jueves, 13 de diciembre de 2018

OH SAPIENCIA SUMA.....




¡Ven a nuestras almas!


Autor: Lucila González de Chaves
12 diciembre de 2018 - 09:05 PM

Debiéramos confesar, con entereza y orgullo, este sentimiento, porque la real y permanente presencia de Dios en lo más íntimo de nuestro corazón es el eje de nuestra fe, su llama alimentadora.

Las palabras que dan nombre a este texto son un ruego del ser humano; demandan ayuda; lo repetimos en Navidad, cuando, congregados en torno al pesebre, rezamos la Novena al Niño Jesús.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven, no tardes tanto!

¡Oh Sapiencia suma / del Dios soberano, / que a infantil alcance/ te rebajas sacro! / ¡Oh Divino Niño, / ven para enseñarnos / la prudencia que hace / verdaderos sabios!

Hermosa e inolvidable costumbre.


Si nos apartamos de la musical y devota literatura de dicha Novena, readaptada hace más de cien años, por Bertilda Samper, monja de la comunidad de la Compañía de María, La Enseñanza, llamada en el Claustro: Hermana María Ignacia, autora, ella sí, de los “Gozos”; si nos apartamos un poco –digo- de dicho texto, y reflexionamos sobre nuestra fe, descubrimos que Él siempre vive en nosotros; que nuestro amor y nuestra esperanza mantienen viva y permanente su presencia en nuestra personal comunión con con Él.
Debiéramos confesar, con entereza y orgullo, este sentimiento, porque la real y permanente presencia de Dios en lo más íntimo de nuestro corazón es el eje de nuestra fe, su llama alimentadora.
Llega Navidad y nuestras costumbres católicas nos remiten cada año al pesebre para sentir, anhelar y creer firmemente que el Dios-Niño nace para reavivar nuestros principios cristianos y encender el apagado deseo de sentirnos hijos de Dios.
Deberíamos cuidar y alimentar lo eterno. Su amorosa Presencia en nosotros desde nuestro nacimiento; y con la certeza de vivir siempre en Él, y Él en nosotros, practicar devotamente los ritos.
Las siguientes reflexiones están basadas en la clásica novena y en sus gozos, que amorosamente nos remiten a nuestra infancia:
  1. “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. (Juan 14).
Nace en un pesebre “para nuestra salud y remedio”.

2. Dios Padre entrega a su Hijo a los hombres como la máxima demostración de amor y de perdón.

3. María, madre del Dios encarnado, prepara nuestras almas “con humildad profunda y con amor encendido”, para tan deseado nacimiento, Haciéndonos, así, “menos indignos de verle, amarle y adorarle…”

4. Niño Jesús, venimos confiados ante ti, porque nos prometiste: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.

5. Jesús-Niño, ante ti exponemos nuestro deseo de llevar una vida virtuosa y poder así, conseguir una eternidad de amor y entrega en tus brazos.

6. El Dios-Padre, por amor al hombre, busca otra morada; y su misericordia infinita, para poder redimirlo y salvarlo, se encarna en la Virgen María.

7. El hombre, creado por Dios, le había desobedecido y merecido, por ello, un castigo eterno, pero el Dios-Padre nos da a su Hijo para expiar aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía.

8. Dios-Niño, postrados ante ti en el pesebre, te adoramos y recibimos la gracia santificadora; te pedimos que por medio de ella ayudes la debilidad de nuestras almas y les des nuevas energías para cumplir tu Voluntad.

9. La imponderable sabiduría del Espíritu Santo te formó, ¡oh Niño! en las entrañas de la Virgen María, con tanta delicadeza y tal capacidad de sufrimiento hasta llegar a redimirnos y a hacernos hijos de Dios.

10. Virgen María, nos unimos a tu adoración por el Dios-Hombre, encarnado en tu seno y como tú, queremos estar siempre anonadados para que Él lo sea todo en nuestras vidas.

11. Divino Niño: ayúdanos a practicar tu lección de amor: Quien se entrega a la Voluntad de Dios, ya no se pertenece a sí mismo, y no quiere a cada instante sino lo que Él quiere, siguiéndole fervientemente.

12. Dios-Niño: queremos prepararnos para tu cumpleaños, purificando nuestras almas para que sean una verdadera morada tuya; y ennobleciendo nuestros corazones para que aprendan a amar, como tú, sin medida.

13. Llega la media noche y, como hace más de dos mil años, tú estás en el pesebre.

Tú, el vaticinado, el anhelado febrilmente. Tu santa Madre, transportada de júbilo, se postra a tus pies. José, te rinde el homenaje con el que inaugura su misterioso e imponderable oficio de padre putativo del Redentor de los hombres.

Lo invitamos a leer: En el cumpleaños del Rey del Amor


“Pónese el sol del 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén…Las estrellas van apareciendo una tras otra. Algunas horas más y aparecerá el Verbo Eterno”.
¡Feliz cumpleaños, mi Señor!

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Comentarios:

Bertha Lucía
Bertha Lucía 
2018-12-13 11:52:17
Amén doctora. Cuando decimos "Ven no tardes tanto", aún cuando El Señor habita por siempre en nosotros, estamos reconociendo que hacer su voluntad nos cuesta a veces, muchísimo trabajo. Sin embargo el lóbulo frontal no se desarrolla si no desarrollamos la paciencia para esperar los acontecimientos afortunados. Qué esté allí y no lo veamos, equivale a que no esté. No le parece?


Bertha Lucía: ¡Feliz Navidad!  Gracias por leerme y por hacerme conocer su pensamiento.

Aprovecho este tiempo para enviar un saludo navideño a todos mis lectores y en especial a Edgar que casi siempre me escribe amistosamente .



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