el año de 1957 en que por primera vez en Colombia,
se le concedía a la mujer tener cédula de ciudadanía y poder votar en las
elecciones siguientes. El entusiasmo de las mujeres era extraordinario, y los
hombres… callaban.
El doce de agosto de 1958, acudimos tú y yo a sacar las
cédulas de ciudadanía, porque tú lo que tenías era una cédula de extranjería y un
documento oficial de la Cancillería de México, y yo, una tarjeta postal que era
lo máximo que podía tener una mujer de esos tiempos, y la que nos identificaba
desde la época de estudiantes.
Tuvimos pues, nuestras nuevas cédulas en donde leíamos:
Luis Eduardo Chaves Becerra, Lucila González de Chaves debajo de las muy feas fotos. ¿Por qué no
figuro con mi nombre de soltera como se usa en estos tiempos: Lucila González
Restrepo? Porque “antaño”, una señora
casada por la Iglesia, además de no poder trabajar (la Epístola de San Pablo le
decía - hoy no - a la mujer casada: “no saldréis de tu casa si la necesidad no
os llevare”), tenía que acreditar y “lucir” el “de”; por eso, ahí dice Lucila
González de Chaves; y es así como figuro en todos mis documentos oficiales y
privados, en mis derechos de autor como escritora, y como me conoce y me
llama toda la gente.
Hoy es sábado 26 de junio.
En Plenilunio están celebrando el Día del Padre.
Una Santa Misa muy cercana a tu corazón, Señor Jesús,
sencilla, devota, con unas palabras del sacerdote Jesús Botero, amables,
elogiosas y consoladoras.
Al mirarte detenidamente y sufrir contigo, he entendido, de
pronto, que lo mejor para ti es una silla de ruedas, después de ver tu
cansancio y tu incomodidad.
Maestro Chaves,
quiero dejar constancia aquí, mientras tú estás ausente de todo y Plenilunio
sigue celebrando el Día del Padre, de lo que fuiste, de todo lo que hiciste por
el arte, por la familia, por los amigos, por los artistas en formación…
Ocurrió ayer domingo 27 de junio de 2010,
Hacia el mediodía: aparecieron de nuevo la isquemia y la
neumonía… … ¿Por qué está tan triste mi alma? ¿Por qué estoy llorando tanto?
¿Es el dolor interior acumulado? ¿Es el presentimiento? ¿Es mi cobardía frente
a la realidad?
Lunes 28 de junio.
He ido muy temprano a estar contigo, y me alegré al verte tranquilo y relajado en la
silla de ruedas: puedes estar en el patio,
ir por los corredores…. No hablas, no puedes comer solo, pero las niñas
enfermeras te dan los alimentos; también huyes de nuestro mundo, te duermes, no
entiendes, regresas al poco rato, te iluminas un poquito… y yo pienso en los
versos del poeta Porfirio Barba-Jacob: …”Era una llama al viento, y el viento
la apagó…” “Porque no es nada una llamita al viento…”
Lunes 26 de julio
Estoy junto a ti, maestro. Tú no lo notas; tampoco te das
cuenta de la presencia de tus hijos. ¿Dónde están tu espíritu, tu alma, tu
pensamiento, tus palabras, tu alegría?
Sentado en tu silla de ruedas, junto a mí, dormitas,
musitas un poco, pero no sé qué dices. Tus manos, apenas, se mueven, tus ojos
no miran, y yo, como dice el poeta “me estoy muriendo de sentir lo que siento”.
Un momento, solo un diminuto momento, y tu mano derecha
aprieta con fuerza, mucha fuerza, la mía… ¡Cuánto quisiera saber qué es, qué
pasa, qué quieres decir…!
Siento la angustia de tener y no tener, de verte enderezar
el rumbo hacia el Corazón del Padre; el dolor de la pequeñez de mi fortaleza, mi
inseguridad para quedarme aquí, sola, viéndote ascender por el camino de la
LUZ. ¡Nos vamos quedando sin ti! Sólo percibo tu presencia física….
Ocurrió ayer domingo 25 de julio, hacia el mediodía:
Aparecieron de nuevo la neumonía y el derrame cerebral… “Eres una llamita al viento”…
Maestro, son las dos y media de la tarde de este lunes 26… ¡No
puedo escribir más! El poeta Gregorio Gutiérrez González lo dijo: “¡Basta! Las penas tienen su pudor… y nombres hay que nunca se pronuncian
sin que tiemble con lágrimas la voz”.
Martes 27 de julio.
Al levantarme, muy temprano, recibí la mala noticia de la
noche que pasaste. ¡Había que llevarte a urgencias! Se repetían las isquemias y
la neumonía.
Tu habla está bloqueada. A veces, y muy fugazmente, abres
un poco los ojos y luchas por ubicarnos; no lo consigues. Pero, sé que oíste todo
lo que te dije al oído: “¡deja que la tranquilidad y la paz penetren en ti!
Demos gracias a Dios por tu vida tan realizada. Recuerda con serenidad que
fuiste esposo, padre, amigo y un excelente trabajador de la cultura. Puedes
decir adiós con la alegría de la tarea cumplida. No tienes que inquietarte por
nada ni arrepentirte de nada. ¡Estás en paz; no hay dolor en tu alma! ¡Sólo
serenidad! Repite conmigo esto que se me ocurre decirle al Señor, que me nace
del alma:
¡Gracias, Señor, por la vida que me
diste!
¡Gracias por la profesión a la que
me llamaste, y que tánto colmó mi alma!
¡Gracias por la familia que me
diste y que ha respondido con nobleza a mis ideales!
¡Gracias por la Casa de Amor y Paz
y Servicio que me pusiste en mi sendero, cuando empecé a caminar para
encontrarme Contigo!
¡Gracias, Dios de Amor!
¡Estamos en paz, solo hay sosiego en tu alma y en tu
corazón! ¡Sé que me escuchaste!
Jueves 29 de julio de 2010.
Maestro:
Un sobrio, elegante y académico acto de graduación de
ingenieros realizado en el auditorio del Colegio de San Ignacio (Medellín) tuvo
lugar a las cinco de esta tarde.
¡Hoy, Sara Osorio
Chaves, tu nieta, ha recibido, con honores, su título de Ingeniera
Administrativa!
Su título y su “Mención Honorífica”
refrendan para siempre en su vida, el hermoso pregón de su Escuela de
Ingeniería de Antioquia:
SER SABER SERVIR
Horas más tarde fuimos todos a tu Casa, Plenilunio.
Sarita quiso poner su cabeza en tu almohada junto a la tuya,
y su amado diploma en tus manos de abuelo; su amado diploma… su amado abuelo…
No reaccionas, Maestro; estás ausente; ni siquiera tus
manos tienen energía para tocar el título de ingeniera…
En el acto de graduación, una silla debía estar ahí, exclusivamente
para ti, ¡y con honores! Pero… no estabas… y el frío del dolor y mi soledad atenaceaban mi corazón…
¡No pudo ser, tampoco, tu presencia esta noche, ni tu
alegría en el momento en que Sara quiso entregarte su cosecha y besar con
devoción y agradecimiento tu frente!
¡Estás agotado! ¡Muy enfermo!
Siempre amaste el silencio, el sosiego. Pero, ahora te
acosamos a preguntas, largas, incomprensibles…Tú no entiendes, no precisas, no
ubicas, de ahí la recarga en tu cerebro que ya no procesa nada. Todos esos
ruidos te desgastan, te incomodan. Lo sé.
Yo prefiero hablarte al oído porque sé que le hablo a tu
alma, a tu energía, a tu espíritu y sé que me oyes y el tono bajo te da
serenidad.
………………………………..
Maestro Chaves, es la una de la mañana; no he podido dormir
y estoy escribiendo todo esto entre lágrimas, las mismas de toda la tarde, de
todos los días…
¡Me dueles, Maestro!
Voy a contarte esto: a las nueve de esta noche que ya
termina, cuando toda nuestra familia estuvo reunida en el restaurante, para
ofrecerle la comida de honor y de felicitación a Sara… otra vez, la silla
vacía… la tuya, desde la cual, siempre, presidiste nuestros encuentros. Tu sitio
de honor para presidir la mesa, como en otros tiempos… No hubo quién la
ocupara…. ¡Nadie quiso ocuparla!
En silencio, mientras todos celebraban los triunfos y honores de Sarita, me concentré en ti, te
busqué, te lloré y deseé que nuestra familia estuviera unida. Eso fue lo que siempre me repetiste, lo
que deseabas, casi tu único anhelo: “estamos todos juntos”, me repetías con
mucha frecuencia.
La esperada unión familiar será el mejor tributo a un
abuelo, a un padre, a un esposo, a un amigo, y la más alta nota de nuestro
agradecimiento hacia ti.
…………………………………………..
Jueves 5 de agosto de 2010
Son las dos y media de la tarde; acabo de llegar a la casa,
pues estuve contigo toda la mañana.
Estoy desolada y tengo miedo.
Maestro, ya no respondes a nada, no hay músculo que te
obedezca, pero tampoco hay cerebro que dé órdenes. Nada se mueve en ti, ni tus
ojos, ni tu lengua. Ya no recibes ninguna clase de alimento, no hay capacidad
en ti. Sólo percibo tu respiración. ¡Tengo
miedo! ¡Mucho miedo!
Estoy completamente sola en esta casa, en un silencio que
me acosa, en una incertidumbre que me persigue; doy vueltas y vueltas por todas
partes y no puedo contener mi llanto, no hay con quién compartir mi pena; todos
están trabajando; no me atrevo a llamarlos, no quiero alarmarlos.
Como el poeta: “¡Señor,
no tengo nada para ofrecerte, sólo mi dolor!”
Y mis lágrimas, y mi inmensa pena.
Viernes, 6 de agosto.
¡Acaban de ponerte la sonda para alimentarte! ………..
……………………………………………….
¡Señor! Que esta tristeza nos haga a todos más fuertes, más
santos, más humildes, más sinceros Contigo y más entregados a tu Santa
Voluntad.
Y a él, al maestro, sólo Tú, Señor, sabes cuándo estará
listo para entrar, de veras, en tu Gloria… En ese momento…. ¡llévatelo! ¡Que no sufra! Abrázalo, Señor; y conserva en
nosotros –su familia y amigos- un dulce y consolador recuerdo. Que su amor nos
alcance desde la Eternidad.
Sábado, 7 de agosto.
Maestro Chaves, te digo al oído que ha llegado el Padre
Botero para celebrar la Santa Misa. Son las dos y media de la tarde. Ha entrado
el Padre a tu cuarto, te ha saludado con un inmenso amor fraterno, te ha dicho
unas palabras preciosas…. Te vi apretarle la mano…
Te alerté para que estuviéramos en misa: mientras te
explicaba todo al oído –porque nunca te gustaron los ruidos y las voces
gritonas-, me apretaste fuertemente la mano, tus ojos se entreabrieron, te
canté al oído las canciones que todos iban entonando, y tú movías un poco tus
labios. Te dije: hemos comulgado, pero aquí en tu cuarto, para que no tengas
que caminar y no te fatigues; recemos juntos; me apretaste la mano con fuerza y
tuve la certeza de que estabas presente.
Luego nuestra amiga, María Elena Arango, la jefa de las
voluntarias de Plenilunio, con su bella voz de contralto, te cantó al oído: Un
viejo Amor, Cielito lindo, Tierra labrantía. Pegado de mi mano, trasmitías tu
amor por la música, la única que te hace reaccionar, que te despierta y te
regresa a nuestro mundo.
Aquí nos tienes a todos….Tus ojos se mueven y tu mano derecha
aprieta… ¡Nos amas, nos lo estás comunicando claramente!
Domingo, 8 de agosto de 2010
Maestro, estoy leyendo los periódicos; son las diez de la
mañana.
Quiero contarte que la prensa destaca, hoy domingo, una
circunstancia relacionada con el desfile de autos clásicos. Es una historia,
para ti y para mí muy grata y amable de recordar y que me produce nostalgia; me
refiero a la limusina de don Diego Echavarría Misas y su esposa doña Dita, los
nobles señores del Castillo. ¿Recuerdas? Nos invitaban a las comidas-concierto
que organizaban, y muchos de esos conciertos eran realizados por ti o por
alguno de tus alumnos: Lía Montoya, Humberto Echavarría, Nelly Duque, Anita
Echavarría…o por los pianistas Harold Martina, Blanca Uribe…
Te hablo del carro de don Diego porque en él nos
transportaban hasta el Castillo: era amplio, moderno, novedoso; en ese momento
sólo dos ilustres personas lo tenían: don Diego y otro magnate de la industria.
Es una bella historia de esa limusina, de la que sacaron lo
sicarios a don Diego, para secuestrarlo
y luego darle muerte. El carro se perdió, estuvo abandonado mucho más de
treinta años (dice la prensa); sólo a principios de este año (2010) fue
encontrado; empezaron las investigaciones y la identificación. El comprador de
la casi “chatarra”, al conocer quién había sido el dueño y quién lo había
traído al país, lo recobró, lo revivió y le puso sus piezas originales. Hoy, desfila
airoso, por primera vez, con los demás autos clásicos y antiguos por las calles
de Medellín. Luego irá al Museo-Castillo – lo dicen los periódicos de Medellín
- y será guardado allá, en una urna de cristal, como parte de la historia de
ese gran mecenas del arte que fue don Diego Echavarría Misas. Es lo que estoy
leyendo.
Hoy es lunes 13 de septiembre de
2010
Maestro: el pasado viernes 10, por la noche te quitaste la
sonda nasal, por la cual te estaban alimentando. Y el sábado pudiste tragar el
desayuno, luego el almuerzo… y así has venido. Pero hay algo más: tu fortaleza
corporal y tu voluntad de hierro te han hecho despertar: desde el sábado
abriste los ojos y miraste… quieres precisar nuestra presencia, has hablado,
estás despierto.
En esta mañana de lunes, tú y yo en Plenilunio, escuchamos
las canciones de Alfonso Ortiz Tirado, el tenor lírico que fue tu amigo en
México, a quien tanto admiras y a cuya
voz se asemeja la tuya, pues fueron ustedes de la misma escuela (Instituto de
Bellas Artes de México). Al escuchar, interpretadas por Ortiz Tirado, las
canciones del Maestro Carlos Vieco (“Carlitos” le decías tú por ser tu amigo
personal), te despertaste del todo…, eran canciones que tú incorporaste a tu
repertorio de conciertos.
Hoy, por todo lo anterior, tengo alegría y bendigo al Señor
por este espacio de paz y compañía que nos deparó. ¡No pienso en el futuro,
sólo vivo este presente!
Viernes 15 de octubre de 2010
Te han tenido que poner una sonda conectada directamente al
estómago para alimentarte. Te has vuelto a dormir a causa de las continuas
isquemias, te cuesta trabajo tragar los alimentos y esa es la razón de la
sonda. Nos duele mucho esta nueva circunstancia en ti, pero nos dicen quienes
conocen de ella, que es calidad de vida… ese pensamiento nos ayuda a soportar
todo esto.
Domingo 24 de octubre de 2010
En esta mañana hemos visto que estás muy delicado. Nuestro
día ha sido de angustia, de expectante dolor.
Yo no estaba preparada para situaciones dolorosas que nos
llegaran de repente y de las cuales todos desconocemos el momento final.
¡Señor, no tengo nada que entregarte,
sólo mi dolor y mis lágrimas!
Tú, Señor, has de guiarme por el
camino del dolor que da fe en Ti, confianza y esperanza.
Lunes 25 de octubre de 2010
Estoy contigo desde las nueve de la mañana. Me dueles
maestro. El médico vino a verte a las diez y media de la mañana y ha confirmado
que te dio una trombosis en tu muslo y pierna y brazo izquierdos; los tienes hinchados. Tú estás en
un mundo de paz, eso refleja tu semblante y tus amables gestos. Ya te pusieron
esta tarde la primera dosis de anticoagulante. El médico me confirma que eres
una llamita y que ya te estás apagando, pero que no tienes dolores; en esa
tónica te apagarás para siempre cuando nuestro Dios de amor lo disponga y tu
organismo haya cumplido totalmente.
Hoy te repetí al oído: maestro: no tengamos remordimientos
ni apegos; hemos recorrido un camino de servicio a los demás, hemos cumplido
fielmente con la familia y debemos estar satisfechos de ello.
El médico Álvaro Montoya
me ha afirmado que en cualquier momento te apagas..
Estás caminando, maestro, una senda de luz hacia el Padre.
Una senda clara y serena, gracias al Amor de Cristo y de tu lucha por tus
ideales.
¡Maestro, tú y yo estamos en paz! ¡En paz con todos, con la
familia, con los amigos, con la sociedad; ya hemos dejado atrás los apegos, los
egoísmos, los resquemores…!
¡Maestro, puedes irte! ¡Vete con alegría, con serenidad,
con amor!
¡Señor Jesús, saldré, con tu ayuda,
de este amargo túnel de soledad y de dolor, y seré una bella mariposa en tus
manos. El maestro y yo revolotearemos muy cerca de tu rostro y de tu corazón. Sé
que nos amas y nos abrazas. Sólo eso necesitamos!
9 de diciembre de 2010:
Has vuelto a despertar. Parece que el sopor y el sueño
profundo que te acompañan días y semanas enteras, te ayudaran a recoger
fuerzas, a poner un poco de orden en tu cerebro. En realidad, la sonda que
tienes conectada al estómago sí te ha dado calidad de vida: tu semblante es de
nuevo sereno, señorial, atento, tus ojos están abiertos; al médico lo has
dejado gratamente sorprendido cuando le dijiste que estabas bien, y vas poco a
poco, adueñándote del espacio.
10 de diciembre de 2010
Maestro: Hace cincuenta y ocho años la empresa de discos
“Silver” grabó en discos de 78 revoluciones, uno de tus conciertos de Navidad presentado
en la Basílica Metropolitana con la presencia del Señor Arzobispo, los señores canónigos
y el público que llenó la iglesia (era domingo). Tus alumnos estuvieron
dirigidos por ti, e interpretaron: Venid al Portal (a capella), del Padre
Andrés Rosas; Himno de Navidad (a capella), de Jorge Camargo Spolidore; Gloria
a Dios en las alturas (Oratorio de Navidad), de Camilo Saint-Saens; A Belén van
las gentes (Oratorio de Navidad - a
capella), de Saint-Saens; Alegraos (Oratorio de Navidad), de Saint-Saens; En la
Gloria del Señor (El Mesías), de J. F. Haendel.
Con los mismos años de antigüedad, tengo la grabación en
acetatos de 33 revoluciones, que la Radiodifusora Nacional de Colombia realizó
de tus conciertos en el Teatro Colón de Bogotá y en la Televisora Nacional
(retransmitidos por la Radiodifusora Nal.). Tu Coral presentó: La Cantata 78 de
J.S. Bach y el Oratorio de Navidad de Saint-Saens. Algunas arias para tenor las
interpretaste tú.
Pues bien, maestro, estoy en busca de alguien con alta tecnología
para rescatar esas grabaciones y pasarlas a CD……
Jueves 16 de diciembre de 2010:
Maestro Chaves, han empezado las celebraciones navideñas;
entre todos los actos el más significativo es el rezo de la novena. Recuerdas maestro,
que nuestra vieja y gran amiga la Madre María Agudelo, del Colegio Compañía de
María La Enseñanza, nos contó la verdadera historia de la novena: Bertilda
Samper, conocida en el convento como la Madre María Ignacia, había adaptado,
hace más de cien años, el texto de la novena, el cual se conserva intacto, a
pesar de las modificaciones que, le han querido hacer. Hay quienes no toleran la
expresión: “Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús”…;
este adjetivo lo cambian por el melindroso “padre adoptivo”…; además, desconocen
el valor del pronombre reverencial “vos”. Y revuelven: el vos, el tú, el usted,
quitándole así brillantez, armonía, musicalidad y alegría a nuestra tradicional
novena. También les parecen muy románticos los gozos y les han introducido mensajes
sobre la pobreza, el desplazamiento, el hambre, la unión entre los seres
humanos, la paz de las familias…
Televida presentó en Plenilunio el sexto día de la Novena;
todo resplandecía: la alegría, la decoración de la casa, los ancianos
residentes, las voces que cantaban y las que leían los textos de la novena.
Pero lo más especial
es que desde el nueve de diciembre sigues despierto. Has podido unirte a todos
nosotros para rezar la novena….
Enero de 2011
Maestro, estás bien dentro de tus circunstancias. A veces
hablas un poco, otras no. Me miras largamente y yo te entiendo: quieres
precisarme, necesitas que te confirme mi compañía y mi afecto. Te preocupas por
mi salud, o porque pueda dejarte solo. No, señor. Te quiero y te lo digo todos
los días al oído. Te acompañaré siempre.
Sábado, 19 de febrero de 2011.
¡Otra vez la crisis! Tu pulmonía se declaró con fuerza,
especialmente en tu pulmón izquierdo: fiebre, postración, gravedad. Tu IPS, Sura, quiere que te llevemos a urgencias a las
seis de esta tarde fría. Tenemos tan mal recuerdo, y hemos pasado noches y días
tan amargos en esas urgencias, que no queremos llevarte……
…………………………………………
(Decid cuando yo muera… (¡y el día
esté lejano!):
Soberbio y desdeñoso, pródigo y
turbulento,
En el vital deliquio por siempre
insaciado,
Era una llama al viento…
Vagó, sensual y triste, por islas
de su América;
En un pinar de Honduras vigorizó el
aliento;
La tierra mexicana le dio su
rebeldía,
Su libertad, sus ímpetus… Y era una
llama al viento.
De simas no sondadas subía a las
estrellas
Un gran dolor incógnito vibraba por
su acento;
Fue sabio en sus abismos –y
humilde, humilde, humilde-,
Porque no es nada una llamita al
viento…
Y supo cosas lúgubres, tan hondas y
letales,
Que nunca humana lira jamás
esclareció,
Y nadie ha comprendido su trágico
lamento…
Era una llama al viento, y el
viento la apagó.
(Porfirio Barba-Jacob –colombiano-)
Guatemala, julio 29 de 1923)
…………………………………………………..
Tu gravedad, tus muchos años, tu postración, no son ninguna
garantía para bambolearte en una ambulancia y esperar en un pasillo, en una
estrecha camilla, a que algún médico aparezca…
La jefa de enfermería de Plenilunio nos hace el favor de
llamarnos un médico particular, ¡cuánto antes!, digo, y en muy poco tiempo
llega el médico.
Son las siete de la noche de este sábado; de inmediato, el
médico te pone en tratamiento: más antibióticos venosos por ocho días,
nebulizaciones, oxígeno, terapia pulmonar…. A las ocho de esta noche vamos mi
hija y yo a los laboratorios de la Clínica a llevar toda esa cantidad de muestras para
exámenes que te tomaron. Sin mirarnos, la señora que atiende nos dice: “a esta
hora no se reciben muestras, vuelvan mañana”. Entonces, le aclaramos que vamos
a pagar particularmente y en efectivo……
Recibe las muestras y dice que más o menos en una hora
estarán los resultados.
A las diez de la noche los reclamamos, se los llevamos a la
enfermera jefa y ella se los lee al médico particular; él incrementa el
tratamiento. Tres días has estado muy grave, pero los cuidados del médico
particular y los del servicio de enfermería de tu Refugio, hacen que tu especial organismo vuelva a responder.
Sólo el lunes 21 de febrero, en horas de la tarde, vuelves
a estar en manos de tu IPS, gracias al doctor Álvaro Montoya, que ha sido tu
ángel protector. Ocurrió que este doctor, que te ha cuidado, no estaba en tu
IPS el sábado cuando lo llamamos de urgencia, y el médico que lo reemplazaba
ordenó tu traslado a urgencias……
Martes, primero de marzo de 2011
Estás mucho mejor, maestro, tu semblante vuelve a ser
normal, con apariencia de relativa salud, pero sigues pegado al oxígeno y con
los antibióticos, además de las terapias.
Jueves, 3 de marzo:
Ni hoy, ni los días siguientes podré estar contigo
acompañándote, como siempre, porque debo someterme a una cirugía hoy a las dos
de la tarde. Llevo un año enferma y esperando esta operación. Se me ha deteriorado mucho la salud y tengo que
hacer gran esfuerzo para vivir y realizar todo cuanto me toca hacer, por
pequeño que sea.
Lunes, 7 de marzo:
¡Mi operación fue aplazada para mañana martes a las cuatro
de la tarde!
Domingo, 13 de marzo:
¡Maestro! Otra crisis y muy fuerte. Te empezó a las doce de
la noche de este domingo: mucho vómito y agua en los pulmones. Te han llevado a
esas horas a urgencias de la Clínica Las Américas, con la mayor premura. Han
ido contigo Ana y Juan David. Y yo, aquí, atada a una severa incapacidad, a
causa de que, aunque la operación marchó bien, fue realizada en el contexto de
mis muchas fallas físicas, de mis alergias, a no poder utilizar los recursos,
ni ningún antiinflamatorio…me dejaron sangrar.
Y ahora… esto otro,
tú, ¡mi maestro, muriéndote de madrugada! A las tres y media del amanecer de
este lunes me llamó Juan para decirme que te estabas apagando y que el médico
había dicho que en cualquier minuto podría darte un paro respiratorio o
cardíaco. ¡Pienso en ti, aquí en mi cuarto! Te acompaño, te abrazo y oro al
Señor por ti y por mí. Ha llegado Ana de la Clínica y confirma que estás muy
delicado. Tengo claro el mensaje casi esotérico, de la espiritualidad oriental,
de que “cuando el alumno está listo,
aparece el Maestro”. ¿Estás listo? Hace muchos días y meses que estás
listo. Todos nosotros, con inmenso dolor, esperamos en Dios, confiamos en Él y
afirmamos que también estamos listos….
Son las cuatro y media de la madrugada de este lunes. Me
llama Juan y me dice que has empezado a reaccionar. Te van a hospitalizar,
porque todavía estás en urgencias, para hacerte un tratamiento intensivo.
Nosotros no queremos procedimientos heroicos. Sólo lo que vas necesitando, sin
forzar tu físico, sin efectos violentos de resucitación. Así lo hemos convenido
todos en la familia. Queremos que te vayas en paz, serenamente, con naturalidad
como conviene a una vida que ya termina.
Son las cuatro de la tarde de este lunes, estás en
urgencias, y aún no sabemos nada de hospitalización…
Son las cinco y treinta de la tarde y en este momento te
están trasladando (sin mí porque estoy recién operada) para el Hospital Manuel
Uribe Ángel de Envigado. Estás estable, aunque sigues muy delicado. Aquí van,
maestro, mi espíritu y mi alma contigo. ¡Dios ha de guiarnos y ayudarnos!
Recibe mi bendición y mi amor.
Miércoles 16 de marzo:
Ayer me quitaron los puntos de la operación; aunque estoy
con las defensas muy bajas y no del todo bien, el cirujano me dio permiso para
ir a verte al Hospital, en una visita muy corta.
Maestro, estás muy enfermo….
Tuve el valor de hablarte al oído de nuestras cosas, de
nuestros sesenta años de matrimonio, de alentarte a emprender el camino de la
paz y de la luz, a estar tranquilo. Quizás me escuchaste… es que no respondes
ya a ningún llamado ni a ningún estímulo; sólo veo tu lucha por respirar.
¡Nos hemos despedido!
¡Me voy con un infinito dolor y sin poder
contener las lágrimas!
Miércoles, 16 de marzo de 2011:
¡Mi maestro! A las
nueve y media de la noche te has ido para siempre. Ya estabas listo y el Gran Maestro te tendió los brazos y te dijo
¡VEN! Te fuiste en medio del sueño, con paz y serenidad. Para ti, ¡nuestro
homenaje de amor y de recuerdo por siempre! ¡Acompáñanos desde el cielo!
¡Qué tristeza más triste, más tristísima,
Qué desolada soledad tan triste!
Qué soledad más sola, más solísima,
Qué triste soledad tan desolada
Tenía esa palabra: ¡triste!, ¡sola!
(Poema de Edgar Poe Restrepo; poeta antioqueño, autor de la
letra del Himno de la Universidad de Antioquia, UdeA)
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